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Mentiras piadosas I

Mentiras piadosas I

Suena el teléfono en casa.

Era mi Walter, un amigo.

Esa noche íbamos a ir a bailar, como lo hacíamos todos los viernes.

Pero Walter, con sus 18 años recién cumplidos tenía otra idea.

Había conocido una chica que quería estar con dos hombres, peor uno tenía que ser gay.

Ahí encajaba yo.

Mi nombre es Damián, pero me llaman Gato, tengo 27 años.

En aquél entonces tendría 22. Walter, que sabía de mi homosexualidad, no porque yo tenga un letrero luminoso que dice “hola soy puto”, sino por ser un amigo de suma confianza, había pensado en mi ante la propuesta de esta chica.

Aunque muy bien no sabía qué pretendía hacer con nosotros exactamente, la idea le intereso. Yo por supuesto acepté.

Alrededor de las doce de la noche mi amigo me pasa a buscar en su coche y nos dirigimos a la casa de esta chica, que la llamaremos Ana.

Ella tenía 22 años y a pesar de ser mujer se la notaba un tanto inteligente.

Ya en la sala de la casa, abrimos unas cervezas y comenzamos a beber, Ana no paraba de preguntarme sobre qué cosas hacía yo con los tipos en la cama, que me gustaba más… si chupar o que me la chupen… etc.

Walter ya medio aburrido del tema dijo con una sonrisa: “empezamos mejor??? Qué quieres hacer Ana??”.

La chica se acercó a mi amigo y apoyando una mano en la entrepierna del chico, le lleno la boca con su lengua, lo empujó sobre el sofá y se empezó a quitar la ropa.

Con un pañuelo que traía en su cuello improvisó una venda para los ojos de Walter, que a esa altura estaba excitadísimo.

Su pija rogaba por salir del pantalón. Walter se dejaba vendar mientras manoteaba las tetas de Ana.

Yo sentado en otro sillón comencé a calentarme, obvio mirando a Walter.

Si bien hacía años que nos conocíamos nunca había pasado nada entre nosotros, por cierto estúpido respeto a la amistad que nos teníamos.

Hasta esa noche.

Ya con los ojos vendados, Walter se sacó las zapatillas y Ana lo ayudó a sacarse los pantalones.

No usaba ropa interior, eso me volvió loco.

Ana se tragó los 19 cm de pija de mi amigo de un solo saque.

Le agarraba los huevos con las manos, se los llevaba a la boca, primero uno…después el otro…para volver finalmente a la pija dura del pibe.

Walter gemía como loco, Ana le mordisqueaba las tetillas, las orejas, el cuello.

Mientras él a tientas trataba de llevarse una teta de ella a la boca.

Cuando notó que se venía, paró y le dijo algo al oído que no alcancé a escuchar. La respuesta de mi amigo fue terminante: “NO.”

Ana se levantó y fue hacia la habitación, al regresar traía un cinto de tela, como de una bata, en las manos.

Le dijo a Walter que se pusiera de pie, y le ató las manos en la espalda.

Walter decía que no, que no le gustaba, pero se dejaba hacer, estaba entregado, y ella lo sabía.

Una vez atado, lo empujó y el chico cayó sobre el sofá nuevamente, pero esta vez prácticamente inmovilizado.

Ana comenzó su tarea una vez más.

La pija de mi amigo entraba y salía de la boca llenándose de saliva.

Una belleza de pija, realmente.

Ana me hace señas para que me acerque, sin hacer ruidos.

Me dice por señas que yo le chupe la pija a Walter.

En un primer momento me negué, pero al ver ese pedazo de carne apuntando desafiante al techo, me arrodille y me lo llevé a la boca cual manjar de dioses.

La mezcla de sensaciones era indescriptible.

Él gemía como loco, y yo imaginando lo que vendría apuré mis movimientos hasta que sentí como el chico explotaba en mi boca, llenándome la cavidad bucal de tal forma que parte de la leche se me escapó por los labios.

Ana se masturbaba frenéticamente, y por los gritos que daba había tenido un lujoso orgasmo.

