Solo basta con mirar bien I

Esta es una historia real que aconteció hace muy poco tiempo, prefiero no mencionar mi nombre por razones evidentes, más mencionaré el nombre real de ella a manera de que pueda ubicarlos más ciertamente en lo ocurrido. Durante los últimos años había buscado algo que de verdad llene todas mis expectativas respecto al sexo, después de horas y horas de muchas películas y revistas solo una cosa era cierta, necesitaba a gritos algo más interesante que tratar de ver a la vecina cambiarse la ropa a través de esa incomoda cortina que poco o nada de visión me daba.

Nueve de la mañana de un día Sábado, me acababa de despertar y estaba solo como es habitual, aun recostado sobre mi cama en un estado taciturno aprovechando esos instantes para recuperar los ánimos; mi hermana menor de 17 años con quien vivo desde hace más de 1 año había salido a un día de campo, mis padres son divorciados desde hace 3 años y cada uno ha hecho de su vida cosa aparte, se han limitado a financiarnos los estudios y la vivienda en la misma casa que fue un día la residencia de mi familia mientras aún estaba entera.

Carolina mi hermana no volvería antes de las 7 de la noche. La criada, Laura, había llegado un poco tarde ya que lo normal era sentir los ruidos de su trabajo desde más temprano, jamás tuve la oportunidad de intimar con ella, y nos limitábamos a conversaciones puntuales respecto a su trabajo y el mantenimiento de la casa. Después de unos minutos, decidí salir de mi habitación con dirección a la cocina, predispuesto a tomar un vaso de leche cuando grande fue mi admiración al verla con una faldita bastante apretada.

Eso me llamo la atención a primeras y mucho más aún después de que me senté detrás de ella, fue ahí que tuve el panorama más claro que nunca. La pregunta que me invadió de repente… «era ella?»… Se veía demasiado bien, durante varios meses se ocupaba de ordenar y limpiar las cosas y jamás me había percatado del buen y contorneado trasero que tenía… para sus 19 o 20 años lucía unas más que perfectas piernas, tenían el color canela ideal y estaban proporcionadas de manera prodigiosa, además de que le hacían un favor a esos tacones negros y altos; eso causo inevitablemente un visible bulto en mis pantalones el cual trate de disimular sentándome casi recostado en otro sillón que estaba más a un lado de ella en la habitación contigua que era algo así como una sala intermedia. Sin querer parecer evidente me dispuse a tomar el vaso de leche que había servido minutos antes, cosa que me resulto difícil considerando que era imposible desviar la mirada de aquello que en ese momento era tan atractivo para mis ojos. Ella mostró total indiferencia respecto a mi presencia, e incluso aseguraría de que en un momento alcanzo a darse cuenta del rumbo y la expresión de mis miradas, sin mayor problema continuó con su labor.

Después de esta plácida escena y con la intención de autosatisfacerme salí de la cocina con dirección nuevamente a mi cuarto, lugar en el que aproveche para pensar en lo que había visto, buenas piernas un buen trasero, que más podía pedir? Me encontraba perplejo y pensativo sin estar consciente de la hora, no hice nada hasta que miré el reloj dándome cuenta de lo tarde que era, día antes me había comprometido a reunirme con los amigos del barrio y después de fallar tantas veces a esos encuentros apresuré mi marcha de salida terminando de esta manera aquel extraño clímax que recorría todo mi ser.

Salí apresuradamente a mi habitual reunión de amigos de los días Sábado, el lugar usual era aquella pequeña plaza a 2 cuadras de mi casa en la que pase los más de mis días de niñez compartiendo con los mismos tipos que ahora eran ya jóvenes al igual que yo, al llegar pude percatarme de que Jorge, Rubén y Eduardo comentaban algo muy gracioso por las sonrisas y carcajadas que lanzaban. «Que haces viejo!» me dijo Jorge «Lo habitual» respondí. Nunca tuve muchas palabras, y siempre me caractericé por hablar poco entre mis compañeros, generalmente me bastaba con escucharlos hablar de todo lo que les ocurría y ellos nunca se incomodaron por aquello, sus aventuras y hazañas por lo general interesantes la mayoría eran el tema principal de la conversa, y algunas de esas historias no pasaban de ser fruto de su hábil imaginación… «Ayer en la noche me cogí a una morena lindísima» comentó Eduardo, el más galán del grupo.

