El voyerismo
Tenemos un grupo de amigos, en donde nos dedicamos a contar nuestras experiencias sexuales, hoy en día muchas veces terminamos en ciertas actividades no muy santas, pero que más da, si se trata de un poquitín de gozo.
Comenzamos con algunas sesiones, en donde tratábamos de encontrar un poco de morbo, pero poco a poco el tema se fue haciendo cada vez más serio, al punto que nos preguntábamos si teníamos alguna desviación mental, o algo por el estilo, pues nada, como todos los que nos reunimos somos profesionales, pues quisimos darle un mejor tratamiento al tema.
Carlos, el esposo de Marcela, hace unos días escribió su primer relato, y recibió una serie de mensajes que le dejaron más que encantado.
Bueno, hubo algunos que le insultaban, pero esa es la intolerancia que no nos deja avanzar en ningún aspecto, deben ser unos mojigatos reprimidos.
Antes de continuar, quiero presentarme, me llamo Jorge, estudié Filosofía en una Universidad Española que tiene una presencia religiosa muy importante.
De hecho, yo soy un poco religiosillo, pero mis estudios de filosofía me permiten ver las cosas desde otra óptica.
Me casé con Mónica, una mujer de origen gallego, que trabaja como publicista en nuestra ciudad, al sur de España, desde que salió esta página Web me interesó mucho el tema, pues siempre creí que era voyerista, aunque me costaba admitirlo como tal, al leer los relatos me he dado cuenta que es una tendencia más común de lo que se piensa a veces.
Cuando estudiaba Filosofía tomé algunas clases de psicología, así que con algo de autoridad puedo afirmar que no se trata de una desviación o de una enfermedad, creo que en un mundo moderno, donde todo tiende a explicarse, es simplemente una tendencia natural.
Más común en los hombres que en las mujeres, y que no sólo tiene que ver con conseguir placer con la mirada, sino que va mucho más allá, logrando obtener, además placer al transgredir ciertos limites que otras personas no traspasarían, por ejemplo los limites que imponen los celos.
Claro, como en todo hay que tener cierto cuidado, pero sin que esto interfiera en las cosas. Igualmente, es algo que no hay que preocuparse por explicarle a otros, pues de seguro que no van a entender nada y por el contrario, podéis ganaros una reprimenda por pervertidos, que es lo que la gente piensa.
La mejor combinación es tener una novia o una esposa que sea algo exhibicionista, el voyeur no es del todo exhibicionista, por eso este es el complemento ideal.
Bien, poco a poco me fui dando cuenta de mi tendencia, pues me encontraba muy a gusto cuando Mónica, que en ese entonces era mi novia, se destapaba.
Vierais lo que fue convencerla que las chicas de hoy usan pequeños bañadores en tangas muy sensuales.
No era capaz de salir sin taparse y destaparse prácticamente dentro del mar, no tomaba el sol de espaldas por miedo a que se le viera todo, pero bueno con un poco de constancia, logré que usara cada vez modelos más pequeños, hasta que por fin, ahora usa un minitanga que por detrás ostenta un hilitos que se pierden entre los carrillos de sus nalgas.
Creo que es justo con vosotros presentaros a Mónica.
Ya os comenté que se trata de una publicista que trabaja en una agencia de publicidad.
Es hermosa, delgada, ojos oscuros muy vivos, el cabello lo usa tinturado con un rubio no muy claro, bueno realmente es una mujer que llama mucho la atención.
Yo aproveché porque ella misma se quejaba de su ropero.
Decía que casi todos sus vestidos eran inapropiados para su edad (24) y que se sentía vestida como un vejestorio.
Por ello, yo le sugerí que se comprara ropa un poco más atrevida.
Claro, al comienzo ella no se sentía del todo bien, le daba vergüenza utilizar cosas que llamaran poderosamente la atención.
Sin embargo, la mejor ayuda que recibí fue de una modelo que trabajaba para la agencia, pues un día, hablando de cosas, le dijo que para una mujer delgada como ella, lo mejor eran minifaldas muy cortas, de esas que apenas tapan un poco las nalgas y que además a ella le quedarían de infarto.
