El efecto combinado de todo su peso sobre mi bota, de esa mano fuertemente asida a mi nuca, de su proximidad a mi, de sus labios en mi oreja, insultando y amenazando con gran chulería y esa rodilla huesuda frotándome sin ningún reparo en la entrepierna me había producido dos orgasmos de película que había recreado en casa logrando unas pajas gloriosas.).
Aproveché para mirar para mi bota y ver una deportiva Nike inmaculadamente blanca con la marca en amarillo, me encantaba y mi polla debió llegar al límite de sus 17 cm. K empezó con su ritual de ahumarme, fingía interesarse por charlar conmigo para echarme todo el humo que podía en los ojos la nariz y la boca. Tosí y me froté los ojos en un par de ocasiones.
En un último toque de chulería me dijo ¡eres una cerdita! mientras entraba en el baño. Yo quería contestarle, pararle los pies, (eso era lo último que deseaba, mi fuente de fantasías para masturbaciones eran esos pies) para que eso no me quedara de mote, pero me excito un niñato tan chulo calificándome de cerdo y en femenino.
Heterosexual de treinta y pico años, se corre de husto jugando a las cartas con un niñato que le apoya inocentemente su deportiva en la entrepierna.