Blacky
“Blacky” es mi labrador Retriver de un brillante pelaje negro azabache, mis padres me regalaron mi mascota cuando era un cachorrito que yo podía llevar en brazos a todas partes, en ese entonces cumplía mis once años, papá dijo que era mi responsabilidad alimentarlo y hacerme cargo de sus necesidades, al cabo de dos años me era imposible tomarlo en brazos pues había crecido demasiado y su peso era casi similar al mío, como hija única gozo de largos momentos de soledad, pues mis padres trabajan.
Un día después de haber regresado del colegio, me fui al patio a jugar con Blacky, jugamos a lo de siempre, carreras y persecuciones, él tiene su propia pelota y me sorprende que no la muerda y la haga pedazos, generalmente él la cuida en su lugar de reposo, ese día después de bastante ajetreo, ambos nos cansamos, yo me senté exhausta en una silla playera y él cerca de mis pies sobre el césped.
En un dado momento me adormecí, despertándome con una agradable sensación en mi ingle, yo hacía poco había descubierto la masturbación y la practicaba casi a diario en la intimidad de mi habitación, algo rozaba mis entrepiernas, acariciando mi conchita por sobre mis bragas causándome una tremenda excitación, mis bragas se mojaron rápidamente, Blacky me lamía el coño ávidamente, la sensación era tan intensa que no pude ni quise alejarlo, me encantó inmediatamente su rasposa lengua en mis delicadas carnes, desde ese día él se convirtió en mi juguete sexual favorito, cada día después del colegio, arribaba a casa ansiosa de su lengua, lo llevaba a mi habitación y no me detenía hasta correrme como una golfa, orgasmos exquisitos e increíbles.
Me recompuse y me fui a mi baño para ducharme, me despojé de mi bata y me miré al espejo, soy una bella muchacha, mis piernas longilíneas y tonificadas, mi trasero envidiable muy paradito y apretado, no me extraña ya que soy muy deportista, mis tetas no me gustan mucho porque son demasiado grandes 36D y no puedo hacer nada, son así y así se quedan, pero me molestan al momento de correr y hacer deportes.
Una vez bajo el chorro de agua caliente, lo estaba disfrutando, eché jabón crema a la esponja y comencé a enjabonar mi tez tersa y suave, me encanta enjabonar mis pechos duros y redondos, sé que tanto viejos como jóvenes se fijan en mis tetas y me excito mucho a ponerlas en muestra, imagino cuantas veces se correrán imaginando mis senos turgentes.
Pasé mis manos sobre ellos, las puntas marrones se comenzaron a despertar y endurecer, apreté mis pezones y un hormigueo comenzó a hacer latir mi clítoris, mi vulva fresca rasurada, una mano bajo a mi conchita, mis labios henchidos con fluidos de mi panocha, mi excitación estaba llegando a la cúspide, puse mi dedo en medio al calor de mi concha, encontré mi clítoris grande e inflamado, jugué con el mientras tironeaba mi pezón y la maripositas en mi vientre y el temblorcillo en mis piernas, comenzó a darme sensaciones de placer.
El orgasmo fue repentino y potente, solté mi teta para afirmarme a la pared, mis piernas se doblaron y quedé sentada en la ducha mientras oleada tras oleada de espasmos convulsivos golpeaban mi cuerpo, quedé con todo mi cuerpo electrificado, mis senos tiritaban, no podía ni siquiera rozar mi clítoris sin dar un salto con mis caderas, mi cuerpo quedó tan relajado y satisfecho, que podría haberme quedado por tierra a dormir con el agua que me chorreaba de la cabeza a los pies, sin embargo me levanté y me sequé, luego busqué un viejo vestidito de años atrás y que cubría la parte superior de mis muslos y volví a mi cuarto.
