Nos fuimos a un hotel donde todos me miraban y envidiaban a mi pareja. Con desesperación nos despojamos de la ropa y penetrada de inmediato, veía y sentía sus movimientos gracias a un espejo en el techo. Me sentía una puta deseada y en dos minutos mi hijo me provocó el primer orgasmo, lo que le estimuló más aún. Volvimos a hacer lo del primer día.
Sin mirarlo le contesté: "tanto sol me hace mal, Carlos, me pasas bronceador?". Y fue la primera vez que mis senos impúdicamente se ofrecían a sus ojos y a la caricia de sus manos que con el pretexto de la crema recorrían todo mi busto haciéndome suspirar de voluptuosidad. No veía nada malo en su actitud. Ya había visto mis senos desnudos varias veces espiándome a hurtadillas, con mi complicidad que dejaba puertas entreabiertas.