Eran las 10:00 de la noche cuando salía de la escuela, hace algunos momentos había pasado la peor experiencia de mi vida, uno de mis maestros me había follado y me había dejado abandonada en los vestidores de la alberca de natación.
Aún dolida por lo que me había hecho, me dirigí hacia la parada del camión, que me llevaría hasta mi casa. Cuando llegué no había nadie, muy pocos carros transitaban la ciudad, me sentía un poco asustada, pero por suerte el camión no demoró tanto.
El viaje en el camión no fue tranquilo, no iba muy lleno, así que no me dejaban de acosar los momentos que había sufrido, muchas imágenes de lo que me paso en esos vestidores llegaban a mi mente reviviendo las sensaciones que sentí y que aun podía sentir, los asquerosos comentarios que el maldito viejo me decía y los sentimientos de culpa por haber disfrutado de aquellos orgasmos originados de manera no consentida.
Por fin, después de una hora de viaje, llegue a mi parada, eran alrededor de las 11:10 pm cuando me bajé en el parque que está cerca de mi casa, me detuve un momento para pensar si atravesar el parque o rodearlo, ya que si me adentraba en él, llegaba más rápido, pero me daba miedo porque es un lugar muy oscuro y las luces de las calles casi no llegan por los grandes árboles que hay, sin embargo, a pesar de todo, yo conocía muy bien el lugar, de niña siempre me escapaba de casa e iba a jugar con mis amigos y algunos niños que venían de otras colonias.
Empecé a divagar en el pasado y recordé que en ese lugar había plantado un árbol y que todos los días visitaba para regarlo; cuando ya había crecido un poco, grabe mi nombre en su tronco para reconocerlo de los demás. Pero conforme crecía me fui olvidando de él y de ir a jugar, volví otra vez a la realidad y pensé que de seguro ese árbol que plante ya debería estar mucho más grande, así que por mi seguridad decidí tomar la ruta más larga, el clima no era muy favorable, ya empezaba a hacer frio y no traía un suéter que me cubriera, y desgraciadamente mi ropa para la práctica era muy delgada y casi no me cubría bien.
Llevaba un rato caminando, cuando de pronto veo que alguien viene caminando por la misma acera que yo, se me hizo un poco raro que alguien anduviera afuera tan tarde y con tan espantoso frio, pero por precaución me cruce hacia el otro lado para evitar pasar cerca de él.
Cuando había llegado note que él también había hecho lo mismo, y estaba casi muy cerca de mí, me detuve en seco y me puse blanca del miedo, me le quede mirando un instante y note que aceleraba su paso, no la pensé dos veces y corrí en sentido contrario, desgraciadamente me alcanzo en un instante y me tomó por mi cabello, paso su brazo por mi cuello y me dijo.
–Quieta preciosa, si no gritas y me das tu todo dinero todo saldrá bien. –Estaba paralizada del miedo y no me quedo más que hacer lo que me decía. Aun tomándome de mi cabello, saque como pude el dinero de mi bolso y se lo entregue, en ese instante me empujó hacia enfrente y caí al suelo. Rápidamente quise ponerme de pie pero mi cuerpo no reaccionaba, estaba temblando, yo pensaba «vamos levántate» pero no reaccionaba.
En ese instante vi que el tipo que estaba contando el dinero, por desgracia no le podía ver bien la cara, pero por su altura le calcule que medía 183 cm, era delgado y traía ropa sucia y un poco rasgada, tenía una barba como si tuviera días sin rasurarse y sin mencionar que olía fuertemente a alcohol.
En eso volteo a verme y me dijo. –¿Qué? No me digas que esto es todo el dinero que traes, solo unos míseros $50 pesos, ni siquiera me alcanza para una botella de tequila.
–Estaba muy enojado, tenía miedo de que fuera a golpearme o peor, a un a matarme. De pronto se calmó como si nada hubiera pasado y noté que me miraba.
Bueno preciosa tal vez no me pueda comprar una botella de tequila, pero me vas a calmar las ganas de tomar. Cuando lo escuche decir eso, me quede helada y por un momento recordé las palabras que me dijo aquel maldito viejo, así que no supe como lo hice pero me puse de pie y estaba a punto de correr cuando el maldito borracho me tomo mi brazo y me jalo hacia él, estaba a punto de gritar cuando me tapo la boca. Ahora camina maldita perra o si no aquí mismo te mueres, no tuve más que hacerle caso y me llevo hacia adentro del parque.
