Soy profesora de historia y esto que voy a contar me paso hace un año en un instituto en las afueras de una gran ciudad.

Tengo 27 años, soy morena, de ojos castaños y tengo un cuerpo que yo considero que está muy bien, pechos normales pero bien puestos y un culito que es la envidia de muchas.

Como iba diciendo, fui destinada a un instituto privado y me asignaron unas clases de alumnos con una media de diecinueve años.

Al principio me costó hacerme con la clase, eran muy rebeldes y prestaban poca atención.

En una de las clases particularmente me costaba mucho dar la lección pues había un grupito de tres amigas que eran muy inquietas y siempre montaban mucho follón con el tema de los móviles y la cháchara.

Las tres amigas eran Mónica, Sonia y Olga, Mónica era rubia, muy bien formada para su edad y de complexión fuerte, era la que mandaba sobre el grupo claramente, lo que ella decía hacían las demás.

Sonia era morena y con unos ojos preciosos, de color verdes, era más bien tímida pero se dejaba llevar y resultaba tan trasto como las otras y Olga era muy guapa, también morena con unos pechos increíbles para su edad y con un aire un poco varonil, siempre con pantalones y camisa.

Un día, mientras daba la lección, las tres no paraban de molestar al resto de sus compañeros, ya les había llamado la atención varias veces y las había amenazado con enviarlas a dirección para que las amonestaran y eso es lo que paso.

Las mande salir al pasillo y salí con ellas y les dije que su aptitud había acabado con mi paciencia así que las enviaba a dirección para que las echaran unos días, entonces de repente Mónica se acercó a mi casi juntando su nariz con la mía y me dijo con un tono susurrante y amenazador:

-profe, se arrepentirá de esto…..

Estuve a punto de contestarle a su osadía pero el tono de voz que utilizo y su mirada me intimidaron, así que entre a clase y seguí con mi trabajo.

El resultado es que fueron expulsadas durante una semana por su falta de respeto hacia la clase y no las vi hasta el viernes siguiente.

Salí del instituto y me fui hacia mi apartamento que había alquilado y en el cual vivía sola.

Eran ya las diez o así de la noche del viernes cuando sonó el timbre, fui a ver quién era y me encontré que era Sonia, estaba llorando y quería hablar conmigo, yo me quede extrañada, la hice pasar y sentarse en el sofá, le ofrecí un refresco y le dije que me explicara.

Me dijo que ella estaba harta de sus amigas, que la llevaban por mal camino, y que ella no era mala.

Que quería que yo la ayudara a portarse bien en clase.

Le dije que no había problema, que yo estaba dispuesta a ayudarla a cambiar si ella ponía de su parte.

Lo que más me extrañaba es que no paraba de mirarse el reloj.

De repente me dijo que si podía traerle una aspirina pues le dolía un poco la cabeza, me levante y fui al baño a buscarla, al salir del baño note una presión en mi boca con un fuerte olor que atravesó mi nariz y que me mareo, era cloroformo y note como se me nublaba la vista y me desmaye.

Cuando desperté me costó un poco visualizar, pero reconocí mi lámpara en el techo de la habitación, así que estaba en mi cama, en seguida note que tenía cinta aislante ancha en la boca por lo que no podía hablar ni gritar, mis manos estaban atadas a ambos lados del cabecero con unos cinturones míos y mis piernas igual, mire hacia mí y me di cuenta que solo tenía puesta las braguitas ¡estaba atada, amordazada y semidesnuda en mi cama! Mire en la habitación, vi que el reloj marcaba las doce y cuarto de la noche, no había nadie pero oía jaleo en el comedor. Estaba asustada… ¿qué estaba pasando?

A los pocos minutos se abrió la puerta de la habitación y ¡entro Olga!, ¡así que enseguida entendí que me habían tendido una trampa!

-¡eh chicas, la profe ha despertado! grito.

Acto seguido entro Mónica y Sonia, tenían botellas de ginebra y de whisky que habrían cogido de mi mueble bar,

Mónica se acercó a mí, yo intente gritar pero no salía más que gruñidos, me miro de arriba a abajo con una sonrisa maliciosa y lasciva a la vez me dijo:

Bueno, profe, le dije que se acordaría de nosotras, así que aquí estamos y ¿sabe lo que vamos a hacer?

