Liberando instintos a cuatro manos y sedas negras.
Toma de mi vino tinto, caliente y reposado, deja que respire entre tus manos, huélelo y disfruta de su esencia antes de que fluya en tu garganta, siente luego su cuerpo líquido derretido dentro de ti y embriágate a mi ritmo compartiendo la misma copa.
Solía ir a sentarme siempre en el mismo banco de la plaza cuando me atacaba la tristeza o la soledad, a veces incluso iba a buscarla, todos me decían que retaba al peligro, que esa plaza siempre estaba sola, mi madre repetía una y otra vez "si por lo menos fueras de día, un día de estos alguien te va a raptar y ya tendremos nosotros que lamentarnos por tu inconciencia", pero nadie entendía, ese era mi refugio y contrario a lo que todos pudieran pensar, ahí y sólo ahí, me sentía segura.