El lugar era oscuro y se sentía más frio del que hacía antes, era un lugar muy tétrico de noche, ya no era aquel parque hermoso en el que solía jugar de pequeña, ahora era un lugar abandonado y olvidado, al que ya nadie visitaba, me llevo casi a la mitad del parque y me tiro al suelo, desesperada empecé a gatear para tratar de huir de él, pero el burlándose de mí, me siguió, me tomó del brazo y me volteó dejándome boca arriba en el suelo.
Yo le suplicaba, que por favor no me hiciera daño, que si quería podía ir a mi casa y traerle más dinero, pero que por favor me dejara ir. Me contestó diciéndome
–cállate maldita perra, ya no quiero tu dinero, ahora lo único que quiero de ti, es sentir tu rico cuerpo brincando encima de mí.
No lo podía creer, cuando creía que podría recuperarme de lo que me hicieron, ahora otro tipo que ni siquiera conozco también se va a provechar de mí. Con lágrimas en los ojos empecé a gritar desesperadamente.
–Ayúdenme, auxilio, por favor alguien. –pero era inútil, como aquella ocasión nadie vendría a rescatarme.
De pronto se acercó hacia mí y sin previo aviso me empezó a besar, era horrible, podía sentir el sabor de alcohol en mi boca, trataba de quitármelo pero se aferraba a mí, su lengua entraba y salía de mi boca y de vez en cuando su lengua tocaba la mía, de pronto sentí una de sus manos tocándome los senos y con la otra tocándome mi sexo por encima de la calza.
Después de un rato dejó de besarme y me dijo. –Que ricas tetas tienes mi amor, son las mejores que me eh conseguido en meses, que suerte la mía poder encontrarme a una putita tan rica de noche, ahora si no tendré que preocuparme por pasar frio esta noche.
En eso saca un cuchillo y poniendo el filo de la misma en mi mini top lo corta por la mitad dejando mis pechos al descubierto, rápidamente y sin darme tregua hizo lo mismo con mi calza y dejándome completamente desnuda.
-Pero mira nada más en verdad que eres una puta, vas al gimnasio con esa ropa tan provocativa y encima vas sin ropa interior, de seguro te ha de gustar calentar a los hombres ¿verdad putita? –poco se ha de haber imaginado que antes que él, alguien ya habían abusado de mí y me había destrozado el bikini que llevaba debajo.
El miedo y el coraje me invadían y le tira una bofetada en la cara, me le quede viendo con cara desafiante y en eso me tomo de los brazo y me recostó otra vez, no me los soltaba y estaba lastimándome. –Bueno maldita perra veo que no quieres cooperar, en ese caso será por las malas.
Comenzó por besarme el cuello y lentamente fue bajando hasta llegar a mis pechos, en el primer instante en que sus labios comenzaron a apretar mis pezones, sentí un escalofrió por todo mi cuerpo, de pronto mis pezones comenzaron a dolerme y a ponerse duritos.
–no puede ser. –pensé, me está pasando de otra vez.
Al darse cuenta de mi erección comenzó a succionar con fuerza mis pezones, su boca se movía de un pecho evitando que la erección de los mismos bajara, de pronto empezó a disminuir su ritmo y empezó a darme pequeñas mordidas en ellos, eso ocasiono que me excitara al máximo y se me escaparan unos pequeños gemidos.
–Vaya, vaya me dijo tan rápido y ya estas excitada preciosa, que acaso nunca te complacen bien, pero desgraciadamente mi cuerpo aún no se recuperaba de la sesión anterior y es por eso que me excite muy pronto.
En ese instante, empecé a sentir un gran bulto en mi entre pierna, el borracho me soltó y se puso de pie para quitarse el cinto y a bajarse los pantalones. En el instante en que se los bajó pude ver como su falo erecto se liberaba de su prisión y este se movia por todos lados mientras su dueño terminaba de sacarse el pantalón.
Me puse muy nerviosa al vérselo. Era demasiado grande, mucho más que la del viejo estúpido que me follo antes.
–Jajaja parece que acabas de ver un fantasma. –me dijo. –mira nada mas como me tienes preciosa. –Me decía mientras se tomaba la verga y me apuntaba con ella.
–De seguro así se las has de poner a los del gimnasio verdad. –no le conteste, estaba espantada.
