Intenciones pendientes

Después de un relajador sueño me despierto con ese impertinente y molesto «bip» de esos despertadores modernos, que penetran en la oreja y permanecen hasta bien avanzada la mañana.

Es justo en ese momento cuando pienso en porque la noche anterior no cambié el modo de despertador para así sustituir el implacable ruidito por alguna emisora y así despertar con alguna música.

En serio a veces no sé si dejo de hacerlo por dejadez o para así no coger manía a esa canción con la que me despierte el «Dj» de turno.

Lo cierto es que a esa hora, las siete de la mañana, lo único que me motivaba seriamente a incorporarme era acudir al otro lado de la cama para comprobar que la persona con lo que me despertaba no había cambiado demasiado con la luz del día y esperaba que fuese o al menos se pareciera un poco a la chica con la que me fui a la cama esa misma noche.

Tras una breve investigación comprobé que aquella bella joven era exactamente igual de bella que una que había conocido esa misma noche, casualidades de la vida.

El tener aquella tremenda y dulce chica en mi cama me dio fuerzas para arrastarme, como buenamente puede, hasta el baño y comenzar allí la rutina diaria que me llevara, como cada mañana, a mi lugar de trabajo.

Antes de abandonar mi acogedora guarida escribí una nota para Susana, ya que me daba pena despertarla e interrumpir su cálido sueño para despedirme.

Una de esos papelitos donde escribes frases sueltas, escuetas pero contundentes.

Al pisar la calle la luz se me clavo en la retina provocándome en el andar y durante unos cuantos metros la sensación como de un auténtico vinagre después de una noche de recaída en el vicio de lo tomado. Hasta que, no sé ni como, encontré mi coche.

Al llegar a mi oficina se me había aliviado mi borrachera pos – vespertina y ya me parecía mas a mí mismo.

Como cada mañana hago mi ronda de mesa en mesa, saludando una por una a todas mis compañeras de trabajo. Ese día llegaba tarde, pero no me preocupaba porque él último en llegar siempre era el jefe.

No suelo llegar tarde a mi trabajo por rutina, sino por pequeños acontecimientos ajenos a mi voluntad que hacen que el reloj corra más rápido de lo normal entre las 7 a 9 de la mañana.

De todas formas mis compañeras de trabajo se portan realmente muy bien conmigo al igual que yo con ella. Tal vez, el ser el benjamín de la empresa provoca que me sobre mimen y protejan además de otra serie de privilegios.

Esa misma mañana, andaba yo chateando con una compañera de la misma empresa pero que se encontraba en otra delegación, cuando me llama Rafa (que es mi jefe) a su despacho y me desglosa los detalles de una operación de negocio que tenia que gestionar.

El problema era que debía llevarla personalmente y para ello tenia que desplazarme a otra ciudad en avión.

Yo trabajo en una productora de contenidos audiovisuales y aunque preferiría tener una labor más creativa mi jefe crees que desempeño bien mi labor.

El día transcurrió sin ningún sobresalto incluso me atrevería a decir que fue realmente aburrido, supongo que se debe a la crisis del sector.

Al llegar a casa Susana se había marchado y como recuerdo solo dejo el contorno de sus labios dibujados en el espejo de mi baño además de una frase, también escrita con pinta labios, un poco obscena que exaltaba mi ego masculino.

Esto me envalentono para rato después descolgar el teléfono y llamar a Susana para que comentásemos lo que había sucedido en la noche y así aprovechar también para repetir la experiencia.

Liado con mi ropa, las maletas y los documentos se consumió mi tarde. En la mañana mi jefe me recogió en casa para acompañarme al aeropuerto y así aprovechar para darme la ultima arenga antes de que definitivamente y sin remedio dejase en mis maletas el diez por ciento del volumen de negocio anual de la empresa.

Perdido entre las colas de los mostradores de las compañías aéreas al fin una señora entrada en años me da mi tarjeta de embarque, además de las instrucciones que debo seguir hasta que entre en el aparato.

Enlatado en un autobús de camino al avión, una joven mujer portaba en sus brazos un bebe, me distraje un poco jugueteando con él, La verdad que era un niño muy bonito aunque era normal su madre era muy bella también. Justo al final de la escalerilla del avión una voz me resuena familiar y cuando me encuentro a pocos metros de ella la reconozco.

Cantidad de imágenes, recuerdos y sensaciones se agolparon en mi mente. De repente de mi garganta empiezan a emanar alaridos que no podía controlar, típicos de una abuela primeriza. Grito su nombre y ella responde:

¡¡¡Yauci!!! –también gritando como yo-

Se acerco a la puerta del aparato y me dio un abrazo realmente cálido, como si ella también se alegrara de verme.

