Los pies de una mujer

Había viajado hasta las islas para conocerlo en persona, mientras me arreglaba en el apartamento, recordaba varias conversaciones que habíamos tenido, casi siempre acabamos hablando de sexo, de nuestros gustos, fantasías…

Acabe de vestirme, me mire en el espejo, realmente no se me notaba lo nerviosa que estaba, hice un último repaso y me fije en mi calzado, sin poderlo evitar me puse a reír, me había puesto unos zapatos que dejaban la gran parte de mis pies descubiertos, con lo cual se podía apreciar mejor la forma, volví pensar en una de nuestras conversaciones, a él le encantaban los pies de una mujer, era una de sus fantasías, salí del apartamento y me dirigí hacía la terraza donde habíamos quedado.

Nada más llegar lo vi esperando, era alto, delgado, de ojos grandes, negros, cabello castaño.

Lo llame por su nombre, se acerco hacía mi y note como su profunda mirada se clavó en mis piececitos, en su cara se dibujo una sonrisa y ese fue mi triunfo y parte de mi seguridad para continuar, por que realmente me sentía atraída por él, por su voz, por su acento, por sus cosas.

Realmente deseaba sentir esas enormes manos acariciar mi cuerpo, nunca pensé que lo deseará tanto, pero ahora me estaba dando cuenta del por que de mi risa al ver mi calzado, instintivamente lo había hecho, me había arreglado así para seducirlo y la verdad me estaba yendo muy bien.

Nos sentamos en unas de las mesas, la brisa era muy cálida, el sonido del mar, el atardecer, hacían mágico aquel momento, conversamos de varios temas, nos reímos, hubo también momentos de silencio y entre todos ellos notaba como su mirada se distraía hacía mis pies.

He de reconocer que fui mala, puesto que al saber que él se perdía por mis pies, cruce mis piernas y empecé a jugar con el pie que quedaba colgando, sus grandes ojos negros me miraban, pero menos que antes, se quedaban mirando cada movimiento de mis pies y eso me encanto, creo que hasta me excito pensar que los deseará y finalmente lo invite al apartamento.

Al llegar me deshice del calzado, le serví una copa y me fui a ponerme más cómoda, al volver lo encontré con uno de mis calzados entre sus enormes manos, embelesado, sin poderlo evitar sonreí, me miró y me hizo un lugar en sofá.

Sabías que eres una provocadora nata?

A sí, por que lo dices?

Por que llevas todo el rato intentando provocarme con lo que más me gusta.

Y lo he conseguido?

Mientras me contestaba – tu que crees?- cogió uno de mis pies y empezó a besarlo, sus manos acariciaron suavemente uno de mis tobillos, lentamente subieron hacía mis pantorrillas y más tarde hacía mis muslos, me encantó sentir sus cálidas manos rozar mi piel y mientras disfrutaba de esto, noté como sus labios se paseaban alrededor del dedo gordo de mi pie, lo lamió con la punta de su lengua, hasta acabar por introducirlo en su boca y chuparlo, me excite muchísimo ante tal situación.

Comenzó a jugar con su lengua, me estaba poniendo a mil, en ese momento no sabía a quien le estaba gustando más si a él o a mí, así que con el pie que me quedó libre aproveche para ir subiendo por sus piernas, hasta llegar a sus muslos y acariciar el bulto que salía de sus pantalones, estaba excitado.

Lo acaricie por encima del pantalón y note lo dura que estaba su polla, me vinieron ganas de lamerla, chuparla, sentirla entre mis labios, pero antes de que yo pudiera hacer nada, el se había desabrochado los pantalones y cogía mis dos pies entre sus manos, los puso alrededor de su polla y empecé con su ayuda ha hacerle una paja, era la primera vez que lo hacía y la verdad no tenía ni idea de cómo hacerlo, pero por su rostro intuí que no íbamos mal, le estaba dando placer.

Seguimos así durante un buen rato hasta que él me dejó seguir a mi sola y sus manos se perdieron entre los pantaloncitos cortos que llevaba, acarició mi coñito por encima del tanga pero pronto lo apartó a un lado, estaba húmeda, sólo de verlo a él tan excitado, estiró de mis pantaloncitos, del tanga y me separó las piernas de forma que rodearon su cintura, empezó besándome la cara exterior de los muslos y más tarde la interior hasta llegar mis ingles, sólo de recordarlo me ponga mala, estaba super excitada, besó, lamió y chupó todo mi coñito de tal manera que yo no podía evitar gemir de placer, con la punta de su lengua jugueteo con mi clítoris y creí volverme loca, ahora más que antes deseaba sentir su polla dentro de mi, cogí uno de sus dedos y me lo lleve a la boca, empecé a lamerlo, a chuparlo, a succionarlo, me imaginaba que era su polla y creó que él también lo entendió así por que se separó y entre susurros me dijo que quería que se la chupará y así lo hice, me coloque entre sus piernas arrodillada ante él y mientras lo miraba fijamente, cogí su polla entre mis labios, pasé la punta de mi lengua por su capullo, dibujándolo para humedecerlo y acabar metiéndomelo en la boca, estaba muy dura, la chupe de arriba hacia abajo, mientras que con la otra mano acariciaba sus huevos, se estaba poniendo enorme, me agarró de la nuca y me apretó más contra él hasta metérmela toda dentro y aceleré el ritmo.

Su rostro cambió me levantó, me quitó la camiseta y empezó a lamer mis pechos con pasión, con fuerza, los succionó hacía él, mientras que sus manos me apretaban la cintura y me acercaban más a él, note su polla super dura en mi vientre y como al poco me cogía en peso y me empotraba contra la pared a la vez que me penetraba lentamente, entro rápidamente de lo mojada que yo estaba, volvió a salir y a entrar de nuevo, sus labios buscaron los míos, me besó apasionadamente y siguió bombeándome con fuerza.

Entre sollozos me decía lo mala que había sido y lo caro que se lo iba a pagar, lo mucho que me deseaba y las ganas que tenía de follarme desde que me vio en la terraza, por no decirme desde que hablamos por teléfono, era morbo, pero ahora era todo a la vez, y yo también lo sentía, me bajó y me giró de golpe de tal forma que me quede de espaldas a él, pasó sus enormes manos por mi espalda hasta llegar a mi culito, me agarró de las caderas y me la volvió a meter, esta vez más rápido, entre gemidos note como se corría dentro de mi y toda su leche me inundaba el coñito, siguió moviéndose hasta que yo me corrí y caímos rendidos en el suelo.

Nunca olvidaré lo que pueden hacer los pies de una mujer.