A los treinta y ocho años en esa mañana de domingo la vista del jardín de la quinta (heredada de sus padres) a la media mañana, contemplando por la ventana el parque tan bien mantenido, lleno su mente de recuerdos, cayo como otras veces desde los 19 años en la autosatisfacción
Más hacia la tarde yo seguía avergonzado y metido en mi pieza sin mucho ánimo de salir, iba de vez en cuando a la cocina a buscar alguna que otra porquería para comer, tipo 6 de la tarde voy a buscar no sé qué cosa y me encuentro con mi hermana y las amigas; me puse a charlas con ellas de estupideces y Rebbe no dejaba de mirarme y de charlar cerca de mí.
Nos acercamos lentamente la una a la otra, excitadas por nuestra propia visión, nuestras tetas duras avanzaron al encuentro y nos tocamos deliciosamente con los pezones dilatados en un contacto que desencadenó una respuesta eléctrica que invadió nuestros cuerpos.
Su vida se iba armando, el sexo era su principal fuente, Nako le enseñó, ahora es lo que ella sabia tenia que ser.