¿Qué tal? –preguntamos los dos casi al unísono-

Muy bien –le dije con tono sobre excitado-

Como la gente se agolpaba desde mi espalda hasta las puertas del autobús, aun en la pista, me invitó a sentarme y me citó para charlar en el fondo de la aeronave una vez estabilizado en vuelo. Eso hice y después de un sereno despegue aguardé a su señal.

Sonia era una joven que estudió conmigo en el instituto. Entre nosotros siempre hubo una gran amistad, de hecho, ella me recordaba como yo a ella después de unos cuantos años.

Nos distanciamos al finalizar el instituto, ella se trasladó de ciudad y nuestras relaciones se disolvieron, supongo que estas cosas pasan.

Ella siempre me gustó, he de reconocerlo. Aunque siempre me quedé con dudas de sí yo le provocaba algo mas que una simple amistad. Entre una cosa y otra, nunca nos decidimos, ninguno de los dos, a llevar aquello mas lejos.

Ella era una chica francamente alta, muy delgada y de pechos poco voluminosos. Un culito muy prieto, aunque lo que realmente llamaba la atención era su precioso pelo.

Precia sacado directamente de un anuncio. Ya desde jóvenes me encandilaba su pelo largo y negro, aunque supongo que por motivos de trabajo, en aquel encuentro lo llevaba recogido.

Su cara era muy expresiva, le gustaba el leguaje de los gestos al que completaba aquella forma de mover sus labios.

Sus ajos asiatizados por el maquillaje mostraba la puerta a un océano de placer aun por descubrir. Y su minúscula cintura, en la cual había deseado despertar mas de una vez, deseo que se reavivo al verla de nuevo.

Cuando apenas se había apagado el indicador de «abróchense los cinturones» se me acercó y medio agachada me susurro al oído:

¿Te vienes atrás?

Me levanté y tras su contoneante culo la seguí hasta el fondo, donde nos sentamos en unas butacas desplegables. Hablamos durante algunos minutos.

No parecía tener problemas al hablar del pasado, que por otra parte era prácticamente lo único que nos unía. Recordamos algunas cosas, entre ellas algunas golfadas que hice en la época y que casi ni recordaba o al menos no era memoria viva.

Me gustaba el hecho que tuviese tan buen recuerdo de mí. También hablamos brevemente de las cosas que nos ocupaban en el presente.

Y me sorprendió, eso si gratamente, el hecho de que tomase la iniciativa a la hora de interesarse por mi vida sentimental y de sí tenia pareja. Mis respuestas dejaban vía libre a cualquier tipo de intercambio entre ambos.

Al igual que yo, ella dejó también que averiguase que en la actualidad no compartía la vida con nadie.

Cuando intentábamos profundizar un poco mas en el terreno sentimental sus compañeras me la arrebataron, era la hora del reparto de esos asquerosos aperitivos. Total que apenas me dio tiempo para acordar una cita con ella en la ciudad de destino.

El hotel de la aerolínea y el mío estaban relativamente cerca. Recupere la butaca que me habían asignado y desde allí a veces me sonreía cuando pasaba de un lado al otro del pasillo como respuesta a mis miradas. Sonreía igual que cuando nos encontramos apenas unas horas atrás y de mi boca broto un «hay que ver q linda estas Sonia».

Apenas unos minutos después de tomar tierra y de que Sonia dejase un penúltimo beso en mi mejilla a la par que un «hasta luego», me encontraba frente a la cinta de equipajes… No me lo podía creer… ¡Allí estaba todo mi equipaje! Si faltar ni un solo bulto…

Parece que el viaje comenzaba bien. Sin problemas y sin retrasos me registre en el hotel, casi a la hora prevista, y una vez instalado en mi habitación me quede dormido con la copa en la mano y la televisión a medio volumen.

La tarde comenzaba a menguar cuando me desperté. El reloj me apremiaba y me metí en el baño para asearme y presentarme medianamente decente frente a Sonia.

Mientras jugaba con la espuma de afeitar, justo antes de ponérmela en la cara suena el teléfono de mi habitación.

Descuelgo… y desde Recepción me indican que una Señorita llamada Sonia pregunta por mí y que si deseaba que autorizase su subida a mi lecho. Acepté y antes de que pudiese apurar la mitad de mí rostro tocó en la puerta.

Llegaba realmente pronto y yo estaba casi en paños menores. Improvisé una toalla atada a la cintura y con la cara medio enjabonada aún, abrí la puerta, disculpándome por el retraso y pidiéndole perdón por mi presencia.

