Mi maravilloso primo
Soy rubia, 1´70 de altura, 62 kgs, piel muy suave, unos pechos bien formados, duros pero a la vez muy suaves al gusto, y un cuerpo bien formado debido a muchas horas en el gimnasio.
Bueno, como sabréis yo he echo el amor con mi prima Eva y su hermano Juanje y aquello, cambio mi vida de una manera muy rápida. Ah, por cierto si mi prima o mi primo no os lo ha dicho, soy modelo pero de fotos pornográficas.
Pero el motivo de estas líneas es que deseaba hacer el amor a solas con mi primo y un día por fin lo conseguí.
Todo ocurrió un día en el cual, mis padres se tenían que ausentar por una semana pero no se atrevían a dejarme sola en casa, así que llamaron a mi primo Juanje que vive en Granada, ah yo soy de Almería, para si quería venir a hacerme compañía durante esa semana ya que yo tenia exámenes y no podía faltar.
El acepto, con lo cual yo me alegre mucho porque si las cosas salían bien, iba a poder disfrutar de mi primo durante toda una semana.
Al día siguiente, mi primo llego. Lo salude el me dio unos besos en las mejillas aunque yo, esperaba que me los diese en los labios pero tal vez el no quería repetir la situación de hace unas semanas o no se que le pasaba.
Ese día, después de almorzar, nos fuimos a la piscina y en cuanto me vio con mi minúsculo biquini, que solo tapaba lo necesario, el se me quedo como embobado mirándome a lo cual yo intuí que todavía le gustaba, yo me alegre por eso.
Hacía mucho calor, pasábamos el tiempo en la piscina, pero no ocurrió nada.
Al llegar la noche me quitaba la parte superior del bikini y me ponía una blusa liviana que se transparentaba un poco, con un escote profundo.
Disfrutaba viendo a Juanje que espiaba hacia mis pechos que se movían suaves, libres, y estoy segura que adivinaba mis pezones largos y oscuros marcando la tela.
Otras veces yo me ponía una falda corta hasta la mitad de los muslos y me sentaba enfrente de él con las piernas ligeramente abiertas para que viera mis bragas.
Durante la cena, cuando yo me ocupaba de la mesa llevando platos de aquí para allá, buscaba la ocasión para apoyarle mis pechos en la espalda (él sentado, esperando que yo le sirviera su plato).
Mi primo estaba cada vez más entusiasmado, le costaba ocultarlo y quise que el hiciese una locura, pero nada, no se atrevía.
Entonces una tarde sucedió algo que yo no me propuse aunque me gusto que ocurriese. Estábamos jugando en la piscina, tirándonos al agua.
En una de esas veces que me lancé al agua, se me quitó por accidente la parte superior del bikini y me quedó enredada en el cuello. Cuando salí del agua, sin darme cuenta, tenía los pechos al aire.
En ese momento mi primo, no podía quitar los ojos de mis senos y yo, con toda la paciencia del mundo, sin dejar de mirar a mi primo, volví a colocarme el bikini.
Luego me arrojé otra vez al agua, como si nada. Se me pusieron los pezones durísimos por la excitación.
Juanje me devolvió la jugada en forma descarada.
Al día siguiente estábamos otra vez en la piscina, él se arrojó al agua y cuando salió tenía el pantalón de baño a la altura de las rodillas.
No dije nada y me hice la distraída, pero pude verle claramente el pene.
Lo tenía a medias erecto, la situación de estar prácticamente desnudo delante de mí lo excitaba, y me pareció hermoso.
Ya sabia yo que en plena erección era una herramienta formidable, por eso la deseaba con locura.
A mi me halagaba que mirara mis pechos y mi trasero, y yo hacía lo mismo con su entrepierna.
A veces él usaba pantaloncitos ajustados, que le marcaban el bulto, y no pocas veces se lo acariciaba con disimulo cuando yo dirigía mi vista hacia allí,
esperando que el reaccionase.
Mi hermano y su esposa tuvieron que viajar de urgencia otra vez porque les surgió un problema, y nos preguntaron a mi marido y a mí si no teníamos problemas en que Rodrigo se quedara con nosotros unas semanas.
Por supuesto, no hubo el menor inconveniente. Sentí que podía suceder algo entre mi sobrino y yo, la oportunidad se acercaba.
