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Comprando braguitas II

Comprando braguitas II

Hacia ya 6 meses desde mi experiencia con ese par de viejitos, cuando tuve que pasar nuevamente por el Jirón de la Unión.

Era de noche por lo que supuse que su tienda de ropa interior femenina se encontraría cerrada, pero para mi sorpresa se encontraba abierta.

Entre toda coqueta como soy normalmente y los vi en el mostrador como la primera vez.

Se miraron entre ellos y se pusieron un poco nerviosos, seguramente recordando que se aprovecharon de mí cuando me dieron esa copita de oporto.

Me hicieron pasar muy atentamente.

Esa tarde me había vestido con una minifalda color rojo una blusa de gasa negra sin sujetador, por lo que tuve que ponerme un saquito del mismo color de la falda para que no se transluciera mis pechos.

Me puse unas medias oscuras de encaje y así salí a la calle. Al caminar me sentía muy bien sintiendo libres mis senos que al moverse, rozaban los pezones con la tela de la blusa.

Haciéndome la que no los recordaba les dije que estaba buscando unas medias como las que traía puestas.

Quería ver que hacían esta vez para tratar de seducirme.

Uno de ellos salió del mostrador y dijo que esas eran de una calidad que hace poco habían importado pero que las tenían guardadas en el altillo de la tienda que es una especie de segundo piso, y me dijo que si quería subir ya que por su edad no podían estar subiendo y bajando las escaleras y que arriba podría probármelas si deseaba.

Quería provocarlos ya que lo que más me excita es ver el ingenio que usa un hombre para satisfacer su morbo.

El viejo me dijo después de ud. preciosa intuyendo que querían mirar debajo de mi falda mientras subía, ya que la escalera era empinada.

Empecé el ascenso mirando de reojo como se quedaban relamiéndose al ver mis nalgas por debajo de mi falda.

Me excitaba saber que estaban mirando mis intimidades, nunca antes lo había hecho pero al entrar a esta tienda me daba la impresión que me transportaba a otra dimensión y que no era yo misma.

Llegamos arriba los tres y Rubén me alcanzo unas medias que me dio para que las viera.

Les dije que quería probármelas y volteé para ver si había un probador, pero me dijeron que el probador estaba abajo así que les dije que no importaba, que me las probaba ahí mismo.

Los ojos de ambos no se despegaban de mi cuerpo mientras me sentaba y me sacaba las que tenia puestas.

Me puse las que me habían dado abriendo ligeramente mis piernas para que pudiesen apreciar mis braguitas.

Me puse los zapatos y me pare, pero como no había espejo le pedí que me dijeran que opinaban ya que creía que la textura de las medias no era igual a las que había pedido.

No puede ser dijo Rubén, permítame que palpe la textura y estando parado delante de mí, paso descaradamente la palma de su mano por el interior de una de mis piernas, lo cual me hizo dar un salto pero no dije nada.

Eres un bruto, le dijo el otro viejito, la textura no se comprueba así, sino de esta manera y se puso detrás de mí y metió la mano, pero no tocando las medias sino mi chocho.

Yo me dejaba hacer para ver hasta donde llegaban, diciéndoles que se pusieran de acuerdo ya que ellos eran los expertos en prendas intimas.

Por supuesto que si, dijo Rubén que era el mas lanzado y me dijo que para ver la calidad y resistencia de las medias me arrodillara para que yo misma comprobara que no se corrían al contacto con el piso de madera.

El ingenio de estos viejos era impresionante, así que me arrodille con las piernas algo abiertas y Rubén dijo, Rómulo para que aprendas, mira por debajo para que te des cuenta del perfecto entalle de las medias.

El otro antes que yo pudiera reaccionar ante la sugerencia de Rubén, ya estaba tendido boca arriba admirando mis braguitas desde abajo, tanto que al mirar a Rómulo solo podía ver su cuerpo, más no su cabeza que se encontraba entre mis piernas.

Yo estaba a mil, viendo a aquel viejo mirando mis partes y pensaba que mas harían estos viejos sátiros conmigo.

Rómulo te das cuenta de lo que te hablaba? y el otro sin hacerle caso metió su mano y jalo mis braguitas con un dedo dejándole ver mi chochito afeitado, el cual procedió a lamer.

Cerré los ojos al sentir el contacto con su lengua húmeda y cuando los abrí, Rubén estaba con el pantalón y los calzoncillos hasta los tobillos y con esa tranca enfrente de mi boca. Solo atiné a tomar ese miembro parado y lo empecé a mamar y a pasar mi lengua de arriba abajo mientras el otro hacia que me corriera con su lengua.

Sentía como amasaba mis tetas mientras que se la chupaba y me iba quitando el saquito que traía y desabotonaba mi blusa dejando mis pechos al aire.

Entre los dos me desnudaron acariciando cada palmo de mi cuerpo, haciéndome sentir excitada hasta mas no poder.

Ellos también se quitaron la ropa y estando frente a mi, me arrodille y empecé a chupársela a ambos.

Me sentía como una puta barata, deseando que me tiraran su leche en la cara y poder tragármela toda.

Me eché en un sillón que tenían ahí y Rubén se echo encima de mí y empezó a bombearme con su palo.

El otro viejo se había quedado parado al costado así que le agarre su pichula y empecé a masturbarlo.

Sentí un orgasmo profundo cuando un chorro caliente invadía mi concha bañándola con el semen de ese viejo, que luego se hizo a un costado rendido por las embestidas, pero yo quería más y quería seguir siendo penetrada, así que me puse en cuatro patas y el otro se puso en posición para penetrarme. cuando entraba yo decía cosas que nunca pensé pronunciar, le decía meteme tu tranca por el ano, quiero sentirme bien enculada y este muy obediente abría paso en mi ano con su palo.

Rubén viendo la escena hizo que se le parara su tranca de nuevo y yo al ver algo que parecía que estaba parado lo agarre y me lo llevé a la boca para seguírmelo comiendo. así me usaron nuevamente y me pasaron sus penes por mi cara, mi boca y todas las partes de mi cuerpo.

Los dos quedaron rendidos y tirados en el sillón, con sus pingas chorreando la leche que no había entrado en mi chucha y en mi ano.

Me vestí satisfecha de la culeada que había tenido y les di un besito en la frente a cada uno, llevándome las medias que iniciaron todo esto como recuerdo.

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