No tranquilo… si la que se debe disculpar soy yo por llegar demasiado pronto –dijo ella-

Te sientes incomodo si me quedo por aquí –añadió-

No, que va… en absoluto –respondí cortado-

Comenzó entonces un diálogo muy superficial, del cual recuerdo solo la emoción que sentía. No podía dejar de darle vueltas, en ese momento, que hacia Sonia tan temprano en mi hotel.

Ella era la que casi siempre preguntaba cosas desde el sofá de la habitación, donde la había invitado a permanecer mientras terminaba, y yo respondía desde el baño.

Después de unas pocas preguntas comenzó una nueva batería de preguntas, esta vez desde la puerta del aseo.

La conversación se torno un poco profunda y de repente noto uno de sus dedos recorriendo mi espalda… Desde el pelo de la cabeza hasta el borde de la toalla en mi cintura.

Se me puso la piel de gallina y ella me abrazó desde la parte de atrás.

Trataba de seguir con los últimos detalles de mi bello facial, cuando comenzó a acariciarme el pecho muy suavemente, casi sin rozarlo. Hasta que hundió sus dos manos bajo la toalla, desatando el nudo debido a la presión. Justo en ese momento dijo:

¿Qué te parece siiiii….. nos quedamos un ratito mas aquí dentro y saldamos cuentas pasadas?

No dije nada, mi cuerpo no se inmutó… menos mal que allí estaba mi pene para salvarme y al estímulo que ella con el roce de su mano le proporcionaba él sé medioendureció. A lo que ella dijo:

¿Eso es un sí? –en tono muy sensual-

Yo envíe una mano hacia su trasero en misión exploradora, mientras ella trataba de hinchar mi pene a base de masajes y para ser sinceros lo conseguía.

Al despegarse de mi espalda cayo al suelo la talla que estaba sujeta entre mis nalgas y su pubis. Hundí mi lengua en la suya y como puede saqué su camisa haciéndola volar por los aires y

tras un intento fallido de liberar sus pechos, su boca cayó sobre mi pene haciéndolo, ahora si, explotar de excitación. Realmente, es imposible describir las sensaciones que te invaden cuando te la chupan con esa intensidad.

Recordando viejos trucos logré ver sus pequeños pero bien formados pechos. Me refugié en ellos una vez llegamos a la cama, a ella parecía agradarle que le chupara sus pezoncitos casi de una manera agresiva. No dejaba de retorcerse y oprimirme contra ellos.

Salió de la cama, se saco sus ajustados pantalones e hizo desaparecer sus braguitas, para cuando regresó mi pene apuntaba al techo y una gigante pero rasurada e incluso me atrevería a decir bella almejita me tapono la boca.

Apenas había comenzado mi trabajo en aquella dulce cosita comenzó a humedecerse.

Su espalda comenzó a arquearse hacia atrás del gozo que le provocaba el hurgar de mi lengua en su cosa.

Apenas unos segundos después de liberar mi boca, en un acto suicida, mi pene trata de apagar su vida asfixiándose dentro del coño de Sonia.

Después de unos minutos de contoneo de Sonia y al ver que mi polla respondía a las mil maravillas y más que parecer que estaba pasando un mal trago se encontraba como pez en el agua comencé un espasmódico movimiento que provocaba la sobreexcitación de Sonia que detuvo su movimiento.

Mi miembro se clavaba más y más adentro y ella estaba como poseída por algo que tan solo le permitía expresarse a modo de suspiros o cortos chillidos que rondaban los umbrales del placer y el dolor.

Sin impulso aparente que no fuese el de una de mis embestidas se puso de pie en la cama, cayendo acto seguido sobre pies y manos.

Rápidamente continúe proporcionándonos placer desde su parte posterior, podía ver su escultural espalda humedecida por el deseo que brotaba de su piel. Poco después me subió una estupenda corrida que derrame como pude evitando su cuerpo, porque no sé si mis fluidos serian de su agrado.

Después de recuperar el aliento nos vestimos sin tener demasiado cuidado con nuestra imagen y como planeamos salimos a una disco a tomar unas copas.

La sonrisa brotaba de su cara de forma natural y allí sentados en una barra me pareció aun más bella que horas atrás. Allí y como pudimos seguimos charlando, la verdad tenia un buen trato con el lenguaje. Bromeaba y bailábamos… hablábamos del sexo y lo caricaturizábamos a nuestra manera.

Con algunas copas de más comenzábamos a decir burradas el uno al oído del otro, entre risueños párrafos y párrafos mas serios, soltó:

Siempre he tenido una fantasía… bueno he tenido muchas –acotó- pero ahora solo pienso en una en concreto.

¿Fantasía sexual te refieres? –interrogué-

¡Sí claro! … ¿qué tipo de fantasía sino? – dijo marcando la evidencia, aun más si cabe-

Haber cuéntame, ¿crees que podrás?

