Capítulo 4
Iniciación zoofílica IV
El martes por la tarde recibí una llamada de Luis, teníamos que vernos a las ocho, no era necesario que fuera vestida de ninguna forma en especial, era solo para presentarme a una amiga suya, alguien que era necesario que conociera y según sus palabras alguien muy importante para mi adiestramiento, y de nuevo esa palabra, se volvía a referir a mi como una perra.
El nerviosismo se adueñó de mi para el resto de la tarde, empezaba a sentir un cosquilleo en todo mi cuerpo, me costó volver a concentrarme en el trabajo, pero lo logré.
Llamé a Juan para comunicarle mi regreso tardío esa noche, no se alegró mucho, las cosas entre nosotros se estaban enfriando un poco, la relación se había ralentizado a consecuencia de mis ausencias continuas, sabía que el próximo fin de semana tampoco estaría con él, dudaba de mis decisiones, temía que fuera a embaucarme por un camino sin control y no quería perderme por nada del mundo, pero mi decisión era seguir al menos por unos meses mas, quería conocer este mundo que se había abierto para mi.
A las ocho en punto llegué a la cafetería Minueto, tal como habíamos acordado, ni un minuto de retraso.
Luis estaba sentado en una mesa del fondo acompañado de una mujer de unos 40 años, morena, delgada, fuerte y a la que se le notaba en sus facciones el mucho tiempo que dedicaba al ejercicio físico.
Al verme acercar Luis se levantó y me dio un beso al tiempo que me presentaba a su compañera, su nombre Sole, me sorprendió al verla levantada y acercarme para darle un beso, el movimiento que hizo para esquivarlo y darme la mano de una forma muy fría, no besaba nunca a una sumisa al menos en la presentación y menos si se trataba de alguien a quien había que adiestrar. Me quedé un poco cortada por la reacción de Sole, me desconcertó pero solo unos segundos, después de todo mi trabajo consistía principalmente en relacionarme con personas de muy diferente carácter por lo que me adapté en seguida a la situación.
Luis me puso en conocimiento de lo explicado a Sole sobre mis gustos, mis deseos y hasta donde él quería llegar en mi adiestramiento, Sole me miraba con ojos inquisidores, me estaba analizando hasta el alma, sentía su mirada penetrar hasta lo mas profundo de mi ser, hasta lo mas profundo de mis pensamientos, estaba pendiente de mis manos, de mis ojos, de mi boca, en fin, de todo tipo de reacciones a los comentarios que Luis estaba haciendo, a veces muy duros y crueles pero reales, por supuesto yo tampoco perdía ni uno de sus gestos, era un análisis mutuo, cada una trataba de saber en el menor tiempo posible lo mas de la otra, era una batalla terrible sin un solo gesto pero con miles de análisis simultáneos.
La presencia del camarero fue en un momento maravilloso, rompió aquella tensión creciente y proporcionó unos segundos de relajación los cuales fueron aprovechados por nosotras para atender al camarero y luego prestarle mas atención a Luis.
Una vez servidas las consumiciones por el camarero, Sole me anunció su intención de llevarme el fin de semana siguiente a su casa de campo, estaríamos las dos solas desde el viernes por la noche hasta el domingo al medio día, hora en la que tenía un compromiso familiar por lo que a la una y media estaríamos de vuelta en la ciudad.
Una sonrisa pasó por mis labios, no desapercibida por ella, le dije que de esa forma podría comer con Juan, el cual se levaría una alegría pues si bien no teníamos el fin de semana entero para nosotros, al menos si tendríamos la tarde entera del domingo.
Una sonrisa maliciosa por parte de Sole y el comentario de Luis me hicieron desconfiar y el comentario posterior me hizo pensar en la seguridad de pasar esa tarde durmiendo.
El viernes a las siete de la tarde, después de cerrar la oficina, Juan me espera a la puerta, vamos a tomar un café y despedirnos, una hora mas tarde cojo un taxi y me dirijo al punto de encuentro con Sole, una estación de servicio en el extrarradio en la carretera nacional.
No tengo que esperar, a pesar de mi puntualidad adelantada en cinco minutos mi anfitriona esta al volante de su coche, abro el maletero y deposito allí mi bolsa de viaje con la ropa indicada para esta ocasión por ella misma.
