Estaba impresionante, llevaba una camiseta con un señor escote el cual dejaba a la imaginación muy poco dejando incluso a la vista una pequeña sombra de la aureola del pezón lo cual la hacia parecer muy potente...
Roberto y yo continuamos nuestra relación, encontrándonos en las tardes tres o cuatro veces por semana. Eventualmente él alquiló un departamentito que tenemos lleno de sábanas de seda, juguetes sexuales, disfraces y otras cositas. Roberto también arregla los viajes de negocios y las conferencias y compartimos la habitación tantas veces como nos es posible.