Me recosté en mi cama y separé con mis dedos mis enrojecidos labios, mi coño estaba caliente y apretado, empuje dos de mis dedos hacia adentro, se sentía muy rico, mi conchita estaba como aceitosa, un denso fluido hacía brillar mi chocho como con una luz propia, era líquido y mis pliegues estaban muy sensibles, creo que mi conchita estaba produciendo ese liquido para lubricar mi chocho, justo hoy y mañana estoy en el ápice de mis días fértiles, creo que por eso mi sexo emana ese liquido resbaladizo, preparándose para ser cogido e impregnado, el único macho a mi alcance es Blacky.
Mis deseos eran apagados por la lengua de Blacky, pero después de los dieciséis, sentía que debía pasar a la siguiente etapa, ya no me bastaba el juego de su lengua, pensaba a tener una relación completa con mi mascota, así que busque en la internet información al respecto, di con varias historias de mujeres maduras y jóvenes adolescentes como yo, las cuales habían tenido una relación sexual completa con sus cachorros, veía la cara de goce de las chicas, los gritos de lujuria y cachondeo que emitían, vi a sus perros subiendo sobre sus espaldas y meter sus vergas en sus conchitas estrechas.
Los chochos que vi eran tan diminutos como el mío, mi mayor temor eran las dimensiones de esas vergas caninas que se deslizaban casi sin resistencia dentro de esos chochos apretaditos, no vi muecas de dolor, vi que algunas a su primera experiencia trataban de alejarse y gateando y chillando, pero al cabo de un rato se rendían sumisas a los furiosos y veloces embates de sus machos, me masturbé decenas de veces mirando estas libidinosas imágenes.
Finalmente, me decidí también yo a probar ese goce extremo y dejar que Blacky me montara, necesitaba el tiempo necesario para llevar a cabo mis planes, un fin de semana mis padres me dejaron en casa sola, pues ellos se fueron a celebrar su aniversario a un resort de la capital, me preparé con un gran espejo contra la pared de mi habitación. Me desnudé mientras Blacky estaba echado en un rincón de mi cuarto.
Me arrodillé sobre el tapete de salto de cama y me di unas palmaditas en mis nalgas, pero Blacky me miro y se echó cuan largo era, sin dignarme una segunda mirada.
Por más que lo intenté, me di cuenta de que Blacky no me montaría, me frustré porque mi calentura estaba por allá por la estratosfera. Lo único que logré fue que después de un rato el se levantara a lamerme y al menos logré un buen orgasmo, pero no hubo ningún intento de monta.
En los días siguientes, en el colegio, escuché a unas amigas comentar de como habían masturbado a sus perros, lo grande que eran sus pijas y la copiosa cantidad de semen que habían eyaculado, explicaban detalladamente como lo habían hecho y de como sus bebés se volvieron locos.
Mis bragas se humedecieron al escuchar los lascivos relatos, así que pensé en experimentar con Blacky, lo que había escuchado de mis compañeras.
Estaba muy ilusionada de que finalmente mi Blacky me cogiera y sentir dentro de mi ese carbón ardiente de su pene.
Se presentó otra oportunidad en que mis padres me dejaron sola, me duché para mi amante, luego lo llevé a mi habitación, me despojé de mi toalla y quedé desnuda, me miraba al espejo con mi Blacky que seguía atentamente mis movimientos, no quería prolongar más el momento culmine, le dejé lamer mi coño por un breve tiempo y luego me arrodille en la posición de perrita, él vino a lamerme mi cara, aproveche de masturbarlo y vi que una mínima porción de su pene rosado salía de su peluda funda, lo seguí pajeando por un rato hasta cuando sentí que se le estaba saliendo su semen y me estaba mojando mis dedos, yo quería ese liquido maravilloso dentro de mí, quería que me llenara con su lechita caliente.
