Chingado otra vez por el gitano

El lunes cuando llegué a trabajar a la descarga del pescado congelado, volví a coincidir en los vestuarios con el gitano y sus 2 colegas. Me saludaron dando los buenos días y me puse a cambiar de ropa para empezar a trabajar.

Me senté en el banco justo enfrente del gitano, ya que era donde tenía la taquilla. Él ya estaba listo para salir, pero se quedó esperando que yo me cambiara; los 2 amigos ya se habían marchado, al igual que la mayoría de la gente; cuando estaba colocando la ropa en la mochila y guardar esta en la taquilla y ponerme luego el chándal que usaba para trabajar, el gitano se levantó aproximándose a mí. Llevó una de sus manos a mi culo y sobándome el mismo a través del slip que llevaba puesto, me susurró al oído; joder payo, que culito más rico, ya me has puesto cachondo y con ganas de volvértelo a chingar bien chingado.

Me estremecí al notar su mano sobarme el culo a través del slip. Cómo pude lo aparté, y me senté en el banco para terminar de ponerme el pantalón del chándal, calzarme las zapatillas de deporte, y luego ponerme una sudadera. Joder que eres bien salido le dije, ahora no podemos que ya va a ser la hora de empezar. Además, no tengo ganas; el sábado me dejasteis el culo para el arrastre, y aún tengo el culo algo dolorido.

Me levanté del banco una vez terminé de vestirme, y pegado a mí, y aprovechando a meterme mano, venía el gitano.
Cuando llegamos al andén, el encargado nos fue distribuyendo a cada uno en su puesto de trabajo y empezar con la faena.

Aquella mañana cada vez que coincidía con el gitano, si tenía oportunidad de meterme mano, no lo desaprovechaba, con mucho disimulo me pellizcaba el culo, me metía mano, hasta llegó a restregar su paquete por mi culo, dejándome notar cómo estaba de empalmado.

Cuando llegó la hora de parar para comer, yo cómo casi siempre fui a comer al bar de la cooperativa. Allí prácticamente íbamos todos los eventuales a comer. De nuevo volví a coincidir con el gitano y uno de sus colegas; era Luis; cuando me vieron, se sentaron en la misma mesa que me encontraba yo.

Teníamos una hora para comer antes de volver al trabajo, así que cada uno pidió su comida. Yo cómo siempre a esa hora comía un bocadillo, luego tomaba un café; me gustaba tener tiempo para descansar un poco y no ir con el estómago lleno a trabajar. Durante la comida hablamos de todo un poco, pero en cuanto tenía ocasión, el gitano me metía mano; llevaba la conversación a cómo me iba follar, y las ganas que tenía de hacerlo. Antes de levantarnos para volver al trabajo, quedamos en tomar unas cervezas al salir por la tarde.

Nos levantamos y después de pagar cada uno lo suyo, antes de marchar, fuimos a mear el gitano y yo. En los aseos, el gitano volvió a la carga, y mientras yo meaba en el urinario que había pegado a la pared me metió mano por todas partes; para joder, le dije, que no puedo mear; me soltó, y se puso a mear en el urinario de al lado. Cuando terminé de mear, fui al lavabo a lavarme las manos, y allí mientras me lavaba, el gitano que ya había terminado de mear me bajó el pantalón del chándal y slip, dejando parte de mi culo al aire. Se pegó a mí, empezando a restregar su polla, la cual aún no se la había guardado; ¡ay payo cómo me calientas! Tienes un culito que me pone a mil, payo.

Deja que te meta la puntita nada más, me decía sin parar de restregar su verga por mi culo. Cosa que casi consigue; de hecho, consiguió meter parte de ella, pero al moverme yo, no culminó su objetivo; sin terminar de secarme las manos, me subí el pantalón del chándal, y salimos de los aseos de la cooperativa.

Fuimos para el trabajo, pero cómo aún faltaban unos 20 minutos, nos quedamos sentados al sol, fumando unos cigarrillos hasta que diera la hora de comenzar.

