La súper abuela
El siguiente relato es una donación de uno de mis amigos, espero que les guste…
Mi nombre es Gerardo, soy un chico de aspecto regular, me gusta mantenerme en forma, actualmente tengo 18 años, pero lo que me pasó ocurrió hace ya 2 años, como dije me gusta mantenerme en forma por lo que soy un poco grueso pero por músculo, mi orgullo es mi polla pues a pesar de que no es muy larga si es muy gruesa, casi del grueso de un rodillo para masa, llena de venas que parecen me van a reventar, mi capullo parece un gran hongo de color rosado oscuro.
En aquel entonces, en los 17, mi verga quería dar sus primeros pasos, pero me tenía que conformar con el consuelo manual, pasaba casi las 12 horas del día empalmado, aliviando cada vez el dolor de mi empalmada en el baño.
A pesar de tener tantas ganas era muy tímido y no me gustaba lucirme por lo que no usaba slip sino boxers.
Mi familia es muy pulcra por lo que por ningún motivo se tocan los temas sexuales, la única excepción es mi abuela Carmen, entre todos los nietos le decimos súper abuela, a sus casi 60 años, ella mantiene un físico sin igual, enviudó hace 15 años, tuvo a mi mamá y a mis tías muy joven por lo que no es tan vieja, regresando a su físico, ella es campeona regional de Fisicoculturismo Profesional, es una mujer de casi 190 libras de puros músculos, no es muy alta por lo que se ve enorme.
Su masa muscular es impresionante, igual o mayor que la de un hombre bien entrenado.
A ella le fascina lucirse cada vez que salimos de paseo, sus trajes de baño son pequeños, lo que ha provocado grandes discusiones dentro del círculo familiar, a mi no me molestaba eso al contrario me gusta verla, asisto con ella a todos sus eventos y voy al mismo gimnasio a entrenar con ella.
Somos muy unidos, pero algo extraño me empezó a ocurrir hace unos meses atrás.
Todo empezó cuando renté una cinta porno, en ella aparecía lo de siempre, pero en una de las últimas escenas apareció lo que parecía ser un gimnasio, en una de las máquinas de pesas estaba una mujer bastante musculosa haciendo ejercicio, las escenas eran más que sugestivas, aquella mujer haciendo ejercicios con escasa ropa empezó a hacer efecto en mí, cada vez aparecía con menos ropa hasta llegar a la escena en que ella posaba completamente desnuda ante un hombre, luego aquel hombre la folló sin compasión, las posiciones que ella lograba no las había visto nunca, era majestuoso ver culear a aquel mujerón.
Desde ese día en mis pajas solo pienso en que aquella mujer era mi abuela y el hombre que la culeaba era yo, una y otra vez me pajeaba, ya no podía volver a mirar de la misma forma a mi abuela, aunque ella tenía las tetas más grandes que la actriz de la película pues hacía un tiempo se las operó pues casi no tenía, pero ahora se manejaba un par enorme, y su cuerpo era sin duda alguna más musculoso, cada vez que la veía me venían a la cabeza los recuerdos de la cinta y me empalmaba.
Todo transcurría en secreto nadie se daba cuenta que mi abuela me ocasionaba unas erecciones de miedo, todo iba bien hasta que un día yo llegué a casa de mi abuela, ella iba saliendo y me pidió que la acompañara a retirar un encargo, y así lo hice, llegamos a una tienda, yo no apartaba mi mirada de su trasero enorme y bien firme, andaba una minifalda negra, aquel par de muslos enormes adornados por sus músculos, provocaba que todo el mundo la mirara, pues no es muy normal ver una mujer como ella, pero esto no molestaba para nada a mi abuela, retiramos una cajita y nos devolvimos.
Al llegar ella me pidió que la esperar en la sala y así lo hice, estuve sentado un rato hasta que ella me llamó, al volver mi mirada no pude creer lo que vi, andaba puesto un bikini de tiras que apenas cubría sus pezones y formaba un diminuto triángulo sobre su bajo vientre, ver aquel enorme cuerpo casi al descubierto me provocó una erección inmediata, que me fue imposible ocultar por el enorme bulto que se me formó, yo con mi mirada la recorría centímetro a centímetro, determinando sus amplios pechos, su abdomen marcado, sus enormes muslos, entre más la contemplaba más me excitaba.
No aguantaba más, corrí desesperado al baño, me bajé los pantalones y el bóxer y tomando mi verga que estaba totalmente empalmada me empecé a pajear, estaba en plena labor cuando en eso se abre la puerta del baño, de la prisa me olvidé de asegurarla, y mi abuela entra, dio un grito de sorpresa de encontrarme con mi verga en la mano. -Santo dios, pero mira que- -lo siento abuela, lo siento- -pero mira no más como estás- -perdóname, perdóname- -yo te he hecho ponerte así- -sí, pero no volverá a pasar- -pero por qué- -es que te vez muy bien abuela- -y tú no estás nada mal, mira que mera morsa tienes- al escucharla referirse así de mi verga, solté mi prisionera, y con suaves movimientos la hice ondular de arriba a bajo, verme hacer eso hizo que mi abuela pusiera una cara de sorpresa -mira no más que bien entrenada la tienes- -gracias abuela- -hace mucho tiempo que no veo una verga de carne y menos una así, de donde lo habrás heredado- de manera lenta se acercó extendiendo su mano palpó la dureza de mi verga -que dura la tienes, parece de madera- mientras decía esto su mano acariciaba lentamente lo que podía de verga, aquella sensación me llevaba al cielo, un gran placer invadía mi ser, sin pensarlo me corrí a cantaros sobre su mano y sobre ella, mi leche fue a dar a su pecho y su abdomen.