Pues un día me dio la sorpresa, y apareció con una de esas falditas. Le seguía dando vergüenza.
Ella siempre se quejaba de que a mí nunca me saciaban sus progresos.
Hoy me agradece mi insistencia, pues se descubrió como una nueva mujer.
Y aquí es donde viene la primera historia que os voy a contar.
A medida que lo haga tendremos oportunidades de ir comentando cosas acerca de la filosofía del voyerismo.
Una vez nos casamos, fuimos a Ibiza.
Las playas son fenomenales, mi mujer que ya usaba tangas en hilo dental, se animó a usar una microtanga, que adelante era muy pequeña, apenas si cubría su vulva y que atrás se perdía en un hilo que se encajaba perfectamente entre sus glúteos.
El culo de mi ahora esposa es fenomenal.
Sé que estaba avergonzada, pero poco a poco me fue dando gusto.
Esto es muy importante recalcarlo, lo que alimenta una relación matrimonial con un voyerista, es que si la otra parte tiene algo de exhibicionista, pues que se desinhiba del todo y le dé gusto, por mi propia experiencia se los recomiendo y les garantizo que su relación mejorará constantemente, pues estará alimentada permanentemente por el deseo.
Se dirá que es un poco de egoísmo, al contrario, con ello, la parte que puso su parte, es decir el casado (a) con un exhibicionista, logrará un amante perfecto en su casa.
Me percaté que despertaba muchas miradas, y eso que estábamos en una playa donde las mujeres toman el sol en tangas diminutas y en topless, yo le dije que haría el desentendido con ella y que me iría al mar, a ver si ella lograba algo más.
Ella ni siquiera se levantó de la arena. Yo volví y de nuevo le pedí que se levantara, que caminara un poco y que fuera muy sensual.
Pues nada, ese día ella estaba muy tímida, me dijo que era muy delgada y que le daba mucha vergüenza, que seguramente la estaban mirando era en burla.
Yo le dije: claro que se burlan de ti, pero es porque las mujeres se muerden de la envidia que les da, pero si tu nos les das bola, pues a la goma con ellos, al día siguiente fue mejor, ella se levantó, caminó un poco y yo entretanto, en el mar, oía lo que decían los hombres, se lo comenté y vi que eso la ponía muy cachonda.
Le dije, a ver si alguno te da loción bronceadora, con precaución, para que ninguno de ninguno de los mirones me descubriera.
Bueno, el saberse deseada, le dio nuevos impulsos y para demostrarlo se quitó la parte de arriba del bikini, eso fue suficiente para que la consideraran una desnudista, pero como estábamos en Ibiza, pues todo iba muy bien. Se acercaron unos muchachos, un poco apuestos, con buen cuerpo y unos pequeños slips que dejaban entrever que tenían unas vergas largas y gruesas. En fin, estaban bien dotados.
- Oye nena, estas sola, te ves preciosa.
- No estoy con un amigo…
- Es tu novio?
- No, es un amigo
- Y es celoso?
- En absoluto….
Se sentaron, decían cosas acerca de los bikinis, de las miradas de otras mujeres, y en fin hablando cosas muy tontas, pero Mónica se reía cada vez más y se sentía muy cerca de ellos.
Le ofrecieron una cerveza, y ella aceptó. Se fueron dos de ellos y se quedaron dos, ella se acostó hacía abajo y le pidió a uno que le pusiera sobre su piel loción, el no se hizo rogar y ya estaba con sus manos destilando olor a papaya y se dedicó a untar su piel con la loción dejándola brillante y exuberante.
El otro apenas miraba, y Mónica le dijo que porque no le ayudaba a su amigo.
Una vez llegaron al culito de Mónica, el muchacho lo tocó para ver su reacción, pero al ver que ella no reaccionó, lo comenzó a sobar con morbo y su amigo le ayudaba, ella les dijo que pasaran algo de loción por su entrepierna, pues si no su bronceado no era perfecto.