Cuando terminó la jornada, en lugar de esperar para ducharme de los últimos, esta vez fui de los primeros; sabía que, si esperaba al final, estaría el gitano, e iba ser difícil frenarlo; El muy cabrón andaba salido a más no poder. llevaba todo el día empalmado y metiéndome mano y restregándome la polla cada vez que tenía ocasión. No estaba mi culo en condiciones ese día, así que cómo fuese tendría que evitarlo.

Dudé incluso en ir a tomar las cervezas en que habíamos quedado, de hecho, no los había esperado al salir del trabajo, pero al ir de camino a casa, decidí ir a la cervecería, y tomar las cañas cómo habíamos quedado.

Cuando llegaron ellos a la cervecería y me vieron allí, se acercaron y me dijo el gitano: Hostia payo, ¿tanta sed tenías que no esperaste por nosotros?

No, no se trata de eso, lo que tengo es cansancio y ganas de acostarme, no iba parar, pero de camino lo pensé mejor, y decidí parar y tomar un par de cervecitas.

Hoy me has dejado sin poderme duchar contigo, me he tenido que aliviar yo solito en la ducha. Con las ganas que tenía de chingarte de nuevo este culito, me decía a la vez que me apretaba el culo con su mano. Pues hoy no va a poder ser, estoy cansado y cómo ya te he dicho, no tengo el culo en condiciones; El sábado me lo dejasteis para el arrastre; así que ahora necesita recuperarse.

Después de tomar varias cervezas, me despedí del gitano y sus colegas, yéndome para mi casa. Querían que tomara una más, y llevarme luego ellos en la furgoneta a mi casa. Pero no les di opción, sabía que, si me quedaba, íbamos a terminar follando. Así que los dejé allí, y me fui andando para mi casa.

Al día siguiente la cosa transcurrió más o menos igual que el día anterior; el gitano metiéndome mano cada vez que tenía ocasión, y quererme follar. Pero al igual que hice el lunes, conseguí marcharme para casa sin que el gitano consiguiera darme por el culo.

El miércoles cuando llegué por la mañana y coincidimos en los vestuarios, estaba el gitano empezando a cambiarse de ropa. Cuando estuvo completamente desnudo, vi que tenía la polla totalmente empalmada. Se giró hacia mí, y mostrándome la verga, me dijo: Mira cómo me tienes payo.

¡Dios! Aquella visión hizo que me relamiera. Pasé la lengua por los labios, sin quitar la vista de aquella verga que me mostraba el gitano. En un instante me había puesto caliente a tope. La polla se me puso tiesa al momento, y el culo me temblaba, si llegamos a estar en otro sitio, me hubiera agachado y llevaría aquel manjar a mi boca.

¡Uy! Cómo te brillan los ojitos, payo, te mueres por comerla, ¿eh? Hasta te estás empalmando me dijo acercándose a mí. Me apretó el culo con su mano mientras me susurraba, no te preocupes, hoy si quieres te doy una chingadita después de comer.

Nos terminamos de cambiar, y subimos para empezar a trabajar. En esta ocasión me tocó de compañero el gitano; nos habían enviado a cargar un camión a los 2.

Cómo ocurría todos los días, en cada oportunidad que se le presentaba, no dejaba de meterme mano. Este día, poco faltó para que me corriera con sus magreos, y es que andaba caliente a tope, y la visión de la verga del gitano a primera hora de la mañana, me hizo desear ser follado por aquella majestuosa polla; necesitaba que me diera por el culo y me preñara de leche.

Cuando llegó la hora de comer, cómo todos los días, fuimos a comer a la cooperativa. Yo cómo siempre pedí un bocadillo y una cerveza, una vez terminado, solía tomar un café, pero esta vez no lo pedí, ya que el gitano me pidió que fuera con él.

Salimos los 2 solos, llevándome hasta la furgoneta; creía que iba buscar algo; pero al llegar abrió la puerta lateral, y me ordenó que subiera.