Una tarde mi primo me dijo que se sentía enfermo y prefería quedarse en su habitación.
Yo mientras tanto, me baje a la cocina y al rato, Juanje me llamó a su habitación. Estaba en su cama, a medias cubierto por una sábana. Podía verle el pecho desnudo.
-Que quieres, Juanje. . . ?
-Sandra, ¿me preparas un té por favor?
-Claro, ¿Qué sucede, te duele el estómago?
-Sí, lo tengo como endurecido, mira.
Me senté a su lado en la cama, de frente a él, con las piernas ligeramente entreabiertas, y le toqué el estómago por encima de la sábana. Lo noté normal. Mi primo tomó mi mano e hizo que la bajara.
-Es un poco más abajo -me dijo.
Bajé mi mano y descubrí que estaba muy duro pero no era su estómago, sino su verga. Juanje, mi primo tenía una erección monumental.
Dejé mi mano quieta, como si nada pasara y lo miré a los ojos. Por mi cuerpo me subió como un rayo de alegría pero, quería ver si el estaba dispuesto a todo.
-¿Crees que podrás hacer algo para que se me pase esto prima? -me preguntó Juanje.
-Ya lo creo que si. . . además tu lo sabes muy bien
Yo estaba inmóvil, con mi mano suavemente apoyada en su pene por sobre la sábana.
Mi primo deslizó entonces su mano entre mis muslos, por debajo de mi falda, rápidamente llegó a mi entrepierna y apoyó un dedo sobre mi vagina, por encima de mis bragas.
Empezó a mover su dedo con muchísima suavidad y rápidamente me di cuenta de que me excitaba.
Era un placer sentir su carne dura y palpitante en mi mano, me transmitía toda la fuerza increíble de su calentura, mientras su dedo me acariciaba de esa manera.
Abrí la boca pero no me salieron palabras, solo un suspiro.
-Quizá tú sientes algo parecido prima, y podemos curarnos juntos -me dijo Juanje.
-Si Juanje, eso mismo podemos hacer. . .
Cerré entonces mi mano sobre su verga, siempre por encima de la sábana, y empecé a masturbarlo. Suave al principio, rápido después.
Yo miraba a la cara de Juanje, él cerró los ojos y gimió de placer. Se la masturbe durante un rato y de pronto, soltó un torrente de su semen, y creció una gran mancha en la sábana. Su excitación era enorme, no había resistido más.
Me puse de pie, me bajé la falda que se me había subido al sentarme en la cama y salí de la habitación, aunque mi primo me pedía que no me fuera en ese momento. Yo lo hice de ese modo para ver si así él realmente deseaba hacer el amor conmigo y ponerlo aun mas nervioso.
Fui al comedor y estaba ordenando la vajilla cuando llegó Juanje y me abrazó por detrás. Sentí claramente su verga, que estaba dura otra vez, apoyada con firmeza en mis nalgas por sobre la tela de la falda.
Las manos de mi primo subieron hacia mis tetas, que estaban libres bajo la blusa, y se pegó más contra mí mientras me besaba la nuca. Giré hasta estar frente a él para decirle algo pero me plantó un beso en la boca, profundo, largo, húmedo. Nuestras lenguas excitadas se entremezclaron.
-Vaya Juanje, por fin te has decidido, no. . . ?
-Lo siento Sandra es que yo no sabia si aun tu quería hacerlo conmigo. . .
-Pero si lo estaba deseando, o no te habías dado cuenta. . . ?
-Si, pero no estaba muy seguro. . .
-Pues ya estas viendo que lo deseo con toda mi alma.
-De acuerdo, prima. . .
Entonces, mi primo, puso sus manos sobre mis hombros e hizo fuerza empujándome hacia abajo. Empecé a deslizarme hasta terminar de rodillas. Su verga quedó pegada a mis mejillas. Ahora podía verla bien. Estaba tan deseable como la primera vez. . . gruesa, firme, con una vena hinchada que la recorría a lo largo, la piel algo replegada dejaba al descubierto una cabeza abultada en forma de hongo totalmente roja. . . .
-Oye Juanje, cuántas chicas la han disfrutado ya. . . ?
-Pues algunas aunque la mayoría mi hermana, la tuya y por supuesto tu. . .
