Descubrí la felicidad a los 50: De la depresión a la felicidad

Esa tarde antes de ir a dormir me detuve a mirarme en el espejo, y podía ver en la cara las señales que el tiempo había dejado, de hecho esa tarde yo había celebrado mis 50 años.

Cada arruga una memoria, el matrimonio malo, mi niño, mi primer empleo, los tragos amargos que yo había tenido que tragar, «Ya tenía 50 ciertamente» sin embargo antes de ese momento a los años, yo no los había sentido nunca.

A pesar de todo sigo teniendo un cuerpo agradable.

Un ruido en la entrada me separo de mis pensamientos, era Andrés mi niño que volvió a casa.

«¿Hola mamá, como estuvo la fiesta que has ido?»

«Bien ellos han comido de todo,… «respondí casi sin entusiasmo

«Yo voy a dormir, estoy muy cansado.»

«Buenas noches pequeño. » Pequeño era mi manera de llamarlo tenía 26 años y ya era un hombre.

Esa noche dormí hasta las 8 por la mañana, vagué en camisón por la casa sin tener un destino preciso. entré a la cocina invadida por el sol de la mañana, me apoyé fuera de la ventana dejando que el sol acaricie mi rostro, entonces prepare un café, mientras yo estaba bebiendo a sorbos el café fui a mi cuarto.

Mi cuarto está al lado del de Andrés, mientras pasando delante de su cuarto, me detuve un momento para mirar a Andrés mientras el estaba durmiendo, el había crecido, no parecía el niño que habían sido.

Gracias a la luz que se filtró a través de la contraventana bajada, yo podría distinguir el perfil de su cuerpo, el pelo castaño era vislumbre, la nariz, la boca.

La cosa que principalmente me golpeó era su miembro duro que podía ver bajo su calzoncillo.

Avergonzada hui a mi cuarto.

Era la primera vez que comprendí que el niño diminuto se había vuelto un hombre a todos los efectos, la cosa no hizo nada más de otra manera que aumentar mi sentimiento de haberme puesto vieja. Ahora yo me sentía deprimida, yo tuve miedo estar sola, yo temí no encontrar a un hombre que se enamore de mí.

Ese día no era del mejor, yo me sentía deprimida, muchos dicen que ésa es la crisis que las mujeres tienen cuando alcanzan los 50 años.

Acabe el día sin tener la fuerza para cenar, y me dispuse a ir la cama, Andrés angustiado dijo

«Que hay mamá, estuviste el día entero muy rara »

«Nada pequeño sólo que yo he tenido un día pesado y el sueño me ha ganado.

Si quieres te preparo la cena antes de ir a acostarme. »

«No pequeño, gracias por preocuparte, buenas noches». Y me dio un beso fuerte en la frente y sus brazos me abrazaron.

Yo podía sentir el calor de su cuerpo contra mío, era un sentimiento muy agradable, de esos que todavía dan ganas de seguir viviendo, ese gesto me llenó de ternura, parecía que todavía era un niño que antes de ir a dormir le da el beso de noche buena a su madre.

Me metí en la cama pero no tuve éxito en dormir, sentía a Andrés en la cocina preparando su cena. Me agité en la cama intentando encontrar la posición correcta para poder dormir.

Pero nada. vi contra la pared los faros de los automóviles que cruzaron la noche, la camisa de dormir que se enredo alrededor de mis piernas… era el preanuncio de una noche en blanco.

Yo no sé cómo pasó pero me dormí, cuando me desperté mire el reloj y era de la media noche, sentí algunos pasos en el corredor, era Andrés, sentí que la puerta del baño se abría, el agua que saliendo del grifo, la puerta del baño cerrándose de nuevo.

A ese punto sentía los pasos de Andrés, dibujar cerca de mi puerta, abrieron la puerta y la luz débil del corredor entró en mi cuarto.

Bajo la puerta vi en contraluz la silueta de Andrés, en calzoncillos y la camiseta para dormir

«perdón mamá si te desperté, quise ver cómo te sentías. »

» Bien gracias.»

«Buenas noches». Salió del cuarto y cerrando la puerta se marcho

Me desvele nuevamente, por la luz que había entrado en mi cuarto, me sentía algo confundida.