Sin duda las mujeres caían rendidas a sus flirteos, sus muchas novias eran el reflejo de su habilidad natural para convencer a las mujeres, muchas de estas eran realmente lindas, y no faltaron las oportunidades para que yo fantasee con la idea de tener entre mis manos las lindas nalgas de aquellas ‘conejitas’ como él solía llamarlas… «Pero no saben que hice…” dijo Rubén, «Hace una semana le mezcle a mi novia en el jugo un par de pastillas que las hace sentir más sensuales»…

En ese momento me pareció un atropello a la voluntad de una persona el hacerle eso, pero también me pareció una idea excitante. En uno y otro dialogo se siguió hablando del tema, todos contaron alguna de esas usuales historias sobre pastillas que quitaban las inhibiciones a las mujeres. En fin me parecía una charla poco interesante considerando lo que tenía en mente, y decidí despedirme de ellos no sin antes comentarles sobre mi sensacional experiencia con Laura, la criada. Con la mente más perturbada que nunca volví a mi casa, con miras de verla nuevamente. Grande fue mi sorpresa al no encontrarla por ningún lado, era ya la hora de almuerzo y no estaba ella para servirme la mesa… «Lauraaaa»… Grite.

No escuché respuesta alguna, decidí tomar una ducha a manera de hacer hora, posiblemente salió a comprar algo como ya muchas veces había acontecido. Pensar en la idea de verla desnuda se convirtió en mi ocupación favorita mientras me duchaba, después de cerrar el agua escuche el sonido de la puerta de entrada; con seguridad era ella y ya estaba cerca mi oportunidad de verla y apreciar con más cuidado todo aquello que ya lo tenía en mente desde horas antes, sin duda todo esto me tenía muy emocionado. Después de vestirme, ansiosamente me dirigí a la cocina, momento en el cual la vi sentada con la cabeza inclinada y una mirada baja. «que paso Laura?»…

«Me acabo de enterar de algo muy penoso» me contestó. «Cuéntame, que paso?» Insistí y aproveche para sentarme al lado suyo a manera de socializar. Empezó a relatarme la historia de un primo al cual ella apreciaba mucho, con el cual había tenido una riña bastante fuerte, me comentó lo mucho que significaba para ella esa enemistad después de que vivieron muchos años de su vida en la misma casa, empezó a llorar suavemente, mientras la consolaba ofreciéndole un pañuelo y acariciando su hombro, sentía algo de lástima pero no podía quitar mis ojos de aquellas curvas que definían sus pechos a través de aquella blusa blanca, tal vez si hubiera esforzado mi cabeza un poco más próximo a ella, alcanzaría a ver en su integridad ese gran par de pezones los cuales sobresalían levemente a través de la delgada tela de la blusa. Después de un momento de congoja, y con un semblante mucho más tranquilo, me dio una sorpresa al decirme: «Quieres que te diga algo sinceramente?

Tengo ganas de brindar por lo tonta que soy en ocasiones, todo fue mi culpa y esta vez lo reconozco!..» una expresión extraña envolvía sus labios. Sin desaprovechar la oportunidad me dispuse a sacar una botella ya comenzada de un vino añejo que teníamos en la congeladora. Mi impresión se hizo más grande después de oírla decir: «Si no fuera demasiado pedir preferiría algo más fuerte, me invitas un trago?»… No faltaba más… era el momento de sacar de la reserva alcohólica de mi cuarto que tanto esperaba ser utilizada, aquél par de botellas de un Ron barato que guardaba de una fiesta anterior en la que sobro mucha bebida. Le serví un vaso puro y se lo tomó sin pestañear, «No me acompañas?» Me dijo, hice lo propio, y empezamos a beber. A medida en que íbamos tomando, la conversación se hizo más fluida… «Tienes novia?» me pregunto… Tímidamente respondí «No… por el momento no»… «Y Como le haces??????» Me dijo con un tono de falsa ingenuidad… en ese momento; RINNNGGGG RINGGGGG;….que mala suerte!…me interrumpió el sonido del teléfono el cual fui a contestar rápidamente para no perder el clima de la charla.

«Hola? llamamos para informarle de la ampliación de nuestros servicios de televisión por cable, los cuales estarán disponibles a partir…. » por favor ! no estoy interesado, respondí claramente y me dispuse a volver a la cocina, esta vez me asombré de sobremanera al verla con el pelo suelto, y sentada en la silla al revés, con sus pechos apoyados en el espaldar, y un botón menos en su escote, eso no llegaba a mostrar mucho pero sin duda insinuaba demasiado… Era evidente de que tenía calor, en mi corta ausencia se había tomado un par de tragos más y su actuar era cada vez más extrovertido.