Walter intentó pararse, pero ella con un grito que parecía una orden le dijo que se quedara quieto. Así lo hizo.

Se acercó y le quitó la venda tan rápido que yo no había hecho tiempo de pararme y ahí me encontraba arrodillado y con esperma chorreando cuando los ojos de mi amigo se clavaron en los míos.

Antes de que pudiera decir algo, Ana le dijo “Como acabaste!!!, se ve que te la chuparon mejor que lo que lo hago yo!!”

Hubo unos instantes de silencio y Walter mirándome a la cara me dice: “La verdad, que si sabía que la chupabas así, me la hubieses chupado hace años”. Yo no lo podía creer, le había encantado.

Eso le permitió a Ana desatar a mi amigo para dirigirnos los tres a la habitación.

Una vez allí, Walter se ubicó en el medio y entre ella y yo comenzamos a acariciarle todo el cuerpo, él cerraba los ojos y llevando sus manos a nuestras cabezas nos indicaba que quería que se la chupemos juntos.

Y así lo hicimos. Yo estaba maravillado, era increíble que después de tremenda acabada se le parara así otra vez.

Luego de un rato Ana se montó salvajemente sobre la pija de mi amigo, y comenzó un sube y baja que los tenía a ambos en el cielo.

Yo por mi parte, me entretenías con los huevos de Walter y eso a él le encantaba.

Walter cambó de posición y empezó a cogerla de costado, lo que me permitió tener una visión excelente de su culo, al que me dediqué a chupar, metiéndole la lengua y haciéndolo delirar de placer.

Aquellos que lo hayan hecho saben que no miento.

Entonces sucedió lo que jamás pensé que llegaría a pasar, Walter se dio vuelta y me dice, quiero cogerte a ti también.

Ana se empezó a reír, y a masturbarse mientras yo me ponía en perrito ofreciendo mi culo a mi amigo.

La lengua de Walter exploró mis entrañas, era increíble, me llenaba de saliva el orto, y me metía dos dedos con los que jugaba haciéndome delirar.

Yo le pedí a gritos que me la meta, ya no podía más.

Me ubiqué en el borde de la cama y él parado detrás de mi me tomó con una mano por la cintura y con la otra pasaba su pija por la raya de mi culo haciéndome calentar mucho más.

Hasta que sentí la cabeza intentando entrar, me relajé y respiré hondo, para con un movimiento que lo sorprendió a él, clavarme ese falo hasta el fondo.

El mete y saca que ese pibe me hacía me ponía loco, jugaba con su pija en mi culo, lo hacía rápido a veces, despacio después, por momentos movía su cintura provocando que su pija se mueva como en círculos dentro de mi.

Estuvo como 15 minutos jugando, mientras Ana que iría por el quinto orgasmo, se le ubicaba detrás para lamerle el culo.

La lengua experta de esta chica hizo que mi amigo se viniera dentro de mí en litros de esperma, dando un grito tremendo de placer.

Yo sentía su liquido recorrerme, caliente.

La pija dura seguía en mi culo a pesar de haber eyaculado.

Eso me volvía loco.

Comencé a masturbarme, sabía que no necesitaría mucho para acabar pues estaba súper excitado.

Cuando Walter vio lo que estaba haciendo comenzó a sacar su pija de mi culo, para volver a meterla toda otra vez….así una y otra vez, hasta que acabé llenando la sabana de esperma.

Los tres nos tiramos en la cama y nos quedamos respirando agitadamente pero en silencio unos instantes.

Walter se levantó y se fue a duchar.

Entonces, Ana me preguntó s me había gustado lo que pasó.

Le contesté que sí.

Y me confesó algo que me sorprendió muchísimo.

Me dijo: “Acabas de cumplir una fantasía, peor no mía, sino de Walter”.

Sorprendido, me dirigí al baño a hablar con mi amigo.

Él me ofreció compartir la ducha, cosa que acepté.

Allí sucedieron algunas cosas que valen la pena contarlas en otra historia.

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