Yo la tome con mi mano desde la base y me pase la punta por mis labios cerrados, pintándomelos con el jugo de su excitación. Apenas abrí un poco la boca dio un fuerte empujón hacia delante y me clavó su lanza de carne hasta la garganta.
Me dio una arcada pero no se detuvo. Tiró de mis cabellos con ambas manos mientras movía sus caderas obligándome a tragar más y más. Me estaba cogiendo la boca. Ahora era todo un hombre conquistando a su hembra, sometiéndola.
Traté de detener su ritmo poniendo mis manos sobre su vientre para frenar sus embestidas e inicié una mamada más lenta aunque igual de profunda.
Quería disfrutar de esa verga maravillosa, saborearla con toda mi lengua, sentirla recorrer el interior de mi boca.
Sólo se oían nuestros gemidos y el ruido que yo misma hacía con la succión.
Tenía la boca llena de saliva que me corría por los bordes de la boca.
Se la chupaba sin tocarla con las manos, mis dedos estaban ocupados porque con ellos me apretaba los pezones, los estiraba y retorcía. Mi calentura era tremenda.
-Ahhh prima -dijo él con voz ronca- nunca me la habían chupado de esta manera. Qué boca tienes, eres una mujer mamadora increíble.
Se la chupé largo rato, cada vez más entusiasmada.
Me la saqué de la boca, se la pegué contra el vientre y le comí las bolas, una a una, delicadamente, pasándole la lengua primero y metiéndomelas de a una después.
Las tenía duras, rebosantes de leche aunque hacía apenas unos minutos había descargado una buena cantidad.
Era un chico maravilloso. Se la mamé un rato más, como premio. Se lo merecía. Le di suaves chuponcitos y mordisquitos en la cabeza y me la comí entera, pegando mi nariz contra su vientre.
Juanje me tomó por las axilas y me hizo subir, para apoyarme sentada en el borde de una mesa.
Se arrodilló él ahora, subió mi falda, tiró de mis bragas hacia abajo y clavó su boca en mi vagina. Lancé un bramido de placer cuando me metió la lengua.
Junto con su lengua me metió también dos dedos, y yo a mi vez me metí otros dos. Él pareció sorprenderse, se alejó un poco con los labios brillantes de mis jugos y me susurró:
-Anda prima, abrete bien tu vagina. . . .
Separé los labios mayores y metí los dedos índice y mayor de cada mano en mi vagina
y la abrí todo lo que pude como me ordenaba.
-Me enloquece ver tu agujero así de abierto prima -me dijo él con un suspiro. . .
-Pues es todo tuyo, Juanje. . .
-Si Sandra. este coño tuya es increíble. . . . mmm. . . Mantenlo así.
Se puso entonces de pie, sujetando otra vez su verga como una lanza, y me la enterró con un solo movimiento. Sentí la cabeza y el tronco deslizarse dentro de mí hasta hacer tope en el útero. Sólo sus pelotas quedaron afuera. Lancé otro bramido.
Mi primo me sujetó por las caderas, me clavó los dientes en las tetas y empezó a empujar con toda su potencia, metiéndome y sacándome su pedazo de carne dura sin piedad.
A cada empellón se me escapaba un grito. Me estaba cogiendo sin piedad, la sentía llegar a fondo, salirse casi por completo y clavarse otra vez. Tuve la fantasía de que me llenaría de leche y me dejaría preñada.
Juanje suavizó un poco sus empujones para no venirse. Yo para entonces tenía una cadena de orgasmos ininterrumpida, mis jugos me llegaban hasta los muslos y escuchaba el chas chas chas de su verga clavándose en mi vagina inundada.
Hubiera querido tirarlo al piso y montarlo, cabalgar sobre él con todas mis fuerzas, pero justo en ese momento lanzó su densa descarga dentro de mí.
Lo hizo dando un alarido, clavándome su verga bien adentro. Sentí toda su leche caliente inundándome y volví a tener un orgasmo.
Se retiró de a poco, y me dijo «tócate». Obedecí. Llevé una mano a mi vagina donde sus abundantes jugos se mezclaban con los míos.
Tenía en los dedos una buena cantidad de una mezcla viscosa, casi transparente; ante su atenta mirada, me metí los dedos en la boca y me lo comí todo.
