Capítulo 5
Desde ese fin de semana la pareja sexual que había logrado con Andrea se convirtió en un trío permanente y mis dos nenas demostraron estar abiertamente dispuestas a explorar todo tipo de goce sexual que se planteara.
Esa tarde misma, guiadas por mí, se prodigaron mutuamente caricias y castigos, jugaron con didlos y vibradores, lubricantes y masajes. Mientras yo penetraba a una de ellas, ésta lamía la conchita de la otra o cuando estaba haciéndole anal, la recostaba sobre mi y la otra la lamía o jugaba con un consolador en su vagina.
En forma indistinta, el sexo lo practicábamos entre los tres o entre dos cualquiera cuando se daba. Y todo lo hablábamos para que quede claro y no haya problemas.
Estaban encantadas con haber encontrado un ámbito en el cual se sentían seguras y cuidadas y a la vez podían desarrollar sus apetencias sexuales sin ningún límite más que el acuerdo de todos. Y nadie puso un límite ni se negó a ninguna práctica. Sumado a eso, les gustaba muchísimo dejar en mis manos el poder y el control, sabiendo que jamás lo usaría para algo que no les diera placer.
Andre cortó con el novio ya que los fines de semana estaba con nosotros. De vez en cuando alquilábamos una cabaña y nos íbamos de paseo. Ellas pasaban como mis hijas. Había cuidado y ternura en el trato, pero jamás pensamos que pase de ahí.
Éramos conscientes que era un acuerdo sexual y punto. Un día vino Alma sola porque Andrea estaba con fiebre. Me preguntó si yo sabía algo de sexo tántrico. Le dije que había tenido una pareja que sí sabía y algo había aprendido de ella.
– “La base central, por lo que sé al menos, es no darle importancia al orgasmo. Poner el foco en el placer y retrasar el clímax para sentir en forma no solo física sino emocional a tu pareja. Si querés lo probamos”
Obvio que aceptó. Después de cenar fuimos a la cama, pusimos la habitación en penumbras y con una música suave, melódica e instrumental (como el Bolero de Ravel p.ej) y estuvimos no menos de media hora masajeándonos con aceites y cremas sin tocar ningún punto erógeno.
Abrazándonos, besándonos, mimándonos. Después comenzamos a acariciarnos completo, incluyendo las zonas erógenas sin darles una dedicación especial y así pasamos otra media hora, deteniéndonos cuando la excitación subía demasiado. Todo en el marco de muchas caricias y besos.
Cuando estuvimos totalmente relajados y en armonía mutua, la llevé a Alma a una silla, me senté y la puse a horcajadas sobre mí, penetrándola hasta que se apoyó en mis piernas.
La abracé y le dije que apenas se moviera, que sintiera el placer de estar así, acariciándonos, disfrutando del cuerpo del otro y de su excitación y deseo. Mientras seguimos besándonos, acariciándonos.
– “Me encanta sentirme dentro tuyo. Tu calidez, tu olor, la tersura de tu piel, todo me gusta.”, le dije.-
– “A mi también. Mucho. Nunca había experimentado el sexo así. Es lindo. Me gusta besarte y me encanta sentirte dentro mío Hernán”, respondió
Era la primera vez que le escuchaba mi nombre en el sexo y era la primera vez que la sentía tan entregada no solo al sexo, si no a la ternura. En general era de retacear sus sentimientos. Si bien era totalmente abierta a la sexualidad, su corazón lo cuidaba bajo fuertes corazas.
– “¿Que sentís Almita?”, pregunté.
– “Que me gustás mucho. Me abriste toda y me siento bien. Nunca pude estar así con alguien. Abrazame”.-
Yo tenía práctica en hacer durar el coito, pero ella estaba muy interesada en que no se acabe. La sentía muy flojita y suave, totalmente entregada al placer sexual y al placer de sentir a alguien con toda la empatía.
Estuvimos largo rato así y después otro largo rato disfrutando su culito. En ningún momento permitió que la calentura la lleve puesta. Se quedaba quieta o me pedía que no me mueva, hasta bajar la tensión sexual. Después volvía a acariciarme.
– “Vamos a tener que ir a la cama porque las piernas no me dan más”, dijo en un momento (cuando ya deberíamos haber pasado mas de 40 minutos en la silla), “pero quiero seguir”.-
Fuimos a la cama, la puse boca abajo para seguir penetrando su cola y así nos quedamos disfrutando. Y en ese momento, besándonos y hablando casi en susurros, me dijo “te quiero”.
No contesté, seguimos un rato largo hasta que empecé a hacer mas fuertes mis movimientos y minutos después acabamos. No salí de dentro de ella. La besé y abracé y le dije “Sos un encanto” y me quedé pegado a ella. Luego me levanté. Nos bañamos en medio de caricias y chistes y fuimos a tomar mates al living.
– “Me dijiste -te quiero- en medio del sexo ¿sabés?”
– “Si, es que te quiero. Me tratas muy bien, nos tratás muy bien (aclaró rápido) y nunca me sentí tan cómoda, confiada y segura con alguien. ¿Te molesta?”.-
– “¿Cómo me va a molestar? Para nada. Pero no quiero que sea un problema en el sexo ni en esta relación de tres”.-
– “¿Por qué lo sería? Hoy el sexo me resultó fantástico. Más profundo y pleno que nunca”.-
– “Ok. Pero esto fue entre nosotros. ¿No te va a pasar nada cuando esté cogiendo con Andrea? ¿Y si Andrea no entra en esta sintonía?”
– “¡¡¡Noooo!!!! A Andrea la quiero también y me encanta que estemos juntos. Me gusta verlos coger a ustedes. Y, sobre si Andre va a sintonizar, ojalá que sí. Le voy a contar lo lindo que es.”.-
– “Si, pero no es solo mental, tiene que poder entregarse al sentimiento de empatía con el otro y no solo al sexo”.-
– “Tratemos, porque todo con vos es lindo, pero esto es lo más hermoso que conozco”.-
Y de a poco terminamos enredados en una relación extraña y atípica. Nos juntábamos exclusivamente para tener sexo, pero el sexo era con cariño y ternura.
Con juegos de dominación, algo de sado y bondage, pero mucho cuidado. Incluso cuando Alma consiguió un trabajo muy bueno, festejamos y brindamos como amigos … o pareja de a tres … o algo así. Pero el sexo se volvió más intenso, más prolongado, más pasional.
Un año después, Andrea se ligó con un pibe que la flasheó de entrada, fue retaceando sus visitas hasta que nos dijo que no iba a venir más.
La despedimos con una tarde de sexo, abrazos, besos y cariños, como si se fuera a un viaje. Con Alma seguimos casi otro año, hasta que también se le cruzó el amor.
No volví a verlas. Solo nos mandamos mensajitos de whatsapp para cumpleaños o festejos de fin de año. Pero esas dos pendejas hermosas me dieron tres años de felicidad que no me esperaba.