Le intente decir que me soltara pero solo salían gruñidos, conteste que no con la cabeza y entonces de repente agarro uno de mis pechos y apretándolo con fuerza me dijo:

¡Te vamos a hacer pasar una noche que nunca olvidaras, putita!

Y pasando sus dedos por unos de mis pezones y con voz suave, se acercó a mi oído y me dijo:-te vamos a follar, profe…veras que bien lo vas a pasar.

Yo estaba alucinando, no podía creer lo que me estaba pasando, ¡mis alumnas iban a violarme!, yo nunca había estado con una mujer y además nunca se me paso por la cabeza. Estaba sobreexcitada pero no sabía si era de miedo o de otra cosa, de alguna manera esta situación no me estaba disgustando del todo…

Entonces Mónica hizo un ademán a Olga que se acercó y le dijo ¡comete su teta izquierda y tu Sonia comete la derecha!, pero primero desnudaos.

Olga y Sonia se quitaron la ropa y se quedaron en braguitas, las tetas de Olga eran impresionantes y Sonia era un bombón, las dos tenían cuerpos de modelo, empezaron a comerme las tetas, una cada una, yo intente resistirme pero cuando empecé a notar las lenguas recorriendo mis pechos, mi miedo empezó a transformarse en excitación, lo hacían suave y succionando mis pezones que estaban duros como piedras, sus lenguas jugaban alrededor de ellos para luego sus dientes morderlos y dejarlos doloridos, empecé a sentir un calor en mi entrepierna y me sorprendía sentir eso ante tal acontecimiento.

Mónica se acercó a mi oreja y empezó a chúpame el lóbulo mientras me susurraba:

Eres nuestra, mmmmmmmm, te vamos a follar profe, tooooda la noche, estas muy buena, mmmmm, y te vamos a comer enterita.

El caso es que eso me excitaba aún más, yo no quería sentir placer pero no podía evitarlo, Olga y Mónica me acariciaban los muslos a la vez que me chupaban los pechos con una suavidad que nunca había sentido con ningún hombre, sentía sus manos subir por las piernas.

Entonces Mónica me dijo que me iba a quitar la cinta de la boca, pero que si decía una sola palabra me la volvería a tapar pero después me cortaría el pelo de la cabeza al cero.

Me dijo que si la había entendido y le dije que sí. Entonces pego un tiro de la cinta adhesiva que me hizo mucho daño, pero antes que pudiera siquiera gritar de dolor metió su lengua en mi boca y empezó a besarme como una loca.

Sentí sus labios comer los míos y su saliva entrar en mi boca mientras mis pechos estaban a punto de estallar de excitación, me contoneaba sin control y note que empezaba a mojar mis braguitas. ¡Cielos, me estaba corriendo!

Mónica se levantó y le dijo a Olga que se quitara las braguitas, esta hizo lo propio dejando al descubierto un coñito perfectamente depilado, solo había un poco de pelo en el monte de venus con forma de pirámide invertida y con unos labios vaginales prominentes y húmedos.

Mónica cogió las braguitas de Olga y las hizo una pelota para a continuación metérmelas en la boca, yo sentí un sabor entre algodón y dulce, con un olor que me recordaba a mi cuando alguna vez me había masturbado, era sabor de hembra.

A continuación Mónica se desnudó también quedándose solo con un tanguita negro que dejaba adivinar una rajita abultada, tenía unos senos muy redonditos y unos pezones muy rosados, era ancha de espaldas y bastante fuerte, la verdad es que imponía respeto.

Saco de un bolsillo de su pantalón una pequeña navaja y yo me asuste, la abrió y se dirigió a mis bragas, primero cortó un trozo del lateral derecho y después del izquierdo.

¡Vamos a ver que tenemos aquí! Dijo y acto seguido tiro fuerte de ellas, yo sentí como la tela se deslizaba sobre mi raja hasta que me libero de ella, en ese momento sentí tres miradas lascivas sobre mí, estaba totalmente desnuda a merced de la voluntad de tres adolescentes. Eso me excitaba y seguía sin entender por qué.

Mi monte de venus tenía bastante bello, así que Mónica dijo:

-vaya, así no va a ver quién se lo coma así que habrá que depilarlo.

Agarro con sus manos un poco de vello, el más cercano a mis labios vaginales y tiro con fuerza arrancándome media docena de pelos. Yo grite de dolor pero las bragas en mi boca ahogaron mi grito.

-no te preocupes, profe, no te vamos a depilar así dijo Sonia portando en la mano unas tijeras, jabón de afeitar y una cuchilla.

