Capítulo 1

Mi cuñada, mi difícil obsesión I

Mi señora, tiene una hermana menor de 30 años, médica, soltera y de muy buena figura.

Luego de nuestros primeros años de casados, le fuimos agregando algunos ingredientes a nuestra relación, en ese entonces su hermana menor tendría unos 18 años y había cambiado para bien su fisonomía.

Uno de los primeros juegos, fue fantasear que le hacia el amor a su hermana, de nombre Cecilia.

Esta es muy recatada, estudiosa y sin muchas relaciones aspecto que me calentaba sobremanera pensando todo lo que se perdía y los placeres que uno podría llegar a darle.

Es así que convencí como primera medida a mi señora para que cuando estuviésemos en la casa de mis suegros donde ella vivía, consiguiera una prenda intima de mi cuñadita, pretextando que me iba a calentar mucho que ella hubiera corrido el riesgo de ser sorprendida por su hermana en esta acción.

A los pocos días concurrimos a los de mi suegros y luego de haber pasado un par de horas nos fuimos a hacer unas compras, en una de las paradas, mi señora me dijo, «a que no sabes que tengo acá», señalando uno de sus bolsillos, para mi sorpresa extrajo unas diminutas bragas de color blanco con encaje, de ahí fui aumentando de temperatura, imaginándome la fiestita que se me avecinaba a la noche con mi mujer vistiendo la bombachita de su hermana.

Por la noche mi señora, se puso un camisón trasparente, sin corpiño y las braguitas de mi cuñadita, Alejandra es de conformación más robusta que su hermana, comencé a besarla, la bombachita era cavada, en Alejandra parecía más diminuta aún, me dio ganas de comerle el chochito por sobre la prenda íntima y me imaginaba, que en ese lugar había apoyado su conchita Cecilia, cuando la dí vuelta el espectáculo fue fascinante, le corrí la misma y de una se la introduje en su mojada vagina, mi señora recibió un flor de polvo y quedó más que satisfecha.

A partir de ese momento y pese a que mi señora se ponía un poco celosa empecé a preguntarle más cosas respecto de su hermana, ahí me dijo que tenía tetas chicas y que como las de ella, que son grandes, apuntaba un pezón para cada lado, me dijo que su conchita era muy peluda, cosa que me empezó a calentar ya que mi señora y las mujeres que he andado diría eran normales y que tenía una colita plana.

Me enteré que había tenido un noviecito y que se le había entregado siendo virgen, pero que su experiencia no había sido muy buena y que este la trataba de puta o ligera, pese a lo recatada que en realidad era.

Yo me la empecé a imaginar igual que a mi señora que son de esas personas que cuesta hacerles prender la mecha, pero que una vez que uno lo logra no sabe donde estarán sus límites.

Así siguió la historia, unas vacaciones nos fuimos a Mar del Plata y cuando salían todos de casa, yo iba a su pieza y me deleitaba observando su ropa interior he incluso alguna vez me hice alguna buena paja con ellas y se las dejaba llenas de leche donde ella apoyaba su sexo y luego me imaginaba que ella se había puesto esa bombachita llena de mi lechita, por supuesto que nunca participe a mi señora de esta novedad.

Lo que sí un día le robé una pequeña bombachita rosa y blanca, justo el día que ella partía hacia la capital, esta fue el regalo sorpresa para mi señora en la noche y fue una alegría durante varios años por los polvazos que le echaba cada vez que se ponía esa prenda.

Los años fueron pasando y empezó un período que no hablábamos en casa de mi cuñada ya que mi señora se chivaba, creo que yo demostraba demasiado mi calentura para convertir mi fantasía en realidad.

Mi obsesión crecía y crecía, nos encontrábamos viviendo por razones de trabajo en el interior y me mandaron a la capital a hacer unos cursos, debía permanecer unos quince días, mi cuñada ya tenía unos 27 años en esa oportunidad y estaba muy buena, una de las particularidades que mantenía y más me calentaba era que tenía unas buenas piernas y usaba unas minifaldas increíbles y cada vez que se sentaba uno podía observar tranquilamente su bombacha de turno y el trapecio que formaban sus piernas con lo que yo imaginaba bien peluda conchita, obviamente este espectáculo eran tema de pensamiento en mis consabidas pajas.