Ellos aceptaron y se dedicaron a masajear a gusto, con algo de malicia y tocando más de la cuenta. Al llegar los otros muchachos, ella se incorporó y les dijo que ya les tocaría su turno de loción.
Tomaron la cerveza, hacía mucho calor y yo me presenté. Los muchachos se cortaron un poco, lo que disgustó a Mónica, que ya se sentía animada por sus avances.
Me hizo señales para que me alejara de allí otra vez, yo alegando el calor me volví al mar, me acompañó uno de los muchachos, quien me preguntó que quién era ella.
Yo le dije que una amiga, que era casada, pero que estaba en Ibiza tratando de descansar de su esposo un poco, y no mentí acerca de quién era su esposo, dije que era escritor e investigador, que ella era publicista, en fin, parte de la verdad.
Me preguntó que quien era yo.
Le dije que su mejor amigo, pero que no estábamos ligados. Me preguntó si podían salir con nosotros y pasarla con nosotros en las vacaciones.
Yo le contesté que por supuesto. Le indiqué cual era nuestro hotel.
Le dí mi nombre verdadero, y sin más me lancé al mar.
El muchacho se devolvió a la playa, junto a Mónica, y la abrazó, estaba muy lanzado y Mónica no le era indiferente.
Ella le pidió que le diera loción adelante y él se lanzó con frenesí a untar las tetas con loción, sin dejar ningún detalle a la imperfección.
Su verga ya quería asomarse por el slip, lo que le obligó a taparse un poco con la toalla, lo que provocó la risa de todos sus amigos y de Mónica.
El sugirió que compraran otras cervezas y los amigos se fueron a traerlas, él se quedó sólo con ella y sin decir más, le sentó un beso en la boca, que Mónica no respondió y que la hizo sentir muy mal conmigo, pues sabía que yo estaba viéndolo todo.
Ella, con un poco de disgusto, se levantó, se puso el top del bikini y se alejó de ellos. Yo me salí del mar corriendo y le pregunté que qué pasaba.
Ella me dijo que estaba preparada apenas para flirtear, pero no para avances más allá.
Para mi sorpresa, y es cuando yo sospeché que algo andaba mal en mi cabeza, le dije que no pasaba nada, que me encantaba no solo que flirteara, sino que además se comportara como una chica soltera, que está en Ibiza para divertirse.
Ella insistió en ir al Hotel, una vez en nuestra habitación nos amamos, pero para sorpresa de ella yo estaba un poco lujurioso, lo que ella le extrañó, pues normalmente somos un poco apagados en la cama.
Ella no sabía que pasaba, siempre se quejaba de que yo no la amaba lo suficiente, pero en fin, ella quería que yo siguiera tal cual. Una vez nos corrimos, yo me levanté y prendí un cigarrillo y saqué uno de mis libros favoritos, un librito de Rousseau que se llama Las ensonaciones del paseante solitario , y me senté cómodamente, pensando que ella estaría dormida.
Pero no pude leer una letra, me levanté y volví a meterle mi tranca, esta vez por detrás a Mónica, que miraba con ojos como platos de la sorpresa, yo nunca había hecho nada así, normalmente después de correrme, me pasaban mis impulsos y ella queriendo amar más, tenía que mojar sus ganas en un plato.
Bueno, ella por fin me preguntó que porque estaba tan cachondo y yo le dije que no sabía. Pero si tu eres filosofo, me replicó, y lo sabes todo… al menos eso dices.
Bueno, debe ser que me gustó tu flirteo, pues no he pensado en otra cosa.
Hagamos un pacto, déjate meter mano y yo estaré atento, tu me cuentas todo, esto queda entre los dos y nadie saldrá lastimado si sabemos que no hay ningún sentimiento involucrado.
Esto es lo más importante que hay que tener en cuenta entre voyeristas y exhibicionistas, que no deben haber sentimientos involucrados en las andanzas, una cosa es el matrimonio o el noviazgo, es decir, la relación, y otra cosa es the party.
