Estaba el otro día en mi casa, descansando después de un arduo día de trabajo, llegué y me desvestí por que hacía mucho calor y quería darme un baño para refrescarme y esperar la llegada de mi esposa.

Todo ocurría con normalidad, me bañé, y salí desnudo del baño con dirección a mi dormitorio cuando escucho el sonido de la llave en la puerta de la casa, pensé que era mi esposa que llegaba de trabajar.

-Hola mi amor, estoy en la recámara- le dije, mientras me echaba en la cama a descansar, cuando veo ingresar no a mi esposa en la casa, sino a mi suegra.

Mi turbación era grande por cuanto siempre había fantaseado con cogerme a mi suegra que para que decirlo, está rebuena, tiene un culo fenomenal, capaz de desatar lo más impuros deseos.

Ante esta situación a lo único que atiné fue a cubrirme con la toalla que tenía cerca y le decía que me disculpara que creía que era Carmela, su hija.

Ella sonrió y me dijo que no me preocupara, que quería esperar a su hija por que tenían que salir de compras.

Se dirigió hacia la cama, y me empezó a mirar con ojos de lujuria, sus labios estaban hinchados de deseo y sus pezones estaban parados por la excitación, no llevaba sujetador por lo que se notaba claramente que tenía un par de senos apuntando a mis ojos.

Esa imagen me calentó en demasía, pero me contenía la idea de que llegara mi mujer.

Ella se dio cuenta y me dijo que no me preocupara y que si quería cogérmela, por que estaba con ganas de sentir a un hombre luego de mucho tiempo, estaba desesperada y quería que le hiciera el amor.

Empezó a desnudarse lentamente, para esto ya había perdido los escrúpulos y estaba dispuesto a tirármela a como diera lugar.

Estaba con un portaligas que me calentaba aún más, y tenía unos tacones negros, se echó a lado mío y empezó a besarme lentamente mientras sus manos acariciaban mi pecho velludo, no perdí el tiempo y empecé a besarla apasionadamente, bajando por su cuello sus pechos, su vientre y llegar a su chocho que estaba afeitado, era curioso pero parecía que todo estaba preparado para que me la comiera.

No me hice esperar y empecé a lamer esa hermosa rendija que se habría ante mis ojos como un durazno maduro, sus jugos inundaron mi cara mientras mi lengua jugaba con su clítoris que estaba totalmente erecto, tuvo su primer orgasmo.

Hizo que me echara de espaldas y empezó a recorrer mi cuerpo con sus labios, lentamente, despacio, hasta llegar a mi pene que estaba parado como un mástil, y empezó una mamada descomunal, primero le pasó la lengua al tronco, lentamente hasta llegar la punta del capullo, y le dio dos vueltas con la lengua a toda la cabeza, casi me muero del gusto, luego fue introduciendo lentamente todo mi pene en su boca, primero la cabeza, un poquito más, hasta que de pronto sentí su mentón golpeando mis huevos, se la había tragado toda y se la estaba follando en la garganta, era descomunal, le dije que me venía, y sacó mi pene de su boca y me dijo: Cógeme de una vez, quiero sentirme mujer…

La eché sobre la cama y si más ni mas enterré mi pene hasta la raíz en la vagina jugosa y complaciente de mi suegra que gemía y gritaba como una condenada, sentía que la punta de mi pene tocaba fondo, pero no me importaba estaba dispuesto a cogérmela como nadie se la había cogido, seguía y seguía sin cuartel, la volteé y la penetré en esa forma, su culo me hacía un masaje espectacular, veía como sus nalgas rebotaban a cada embestida y ella gritaba de placer, no se cuantos orgasmos tuvo mientras me la follaba así, casi perdió el conocimiento, la puse de costado y se la clavé así, como gozaba la vieja con mi polla en su rendija, hasta que no pude más y me vine inundando su chocho que rebalsaba de mi orgasmo y el suyo, fue delicioso sentir las contracciones de su vagina mientras exprimía hasta la última gota de mi semen.

Pero mi intención no era tan sólo cogerla por la vagina, quería cogérmela por el culo, ese hermoso culo que me había hecho enloquecer desde que la conocí, así que mientras ella descansaba, la acomodé boca abajo y empecé a acariciar su espalda, ella se relajó y saqué del velador un tarro de vaselina que siempre guardo para emergencias, me unté la punta del pene y seguía acariciando su espalda hasta bajar a su culo cuando sin darle tiempo a reaccionar coloqué la punta de mi picha en su ano y empecé a empujar.

Ella reaccionó y me dijo, que por allí no, que nunca lo había hecho por el culo, que por favor no se la meta por allí, pero sus súplicas no le sirvieron de nada, ya tenía la cabeza bien metida y ajustaba el esfínter de una manera deliciosa que me calentaba aún más, me dijo que ni a su marido le había dado el culo y que se la sacara que le dolía.

Como estaba encima de ella dejé caer todo el peso de mi cuerpo y se introdujo hasta la mitad.

Ella empezó a gritar de dolor y me decía que era un hijo de puta, que se la sacara por que sino terminaba todo, pero insistí y a una nueva embestida la tenía toda dentro suyo, grito fuerte y se desmayó.

Yo seguía disfrutando de tan delicioso manjar, sentía como a cada arremetida los pliegues de su ano acariciaban mi pene, me sentía en la gloria, seguía castigando el culo que acababa de inaugurar cuando mi suegra despertó y empezó a gemir primero para luego empezar a emitir unos ronquidos de placer que me calentaron al tope, le estaba gustando, me decía: sigue, por favor, sigue, que rico lo haces papi, eres un cabrón de mierda pero que importa la mueves rico.

La vieja puta aguantaba más y mas, quería que no se la sacara, y empecé a follarla con fuerza, quería meterle hasta los huevos, y ella gemía y gritaba que quería más, hasta que estallé dentro de ella como si fuera una botella de champagne, vacié todo mi contenido en su culo, que delicioso orgasmo.

Ella se recuperó y me dijo que quería ir al baño que le dolía el culo, entonces la acompañé y mientras se lavaba el culo y el chocho, empezó a calentarse de nuevo, quería más guerra la muy puta, no me hice de rogar y allí, apoyada contra el lavabo me la empecé a follar por el chocho, ella me daba la espalda y se veía en el espejo como gozaba la condenada, tuvo otro orgasmo y me dijo que se la diera por el culo.

No lo podía creer, ella me pedía por favor que se la vuelva a meter por el culo, le saqué la pinga del chocho y se la encajé de un solo viaje por el culo, me senté en el inodoro y ella se sentó encima de mi pene que entraba y salía de su ano con facilidad asombrosa hasta que nuevamente estallé dentro suyo.

Mi esposa no llegó hasta muy tarde por que mi suegra había mandado a su otra hija a recogerla para que ellas fueran de compras mientras mi suegra se atoraba con mi pene.

Desde ese día no hay oportunidad dejada de lado donde dejo de metérsela por todos lo huecos a mi exquisita suegra.