Cuando subimos los 2, el gitano cerró la puerta, quedando casi a oscuras; solo entraba un poco de luz por el parabrisas, y es que estaba aparcada contra la pared de la fábrica, y en una especie de callejón que hacía aquel recodo.

Nada más cerrar la puerta, el gitano me sujetó por la cintura, llevando su boca a mis labios, y empezando a darme mordiscos en los mismos. Tranquilo payo, que aquí no nos va a molestar nadie, y necesito darle una buena chingadita a este culito que tienes.

Tiró con sus manos de mi sudadera, sacándomela por la cabeza, y dejando mi pecho totalmente descubierto y a su entera disposición.

Empezó a morderme el cuello y hombros, a la vez que con sus dedos iba pellizcando los pezones de mis duras y pequeñas tetillas.

Mientras yo empezaba a gemir al sentir aquellos mordiscos por mi cuello y hombro, al igual que sentir sus pellizcos en mis pezones, yo empecé a bajar la cremallera del pantalón del gitano, luego desabroché el botón de la cintura, metí mi mano por dentro de su slip, cogiendo aquella polla que tanto deseaba.

Poco a poco fui bajando el slip y pantalón del gitano, dejando su polla y huevos libres de su encierro. Acariciaba los huevos del gitano, mientras seguía gimiendo por aquellos mordiscos que me estaba dando.

Con sus manos en mis hombros, el gitano empezó a empujarme para que me agachara y le dejara meter su polla en mi boca. Mientras me iba agachando, le fui bajando el pantalón y slip hasta dejarlos en sus tobillos. Agarré su polla con mi mano, llevándola a mi boca y empezar a chupar aquel rico manjar. Mientras yo chupaba el glande y metía la lengua por la piel del prepucio, el gitano se quitó la camiseta que llevaba, quedando su pecho totalmente desnudo.

Luego puso sus manos en mi cabeza, y suspiraba mientras yo saboreaba su rica polla.

Así payo, así, ¡aaahhh que bien chupas!

Ahora metía todo lo que podía su polla en mi boca, llegando varias veces a traspasar la campanilla y hacerme dar arcadas. Tenía una mano acariciando sus huevos, la polla en lo más hondo de mi boca, y con la otra mano acariciaba su vientre, pecho y tetillas.

Después de un rato chupándole la polla, me sujetó con sus manos por las asilas, y tiró por mi hacia arriba. Llevé mi boca a sus pezones, empezando a morderlos, mientras él tiraba de mi pantalón de chándal y slip, hasta que cayeron a mis tobillos.

Me dio la vuelta, subiendo mis manos a los barrotes que separaban la cabina de los asientos, y tiró de mi cintura hacia él, haciendo que me curvara un poco, y quedara mi culo a la altura de su polla. Escupió en su mano, llevándola luego a mi ano, la restregó por mi hoyito, introduciendo un dedo en él.

¡Ohhh! Suspiré al notar cómo entraba su dedo.

Tranquilo payo, que ya te lo voy a chingar, y preñar bien preñado para que goces y gimas de placer.

Arrimó su polla a la entrada de mi ano, y con un solo movimiento de su pelvis, enterró toda su verga dentro de mí.
¡Ohhh! Suspiré a la vez que daba un respingo, notando cómo me entraba aquella polla.

Ya tenía sus huevos y pelvis pegados a mi culo, y la polla del gitano en lo más profundo de mis entrañas. Notaba sus pelos púbicos rozarme la piel haciéndome cosquillas mientras él terminaba de colocarse y empezar a culearme.

Empezó con un ritmo suave, para poco a poco ir incrementando la velocidad de la enculada.

¡Ohhh! Aquello me estaba haciendo gozar y gemir cómo una perra en celo, ¡ooohhhh! Gemía al notar el roce de su polla con mi próstata.