Empezaron recortándome con la tijera, después me echaron jabón y me afeitaron, pero no me hicieron daño y cuando acabaron sentía un fresquito muy agradable en toda mi entrepierna.

Yo mire el reloj, marcaba las dos de la mañana, llevaban dos horas aproximadamente con su castigo y yo estaba más excitada que nunca en mi vida.

Sonia se despojó de sus bragas, se subió a la cama y se colocó de rodillas entre mis piernas. A continuación con sus dedos abrió mis labios vaginales y empezó a chuparme el clítoris con una dulzura impresionante, recorriendo con su lengua todos los rincones de mi sexo chorreante.

Mónica me quito las bragas de la boca y yo empecé a gemir sin poder evitarlo, Olga se aproximó a mí y se puso de manera que su coñito quedaba a la altura de mi boca.

O sea de rodillas entre mi cabeza y mirando hacia Sonia, agacho su cuerpo para que le chupara el coño pero yo me negué girando la cabeza, entonces Mónica agarro uno de mis pezones con dos dedos fuertemente y lo retorció a la vez que me decía:

-¡chúpaselo hasta que se corra o lo lamentaras!

No tuve más remedio que obedecer, empecé a comer esos labios para descubrir un sabor nuevo y excitante, a la vez que sentía como me comían y me succionaban mis jugos.

No sé cuánto duro aquello, pero se me hizo eterno y placentero, el flujo de Olga chorreaba por mis labios y ella a la vez se manoseaba sus impresionantes tetas, mi coño estaba hinchado de placer por aquella comida maravillosa y para colmo Mónica le estaba introduciendo sus dedos a Sonia mientras esta succionaba mi clítoris.

De repente Olga se echó hacia delante y le arrebato mi coño a Sonia, yo estaba agotada pero note una nueva fuerza en la lengua de Olga que me dirigía hacia un nuevo orgasmo, mientras Olga y yo nos fundíamos en un 69, Mónica y Sonia desaparecieron para volver al rato con algunas cosas en las manos que en principio no reconocí.

¡Olga, bájate de ahí y deja descansar un poco a nuestra zorrita, que ahora va a venir lo mejor!

Yo intente pedir clemencia pero Mónica me tapo la boca con la mano y me dijo

-recuerda, ni una palabra o te rapo al cero, solo puedes gemir como una cerda que eres.

Sabía que hablaba en serio, así que me calle, eran cerca de las cuatro de la mañana. Estaba cansada pero estas chicas sabían administrar bien el asunto para que no terminara de agotarme.

Mónica se aproximó a mi coño y empezó a acariciarlo bastamente mientras Sonia me daba un trago de whisky, entonces distinguí en la mano de Olga algo familiar. Era un calabacín de mi nevera, era de aprox. Unos 20 o 25 cm y no muy grueso, le estaba untando una crema que me pareció vaselina y después se lo dio a Mónica.

No tuve más remedio que decir-¡por favor no me metas eso! Entonces Sonia me hizo la señal de silencio con el dedo y después empezó a besarme.

Note como la punta del calabacín recorría mis labios vaginales de arriba a abajo pero no llegaba a introducirse, cosa que de alguna manera me ponía nerviosa, entonces esa punta empezó a bajar aproximándose a mi culo y buscando mí agujero.

Intuyendo lo que iba a pasar intente decir algo pero la lengua de Sonia penetro con fuerza en mi boca y me acallo mientras Mónica me introducía el calabacín por el culo sin piedad.

Yo era virgen por detrás así que aquello empezó con dolor para convertirse al poco tiempo en un placer que jamás pensaría que me pudiera gustar tanto. Empecé a gemir y a contonear mi culito al ritmo de las penetraciones de Mónica.

-¡mira a la pija-dijo Olga- si le gusta que la den por el culo!

Después de un buen rato así note que me corría otra vez, era increíble pero aquello me gustaba.

Mónica saco el calabacín de mi culo y yo note un alivio placentero y como mi ano daba la sensación de ser tres veces más grande.

Ahora, te vamos a follar una a una -dijo Mónica-, cada una a su estilo. Y para que veas que no somos tan malas te dejamos escoger el orden.

Yo le pedí que me dejaran ya por favor, que no podía más, que jamás volvería a castigarlas y que no contaría esto a nadie, pero Mónica insistió en que eligiera el orden en que quería ser follada por ellas.