Verás –dijo- siempre me entusiasmo la idea de hacerlo en un baño público.

¿En un baño? –Dije- ¿masculino o femenino?

Femenino por supuesto. Siempre que deseo excitarme suelo pensar en estas cosas, en lo del baño, por ejemplo. No sé, hacerlo con un desconocido atractivo…

Demasiado bueno, ya me parecía a mí. Lastima que te conozca. – respondí con tono de resignación-

Bueno… podríamos hacernos los olvidadizos… –dijo entre risas-

Me broto una ligera sonrisa de felicidad al sentirme deseado de nuevo por ella. Me colocó una mano detrás de mi cabeza y me robo un beso realmente muy húmedo y pringoso que resbalaba saliva y alcohol por gran parte de mi barbilla…

La cogí de la cintura y la hice andar delante de mí, en dirección a los aseos, ella inclinó su cabeza hacia atrás y dijo algo que no puede descifrar debido a su tono balbuceante y al volumen de la música.

Una vez dentro del baño de señoras de aquel limpio local salude a las féminas que dentro del mismo se hallaban (saludo tipo visita oficial del rey, con sonrisa de postín y todo).

Siempre recordaré la gracia que esto provocó en ella. Nos metimos en un «reservado» e hice que sus pantalones se encontraran con el suelo, arranque su lencería y me arrodille ante su coño, ella levantó su pierna y apoyo la rodilla contra el lateral del «reservado», teniéndola en alto me dejaba mayor libertad para mis quehaceres. No quería que me despegase de él, me empujaba una y otra vez hacia su subterráneo.

Como pude me rehíce y aprisionándola contra la puerta inserte mi polla en su raja desde la parte posterior, fue entonces cuando agarro mi mano y comenzó a meterse en su boca algunos de mis dedos mordisqueándolos y chupándolos….

Fue entonces cuando comencé a retirarla de su raja para agacharme y lubricar algo su ano, mi lengua se deslizaba de atrás a adelante intentando cubrir el máximo territorio posible.

Hasta que me decidí a insertar uno de mis dedos en su respingón culito, con su cara apoyada en la puerta mostró un gesto de dolor, me incorpore y me susurro que fuera delicado… no respondí con ningún gesto verbal solo la coloque en posición y lentamente la hundí en su interior después de numerosos intentos, mostraba claras señas de dolor ante lo que le hacia, pero tratada de mitigarlo mordiendo mis dedos.

Su culo chapoteaba cuando entraba mi vara, poco a poco se acomodó a mi anatomía y hasta me pareció ver borrado el gesto de dolor de su cara cuando se giraba hacia adentras para besarnos…

Soltaba pequeños grititos de dolor y placer entremezclados y justo cuando no podía retener mas mi leche comenzaba a pedirme mas y mas…

Comencé a sobreexcitarme y ella también noto que estaba a punto de reventar cuando agachándose tomo el mando y dejo que toda mi leche aterrizase se su esplendoroso pecho que por aquel entonces ya yacía libre de prendas.

Fue en ese instante de liberación cuando tuve que apoyarme con una mano en la puerta porque creí que me desplomaba. Ella se incorporó, me acaricio un poco y nos volvimos a besar…

Nos vestimos en aquel reducido espacio como pudimos y salimos frente al espejo para adecentarnos un poco. Salimos donde estábamos antes y continuamos con la charla, ahora mas sosegada. Me miraba de forma especial, como atenta, me gustaba como me miraba….

Intercambiamos nuestros teléfonos y quedamos en que me llamaría si volvía a mi ciudad con algún viaje de su compañía.

He de decir que Sonia es una chica de palabra y en varias ocasiones hemos coincidido en mi ciudad para quedar durante algunas horas.

Lo poco que quedaba de la noche me refugié en el hotel ya que al día siguiente comenzaban mis gestiones.

Ella tenia que volver al suyo ya que había descansado las horas reglamentarias y tenia un vuelo en la mañana.

De regreso comenté a una amiga de mi instituto que me encontré con Sonia.

Ella extrañadísima me interrogó sobre el encuentro e hizo resucitar un dato que no recordaba sobre Sonia.

Ellas eran grandes amigas y se suponía que sabia mas de la Sonia de aquella época que yo.

Al parecer la relación entre Sonia y su hermano era mas que una relación familiar y creo recordar que a mediados de mi penúltimo curso en el instituto, su hermano, un año mayor, fue enviado sin motivo aparente a casa de su tía en la provincia vecina…

Hay piezas del puzle que no me encajan, aunque creo que mi amiga Luisa guarda mas secretos de Sonia de los que me ha contado.