Dale rápido, le pedía yo, dale rápido, ¡ooohhh! ¡ooohhh! Gemía mientras estaba siendo enculado por la polla de aquel gitano.

De repente se paró, sacó la polla de mi culo diciéndome que me sacara el pantalón del chándal por completo, y sentándose él en aquella especie de asiento, me ordenó que me sentara a horcajadas sobre él.

Haciendo lo que me había dicho, me saqué las zapatillas, y terminé de sacarme el pantalón del chándal y slip. Luego fui hacia donde estaba el gitano sentado, viendo cómo se erguía aquella majestuosa verga; estaba roja he hinchada, esperando por volver a entrar en mi culo; me apoyé con las manos sobre los hombros del gitano, y abriendo las piernas me fui sentando a horcajadas sobre el gitano.

Me agarró con sus manos el culo, colocó su polla en la entrada de mi ano, y mientras me iba sentando, aquella verga volvía a hacer que mi esfínter cediera, dándole vía libre para que entrara en mí.

¡Ohhh! Payo que gusto, me decía el gitano mientras me sujetaba con sus manos por la cintura, e impulsaba su pelvis para que su polla llegara a lo más profundo de mis entrañas.

Así payo, así, muévete así, ¡ooohhh! Que gusto, te voy a chingar bien chingado este culito que tanto me gusta, ¡ooohhh!

Mientras yo subía y bajaba sobre aquella verga apoyando mis manos sobre sus hombros, el gitano no paraba de dar suspiros y hablarme de lo que le gustaba, y lo preñado que me iba dejar. Luego acercó su boca a mi cuello, dándome lametadas y pequeños mordisquitos, para seguir con sus manos pellizcarme los pezones de mis tetillas, haciéndome dar gemidos de placer.

¡Ufff! Aquello me estaba haciendo derretir de placer. El cuerpo me temblaba, y el corazón parecía que se me iba a desbocar. La pobre de mí polla no paraba de gotear semen, y en cualquier momento estallaría cómo un volcán en erupción.

Ya solo se escuchaba nuestros jadeos, y el chof, chof, chof, de la polla del gitano entrando y saliendo de mi culo, cuando noté cómo se hinchaba la polla del gitano, los dedos de sus manos se clavaban en mis caderas, y soltando un grito de placer, empezaba a llenarme el culo con su leche, ¡aaahhh! Me corro, me corro.

Apoyó su cabeza en mi hombro y dándome un mordisco en la base del cuello, terminó de eyacular.

Cuando terminó de eyacular y recuperar el aliento, sin sacar su polla de mi culo, con su mano agarró mi polla, la cual no había parado de gotear esperma, mientras me estaba dando por el culo el gitano, y con 2 meneos que le dio a mi polla, empecé a correrme, ¡ooohhh! ¡ooohhh! Me corro, me corro, ¡ooohhh!

Una vez repuestos y recuperado el aliento, nos vestimos y salimos del furgón, ya que tan solo nos faltaban 5 minutos para empezar a trabajar de nuevo.

Encendimos un cigarrillo y fuimos a donde estaban los 2 colegas del gitano. Nada más terminar de fumar el cigarrillo, ya se cumplía la hora de descanso que teníamos para comer.

Volvimos a nuestro puesto y seguir con la carga de los camiones que nos quedaban. Estábamos colorados por la chingada que me había terminado de dar el gitano, y olíamos a sexo y semen; menos mal que el fuerte olor a pescado minimizaba el olor que desprendíamos; yo llevaba el semen del gitano en mis entrañas, y él llevaba mi esperma por su pecho y vientre.

Cuando terminamos la jornada a las 7 de la tarde, antes de ir a ducharnos, fuimos el gitano y yo al bar de la cooperativa y beber una cerveza, y es que estábamos sedientos y muertos de sed. Después de beber la cerveza, fuimos a ducharnos.

Cuando llegamos, ya casi no quedaba nadie. En ese momento salían los 2 colegas del gitano, hablaron con él, quedando de esperarnos en la cervecería.