Volvió a mi mente el pene de Andrés, yo pensé quién sabe cuántas muchachas habían disfrutado de mi pequeño, me pregunté si fuera un aficionado bueno, que cosas le gustaría cuando hace el amor. El contacto de la tela de mi camisón con mis pechos y estos pensamientos hicieron inflar mis pezones, sentía que el cuerpo se me llenaba de una sensación extraña, estaba empezando a excitarme.

Sentía que un poco de líquido bañaba mis bragas. no podía ser, Andrés es mi niño, yo no puedo excitar el pensamiento sobre él. me levanté para que algo me calmara, salí de mi cuarto y yo entré la cocina para tomarme un vaso de agua, sentía llegar a Andrés por mis espaldas angustiado pregunto si todo esta bien, me volví hacia el, y pretendiendo que todo esta bien le contesté.

Cuando me volví, la luz del refrigerador abierto yo podía ver a Andrés mirándome con una cierta turbación, y comprendí que gracias a la luz del refrigerador abierto el podía ver en la transparencia del camisón mi cuerpo desnudo.

Casi instintivamente mi mirada bajó a su entrepierna que empezaba a endurecerse

Cerré el refrigerador y tomando por un momento de ternura lo atraje hacia mí y lo abracé sentí su pene pulsar contra mi abdomen, mi excitación que subió en un momento.

El latido de mi corazón era una locura, el sexo me empezó a palpitar y las piernas se pusieron inestables. empecé a frotarme contra su cuerpo, primero se paralizó, luego comenzó a acariciarme

Sus manos se pusieron en mi espalda, a ese punto yo sentía mi sexo bañado como una hoja que por la mañana cubre el rocío.

Nosotros estábamos allí, mirándonos a la cara, yo lo tomé la mano y lo acompañé en mi cuarto.

Llegado allí yo me extendía en la cama, él me alzó el camisón me lo quito por la cabeza, entonces empezó a acariciarme con lentitud todo el cuerpo que ondeó como la soga de un violín bajo las manos de el.

Empezó con un dedo por rozarme la cara, siguió acariciando mi cuello, yo me sentía completamente una niña en manos de el.

Entonces continuó con las caricias, bajo hacia mi pecho me dio masaje frotando con la palma de las manos en los pezones. Yo me sentía que mi sexo escurría jugos, la cabeza flotando en un limbo de placer.

Cuando Andrés alcanzó las bragas, tomadas para darme masaje al sexo a través del algodón de aquélla, que ahora nosotros habíamos llegado a un punto de ningún retorno, yo me sentía atacada por una ola ingobernable de sentimientos.

Me quito las bragas y la olfateo, esa cosa me excitó enormemente, entonces yo me levanté me senté y le quite la camiseta al principio y luego su calzoncillo.

Apenas baje su calzón el miembro erecto me rozó la cara superficialmente.

Empecé a besarlo y lamerlo comenzando una tremenda succión, como si yo fuera un sediento frente a una fuente llena de agua. sentí que Andrés tembló de placer.

Me hizo estirar de nuevo y empezó a besarme por todas partes y se detuvo en mi sexo, sus besos me dieron algunas descargas eléctricas que cruzo todo mi cuerpo.

Entonces con el diluvio de mis jugos en su boca beso mi boca, nuestras lenguas se mezclaron en un único abrazo.

Me penetró con un vigor que yo nunca había probado, parecía que su sexo era más grande de lo que parecía

En el silencio de la noche los únicos sonidos que podrían sentirse eran aquéllos de nuestros cuerpos que lo golpearon en el abrazo y nuestras respiraciones pesadas.

Antes de eyacularlo quito su pene de mi sexo y me pidió que lo recogiera con la boca que en cuanto yo rocé el glande con los labios, y lanzo chorros calurosos de semen que me golpearon la cara y la boca.

Al final quedamos tendidos uno cerca al otro, exhausto por esa batalla tan dulce. Lo mire

Y dije: he disfrutado como nunca ante me había pasado.»

«¡También yo! Gracias mamá.»

Esta es mi historia, ojala pueda hacer que otras madres se animen a vivir sus deseos.