Arranca el vehículo nada mas sentarme en el asiento posterior, nos dirigimos a la autovía y una vez en ella Sole me indica una bolsa que esta a mi lado, la abro y en su interior esta un vestido de color rojo, me desnudo completamente y me lo pongo, las medidas son exactas, caray con el ojo que tiene para calcular mi talla, me queda como un guante, es ajustado, quedan al descubierto mitad de los senos, es muy corto, a penas me tapa un cuarto de muslo, ¿a dónde me llevará vestida de esta forma?, no me encaja con lo esperado, ¿acaso no vamos a su casa?, ¿me presentará ante alguien vestida de esta manera?, ¿no íbamos a estar solas durante todo el fin de semana?, pronto salgo de dudas, ella misma me indica que aunque vamos a estar las dos solas durante casi dos días quiere verme vestida como a ella le gusta que vistan sus sumisas.
Me cuanta que tiene una cuadra de cuatro sumisas, las cuales pasan semanas enteras en su finca pero este fin de semana es solo para nosotras dos y un par de invitados muy especiales los cuales no se van a fijar como voy vestida sino como me comporto.
Llegamos a la finca, es una vivienda unifamiliar amplia de planta baja, pintada en un color crema y con un porche enorme, una construcción aneja que a primera vista parece un garaje y me sorprende no ver ninguna puerta de acceso para vehículos lo cual me indica estoy en un error.
Desde el exterior no es posible ver nada, una fila de tuyas muy bien colocadas impide ver lo que ocurre entre la casa y esta construcción, un cierre metálico recorre todo el perímetro de la finca, con lo cual no se accede sin permiso.
En fin, vamos a estar solitas las dos, ¿y ese par de amigos?, nada más bajar del coche los conozco, un par de perros de raza pastor alemán nos saludan, saltan, corren, dan vueltas alrededor de Sole, esta los acaricia, los besa, los mima y con una sonrisa mirándome les dice que tienen una nueva compañera de juegos para todo el fin de semana.
Ahora caigo, ahora empiezo a entender algunas cosas, «adiestramiento», esa era la palabra, y los dos compañeros, esos dos perros iban a ser los amigos de los que ella hablaba, claro, no les interesa la ropa que lleve puesta, solo faltaría que además se fijaran en mi estilo de ropa.
El camino aunque no muy largo si lo suficiente como para que fueran las nueve y media, deshacemos nuestros equipajes y preparamos una cena para las dos, me sorprende la diferencia de trato de Sole, es amable, cariñosa, es alegre, ha sufrido una metamorfosis, no es la fría dama que vi en la cafetería la noche que la conocí, cuando nos sentamos a la mesa antes de abrir la botella de albariño que vamos a beber me sorprende con un beso en la mejilla y un «buen provecho» casi me hace poner colorada.
Durante la cena hablamos de mi trabajo, de las distintas forma de hablar y tratar a los clientes.
Ella tiene una representación a nivel nacional de una casa de cosmética francesa, no tiene problemas económicos y se puede permitir el tener un piso en Madrid, otro en Lugo y aquella «joya» como ella la llama para sus juergas, sus juegos y sus «invitadas».
Mientras cenamos los perros no están presentes, lo ha encerrado en la construcción anexa a la vivienda.
Después de cenar, mientras tomamos un café me cuenta que hace diez años se separó de su marido, desde entonces vive sola, en compañía de sus perros y de sus sumisas, aunque hasta llegar a esta situación pasaron tres años desde la separación.
Es bisexual confesa, le encantan los tríos y tiene una preferencia por los perros, son los mejores amantes y los mas fieles, no se les puede pedir mas.
Desde el sótano de la casa y a través de un túnel se pasa a la otra construcción, son casi las doce de la noche cuando me invita a seguirla hacia el sótano, allí veo una sala dedicada a castigos, esta todo a la vista desde látigos, fustas, trallas, cadenas, correas, varas, una cruz en forma de X, argollas en las paredes, en el techo, en fin, que hay de todo, una mesa de madera con argollas en las patas, los lados, en la parte baja, dos agujeros en la tabla para poder descolgar por ellos los pechos, no falta de nada de lo que una se pueda imaginar.
Me comenta que es en este lugar, bien aislado acústicamente en donde se dan los mayores castigos, por supuesto sin mordaza para que la sumisa o sumiso pueda gritar todo lo que desee sin que nadie por ello haga el más mínimo caso, por supuesto también existen mordazas por si el castigador prefiere no oír los lamentos del torturado.
Supe solo con verlo que en algún momento yo sería castigada, no se si esta vez o en sucesivas, pero tenía la certeza de que algún momento de mi vida me vería allí como esclava, sino a que venía tanta explicación.