Entramos los 2 en la misma ducha, ya que la otra todavía estaba ocupada, y aquello iba ser peligroso si cómo ocurrió, se iba el que estaba terminando de ducharse. Tan pronto se fue el único que quedaba, el gitano no perdió el tiempo, se abrazó a mí, llevó su boca a la mía, empezando a darme pequeños mordiscos en el labio inferior, luego pasarme la lengua por ellos, para terminar por meter su lengua en mi boca y juntar nuestras salivas.

Cogió con su mano mi polla y huevos, magreándomelos a la vez que mordía mi cuello y hombro, para poco a poco irme bajándome hacia su polla, haciéndome que le empezara a chupar aquella verga que tanto me gustaba y tanto placer me daba.

Abrí la boca llevando la verga del gitano a ella, y empecé a lamer aquel falo que empezaba a ponerse duro y tieso como un mástil.

Lamí y chupé la polla y huevos del gitano, hasta que me hizo levantar cogiéndome por los sobacos. Me hizo dar la vuelta y apoyar los brazos a la pared de azulejos de la ducha. Tiró por mis caderas haciendo que mi culo quedara a su entera disposición, y arrimándose a mi espalda, me hizo abrir las piernas para colocarse justo a la entrada a mi ano.

Llevó su polla a mi hoyito y después de pegarlo a mi esfínter, fue empujando su pelvis para que este fuera cediendo.

Tan pronto mi esfínter cedió dando entrada a su glande, dio un empujón con su pelvis, clavándome toda su verga.

¡Ohhh! Suspiré a la vez que me erguía, al notar cómo volvía a estar empalado por la polla del gitano.

Ya ya payo, tranquilo que ya la tienes toda dentro; me dijo cómo si no la hubiera notado; claro que sabía que la tenía toda dentro, notaba sus huevos pegados a mi culo, y cómo su pelvis estaba pegado a mí, haciendo que sus bellos púbicos rozaran la piel de mi culo.

Terminó de colocarse, y poco a poco empezó a bombear su pelvis, haciendo que su polla entrara y saliera de mi ano.
¡Ay payo, tu culito me vuelve loco! Me vas a dejar los huevos secos, pero te voy a dejar este culito bien chingado.

Empezó a culearme cómo si fuera un caballo a pleno galope, haciendo que me mordiera los labios y me pusiera de puntillas y gimiera cada vez que su polla rozaba mi próstata, ¡ooohhh! ¡ooohhh! Gemía en un constante lamento, a causa del placer que me estaba dando aquella polla.

No tardó mucho el gitano en comenzar a gemir, ¡ooohhh! Me corro, me corro, gritaba a la vez que soltaba su esperma en lo más hondo de mi culo por segunda vez en el día, ¡ooohhh que gusto! ¡Ay Payo que gusto!

Me tenía abrazado, su polla en lo más hondo de mi culo terminando de eyacular, el agua de la ducha pegando en nuestros cuerpos, y mi polla goteando constantemente semen por toda la ducha.

Agarró mi polla con su mano, y mordiendo mi hombro empezó a pajearme hasta que terminé por explotar, soltando todo mi semen sobre los azulejos de la ducha.

¡Ohhh! ¡ooohhh! Gemía mientras me estaba corriendo sobre los azulejos. Ya, ya me he corrido, tartamudeaba para que parara de pajearme.

Cuando paró de pajearme y su polla fue saliendo de mi culo, dejé de temblar y poco a poco me fui recuperando de aquella segunda chingada del día que me daba el gitano.

Una vez recuperamos el aliento, terminamos de ducharnos, luego nos secamos y vestimos, encaminándonos a la cervecería donde nos esperaban los colegas del gitano, para tomar unas cervezas.

Yo después de la tercera cerveza, me despedí de ellos hasta el próximo día. Iba cansado por el trabajo, el culo abierto por las chingadas del gitano, y bien lleno de semen.