Esto ocurrió 3 veces más esa semana, cada vez que yo entraba a tomar algo, ella me seguía y allí se quedaba, quería que la contemplase pero que fuese yo el que diese el primer paso. El lunes siguiente no lo pude evitar y al fin empecé a hablar con ella, su voz era dulce y parecía muy simpática, nos empezamos a reír y hablamos de trabajo, estábamos en el mismo proyecto pero en fases distintas.
Y la solté. Ella dudo un momento pero se miró a su amiga y al verla de rodillas con el chocho depilado y mojado por el agua, si inclino y arrodillo. Yo no me lo podía creer, la polla me presionaba tanto los pantalones que me dolía y solo con verlas a ellas dos de rodillas, una blanca con el culo al aire y otra negra en braguitas casi me corro. Pensaba que era el tío más afortunado del mundo pero no sabía si podría con las dos, así que pensé que tenía que desgastarlas un poco o quedaría muy mal.
No sé si se lo esperaba o que pero la cuestión es que se sacó la bata, se quedó desnuda, saco un pote de aceite de un cajón y empezó a ponérselo por todo el cuerpo, no solo por los pechos o la barriga sino por todo el cuerpo, pude observar con claridad cómo se restregaba por las piernas, el culo, el coño, la barriga, los pechos, la espalda y los brazos y todo ello lo hizo sin dejar de mirarme nunca a la cara, yo empecé a sudar así que decidí ponerme la ropa de deporte para que luego mi mujer no se diera cuenta.