Yo vivía en un departamento pequeño de tres recamaras con otro amigo igual de caliente que yo, esa vez mi compañero de cuarto se había ido a su natal Valles, y me dejo algunas cervezas en el refrigerador, como ese dia era sabado me dispuse a ver television un rato para luego esperar a que alguien pasara por mi para irnos a divertir, empecé por abrir una cerveza que me hizo relajarme bastante.
Amanecía el jueves, era el gran día. K iba a alcanzar su mayoría de edad y yo iba lograr lo que buscaba.
Regrese a casa y puse a enfriar el vino y a preparar el lomo, cuando dieron las 2:30 de la tarde me fui a una boutique de lencería fina que queda como a tres cuadras del departamento, todo con el fin de verme atractiva y provocativa para cuando Eddy llegara a mi departamento.
Hace tiempo, unos 4 años, yo trabajaba en un área de video producción, referente a comunicación interna en unas oficinas de Gobierno.
En un último toque de chulería me dijo ¡eres una cerdita! mientras entraba en el baño. Yo quería contestarle, pararle los pies, (eso era lo último que deseaba, mi fuente de fantasías para masturbaciones eran esos pies) para que eso no me quedara de mote, pero me excito un niñato tan chulo calificándome de cerdo y en femenino.
La conversación versó sobre diversos temas hasta que llegó casi la hora de despedirnos y nos intercambiamos teléfonos. Al anotarle mis datos me pregunta si ese es mi nombre y el título mi profesión.
Retrocedí un instante, shoqueado. Los dos estaban cuasi silenciosos, obviamente descansando o mejor dicho, recobrando fuerzas. Y no sé qué es lo que me hizo volver sobre mis pasos y pensar en esa canallada. Venganza, ¿venganza de qué?, enojo, ¿enojo por qué si yo mismo lo había permitido? o la tristeza que comenzaba a embargarme?