Descubrí otra de mis facetas, me encantaba decir guarradas.
Así que le dije que se vistiera de nuevo con la microtanga, que no usara el pareo y que fuera conmigo de nuevo a la playa.
Le dije que flirteara y que si quería dejara que la acariciaran y besaran, que es más me encantaría que lo hiciera con los cuatro muchachos. Que siempre manejara las cosas….y que por mi, se olvidara de mi.
Bueno, volvimos a la playa, ella iba sin el pareo, dejando al aire su culo bien puesto, ella se apercibía de todas las miradas que le hacían y de los uffff de los hombres que volvían su mirada hacía ella, en fin se sintió de nuevo deseada, y me dijo que si yo la autorizaba que se dejaba hacer.
Me dijo que le describiera lo que quería que le hicieran, pero que lo hiciera con puras guarradas, que fuera vulgar, que eso la excitaba mucho.
Yo así lo hice, le dije que quería que le partieran la almeja, que se la chuparan toda, que quería que ella resumara la leche de los cuatro tipos, que se la tiraran en la playa a la vista de todo el mundo y que le sobaran las tetas y le magrearan el culo.
Que se la tiraran tres veces cada uno, hasta que no pudiera contener mas leche en el chocho.
Esto la excitó muchísimo, tanto que pude sentir que ya empezaba a oler el ambiente con sus suaves efluvios que manaban de su sexo.
Quieres que me deje hacer? Hasta donde puedo llegar? Yo le dije, hasta donde quieras, la única condición es que me dejes ver o me cuentes todo, sin omitir ningún detalle, aunque yo prefiero verlo todo.
Me dio un beso y nos metimos en la playa. Para mi sorpresa se quitó el top una vez pisamos la arena, lo que la dejó vestida con su minúscula tanguita, que como ya lo comenté, dejaba al descubierto casi todo su pubis, dejando solamente oculto su vulva.
Los muchachos al ver que nos acercábamos, se nos acercaron y el atrevido le pidió disculpas, yo dije que ella se sentía un poco mal al haber dejado a su esposo en la ciudad, y estar acá divirtiéndose sin él, pero que ya había hablado con ella y que todo estaba bien.
Nos invitaron a tomar un trago, ella aceptó pero dijo que lo tomaba en la playa, que no podría entrar en ningún sitio sin ropa, ellos bromearon diciendo que si tenía ropa, y que no les gustaba por lo grande de ella.
Todos reíamos y yo tenía mi verga a punto de explotar al ver los cuerpos de estos cuatro muchachos atléticos cubiertos por un pequeño slip, que dejaba ver parte de sus bultos, y ver como crecían los bultos, y tenían las pollas a punto de explotar y ella cubierta por una minúscula tanguita.
Ella pareció darse cuenta de ese detalle, pues una vez llegamos al quiosco de las bebidas, como sin querer, se acercó por delante al muchacho que le había dado el beso y le pegó su culo a su verga, y con movimientos casi imperceptibles, se la acarició con su culo.
El muchacho miraba desorbitado, no atinaba a decir palabra, nos dieron las cervezas, y nos volvimos para la playa.
Él la tomó de la mano y se fueron como dos noviecitos inocentes. Yo miraba la cara de todos los hombres y la miraban como queriendo follarsela ahí mismo.
Ella le buscó la boca y le besó, sus lenguas se introducían en sus bocas, y él subió la mano a sus tetas, desnudas, magreandolas con pasión.
Mi propia verga se humedeció de ver semejante beso, que habrán pensado los demás.
Las pollas de los otros muchachos inmediatamente comenzaron a cobrar vida.
Se iban parando debajo de los slips, lo que parecía no importarles, Mónica y el muchacho, que a propósito se llamaba Antonio, seguían besándose, a la vista de todo el mundo, sin que nada ni nadie los perturbara.
A los muchachos, por el contrario, parecía que les gustaba exhibir que sus pollas eran grandes y gruesas, y que las tenían excitadas a todo momento.