De pronto me tomo del cabello y me jaló hacia él, obligándome a ponerme de rodillas frente a él. –Ahora me las vas a mamar bien rico preciosa, quiero que me la chupes muy rico preciosa, me tomó de la cabeza y comenzó a pasar su pedazo por toda mi cara.
El olor que despedía era nauseabundo y mientras me la restregaba pude sentir en mis mejillas el calor de su excitación y como comenzaba a mojarse al saber que pronto me follaria.
Cuando por fin quiso metérmela a la boca me la acomodo en mis labios y me dijo.
–Besamela maldita zorra –pero lo que hice fue cerrar más la boca
–Que me la beses estúpida –pero no le hice caso. En eso me jaló del cabello e hizo que gritara de dolor, en ese momento aprovecho para metérmela a la boca, era desagradable lo que sentía, y el olor era insoportable.
Cerré los ojos y comencé instintivamente a mamárselo, no lo creía, mi lengua se movía por todo su tronco y sentía como sus venas se ponían duras de excitacion, me estaba denigrando yo misma, pero tomé el control y de repente le di un mordida a su pedazo, rápidamente me soltó y saco su verga de mi boca, aprovechando que se quedó tirado de dolor me puse de pie y me aleje corriendo del lugar.
Había corrido por lo menos cinco minutos cuando me detuve cerca de un árbol a tomar un poco de aire, estaba casi a otros 5 minutos de llegar a mi casa y ya no había rastros del borracho.
Por unos instantes tomé aire y me recuperé de la huida cuando me percate que estaba desnuda, del nerviosismo se me había olvidado tomar mi ropa del suelo, pero de nada serviría porque ese estúpido la había hecho pedazos.
Decidí no darle más importancia y regresar a mi casa, cuando de pronto noté algo en el árbol, aprovechando que había luna llena y un pequeño haz de luz entraba entre los árboles, vi que estaba grabado el nombre de Maya, era el árbol que había plantado de niña y como imagine había crecido mucho, sus ramas estaban muy altas y fácil se podía construir una casa del árbol en él, me quede un instante contemplándolo, pero en ese momento algo me empujo y caí boca abajo al suelo, rápidamente me di la vuelta y trate de levantarme pero me dio una bofetada que me hizo caer de nuevo.
–Maldita estúpida –me dijo –cómo te atreves a morderme, pero ahora no tendré piedad de ti. –aun mareada por tremendo golpe trate de ponerme de pie pero todo me daba vueltas.
–Que rico par de tetas tienes puta. –Me decía mientras veía mi figura desnuda tendida en el suelo. En eso me tomo de las piernas y lentamente fue abriéndolas dejando mi conchita expuesta ante él.
-Uff… que rica panchita tienes mi amor. –Aprovechado de mí falta de resistencia, metió dos de sus dedos en mi rajita, cuando lo hizo, di un pequeño grito de dolor y note que le había gustado.
–Mira nada más como esta preciosa, estas toda mojada de la excitación, que puta eres mi cielo. –lo mire ya con lágrimas en los ojos, todo eso me parecía horrible.
Lentamente empezóa masturbarme y con su pulgar comenzó a jugar con mi clítoris, por el estímulo que estaba recibiendo, mi pelvis comenzó a dar pequeños espasmose inmediatamente comencé a excitarme.
Al ver que ya me tenía dominada, el borracho sacó sus dedos empapados de mis líquidos y como si se tratara de un manjar se los llevo a su boca para probar mi excitación. –mmm… que delicia mamita… que rica miel produces, es más deliciosa que un trago de tequila recién destilado.
Y así mi conchita quedó a su merced para seguidamente comenzar a dedearme rápidamente y sin tregua alguna. Con una mano me masturbaba y con la otra tocaba y frotaba mi clítoris furiosamente.
El contacto con mi clítoris fue fugas y rápidamente comencé a temblar en el suelo húmedo por el placer que sentía. –Eso preciosa disfrútalo, mmm que rico te retuerces lo estoy disfrutando al máximo. –me decía mientras seguía masturbándome.
Lo mire con cara de odio y me dijo –oh… así que quieres más. –y dicho eso dejó de penetrarme para centrarse únicamente en mi clítoris, repentinamente el placer inundó todo mi cuerpo e instintivamente comencé a acariciarme mis pechos. – ¡Maldita sea!… –pensé –No puedo aguatar más.