Nos bañamos juntos. Bajo la ducha le hice otra mamada, muy tierna, larga, mirándolo a los ojos, y dejé que se viniera en mi boca.
Pude saborear su leche, se la mostré en mi lengua antes de tragarla. Luego a la noche nos acostamos juntos en la cama de mis padres y caímos rendidos en y nos dormimos antes de decir una palabra.
Aún guardaba el sabor del semen de mi primo en la boca, y la sensación de tener plantada su verga en mi entrepierna.
A la mañana siguiente, un vecino nos llamó por teléfono para avisarnos que había ocurrido una tormenta muy fuerte que había provocado algunos destrozos en la casa que mis padres y nosotras, teníamos en la playa y que debíamos ir a arreglar ese asunto.
Dicho esto, nos pusimos en camino en mi automóvil. Yo conducía; llevaba un vestidito corto, de verano, con un escote profundo, y Juanje se había puesto un pantaloncito corto y una camiseta sin mangas de jugador de básquet.
Dejamos atrás nuestra ciudad y apenas estuvimos en la carretera, Juanje me pidió que lo dejara conducir el automóvil, ya que era nuevo y quería poder conducirlo.
Estuve de acuerdo. Me detuve a un costado y sin salir del vehículo me pasé al asiento del acompañante, de manera que quedé sentada sobre mi primo.
Mi trasero quedó pegado a su bulto. Nos miramos con complicidad, yo me moví con sensualidad para excitarlo un poco; luego él tomó mi lugar en el sitio del conductor.
Juanje manejaba pero no dejaba de echarle miradas a mis piernas. El vestido era corto, además se me había subido y por mi posición en el asiento se me veían un poco las bragas. «Quítatelas», me pidió él.
Con un rápido movimiento me quité las bragas, giré un poco y me senté apoyada contra la puerta, de frente a mi primo. Separé mis piernas y con los dedos me abrí la vagina como a él le gusta.
-Oh prima, ese agujero que tienes. . . no sabes qué loco me vuelve. . .
-Y a mi me encanta que te guste tanto, primo. . .
Volví a la posición original, mirando hacia el frente, estiré uno de mis brazos y empecé a acariciarle la verga. La otra mano la metí en mi vagina. Al rato estábamos tan calientes que me incliné sobre su entrepierna, le bajé el pantaloncito y empecé a mamársela.
Mientras Juanje conducía por la carretera, durante varios kilómetros, yo fui con su verga en la boca chupándosela.
Me encantaba hacerlo, tenía una firmeza, un sabor, increíbles.
Pasaron muchos otros automóviles, creo que algunos me vieron en esa posición.
Cuando me di cuenta de que mi primo estaba por venirse me detuve, la expulsé tiernamente de mi boca y volví a sentarme.
-Espera a que lleguemos -le dije.
Por fin arribamos al pueblo y a nuestra casa de verano. Los destrozos no eran tan importantes como nos habían dicho, la reparación podía esperar. Frente a la puerta de la casa me temblaban las manos con las llaves hasta que finalmente pude abrir.
Nada más entrar nos abrazamos como dos lianas y nos besamos. Juanje metió su lengua en mi boca, me alzó en andas como si fuésemos recién casados, me llevó hasta el dormitorio y me tiró en la cama boca arriba.
Sólo se quitó el pantaloncito, subió mi falda, abrió mis piernas y me la clavó de un golpe con ese salvajismo que tanto disfrutábamos. Lancé un grito de placer. Juanje bombeaba mientras me desnudaba por completo y me chupaba y lamia mis tetas y mis pezones que al contacto con su lengua se me pusieron muy duros. . .
-Sandraaaa. . . uuuuhhh. . . que maravillaaa. . . que buena estas. . . primaaa. . .
-Sigue Juanjeeee. . . aaahhh. . . clavamela todaaaa. . . chupame las tetas. . . mmm. . .
Luego se puso de rodillas sin sacármela, subió mi pierna derecha hasta apoyársela en su hombro y la derecha la mantuve sobre la cama.
Así la vagina me quedaba más abierta, como a él le gustaba. Se escuchaba el ruido de su penetración en mis jugos.