En la playa yo me fui de nuevo al mar, y ella se quedó con los muchachos. Los hombres que la miraban desde lejos, pude oírlos, decían que estaba rica, que tenía una almejita deliciosa, que su túnel debía ser muy pequeño y que se la querían meter toda la tranca de un solo jalón, que la querían llenar de leche, que la harían rebotar sobre sus huevos y que como se verían esas nalgas al ser cabalgadas por cada uno de ellos, en fin, todas las guarradas.
Eso me excitó mucho. Me masturbé en el mar, mirándola y oyendo lo que decían.
Ella se había vuelto de nuevo a acostar en la playa, y les dijo a los muchachos que todos la tenían que cuidar, pues era una pobre niña sin nadie que la protegiera.
Todos se untaron las manos de loción y la comenzaron a acariciar, ahí mismo a la vista de todo el mundo, y ella al sentirse tocada sin pudor, por los ocho manos, tuvo un orgasmo del que todo el mundo fue testigo.
– Pero si está bien cachonda, mira como se deja hacer de todos ellos…..
Decían los hombres a la distancia.
Que zorra, que puta, que perra, y yo sabiendo que hacía unos minutos mi casta esposa no quería salir sin su pareito, y ahora estaba teniendo un orgasmo a la vista de todo el mundo.
Los muchachos le dijeron que se metieran al mar, y ella se levantó, tenía la concha húmeda, lo que se notaba por el pequeño triangulito de adelante y dejaba ver además el hilito de atrás.
Ellos, por su parte, tenían las pollas casi por fuera del slip, se les notaba también humedad.
Se metieron al mar y comenzaron a magrearla por todas partes, yo dije, aquí mismo se la tiran.
Ella se colgó del cuello de Juan, otro de los muchachos, y lo besó apasionadamente, mientras que Antonio la besaba en el cuello.
Jaime y José, que así se llamaban los otros, le magreaban las tetas.
Pues se la hubieran tirado en el mar, de no haber sido porque un salvavidas se acercara a ellos y les dijera que a esa hora la playa tenía una función familiar.
Ellos salieron con dolor en los huevos y ella quedó con la concha húmeda y con ganas de que una buena tranca la abriera de una vez por todas, salieron, ella borracha de sexo, y se instalaron de nuevo en la playa, acordaron que mejor sería si se fueran a un sitio más privado.
Ella se puso el top del bikini y se levantó, me llamó y juntos nos fuimos a un barcito que apenas si se nota, en una callejuela fenicia.
Pues bien, los dueños del pequeño bar eran una pareja joven, que se nos quedaron mirando.
Nos dijeron que qué música queríamos escuchar.
El bar estaba prácticamente solo, y pedimos música moderna, pero algo suave, nos situamos en un lugar apartado, pero desde el cual podíamos ver a los demás y ellos a nosotros, el bar no era grande.
Ella empezó a tocarse su chocho con lujuria, bailaba y movía su culo a la vista de cada uno, se tocaba las tetas y desarregló el top, dejando ver sus pezones, que ya estaban erectos. Bueno, estaba hecha un bombón.
Todas las personas, inmediatamente tuvieron que ver con nosotros, yo le susurré al oído que quería que se comportara como si fuera una puta, una callejera, que se dejara hacer de todos los muchachos, y que si incluso llegaba otro desconocido, también le atendiera, que yo también de pronto la tocaría, pero no como esposo, sino como si fuera otro más, incluso le dije que prefería que ella hiciera de Antonio su pareja oficial, sin descuidar a los demás.
Pues ella comenzó a quitarse el top del bikini, quedando solamente con la tanguita puesta, se tocaba el chocho y se acercaba alternativamente a todos para que igualmente se lo tocáramos sin ningún pudor.
Los dueños del bar no daban crédito a sus ojos, pero no decían nada, se limitaban a mirarnos.
Los otros clientes murmuraban y se leía en sus labios que mencionaban la palabra puta.