Empecé a pensar, sabía que Mónica era un poco sado por la forma en que me trataba, Olga era como más masculina, así que me imaginaba que me follaría como si fuera un hombre y Sonia era delicada y dulce. Necesitaba un poco de descanso así que elegí a Sonia, después Olga y deje para el final a la temible Mónica.

Tal como pensé, Sonia fue cariñosa conmigo, se puso a mi lado tumbada y mientras me masturbaba con sus finos dedos me besaba tiernamente en la boca, cuello y tetas, cuando sus dedos estaban empapados en flujo me los daba a lamer a la vez que ella. Fue realmente maravilloso.

Esto duro una media hora y me sirvió de relax, ya que sus caricias parecían masajes. Se despidió con un beso dulce y se fue hacia el comedor.

Era el turno de Olga, cuando entro vi que llevaba un pene de látex con un cinturón adosado a su cintura. Así que adivine su desviación varonil. Me desato las piernas y me las abrió bien, para luego introducirme su polla de látex que era enorme.

Empezó a follarme introduciendo y sacando su trasto, a la vez que me comía las tetas y me besaba con ansia. Yo estaba agotada pero como todavía no me habían introducido nada por mi coño aquello reavivo mi excitación.

Olga se movía realmente bien, mejor que cualquier hombre con el que hubiera estado jamás, su culito subía y bajaba a un compás rítmico haciéndose más penetrante en la bajada, como si no quisiera que mi coño desperdiciara un solo centímetro de aquello. Luego empezó a acelerar a la vez que me decía:

-¡córrete pija, vamos, córrete!

Y eso fue justamente lo que paso, me corrí como una loca, jamás me habían follado tan bien, estaba alucinada y asustada por lo que venía a continuación.

Mónica entro a los pocos minutos de salir Olga, eran ya las seis de la mañana. Me dolía todo, los pechos, el culo, el coño, incluso la boca. Mónica seguía con su tanga negro y traía algo en las manos que escondía detrás de su cuerpo.

Volvió a atarme las piernas a la cama y saco unas esposas como las de los policías, soltó una de mis manos y me coloco una de las esposas, la paso por el cabecero y sujeto mi otra mano. Eran unas esposas con combinación numérica, tenían tres ruedas de números que ella movió al azar después de cerrármelas.

-que me vas a hacer Mónica, por favor no me hagas daño. Le suplique.

-tranquila, ya nos vamos pero recuerda, el lunes todo volverá a la normalidad, espero que no se te ocurra volver a regañarnos en clase al menos claro, que quieras que esto se vuelva a repetir. En tu mano esta…

Después saco dos consoladores, uno grande y otro más pequeño.

El grande lo puso en marcha y la punta hacia un juego circular muy lento, me lo introdujo por el coño hasta dentro y ahí lo dejo, luego el pequeño tenía como unas protuberancias que al ponerlo en marcha se movían de arriba a abajo con rapidez y me lo metió por el ano.

-escucha bien, putita, me dijo. He puesto pilas nuevas y de larga duración, espero que lo disfrutes.

Mañana por la mañana te llamare por teléfono y saltara el contestador, estate atenta porque te daré la combinación de las esposas para que te las puedas quitar. El lunes en el instituto nos veremos pero antes quiero darte algo.

Se quitó el tanga y se sentó sobre mi boca y me dijo:

-¡cómeme el culo, puta!

Aquello era demasiado, la mente de Mónica era retorcida, mientras aquellos consoladores trabajaban por si solos en mi coño y mi culo tuve que chuparle el ano que tenía un sabor amargo pero que increíblemente me gusto.

Después de un rato note como se corría y me restregó el coño sobre mi boca dejándome esa mezcla de sabores en mi paladar como recuerdo.

Después se fueron y allí me dejaron, esposada, desnuda, cansada, follada por delante y por detrás por dos consoladores que parecían no acabar nunca.

Creo que me dormí.

Cuando me desperté sonaba el teléfono. El consolador grande se había parado pero el pequeño seguía funcionando y trabajando mi ano. Escuche la combinación y me quite las esposas, después me saque el consolador grande y poniéndome de costado empecé a sacarme el pequeño, pero increíblemente volví a introducirlo, y así estuve hasta que se paró.

Fue la experiencia más maravillosa de mi vida.

No resta decir que a mis alumnas las volví a castigar y ellas volvieron a castigarme a mí…..solo que esta vez no hizo falta que me ataran…