Entramos en la planta alta, era un local de una sola pieza, muy amplia en la que solo existía la iluminación artificial y unos lucernarios en cubierta, los cuales durante el día debían dar luz suficiente en toda la sala, en un lateral unos cómodos sofás para seis o siete personas, una tele, un vídeo, una mesa de centro y un mueble bar y en una esquina un catre con solo un colchón y una sábana bajera, el resto libre, las paredes pintadas de color ocre, el suelo de madera barnizada le daba un cierto color y calor, por las paredes varios radiadores mantenían una temperatura muy agradable, varios altavoces colocados en la parte alta de las paredes, cerca del techo con una música que me pareció de Tchaikoski hacían de la estancia aun sin muebles un ambiente aceptable.
Los perros estaban allí, acostados en una esquina como sabiendo de antemano lo que iba a pasar, no se movieron ante nuestra presencia, si quietud me sorprendió con la recepción dada a Sole cuando llegamos a la casa.
Los llamó y se acercaron con rapidez, los volvió a acariciar y mirándolos a ellos me preguntó cual de ellos prefería para esa noche, tiempo tendría de probarlos a los dos, pero para esa noche, por ser la primera, uno solo sería suficiente.
Los dos eran muy parecidos, no había apenas diferencia entre ellos, tal vez uno parecía mas tranquilo y al mismo tiempo un poco mas bajo, escogí ese, estaba muy nerviosa pero al mismo tiempo una cierta excitación empezaba a recorrer mi cuerpo.
Sole sacó de la sala al otro perro, vino hacia mi y me ordenó sacarme el vestido, la única prenda que llevaba.
Puso una correa al collar del perro, lo ató a una argolla de la pared y me puso a mi otro collar con una correa, con un ligero tirón de la correa me indicó la posición de a cuatro patas, y me llevó hasta el catre situado en la pared opuesta, me senté en él y a una orden suya comencé a masturbarme, me fijé en el perro, estaba nervioso, se movía con rapidez, daba vueltas sobre si mismo y trataba de venir hacia donde yo estaba.
Fue un instante de miedo, pero solo un instante, comencé a sentir los efectos de mis dedos sobre mi sexo, la excitación era evidente, estaba a cien, el perro debía de oler mi estado porque cada vez estaba mas nervioso, tiraba con fuerza para soltarse quedando a veces colgado de la correa y sobre sus patas traseras, era evidente que sabía lo que venía a continuación.
Sole se acercó al perro y le puso una especie de calcetines en las patas delanteras, las ató con una correa y trajo al perro hacia mi.
Abrí las piernas todo lo que pude y el perro se lanzó como un loco sobre mi, tras varios tirones de la correa por parte de mi anfitriona y varias órdenes dadas el animal comenzó a lamerme el sexo, ya era una sensación conocida, pero no por eso dejé de ponerme nerviosa, la lengua era áspera pero mojada, larga y sinuosa, con mi posición entraba en mi sexo con lametazos desde mi culo hasta mi clítoris de cada vez, estaba terriblemente excitada, me acaricié los pechos, mis pezones estaban duros, los cogí con mis dedos y los apretaba para sentir dolor y el placer que me estaba dando aquel ya para mi precioso perro.
Sole separó el animal de mi cuerpo y me indicó me acercara y lo masturbara, tenía ya media polla fuera de su funda, al empezar con los movimientos de mi mano salió toda, puede notar el tremendo bulto que se estaba formando en la base de la polla, era como mi puño por lo menos, me puse de rodillas y acerque mi lengua a aquella preciosa herramienta, no lo había hecho nunca, al principio me dio asco, la voz de mi ama me hizo reaccionar y sin mas la metí en la boca.
Era diferente a la de cualquier hombre, un sabor mas dulce.
Antes de que empezara a correrse me puse de espaldas al perro, apoyada con mi pecho en el catre, las piernas abiertas y el culo muy hacia arriba, tal como me indicaba Sole, esta una vez comprobada que la posición era la correcta soltó la correa del animal el cual se lanzó sobre mi, apoyó sus patas delanteras en mi espalda, luego las bajó a los costados y sentí como su polla se acercaba, no encontraba la entrada de mi sexo, estaba dando golpes en mis nalgas hasta que la mano de Sole lo puso en su sitio, una vez encontrado el camino el perro dio una serie de empujones muy seguidos, muy cortos, pero en cada empujón entraba un poco en mi interior hasta que sentí aquella gran bola contra mi sexo, los empujones que me daba me hacían ir cada vez mas en el catre hasta que mis muslos tocaron con el larguero, ya no podía ir mas allá, a partir de ahí todos los empujones del animal eran para ir metiendo en mi interior poco a poco lo que quedaba.