-Mira no más, como me dejaste- sin decir nada más se despojó de su vestido unos pezones oscuros y gruesos aparecieron adornando sus enormes tetas, una pequeña cantidad de vello se le notaba en su monte de venus, si con bikini era sexy ni que decir desnuda, todo en su lugar firme y musculosa, era gloriosa mi abuela, lentamente exhibió sus músculos ante mí mostrando su poderío y exuberancia, hubo un momento en que se acercó a mí atrapando mi verga con sus poderosos muslos, me dio un beso tan apasionado que aún lo recuerdo, podía sentir el roce de sus muslos duros alrededor de mi verga, y el roce de sus labios vaginales humectaban y perfumaban mi verga.
Tomándome de la mano me llevó a su habitación allí me acostó en la cama y recostándose a mí me dijo al oído que este iba a ser nuestro secreto, de inmediato me dio otro beso aún más apasionado que el primero y lentamente fue descendiendo hasta que su boca se posó sobre mi capullo, lo besaba tiernamente, inútilmente intentó de comerse parte de mi verga, su lengua recorría toda mi verga hasta mis huevos, jugó con ellos un rato yo me sentía en el paraíso, lo hacía de modo magistral, mi difunto abuelo debió de ser su maestro, que forma la de lamerme los huevos, y ni que decir cuando se comía mi capullo, ya estaba por venirme nuevamente cuando se detuvo, de seguro sintió mi corrida.
Con movimientos suaves se levantó sobre la cama dándome un mejor panorama de su concha, que con dificultad se lograba ver entre aquellos enormes muslos, adornada por venas por doquier, su clítoris era inmenso de modo que sobresalía de sus labios mayores, lentamente desedío tomando mi verga guiándola en dirección a su concha con grandes costos logró introducir un poco más de mi capullo, ya sentía aquel calor, la suavidad de sus paredes vaginales, la expresión de dolor en su rostro me decía que aquello iba a ser una tarea muy difícil para ella, no sé en que momento pero de un solo empellón se la introdujo de forma completa, dando un grito de dolor y placer que se escuchó en toda la casa, cayó sin aliento sobre mi pecho, mi verga había vencido la fuerza un poderío del cuerpo de mi abuela, pude sentir grandes cantidades de líquidos me corrían por la cintura hasta la cama, mi abuela se había corrido de una forma increíble, poco a poco recobró el aliento -que verga tan deliciosa- me dijo mirándome a los ojos, se irguió sobre mi verga quedando totalmente sentada, podía sentir el peso de su cuerpo, verla así erguida con mi verga dentro de ella, flexionó sus brazos desplegando aquellos enormes músculos, seguido por el vaivén de sus pechos, que de inmediato fueron prisioneros de mis manos -te gusta mi cuerpo- -sí, me gusta- -ahora verás como te voy a dejar- comenzó con movimientos lentos hacia delatante y hacia atrás, la sensación era mas que buena, sus gemidos iban en aumento al igual que el ritmo de sus movimientos, volvió a caer sin aliento sobre mí al mismo tiempo en que yo me corría dentro de ella, yo la tomé y le di un largo beso agradeciéndole todo lo que me había hecho sentir. Yo creí que todo había terminado allí, mi verga aun continuaba un poco erecta, pero mi abuela había salido más caliente de lo que pensé, sin quitarse de encima tomó mi verga la sacó la sobó un poco hasta que empezara a crecer de nuevo pude sentir que la volvía a ubicar en un orificio, quiso meterla pero había más resistencia y dolor, la estaba metiendo por el ano, ambos sentíamos un poco de dolor, pero apenas logró dejar parte de mi verga dentro se sentía la gran estreches de su culo, no espero mucho y aún con el dolor de mi verga presionando su ano inició la sesión, sus gritos eran fuertes su rostro conjugaba dolor y placer pero ella no suspendía la faena, miré hacia su sexo podía ver perfectamente como mi gruesa verga salía y entraba en su ano, cuando se corrió me baño por completo el abdomen con su líquido transparente, ya no soporté más y le llené el ano con semen.
Ella se levantó con costos y mostrándome su ano, que estaba bien dilatado, chorreando semen, nos fundimos en un enorme beso.
Desde ese día ayudo a mi abuela con sus «sentadillas» mi polla a crecido más y mi abuela me ha enseñado muchas cosas, actualmente su concha se dilata tanto que logra introducirse hasta dos pepinillos a la vez, ella sigue aumentando su masa muscular y cada vez follamos más y mejor.
Otro día les cuento como una amiga de mi abuela descubrió mi secreto.