Eso me excito y ver como ya a los muchachos no les importaba que sus pollas sobresalieran de las perneras de sus slips, Jaime se comenzó a hacer la paja, de tal manera que Mónica se agachó frente a él y comenzó a mamarsela, ella es experta en eso, pero nunca, que yo sepa, se lo había hecho a cuatro hombre diferente a mi.
Se la chupaba, la hacía entrar y salir de su boquita, que entreabierta la succionaba como queriendo sacarle toda la leche, Antonio se comenzó a afanar por detrás, y sin quitarle la tanga, corrió el minúsculo obstáculo que le impedía penetrarla, allí mismo lo hizo, se lo metía en la concha, lo sacaba lubricado y brillante por los jugos de Mónica, la cual se movía en redondo para que la culiaran con más facilidad.
Seguía mamando a Jaime, cuya verga entraba y salía, haciendo cada vez slup slup slup, ella comenzó con un ritmo frenético, que hizo que Jaime se corriera, ella lo sacó de su boca y el semen corrió a raudales por encima de sus tetas.
Entretanto Antonio seguía bombeando el chocho de Mónica, que seguía con frenesí, los demás chicos se sacaron cada uno sus vergas y se la acercaron a la boca de Mónica, quien las chupaba alternativamente.
Los dueños del Bar miraban sin poder creer lo que sucedía en su local. Los otros clientes tampoco daban crédito a sus ojos.
Se veía a una mujer, que estaba buenísima, gozar de lo lindo con cuatro muchachos a la vez, una verdadera orgía, y ella sin inmutarse.
Antonio comenzó a aumentar el ritmo de su penetración, hasta que se corrió, gritaba y aullaba, ella decía agggghhhh, se retorcía los labios.
Ella también tuvo un orgasmo, que la dejó extenuada y por un instante dejó de lado las pollas de los otros muchachos.
Al ver la inquietud de la gente, yo les dije.
Muchachos, por qué no vamos a un sitio realmente privado, a la habitación de hotel.
Además temía que de pronto alguno de los clientes se molestara con nosotros, y creo que por más liberal que sea la sociedad de Ibiza, podríamos terminar en la cárcel.
Ellos no aceptaron, me dijeron que preferían quedarse en el lugar y dar un buen espectáculo. Mónica estuvo de acuerdo con ellos.
Era pues, la gloria para un voyerista como yo.
Ya os he dicho que no se trata de simplemente mirar, el placer no es ver como se follan a tu mujer, o bueno, no solamente eso, sino el que se trasgredan los limites que se supone tiene la sociedad.
Los limites los ponen ustedes, simplemente déjense llevar, y a la menor señal de peligro, paren, vayan poco a poco.
Mi mujer se levantó con una sonrisa de zorra y los ojos llenos de lujuria.
Comenzó a bailar con mucha sensualidad, movía sus caderas, y sin ningún pudor dejó al descubierto su chochito rasurado, como a mí me gusta, metiendo sus deditos en su cuevita húmeda, mientras los muchachos sin el menor recato se pajeaban con fuerza, halándose las pijas como queriendo acabar con ese dolor que debían tener en los huevos.
Ella bailaba ante la mirada de las personas, que no daban crédito a sus ojos.
No dejaba acercar a los muchachos, quería que estuvieran a punto, ellos se habían sacado los slips, y se paseaban desnudos alrededor de ella, tenían cuerpos perfectos, lo que sé que a mi mujer le encanta.
Ella seguía bailando y no los dejaba ni siquiera tocarla, se metía los dedos en su concha, rojita, rasuradita, su vulva estaba húmeda, muy húmeda y ella se masajeaba el clítoris, como queriendo que sus dedos fueran las pollas que faltaban por mamar.
De pronto se echó en la mesa, dejando abierta su almeja, abriéndola más ella misma con sus dedos, a la vista de todos, las caras de las mujeres no disimulaban su enojo, pues sus novios, maridos y amigos no dejaban de observar a Mónica, que se comportaba como una mujer fácil, que no conocía el pudor.
Yo por mi parte, estaba muy caliente, sentía que mi verga palpitaba con una vida propia que me era desconocida hasta ese momento.