En esta oportunidad me comentó que se había ido a Estados Unidos para un Congreso Médico y que se había puesto de novia con un americano de mi edad, la diferencia con ella es de 16 años.

Como ambos estábamos, ella con su novio en EEUU y yo con mi señora a varios kilómetros de la capital, la invité a ir al cine cosa que aceptó.

El tenerla sentado junto a mí, sintiendo su rítmica respiración y viendo entre penumbras sus piernas, ella iba de minifalda, me hizo perder toda concentración y empecé a pensar de que manera podía empezar a atacar a mi presa.

Lo único que puede hacer fue tomarla de las manos y empezar a acariciar las mismas y luego a abrazarla tiernamente, pero ella no acusó recibo y me dejaba hacer tranquilamente, al término de la velada nos despedimos con un cálido beso en las mejillas y quedamos en juntarnos nuevamente.

La experiencia se repitió días más tarde, con el mismo resultado, ese día me invitó a subir a la casa de mis suegros, ellos habían salido, y me invitó a ver TV en la cama de ellos, mi calentura iba en aumento, la veía junto a mí en esa cama matrimonial y por mi mente corrían mil fantasías, jugando en un momento dado nos fundimos en un abrazo y nos pegamos dos o tres revolcones, pero ella la cortó y se levantó presurosa de la cama y se dirigió a la cocina.

Dos días más tarde me llamó a la casa de mis padres donde yo estaba parando y me invitó a salir, fuimos a un bar y luego nuevamente al cine, sentía junto a mi su respiración entrecortada y yo en vez de ver la película me la hacía, le puse una mamo en su muslo a la altura de sus rodillas y ella no dijo nada, lentamente comencé a subírselas, pero al llegar a la altura de sus muslos ella agarró mi mano y la retuvo, a la salida del cine la abracé y caminamos por la calle como si fuéramos un par de enamorados, al llegar a una esquina quedamos frente a frente a pocos centímetros de distancia y le di mi primer beso, ella se sintió turbada y me dijo que no se esperaba eso de mi y que creía que todas las caricias y afectos habían sido por lo cariñoso que yo era, por más que trate de hacerle el verso y declararle todo lo que me gustaba como si fuese un colegial la cosa no pasó a mayores y terminé dejándola en su casa.

Cuando llegué al lugar donde estaba parando mi calentura era tal que no pude menos que hacerme una buena paja en honor a la calienta braguetas de mi cuñadita.

El tiempo pasó y volvimos a la ciudad, en esa época, mi cuñadita quería independizarse y había comprado un departamento, pero no podía mudarse por falta de divisas para amueblarlo.

Las relaciones hacia mí, se habían enfriado y no era tan comunicativa como en épocas anteriores, quizás porque era la primera vez que nos veíamos después de nuestro frustrado affaire y con la presencia de su querida hermana mayor.

Lo cierto es que yo disponía de unos pesos y convencí a mi señora de prestárselos, en mi mente pasaba la imagen de mi cuñadita y «me la quería voltear a cualquier precio»; lo cierto es que luego de una reunión en la que nos encontrábamos los tres esta aceptó la ayuda.

Luego de unos días nos comunico que ese fin de semana iniciaba su mudanza, nosotros nos ofrecimos a ayudarla.

El sábado llegó, lleve las herramientas, algo para paliar el hambre y la sed, tocamos el timbre en la nueva casa y ahí estaba mi cuñadita abriéndonos en la puerta con una camisa blanca transparenta y ajustada a su cuerpo que permitía ver sus senos pequeños envueltos en un corpiño de encaje blanco y una falda corta, no minifalda de color azul.

Iniciamos nuestras tareas y yo me dedique a arreglarle unos estantes en su pieza, mientras realizaba esta tarea, en uno de los cajones se encontraba su ropa interior, así que pude observar unas tanguitas de color negras y otras de color roja y me empecé a dar manija con el recuerdo de épocas pasadas, tomé unas bragas bordó que estaban a pocos centímetros de mi mano y olí donde ella apoya su conchita esperando encontrar el más exquisito de los elixires, por otro lado estaba a mil no fuese cosa que me encontrase mi señora o mi cuñada que se encontraban a pocos metros de allí realizando otras tareas, me dieron ganas de echarle un buen polvo a esos calzones pero me contuve y seguí trabajando.