Estaba llena, sentía la punta de la polla en lo mas dentro de mi vagina, sentía como a cada empujón que daba una ola de placer recorría mi cuerpo, no se el tiempo que tardé en tener el primer orgasmo, pero no fue mucho, los movimientos del perro eran continuos, cada vez mas fuertes, cada vez mas llena, cada vez mas excitada, ya me consideraba llena del todo, tenía los ojos cerrados, no oía ni veía nada, solo sentía, sentía como mi vagina crecía dentro, como iba haciéndose sitio en mi interior para acomodarme a la medida de aquel miembro perfecto, largo, grueso, puntiagudo, pero suave, caliente, excitante.
La mano de Sole me acarició el pelo, el cuello, la cara y oí su voz que me decía lo contenta que estaba con su nueva perrita, lo bien que lo estaba pasando al verme como disfrutaba con su perro preferido, me decía que era una perra perfecta.
Al sentir como el perro trataba de meter toda su polla en mi interior, temiendo no pudiera encajarlo y me hiciera daño traté de mover mi culo, mi cadera hacia un lado para evitar siguiera empujando pero la mano de Sole cogiéndome del pelo, tirando con fuerza de él hacia el colchón al tiempo me decía no me moviera, el perro tenía que follar a su perra en toda su intensidad y no le podía defraudar en la primera ocasión, había que dejarlo correrse dentro y para eso necesitaba meterla entera dentro de mi coño, no había problema, otras mas chicas que yo habían pasado por allí y a todas aquellas perras les había entrado, no iba yo ahora a defraudarla, yo sería su perra preferida y para ello tenía que demostrarle mis cualidades, lo fuerte que era, lo caliente que mantenía a su perro y lo mucho que disfrutábamos las dos.
Cerré los puños, apreté con todas mis fuerzas la sábana entre mis dedos y esperé a que el perro acabara de penetrar en mi interior, no se el tiempo que tardó lo que si sé es que una vez dentro con toda su polla no me cabría ni un milímetro mas, pero otra vez mas estaba equivocada.
Cuando Sole comprobó que había entrado en su totalidad me dio un cálido beso en mi boca, la tenía seca, estaba sudando, tenía el sexo como no lo había tenido nunca de dilatado, ni cuando Juan intentaba sin éxito meter su mano dentro de mi me sentía tan llena y al mismo tiempo tan excitada.
El semen empezó a fluir dentro de mi, sentía cada chorrito que soltaba dentro mi vagina, estaba a punto de reventar pero en ese momento sentí un orgasmo como no lo había sentido en toda mi existencia, no se si fue uno o dos o tres encadenados, la sensación me cogió de sorpresa, no paraba nunca, se hacía eterno pero maravilloso al mismo tiempo, me asusté un poco ante la duración, no podía pensar, solo sentir, sentir, sentir y caray si sentí, lo que nunca había logrado, un orgasmo múltiple y encadenado.
No era posible sentir con un perro lo que no había sentido nunca antes ni con un hombre ni con una mujer, era una sensación de dominio sobre mi cuerpo, la sentía en aquel momento, de pertenencia, de ser solo eso una perra a su disposición, solo podía esperar y al mismo tiempo desear que no terminara, que durara una eternidad, la sensación de pertenecer por completo a otro ser, de solo darle placer, pero ahora que lo pienso ¿sentiría el animal tanto placer como yo sentía?, no, seguro que no, ellos solo lo hacen por instinto o ¿tendrán también su parcela de placer dentro de su cerebro?, no se cuanto tiempo pasó hasta que mi amante se soltó, al sacar su polla de mi interior el semen y mis jugos salieron de golpe, mis piernas quedaron mojadas, el suelo con un charco y yo en el séptimo cielo.
Estaba cansada, agotada, pero con una paz interior, la excitación estaba bajando, poco a poco, mi corazón estaba volviendo a la normalidad, mi piel dejando de ser tan sensible, mi cuerpo entrando en una somnolencia imparable, había sido demasiado para un corto espacio de tiempo.
Sole sacó al perro fuera de la sala, me ayudó a incorporarme y juntas nos dirigimos al cuarto de baño donde me di una reconfortante ducha, aceite para la piel y a la cama.
El domingo se presentaba a priori maravilloso, dos perros, ¿los dos para mi sola?…