Creí que se vendría rápidamente, pero a cambio de eso la sacó, me dio vuelta con suavidad y quedé completamente boca abajo. Se puso sobre mí, aplastándome con el peso de su cuerpo, y con una mano me abrió las nalgas. Con la otra guió su verga hasta apoyar la cabeza en el agujero de mi ano.
-Ahora prima, voy a disfrutar de este maravilloso culo que tienes. . .
-De acuerdo Juanje pero, despacio amor -le rogué- despacio hasta que me acostumbre.
No me hizo caso. Empujó con fuerza y grité de dolor cuando me abrió el anillo del ano. Sentí cada centímetro de su carne abriéndose paso, avanzando sobre los pliegues de mi esfínter, mientras yo mordía las sábanas y clavaba mis uñas en ellas.
Cuando entró hasta el fondo se quedó quieto un momento y me dijo al oído:
-Tienes un culo tremendo prima, me encanta
-Pues adelante primo, disfruta de el. . .
Empezó a moverse, lentamente al principio, más rápido después. Al cabo de un rato el dolor desapareció y empecé a gozar de sus empujones.
Me hizo alzar el culo en pompa, con la espalda quebrada y la cabeza sobre las sábanas. Él flexionó sus piernas y caía con fuerza sobre mí, manteniendo mis nalgas separadas todo lo que podía con sus manos.
-Quiero abrirte el culo como tienes de abierta la vagina -me dijo entre jadeos.
Mientras yo me acariciaba el clítoris y gozaba más y más, mi primo estuvo largo rato dándome por atrás hasta que lo logró. Podía metérmela hasta el fondo, sacarla por completo y volvérmela a meter sin ningún esfuerzo. La tenía cada vez más dura.
-Así, asíííí -se entusiasmó- ahhh prima, si pudieras verte. . . tienes el agujero del culo completamente abierto, métete los dedos, siéntelo.
Me toqué y quedé impresionada por estar tan dilatada. Tres dedos me entraron sin esfuerzo.
-Me matas Juanje, me haces gozar como nadie -susurré.
Con un alarido de placer, mi primo me echó gruesos chorros de esperma en las nalgas y la espalda y cayó a mi lado.
Dormimos un rato para recuperar fuerzas. A la mañana siguiente, nos despertó el ruido de la lluvia contra las ventanas. Me levante y tomé un baño, y luego Juanje hizo lo mismo.
Mientras él estaba en la bañera me peiné, me puse otro vestido y lo esperé. Pero en eso tuve incontenibles deseos de ir a orinar. Y la casa tiene un solo baño. Entré, Juanje seguía en la bañera.
-No aguanto, tengo necesidad de orinar -le expliqué.
-No pasa nada, adelante prima puedes mear. . .
Despues vi que Juanje me miraba lascivamente y me dijo:
-Anda Sandra, báñate conmigo. . . ?
-Como. . . ?. . . Pero si ya me he bañado. . . ?
-Por favor, prima. . .
Vacilé un poco, pero él me estiró la mano invitándome. Me quité el vestido, entré a la bañera y me puse de pie frente a él.
Nos enjabonamos entre los dos cada rincón de nuestros cuerpos con lo cual, cada vez estábamos mas excitados así el, me puso de rodillas con lo cual su verga estaba de nuevo frente a mi boca, tomó mi cabeza y me metió la verga en la boca.
Movió sus caderas salvajemente, cogiéndome otra vez en forma oral. Yo quería eso y más, deseaba todo lo suyo.
Me puso de pie, dándole la espalda.
Apoyé mis manos contra las paredes del baño, inclinada en ángulo recto hacia delante.
Juanje me la metió en la vagina y en el culo alternativamente, en el agujero que dejaba libre de su verga metía sus dedos.
Era increíble, su erección no terminaba nunca y mis orgasmos tampoco.
Finalmente me puse de rodillas ante él para mamársela, y recibí con infinito placer la descarga de su leche cremosa en la boca.
Esa larga noche me cogió varias veces más con los dedos y con la lengua mientras reponía fuerzas.
El amanecer lo sorprendí encima de mí, otra vez con una erección, metiéndomela suavemente y comiéndose mis tetas hasta vaciarse en mi vagina.
A la mañana reparamos rápidamente todo lo que la tormenta había dañado y regresamos.
De vez en cuando nos reencontramos para revivir esos días hermosos que pasamos juntos.