Una Experiencia Sensual

María iba a tener el primer viaje a la playa con sus mejores amigas y decidió hacerse una depilación completa por primera vez, así que decidió sacar turno en una estética lujosa del centro de la ciudad

Cuando llegó, fue recibida por una mujer de pelo negro Azabache y ojos verdes intensos. Se presentó como Lucía, la dueña del salón. Lucía tenía 32 años, una figura delgada y un aire de misterio que María encontró intrigante.

—Hola, soy María. Tengo una cita para una depilación completa —dijo María con una sonrisa nerviosa.

—Claro, María. Estoy encantada de conocerte. Vamos a hacer que te sientas como nueva —respondió Lucía con una mirada que parecía ver más allá de la superficie.

María se relajó en la cama de masaje mientras Lucía aplicaba la cera caliente en sus piernas. La conversación fluía fácilmente entre ellas, y María se sorprendió al descubrir que tenían mucho en común. Habían estudiado en la misma universidad y compartían un amor por la literatura erótica.

—¿Sabes? —dijo Lucía mientras trabajaba en las piernas de María—, siempre he creído que la depilación puede ser una experiencia muy sensual.

—¿De verdad? —preguntó María, intrigada.

—Sí, deja que te muestre —respondió Lucía con una sonrisa pícara.

Lucía comenzó a masajear las piernas de María con movimientos suaves y firmes. La cera había dejado la piel sensible, y cada caricia de Lucía enviaba ondas de placer por todo el cuerpo de María.

—Eso se siente increíble —susurró María.

—Solo es el comienzo —dijo Lucía antes de inclinarse y besar suavemente la piel del muslo de María.

María se estremeció al sentir el contacto de los labios de Lucía. Fue un beso suave, pero lleno de promesas. Lucía se movió lentamente hacia arriba, acariciando y besando cada centímetro de la piel de María.

—Lucía —dijo María con la voz temblando—, ¿qué estás haciendo?

—Lo que tú quieras que haga —respondió Lucía mientras se movía hacia el vientre de María.

Lucía continuó su masaje, pero esta vez incluyó caricias más íntimas. María se arqueó hacia adelante, sintiendo una oleada de deseo. Lucía se inclinó hacia abajo, besando y lamiendo el clítoris de María con habilidad.

—Aah —gimió María, agarrando el cabello de Lucía para guiarla.

Lucía no se detuvo. Su lengua trabajaba con precisión, enviando a María a un estado de éxtasis. María sintió cómo su cuerpo se tensaba y finalmente explotó en un orgasmo intenso.

—¡Dios mío! —exclamó María, jadeando.

—No es solo una depilación —dijo Lucía, sonriendo—. Es una experiencia completa.

María se sentó y miró a Lucía con deseo.

—Quiero más —dijo.

Lucía sonrió y se acercó, besándola en los labios. María respondió con entusiasmo, sus lenguas entrelazándose en un baile apasionado.

—Déjame ver cómo te sientes —dijo Lucía, empujando a María hacia atrás en la cama.

Lucía se desvistió lentamente, revelando un cuerpo esbelto y suave. María la observó con deseo, sintiendo cómo su propio cuerpo reaccionaba. Lucía se arrodilló entre las piernas de María y comenzó a besar su clítoris nuevamente.

—Oh, sí —susurró María, agarrando las sábanas.

Lucía se movió hacia arriba, besando y lamiendo cada parte de María. Sus manos recorrían el cuerpo de María, acariciando y estimulando. María sintió cómo su deseo crecía, y finalmente, Lucía se colocó sobre ella, sus cuerpos juntos en un abrazo apasionado.

—Quiero sentirte dentro de mí —dijo María, jadeando.

Lucía asintió y se colocó entre las piernas de María, penetrándola lentamente. María se arqueó hacia adelante, sintiendo la plenitud.

—Aah —gimió María, agarrando las caderas de Lucía.

Lucía comenzó a moverse, sus cuerpos en sincronía perfecta. María sintió cómo cada movimiento la llevaba más cerca del borde.

—Sí, más —dijo María, jadeando.

Lucía aumentó el ritmo, sus cuerpos sudorosos chocando en un baile de deseo. María sintió cómo su orgasmo se acercaba, y finalmente, estalló en una oleada de placer.

—¡Sí! —exclamó María, agarrando a Lucía con fuerza.

Lucía se detuvo, besando a María con ternura.

—Eso fue increíble —dijo María, jadeando.

—Lo mejor está por

venir —respondió Lucía, sonriendo.

…

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