– Llenadme de leche… hacedme vuestra… dijo ella con algo de teatralidad.
Ellos no podían creer lo que se les ofrecía, una mujer hermosa, abierta sus piernas, que se les ofrecía así, sin más.
Faltaban José y Juan por follar, así que Juan la penetró con fuerza, dándole unas embestidas poderosas, que la hacían gemir de placer.
Mónica tenía los ojos cerrados, pero sintió la verga de José junto a su boca, y sin perder tiempo, comenzó a juguetear con su lengua, que parecía de fuego. Yo no pude aguantar más, y sin siquiera tocármela, me corrí con espasmos.
Pude ver que los dueños del bar se estaban masturbando mutuamente, y como algunos clientes metían sus manos sospechosamente por debajo de la mesa.
Juan tenía ritmo, le hacía bambolear las tetas de un lado a otro rítmicamente, a lo que ella respondía con gemidos y con los lengüetazos que le daba al otro pene que se le ofrecía. Por fin se corrieron, ella, ellos, Antonio y Jaime se masturbaban, pero sin llegar a correrse, también se la clavaron por turnos, ella no dejó que la penetraran por el culo, lo cual yo no protesté.
Una vez acabó la faena, nos fuimos todos del local, dejando a los demás con las miradas atónitas. Sería verdad lo que había pasado.
Esa era una de mis fantasías hecha realidad. Había visto por internet muchas veces como en Estados Unidos las mujeres hacían fiestas que se llamaban sluts partyies o drunk parties, que eran del mayor desmadre. Yo no podía creer que mi esposa se hubiera convertido en una putilla, pero me encantaba.
Llegamos a la habitación, los muchachos se habían quedado en su hotel también, y Mónica que aún seguía caliente, me hizo el amor. Veis la diferencia, con ellos era solamente sexo, conmigo hacía el amor. Allí está la diferencia.
Al día siguiente ella se levantó temprano, se dio una ducha interminable, y me dijo que prefería para ese día dar un paseo, no quería ir a la playa, creo que estaba un poco confundida, tenía una mezcla de vergüenza y cachondeo. Le dije que la entendía y le agradecí con un beso tierno a su gustirrín, lo que ella correspondió como una niñita.
Le confesé que había gozado muchísimo, y le pedí que volviera a repetir algo parecido.
No os lo recomiendo, un buen método es que le digáis a vuestra pareja si quiere hacerlo, de repente es mejor poco a poco, que tal si ella va un día a un bar de tu ciudad, haciéndose pasar por alguien solitario (siempre es mejor) y se deja magrear de algunos cuantos, sin importar los comentarios.
Puede que nunca haya sexo, pero igual podréis disfrutar, no sabéis lo delicioso que resulta que tu mujer se coloque en el plan de putilla, mientras tu la miras como si fueras otro más. Ahora bien, si todo eso degenera en una orgía, pues ni lo penséis más, pues podéis gozar de lo lindo.
Ese día temprano, ella se colocó una de esas minifaldas que hacen dar infartos en la calle, ya íbamos por la calle cuando sentíamos las miradas de todos en sus piernas y en sus nalgas.
La minifalda se la había regalado yo, era al comienzo protestó diciéndome que le daba vergüenza usarla, pues un poco más y quedaba su culo al descubierto.
Nada más injusto, si mi propósito era que se viera sensual, o mejor, sexual. Pues bien, ella superados sus tabúes, siendo un poco más liberada, se pudo esa minifalda muy pequeña, si se agachaba un poco quedaba plenamente descubierto su culo. Íbamos a buen paso.
Muchos hombres se agachaban un poco queriendo ver más. Me dijo, vamos que te tengo una sorpresa, se te va a salir el corazón.
Llegamos a un market, ella fue el centro de las miradas lascivas de los hombres y las burlas de las mujeres.
Eso es algo a lo que tendréis que acostumbraros, pues si os dejáis cortar un poco, la vergüenza hará que hasta se olvide la forma de caminar y en ese momento si seréis objeto de todas las burlas, y con justicia.