En eso escuche que me decía. –quiero oírte gemir putita –pero yo no le obedecía, no quería darle ese placer. Así que no quieres gemir me dijo y volvió a meterme los dedos a mi vagina, pero esta vez ya no me dolía, ya estaba demasiado húmeda y entraban fácilmente, los metía y los sacaba rápidamente. El placer era insoportable, mis pezones me dolían demasiado, mi respiración era muy rápida y en cualquier momento sabía que tendría el orgasmo.
Mientras el desgraciado me proporcionaba placer, mi cuerpo desnudo se llenaba de polvo y lodo del parque, en mí cabello se enredaban las hojas secas que habían caído del árbol que planté, todo esto mientras la oscuridad del parque nos envolvía y solo algunos rayos de luz podían atravesar las gruesas ramas del árbol.
Mi vagina estaba explotando de placer, el leve silencio del parque era interrumpido por el squirt de mi humedad ocasionada por la penetración de los dedos de mi captor.
–Bueno preciosa como no quieres gemir te tendré que hacer gemir por la fuerza, saco sus dedos de mi conchita y hundió su cara en la misma y con su lengua siguió haciendo estragos en mí.
Sentía su lengua áspera recorrer toda mi vagina y como en algunos momentos jugaba con mi clítoris, era insoportable, a mi mente llegaban los recuerdos de cuando mi maestro me hizo lo mismo y de lo mal que la había pasado también esa vez.
No aguanté más, por más que me había resistido comencé a gemir. El maldito borracho solamente se dedicaba a seguir jugando dentro de mí con su lengua cuando de pronto hice algo que hasta el momento no supe porque, puse mi mano en su cabeza y la presione contra mi conchita, estaba súper excitada, mi cuerpo estaba poseído por todo el placer que me estaba dando, en eso comencé a gemir más fuerte y sin más tuve un orgasmo delicioso.
Mientras tenía el orgasmo el borracho movía más rápido su lengua en mi clítoris, los pelitos de su barba me picaban los labios vaginales y todo eso hacía que la intensidad del orgasmo aumentara.
Tomándome de mis piernas me abrió completamente y con una habilidad que nunca había sentido comenzó a penetrarme con su lengua, al sentir su aspereza un segundo orgasmo llego de manera más intensa, mi espalda se arqueo al sentir semejante orgasmo, encajé mis uñas de la mano libre en la tierra húmeda mientras que con la segunda apretaba el poco cabello de la cabeza del borracho.
Mis gemidos fueron gritos de placer y por ese breve instante deseaba que no se terminara y que alguien escuchara mis gritos de placer.
Al cabo de un rato los espasmos fueron disminuyendo y comencé a calmarme, estaba muy agotada pero el mendigo aún seguía tomando todo lo que mi conchita le daba. Mis ojos se acostumbraron a la oscuridad del parque y pude notar que estábamos en el centro del mismo. No sabía que me había pasado pero aún seguía sintiendo la viscosidad de su lengua dentro de mí.
De pronto deje de sentir su lengua en mí, se puso de pie y con su mano tomo su verga. –Ven preciosa, te toca hacerme sentir bien. Sin decir nada me puse de rodillas frente a él, me tomó de la cabeza y me empujó hacia él, mi cara chocó con su pene erecto y pude sentir de nuevo su calor en mi rostro. –Te daré una segunda oportunidad para que me recompenses por la mordida que me diste.
Sentí unos golpecitos suaves en mi frente, luego en mi nariz y finalmente en mis labios y dio unos golpecitos como si tocara la puerta para que le abrieran, sin otra alternativa y sabiendo que no la tendría fácil de aquí en adelante abrí la boca.
El borracho comenzó a hundir su verga en mi boca hasta meterla completamente en mi boca, al sentirla pasar por mi garganta sentí arcadas horribles, mi instinto me hizo querer sacarla de mi boca pero mi captor me tenía bien sujeta y me la dejo dentro por unos segundos. Cuando ya vio que me estaba ahogado dejo de presionarme y rápidamente me la saque para tomar una gran bocanada de aire.
Su risa burlona resonaba en todo el lugar por la cercanía de los árboles e inmediatamente volvió a meterme su verga en mi boca. Yo empecé a mamar su verga y a mover mi lengua sintiendo algo viscoso, él puso sus manos en mi cabeza y empezó a follarme rápidamente la boca. -uff si, que rico lo hace mamita. -Mi cabeza iba hacia delante y detrás y mis pechos botaban al ritmo de la follada que me estaba danto. Me tenía agarrada firmemente y no se le veían ganas de soltarme. Me estaba atragantando por tremenda follada, se me empezaron a escapar la lagrimas debido a la intensidad con lo que me lo hacía y horriblemente sabía que eso le agradaba.