Lo subí a mi espalda y por entremedio de mis piernas alcance su polla chorreante, lo acaricie y lo masajeé tratando de encanalar su pene hacia mi conchita mojadísima, me miré en el espejo y vi la divertida cara de mi Blacky haciendo esos movimientos como que me follaba y la mitad de su lengua fuera de su hocico, pero su pene estaba fuera de mi vagina, intenté bajar un poco mi culito y en ese momento él hizo centro en mi panochita, grité como si me hubiese atravesado todo mi cuerpo, rompió mi himen, yo había soltado su verga para acomodarme y él muy bruto se metió dentro de mi salvajemente, lloré sintiendo como mis carnecitas tiernas venían corroídas a jirones dentro de mi concha, su pene se había metido todo dentro de mí, su bola había ya ocluido mi ojete vaginal, sus movimientos era vigorosos y veloces, me estremecía completamente, afortunadamente el dolor después de un rato era casi inexistente, el roce de su carne contra mi carne se estaba trasmutando en algo placentero, ni coño se había ensanchado para acomodar la gran dimensión de mi Blacky, ahora él me lo estaba dando todo con toda fuerza, ahora yo era su perrita.
Las imágenes que se reflejaban en el espejo ya no era un juego, estaba completamente empalada en la verga de mi Blacky, sus zampas sujetaban mis caderas y me daba tirones y empellones para metérmela más adentro, lo que me hacía gritar con lujuria sintiendo mis carnes encendidas con la polla ardiente de mi mascota, su nudo me aprisionaba y hacia que me corriera con pequeños orgasmos, hasta chorros de orina escaparon de mi abusada vagina, lo sentía como se movía y escuchaba sus jadeos en mi orejas derecha, metí mi mano bajo mi vientre y comencé a sobajear mi clítoris, la sensación era increíble, llorisqueaba y chillaba corriéndome demencialmente, nunca había tenido este tipo de orgasmo tan ferozmente salvaje y desenfrenado, simplemente quería más y más de su verga.
Había dejado de ser su ama, era solo una perra más y él mi macho dominante tratando de impregnarme con sus espermatozoos, seguía mirando de vez en cuando el espejo y cada vez me fascinaban más las imágenes ahí reflejadas, ya no era un sueño, ahí estaba yo totalmente desnuda, con mi espalda encorvada, mi culito hacia arriba y mi Blacky aferrándome por sus patas delanteras y sosteniendo mis caderas con fuerza, los cuartos traseros de él se movía rápidamente mientras me follaba, rápidamente fui golpeada por otro clímax, mi cabeza giraba en un mundo de sensaciones de placer y lascivia.
Para dicha mía, Blacky se había acomodado en mis pantorrillas, lo que lo posicionaba en un ángulo más favorable para follar mi coño, yo movía mi culito hacia atrás para permitir a su verga penetrarme lo más profundo posible, mi mente estaba colmada con estas sensaciones nuevas y estupendas, mi Blacky me había desvirgada y todo mis pensamientos eran que él me cogiera lo más rico y lo más largo que se pudiera, de hecho por mi podría estar atada a su verga para siempre, se siente tan rico su pollón en mi coño, sentía hasta que mi barriguita se había abultado con semejante vergota dentro de mí.
Después de innumerables orgasmos, Blacky se detuvo, se quedo quieto sobre mi espalda, casi sin moverse, mi conchita extra colma de su pollón. Pensé que eso era todo y traté de moverme para liberarme de él, mire al espejo y vi lo bien que me tenía atrapada con sus zampas, me di cuenta que no podría despegarme de él, su pene estaba incrustado en mi vagina y estábamos unidos firmemente por nuestros sexos, en esos segundos de reflexión, no atinaba a comprender todo, de repente sentí un derrame caliente en mi coño, una especie de liquido que pulsaba en mi paredes vaginales y me llenaba, era la lechita de mi Blacky que me inundaba toda, mi pancita volvió a hincharse con catarata de semen que brotaba de su polla y me bañaba por dentro, como hembra me sentí dichosa de recibir todo ese esperma canino ardiente con esos espermatozoos potenciales cachorros descendientes de la estirpe de mi Blacky, sabiendo que no era posible para él preñarme con su prole.