Pues bien, ella que sabía que hacer, no se dejó de las burlas, y ante la vista de todos, se agachó como quien no quiere la cosa, para ver algo que estaba en los bajos de la estantería y dejó su culito a todos los que quisieran mirar.
Nadie más volvió a burlarse en el local, todos la miraban, los hombres sorprendidos de su atrevimiento y a la vez encantada, las mujeres con molestia, pero no decían nada más, no fuera que lo volviera a hacer y sus maridos se largaran con la primera zorra que veían en esas.
Me encantó su atrevimiento, y más me gustó ver que no llevaba braguitas, aunque si hubiera llevado, con las que usa, habría dejado a todos igual de boquiabiertos como los dejó.
Un chico se le acercó ofreciéndose en ayudarla, y ella sin pensarlo le dijo que necesitaba varias cosas, y le preguntó si vendían ropa interior en el local.
El chico asintió y le pidió que la guiara, era en la planta alta del local, entonces ella fue adelante, el chico atrás y yo un poco más atrás, pareciendo otro cliente más que quería calentarse viendo a ese bombón.
Al subir las escaleras eléctricas, se veía claramente que ella no tenía bragas y como la falda era tan corta, su chochito se veía fácilmente desde abajo, si uno tenía algo de atención.
Pues bien, llegaron a la ropa intima de mujer, y ella le dijo al muchacho que le mostrara lo más pequeño que tuviera, que le encantaban esas braguitas en tanga hilo, que fuera muy trasparente, en fin, le dijo finalmente que había perdido las bragas en el taxi, lo que era mentira, inventando que la había recogido un turista y le había pedido las bragas de recuerdo y no podría llegar sin bragas, pues su novio era muy celoso.
Yo no me lo podía creer, vierais la cara del chico, la miraba entre aturdido y deseoso.
Pues bien, ella le preguntó que si podría probarse algunos modelitos, los más pequeños, que el le pasaba con mucho nerviosismo, le temblaba la mano.
El dijo que si y se ofreció a llevarla los probadores, ella protestó diciendo que tenía prisa, pues su novio no demoraba estar de vuelta en la habitación que habían rentado, y sin mediar palabra, se levantó la falda encima de sus caderas, dejando al aire el chocho, ante la vista del muchacho, y se subió unas bragas diminutas, que le sentaban de maravilla.
Se le veía el bronceado diminuto, lo cual contribuía a que el espectáculo fuera fabuloso. No hay como un buen cuerpo tostado al sol del verano y mirar las diferencias en la piel de una hermosa mujer.
Le preguntó que si le quedaban bien, él contestó con un balbuceo que sí. Se las quitó y se probó otro modelito, tuvo suerte que nadie pasara por ahí en ese momento, este modelito era también diminuto, trasparente, dejaba ver todo.
Y este que tal? El dijo que le quedaban mejor.
Se las quitó de nuevo y le dijo, no, pero este material es un poco incomodo. Mejor este.
Se agachó y dejó a la vista del muchacho su culito abierto y cu chochito abierto, se veían sus labios que ya se comenzaban a poner húmedos.
Estos me vendrán de maravilla, eran el modelo más pequeño que había, mucho más que los anteriores. Le dijo, mejor me los llevo en un paquetito, no sea que en el camino los vuelva a perder y tenga que volver. Él contestó: encantado.
Sabed que con una agachada hubiera bastado, pues no hay nada como el atrevimiento.
Si queréis sugeridle a vuestra pareja que haga poco a poco cosas atrevidas, veréis como tu pareja le coge el gusto, y vosotros, los voyeristas, a disfrutar.
Estoy pensando en que este relato pueda serviros a muchos de vosotros para normalizar vuestras mentes, sabed que no estáis haciendo nada malo ni pervertido, simplemente somos como las lesbianas y los homosexuales, una tendencia sexual diferente, que de mal hay en ello. Y sabed algo más, somos más de los que pensáis.