Puse mi silla a un lado de ella, a medida en que me servía un poco más de Ron. Y de repente, posiblemente por causa del efecto alcohol regó algo de bebida en mi pantalón, no era mucho pero se alarmó bastante. «Disculpa, de veras que lo siento» Me dijo… «No te preocupes, estas cosas suelen pasar» Contesté. Seguido de esto, tomó una toalla y trato de absorber con ella el líquido que aún estaba derramado en parte de mi pantalón cercano al muslo.

Tal movimiento fue suficiente para que mi erección se hiciera bastante notoria, no había forma de ocultarlo y ella seguía limpiando sin al parecer percatarse aún; mientras lo hacía con movimientos lentos y pausados alcanzó a darse cuenta de lo que ocurrido, mostrando nuevamente la misma indiferencia que la caracterizaba y siguió frotando la zona con más rapidez y firmeza, momentos no podía entender lo que pasaba hasta que el movimiento se extendió por encima de ese bulto, lo que me llevó a 100 por hora, no pude contener un pequeño acto reflejo hacia adelante, cosa que le bastó para desviar su mirada de aquello, y situar aquellos tentadores ojos sobre los míos. «Te gusta lo que hago?»

Me preguntó… Me quedé sin palabras, y solo alcance a mover la cabeza en señal de un ‘si’. Entonces continuó con más fuerza, esto era demasiado, podía ver sus lindos senos balancearse con un va y ven extremadamente excitante, en ese momento y sin esperar ninguna otra confirmación me saco el miembro por la bragueta y lo empezó a frotar con las manos, eso era estupendo; jamás había sentido el peso de otras manos haciendo ese trabajo, y menos con la habilidad que lo realizaba. Mientras yo estaba sentado, y sin perder el control sobre lo que hacía se bajó la faldita mostrándome un fabuloso espectáculo y dándome las espaldas se sentó encima mío, continuando por supuesto con el movimiento que cada vez me llevaba más cerca del momento cumbre, aproveche la situación para quitarle la blusa y consecuentemente el sostén, no pude controlar mis actos al ver esos pechos tan firmes y redondos, cabían y sobraban cada uno en mi mano, mientras con una mano le palpaba suavemente el pezón con la otra empecé a tocarle las zonas cercanas a su clítoris, cosa que la puso muy ansiosa, ya que empezó a tocarse con la otra mano los labios vaginales de manera rápida y circular.

En ese instante agarro mi pene y sin vacilar lo metió en la vagina, al principio se sentía algo apretado, sensación que cambió cuando empezó a moverse de arriba a abajo y francamente era sensacional percibir esa humedad deslizándose por mi miembro que no soportaba más padecimiento, necesitaba terminar pronto, esto era demasiado y ya no resultaba fácil controlar los movimientos, ella se dio cuenta y apresuró la marcha, instante en el que empezó a jadear de forma más intensa, parecía estar extremadamente satisfecha dados los estremecimientos que tenía a intervalos de tiempo, unos segundos más y me habría corrido, dándose cuenta ella, se levantó y me hizo recostar en el piso; situándose de rodillas y agarrando sus 2 abultados senos por las partes laterales los cuales juntó y empezó a rozarlos sobre mi pene de arriba abajo, los apretaba bastante y eso era fabuloso, pronto comencé a soltar grandes chorros los cuales fueron a dar directamente en su vientre y ombligo, la sensación era extrema, mientras le salpicaba el semen seguía moviendo su cintura a la vez que levantaba su cabeza con la boca entreabierta, sus caderas firmes moviéndose encima mío hacían multiplicar el placer y me era imposible levantar mis manos de sus nalgas, las acariciaba con gran firmeza.

Después de esto y similar al acto de recoger mermelada, pasó su dedo por mi miembro tomando un poco de semen el cuál se llevó a la boca y saboreó cual última gota de un exquisito manjar, se levantó lentamente y se paró dándome la espalda y mostrándome sus providenciales glúteos que sin duda algún día tendría el placer de atravesar, se fue colocando toda la ropa que sin darnos cuenta estaba regada por todo el piso, yo sin palabras nuevamente, me quedé admirándola mientras se ponía aquella falda que horas antes me había perturbado de tan gran manera, alistó sus cosas, y salió, no sin avisarme de que el almuerzo estaba listo y en el horno.

Desde entonces y cuando se da la oportunidad tenemos algunos encuentros del mismo tipo, que por supuesto y a diferencia de muchos otros casos, conservan el mismo nivel de placer y satisfacción que el de la primera vez.