Cuando la conocí me hice muchas fantasías, pero nunca pensé en una posibilidad como la que estoy viviendo: poseerla. En mis sueños ella se enamoraba de mí y vivíamos un romance hermoso y pletórico de besos y abrazos, en el que no había sexo, ya que esa posibilidad estaba absolutamente fuera toda posibilidad.
Ella no se asusta por el tamaño de mi pene y continúa saboreándolo, llegando desde su base hasta la punta de su cabeza, la que muerde entre sus labios cerrados. Empujo con más fuerza, con la idea de llenarle la boca de semen y que se lo trague todo y siento que estoy acabando, que mi leche está por salir, que le voy a inundar la boca, que mis líquidos empiezan a buscar la salida.
Cecilia se levantó tarde esa mañana, después de una noche inquieta. Se bañó y perfumó. Se puso unas pantaletas que se ajustaban al entorno del bulto de su sexo y a las nalgas apretadas, que aun lucían suaves y frescas. Descartó el brasier pues prefería andar con los senos libres cuando estaba en casa.
La sorpresa de sorprender a Claudia masturbándose pronto fue cambiada por el deseo que despertó en mí ver sus piernas al aire y uno de sus senos que se había librado de su prisión y se mostraba impúdico, mientras los suspiros se hacían cada vez más profundos y el masaje más frenético.
Sabrina es mi hermanita mayor... Y de un tiempo a esta parte me ha despertado en la cabeza fantasías sexuales que en más de una oportunidad me han hecho masturbarme, pensando en sus piernas que me ha mostrado involuntariamente cuando se acomoda en el sofá del salón a descansar.