Luego del mediodía mi señora, cosa que yo sabía me dijo que se tenía que ir a hacer una tarea a la casa de una de sus compañeras de trabajo, yo le dije si quería que la llevase, pero ella me dijo que me quedará y que la siguiese ayudando a Cecilia, como mi cuñada no puso reparos me quede a solas con ella, por poco más de una hora, el ambiente se cortaba con una gillette, cada uno realizaba una actividad y el diálogo se limitaba a unos pocos monosílabos.

En un momento dado, me llamó al baño y me pidió ayuda para que le sostuviese la escalera, ya que quería ponerle un foco a la lámpara, yo me ofrecí a subirme, pero ella me dijo, que ella lo hacía.

Cuando comenzó a subir pude apreciar sin ningún pudor sus piernas y luego una diminuta tanga blanca de encaje que se le metía entre sus dos cachetes, como era verano, no tenía medias así que podía observar el espectáculo en todo su esplendor.

Mi verga, se puso al palo y me dolía, no se si por desesperación, impulso o vaya saber porqué comencé a tocarle sus piernas por detrás ella continuo la tarea como si nada ocurriese, mi mano fue subiendo por detrás e llegué al borde de sus cachetes, como ella no decía nada y viendo que la escalera permanecía firme, puse un pie en la misma para aumentar el alcance y depositar mi mano derecha ya sin ningún descaro sobre su nalga derecha, ya que tenía incrustada la bombacha en su canal trasero.

Comencé a masajearle las nalgas, ella seguía como si nada, ahora limpiando la lámpara, la situación me calentaba más, tenía a mi obsesión en el baño montada a una escalera y yo viendo y jugando con sus nalgas a todo placer, la situación cambio cuando le pude meter un dedo por debajo de la fina tela de su bombachita y el peludo coño me recibió en su interior muy lubricado y sin resistencia, ella largó todo lo que estaba haciendo y sentía sus muslos buscando abrirse cada vez más ahí le pude ensartar mi segundo dedo que se empapó de inmediato, mi cuñadita permanecía arriba con sus ojos cerrados y una cara de goce que me predecía todo lo que íbamos a disfrutar en los próximos minutos.

Mi pene parecía estallar y querer romper la tela del pantalón y en eso pronunció sus primeras palabras que la deje bajar, pero que no le saque los deditos de su concha, su pieza y la cama, estaban a escasos metros, pero como su casa es alfombrada y no quería perder ni un segundo no fuese cosa que se arrepintiese, ni bien bajo de la escalera nos fundimos en un beso de lengua que le explore hasta los más profundo de su ser cumpliendo en todo momento su pedido, entonces le dije que se pusiese en cuatro sobre la alfombra, me baje el cierre del pantalón, yo me encontraba a mil, le subí la pollera para observar y tener en vivo el motivo de mis desvelos, corrí levemente su tanguita y sin contemplaciones, quizás por todas las pajas que me había hecho hacer se la mandé a guardar… ella no se quejó, quizás porque venía con una buena calentura ya que hacia rato no tenía un noviecito y yo me la galopé como a mi yegua… mientras le decía que se la iba a meter hasta los huevos…, en un momento dado me dijo que no teníamos protección y que me le fuese afuera de su canal, yo le dije que no se haga problema, pero que afuera no me iba a ir ni loco, que ella iba a tener que cumplir alguno de mis sueños… al rato le dije preparate, que te voy a dar el biberón como a mi bebita, ella tiene una boca más bien grande y sensual, cuando se la saque, le puse una mano en la nuca y le dije que se diera vuelta, hasta ese momento ella solo había sentido mi pene en su vajina, ya que no lo había visto ni tocado, solo llegó a decir que lindo y se lo puse en su boca, si bien no era una experta lo succionaba con cierto entusiasmo, en un momento dado me dijo que nunca le habían dado lechita… yo le dije mejor «así yo te hago debutar», minutos después empezó a saltar el semen en su boca, en un primer momento la quiso retirar pero yo le retuve la cabeza con mis dos manos y le dije que como una nena obediente iba a seguir mamando hasta dejarla bien chiquita, cosa que hizo.

Las actividades ese día y otros posteriores siguieron, pero esas serán motivo de otra historia…. hasta pronto.

Continúa la serie