Virginia
Era una mañana húmeda de primavera estuvo lloviendo parte de la noche.
En mi cama con las sabanas alrededor de mi cuerpo, aun recordaba el sueño con el que me había despertado.
Estire mis brazos intentado tocar a mi amante, sin darme cuenta que hacia ya algún tiempo dormía sola.
Me fui al baño dispuesta a darme una ducha, me vi el reflejo de mi cuerpo en el espejo, era hermoso, sentí deslizarse la suave tela de seda que pretendía tapara mi cuerpo.
Tenia que darme una ducha rápida pues hay que ir al trabajo.
Mire en el armario, creyendo que daría la respuesta a la pregunta de todos los días ¿Qué me pongo?
Así que pensando que hoy me encontraba muy excitada me puse un vestido de tirantes, es largo pero tiene una abertura lateral que deja ver mis piernas, largas y doradas por el sol.
Lo que tenia muy claro es que me pondría la braga tanga de color vino que tanto me gusta.
Me deslice el vestido, que cayo sobre mi cuerpo, pensando no me he puesto sujetador, no pasa nada, la verdad es que no tengo lo que se dice un gran pecho, pero si el suficiente para gustar.
Hoy seria un día largo, trabajo en una galería de arte, tenía que inaugurar una exposición de pinturas, al llegar ya había gente trabajando, faltaban muchas cosas por terminar.
La mañana se paso entre idas y venidas, los obreros que allí estaban terminado de dar los últimos retoques no dejaban de mirarme, sentía como mis pezones se ponían duros con sus miradas, eso les provocaba sus miradas, cuando me di cuenta era la hora de la comida.
Todavía me sentía como me había despertado, me fui a la trastienda del local, me senté a tomar un refresco, estaba frío, helado, lo pase por mi cuello sintiendo ese frío, por mis labios, lo baje hacia mis piernas, lo subía del tobillo a mis muslos, me subí el vestido dejado ver todas mis piernas, llegue ha ponérmelo entre los muslos cerca de donde terminaba mis piernas, al contacto sentía un escalofrío que me recorría todo mi cuerpo provocando que mi cuerpo se arqueara hacia atrás, me pellizcaba los pezones sintiéndolos duros, estaba tan excitada, en eso hoy entrar a una clienta con la que tenia cierta amistad.
Se llamaba Virginia, era una mujer guapa, pelirroja, alta, de grandes ojos azules, al ver como me encontraba se rió, nos reímos juntas, ella se acerco, se arrodillo.
Me pregunto ¿ nunca has probado con una mujer? No supe bien contestarla, pero no puede resistirlo y la bese en la boca sentí sus labios sobre los míos, la agarre por el cabello, sintiendo sus rizos en mis manos ella me acariciaba los muslos, apretaba sus uñas sobre ellos.
Mis manos fueron a sus pechos sentí su calor sobre la camisa, mientras que ella había llegado a mis bragas tocando con sus dedos mi clítoris, se ha cerco a mi oído, susurrándome: «por que no vamos a otro sitio» así que sin decir nada nos fuimos a su apartamento.
Era un apartamento grande, con una gran luz natural, Virginia se reía y con su risa los nervios desaparecían, pase ha un dormitorio grande, con una cama cubierta por una fina colcha de hilo blanco, tenia un parador con un enorme ramo de margaritas, me senté al borde de cama, mientras la veía a ella sentada en un pequeño taburete, como comenzaba a quitarse la blusa, se desabrochaba lentamente los botones, dejando verse el sujetador de color melocotón, era tan hermosa, sus labios rosa no dejaban de modéreselos, mientas me miraba, con aquellos ojos azules.
Se acerco a mí como una dulce gatita, me tiro de la falda, que salió sin dificultad, dejando ver mis piernas, me tumbe, ella comenzó a lamer desde el tobillo subiendo lentamente, cada toque con su lengua hacia que mi excitación creciera mas y mas, me quiete la camiseta dejado mis pechos al descubierto, me los acariciaba mientras ella ya había llegado a mi tanga, lo aparto, mientras yo me abría para dejarle paso, sentir aquella lengua, como lamía mi clítoris, sentir su lengua haciendo círculos sobre mi clítoris, mientras que sus dedos se introducían dentro de él.
Estuvo largo tiempo haciendo o eso me pareció a mí, cuando llego a un largo orgasmo.
La vi abrir un cajón del cual saco unas bragas con una polla grande, mas bien enorme, se las puso, diciéndome «ahora voy a darte todo lo que quieras» se puso encima de mi cara, y pude ver que dejaba ver todo su coño, no-tenia pelo.
La hoy decir: «Chupa» así que con mi lengua empecé a chupar, a pequeños toques, pues nunca había estado con ninguna mujer, todo aquello era nuevo para mí, creo que me deje llevar por el deseo, chupe aquello con gusto, ella quiso que también chupara aquella polla, la chupaba como si fuera verdad, pues en nuestro juego así lo era.
«Quiero que me folles» la dije en el peor lenguaje, me sonrío.
Me fue introduciendo poco a poco, cuando comenzó a ir y venir con las caderas, me deje llevar sitiándome subir a las alturas, mi cuerpo deseaba mas con cada movimiento suyo, sentí su dulce lengua rozar con mis labios, mi legua con la suya, en un beso lleno de lujuria y pasión, así estuvimos hasta que las dos no quedamos exhaustas.
Habían transcurridos varios meses, me comento que nos fuéramos a una casa que tenia cerca de la playa, que tenia una gran sorpresa para mí, cuando paso a recogerme en su coche, nos pusimos de camino.