–que bien lo haces putita, sigue, que buena eres.
-mmm… y que ricas tetas tienes -me decía mientras bajaba una de sus manos y me pellizcaba el pezón que tuviera a su alcance.
Al poco rato de seguir follandome la boca, el borracho sacó su verga de golpe. Unos chorros de saliva cayeron sobre mis piernas y mis pechos y rápidamente comencé a recuperar el aire que tanto me hacía falta.
Sin darme tregua el borracho me tomo del cuello y me aventó al árbol, al golpear mi espalda con el tronco hizo que se me saliera el aire y aprovechando que no oponía resistencia comenzó a besarme y lamer mi cuello, de pronto con su pierna derecha empujo mi pierna para separarla de la otra en ese momento capte lo que venía, forcejee para evitar a toda costa que me penetrara pero sus mordidas en mis orejas ocasionaban que me excitara de nuevo y no pudiera oponer mucha resistencia, con una de sus manos tomo su verga y con la otra levanto mi pierna, acomodo su fierro en mi conchita y con un movimiento rápido me penetro de golpe, el dolor no fue intenso por que entro fácilmente por lo mojada que estaba, pero el gozaba al lastimarme y humillarme y es así como contra el árbol que jugué de niña en el parque me metieron por segunda vez una verga muy dura y caliente esa misma noche.
Aprovechando que mi vagina se encontraba húmeda por el orgasmo que había tenido, me la metía una y otra vez sin parar cada vez más y más rápido, me preguntó si me gustaba pero me limite a gemir. Me la metía cada vez con más fuerza, entraba y salía, mi respiración era agitaba y gemía como una perra mientras mis pechos se movían al ritmo de sus embestidas.
–Mmmmmm q rica conchita tienes me decía. Esta tan caliente y apretada. Mis lágrimas comenzaron a recorrer mi cara y note como mi humedad escurría por mis piernas por lo excitado que se encontraba mi cuerpo. Sin para de follarme llevó su mano hacia la unión de nuestros sexos, empapo sus dedos en ella y me obligo a que se los lamiera, le encantaba humillarme.
Ya no me importaba nada, primero me habían follado por la fuerza en los vestidores de mi escuela y ahora donde tenía los mejores recuerdos de mi niñez, en ese parque, quedaron destruidas en el mismo árbol en el que jugaba. Sin tomarle importancia empecé a chupar la excitación que cubría sus dedos. Me sentía la peor mujer del mundo por el placer que esta sintiendo al ser follada por un completo extraño.
Tras metérmela por un rato, sentí que sus penetraciones eran más rápidas y su mano apretaba con más fuerza mi pierna que tenía levantada y eso solo significaba que estaba a punto de correrse, me pregunto que si en donde quería su leche, pero no le conteste, en ese momento sentía que yo también estaba a punto de tener otro orgasmo, trate de controlarme, de aguantar el orgasmo y cuando menos lo esperaba sentí que algo muy caliente comenzaba a llenarme mi conchita, escuche al tipo como gemía y sentía sus embestidas más fuertes y de repente comencé a tener un orgasmo más, comencé a gemir más fuerte que las veces pasadas y el tipo me decía eso mi putita, gime de placer como la perra que eres. Clave mis uñas en la espada del mugriento borracho y deje que el orgasmo me llenara completamente.
Al cabo de unos minutos caímos exhaustos al piso, tarde un momento en recuperarme y trate de levantarme apoyándome en el árbol, pero mis piernas me dolían y no podía mantenerme de pie. En eso el tipo se levantó, se sacó su camisa mugrienta y me la tiro en la cara, se acercó hacia mí y me dijo: eres una buena puta mi amor, ponte esa camisa y vete a tu casa y cuando quieras que te den una buena cogida ya sabes dónde encontrarme, y sin decir más se alejó dejándome medio desnuda a mitad de la noche.
Estaba adolorida, ya no me importaba nada, me levante como pude y me puse la camisa mugrosa que me dio el borracho, afortunadamente me cubría hasta por arriba de las rodillas. Al salir del parque no se veía ninguna alma en la calle seguí mi camino hasta mi casa descalza y aguantando el frio de la noche y a la merced de cualquier otro sicópata que quisiera usar mi calor para pasar la noche.
Me gusto mucho como describe los momentos…esto me excita….!!