No me quedo otra opción que permanecer en cuatro patas sintiendo su nudo, su esperma y disfrutando los continuos orgasmos que me procuraba, mi guatita estaba hinchada de polla y semen, sentía la pulsaciones de su polla bombeando esperma directamente en mi matriz y causando contracciones en mi coño como queriéndolo ordeñar su pija, todas estas sensaciones nunca las había sentido antes, no cualquiera puede entender de lo que estoy narrando, solo algunas chicas que hayan tenido ese nudo dentro de su canal vaginal, anudando su sexo al de su mascota podría imaginar a lo que me refiero, es la sensación más única, erótica e intensa que una mujer pueda tener, más tarde me enteré de que su nudo esta en directo contacto con mi punto “G”, por eso esta híper excitación con hiper orgasmos, tiempo después follé con algunos muchachos, pero con ninguno de ellos experimente esa sensación tan rica y completa que mi Blacky daba a mi chochito.
Blacky estaba tratando de zafar de mi conchita, me dio unos tirones lo que causo una multitud de intensas sensaciones que estremecieron todo mi cuerpo, inmediatamente sentí otro orgasmo y luego dos más mientras él pasaba su pata sobre mi culo para quedar pegados trasero con trasero, volví a mirarme al espejo y la imagen era adorable, hubiese querido tener mi celular para grabarme, ahí estaba yo reflejada con mis tetas meciéndose, mi espalda arqueada y con mi mascota que miraba al infinito esperando de despegarse de mí, exhausta me pregunté ¿cuantos orgasmos más me hará tener?
Después de unos quince a veinte minutos, el nudo de mi Blacky se había deshinchado lo suficiente y salió expulsado de mi coñito, se me escapó un grito por el repentino forcejeo, me desplomé sobre el piso de mi dormitorio y me quedé allí sintiendo como mi Blacky intentaba lamer mi chocho, su larga lengua acariciando mi vagina y mi culo, con roces a mi clítoris lo que me causaba temblorcillos de placer, sintiendo todas sus adorables caricias, estaba pensando de que acababa de perder mi virginidad no con un hombre como siempre había imaginado, sino que con mi perro.
Lo más curioso es que estaba dichosa de haberlo hecho con él, yo amo a mi perro, son casi cinco años que él me ha dado solo alegrías y afecto, me sentía bien y contenta de haberlo hecho con él, era lo apropiado para corresponder todo el afecto que él siente por mí.
Nunca podría negar que seguí haciéndome coger por él, de hecho en mi vida he tenido cuatro perros, todos machos y enteritos, he follado con todos y todos me brindaron los mejores orgasmos de mi vida y lo que es mejor, sin pedir nada a cambio y exentos de críticas vanas.
Blacky fue el primero y siempre ocupará un lugar preponderante en mi corazón, a veces me recuerdo su carita divertida y feliz mientras estaba anudada a él.
Hoy en día estoy llegando a mis cincuenta y nunca he dejado de sentirme caliente, tengo un mastín, él tiene una de las vergas más grandes del mundo canino, tenemos sexo al menos tres veces a la semana y uno que otro finde semana tenemos una maratón de cogidas, he estado anudada a él por hasta una hora, ya no sé ni siquiera llevar la cuenta de los orgasmos que él me regala, pero son muchísimos.
Si se están preguntando si alguna vez me casé, debo decir que sí y fue con un hombre maravilloso que me aceptó con mi perro, él aprobaba y le gustaba mirarme siendo cogida tan rico, le encantaba cuando yo anudada con mi mascota le jalaba y mamaba su verga hasta tragarme toda su lechita, también me decía que le causaba mucho placer cogerme después de mi perro y encontrar mi conchita ardorosa y caliente, a él le complacía follarme a lo perrito.
Desafortunadamente él falleció y me dejo sola.
Sola con mi perrito que me coge como jamás humano alguno lo hizo, no busco hombre, la compañía que me brinda mi amante peludo es cuanto me basta.
Me siento amada y satisfecha hasta el día de hoy.
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