Era preciosa de color blanco en una pequeña montaña, desde allí sé podía ver el mar. Pequeña y muy coqueta, tenia dos pequeños dormitorios, un salón con chimenea, cocina con un salón más pequeño.
Me di una ducha, y nos fuimos a pasear, hablamos de un montón de cosas, de esa cosa que hablan las mujeres (hombres) pues desde aquel día no hubo mas sexo entre nosotras dos, compartimos gustos parecidos, en música, en cine, incluso nos gustaba la misma ropa.
Me comento que esa noche había una fiesta en el pueblo y que iríamos a divertirnos.
Parecía que nos habíamos puesto de acuerdo pues las dos nos pusimos dos pantalones vaqueros muy ajustados con dos camisetas que se ceñían muy bien a nuestros cuerpos.
Al llegar al pueblo, vimos una feria con coches de choque, algunas atracciones de niños, una pequeña noria.
Nostras nos fuimos a tomarnos unas cervezas bien frías, nos sentamos en una mesa, sin darnos cuenta teníamos a dos tipos rudos frente a nostras.
Nos invitaron a otra cerveza, después se sentaron con nostras, nos contaron cosas del pueblo, en eso vino otro amigo mas que se sentó también.
Uno se llamaba Miguel alto fuerte, curtido al sol, tenia una manos enormes, de grandes ojos verdes.
Otro era mas o menos igual, de nombre Alfonso, sus ojos eran negros como su pelo, pero él ultimo que se unió a nosotros era también alto, pero llevaba el pelo largo, atado atrás por una coleta, parecía un poco más urbano.
Este se llamaba Mariano.
Después de beber varias cervezas y de reírnos de chistes, chismes y cuentos.
Nos fuimos, a la playa.
Había ya anochecido, con ramas y cosas que nos encontramos preparamos una gran hoguera, creo que fue Virginia la que dijo: «como me apetece darme un baño».
Sin mas se desnudo y se marcho al agua, los dos de ellos hicieron lo mismo, le veía como se perdían dentro del agua jugaban.
Poco a poco el juego fue cambiando, se acercaron a Virginia uno por delante la abrazo, la besaban, mientras el otro desde atrás la acariciaba los pechos, nosotros sentados, inmóviles observamos la escena sin perder detalle.
Poco a poco la llevaron ha escasos metros de donde estábamos nosotros, uno se tumbo en la arena, así ella pudo llevar a su coño a la boca del que yacía en el suelo.
Mientras la chupaban, ella agarro la polla del otro llevándosela hasta sus labios, veíamos a tras luz como se introducía en su boca cada vez mas y más, así estuvieron un rato.
Me sentía fascinada ante la escena, cuando él que estaba tumbado se puso de pie tomando el relevo.
En segundos él que se encontraba de pie, con una polla de un tamaño considerable se puso de rodillas y se la introdujo sin más.
Se veía todo entre las oscilaciones del fuego produciéndose que la escena fuera más ardiente.
El pelo de Virginia parecía fuego, su pecho se movían rítmicamente en cada movimiento, a su vez con cada enviste ella introducía mas y más la polla que chupaba.
Me notaba tan húmeda, miraba a mi compañero, creo que los dos estábamos excitados pero deseábamos mirar.
Mi mano paso a mí entrepierna, mientras veía que él que la esta poseyendo se había tumbado, ella se puso encima de él, fue devorando lentamente introduciéndose aquel pedazo de carne por lo que parecía ser su culo, fue despacio y así vimos como desapareció.
Ella disfrutaba subía y bajaba mientras que la ayudaba con sus manos.
El otro de pie observaba la escena mientras que no dejaba de tocarse la polla.
Fue algo increíble mi compañero, que se había dado cuenta de mi situación se acerco, bajando me los pantalones comenzó a lamerme.
Estaba completamente excitada, notaba su lengua como me recorría desde el ano a mi clítoris, mientras veía a Virginia que se había dado la vuelta, su cuerpo estaba tumbado sobre él que tenia enculada, él otro la penetro por delante, ella gritaba de placer y de dolor, pero los hombres no paraba de moverse.
Mientras Mariano se había bajado los pantalones, me saco su polla, era mas bien grande no como la que tenia Virginia en su culo, pero grande, me puso a cuatro patas, así que de frente tenia a estos tres pasándoselo en grande mientras que a mí me metían.
Virginia se dio cuenta, y no sé que manera se puso frente a mí en la misma posición en la que yo me encontraba, uno de ellos se fue atrás y la poseyó como me lo estaba haciendo, el de la polla grande se puso entre medias de nosotras.
Comenzamos a chupársela las dos al mismo tiempo, con ello uníamos también nuestras lenguas, mientras que los dos hombres nos daban con fuerza, sentí como temblaban mis piernas, sentí como se corría dentro de nuestras bocas, los besos de Virginia en mi cara su lengua dulce en mi boca, mientras que los hombres se corrían en nuestras espaldas.
Nos fuimos a mar a lavarnos, jugamos con el agua felices, nos sentamos al fuego pues la noche había comenzado a refrescar, de madrugada nos dejaron en casa.
Me di un baño para quítame la arena que todavía llevaba y la sal del cuerpo, dormí como una niña.
Pero la sorpresa todavía no había llegado, Virginia vino a despertarme por la mañana, y me dijo:
«Hoy llega tu sorpresa pero tienes que jugar, hoy serás mi ama»
Me sorprendió pero pensé y ¿por qué no?.
Al mediodía llega mi sorpresa, resulto ser un amigo de Virginia, un mulato de casi metro noventa, tan grande.
Él sería mi otro esclavo, la cosa comenzaba a ponerse interesante.