Los sonidos de una oficina
La sensación de total liberación fue tal que empezó de nuevo a azotarla, pero no sólo eso, de pronto, casi contra su voluntad, empezó a gritarle: "¿Te gusta, zorra, te gusta cómo te rompo el culo?" y obscenidades similares, a lo que ella respondió con sonoros gritos que sí, que siguiera, que le reventara el culo.