relatos eróticos ramona

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Mi mayor fantasía, leche de teta

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Luego apoyé esa mano en su espalda y, con un empujón mi polla comenzó a penetrarla. Se quedó quieta y dejo de suplicar, mi polla continuó entrando, hasta que con otro empujón se la metí entera. Puso los ojos en blanco y comenzó a moverse lentamente.