Sorprendido en la fábrica abandonada
Cuando me pasó lo que voy a relatar; fui sorprendido en una fábrica abandonada haciéndome una paja y con uno de mis dedos acariciando mi ano.
En la época en que esto sucedió, me encontraba realizando el servicio militar en Zaragoza. Por aquellos días estaba gozando de un mes de permiso por lo que me encontraba en la ciudad donde vivo, y vivía en aquellos momentos, y que no es otra que La Coruña.
Aquel día había ido al puerto para buscar algún trabajo con el que ganar algo de dinero, pero no había tenido suerte. Había estado hasta las 2 de la madrugada y cansado de esperar encontrar algún trabajo, me dispuse a irme a casa y volver el próximo día, a ver si había más suerte. Llevaba 4 días de permiso y de momento no había tenido suerte.
De camino a casa, pasaba por al lado de una fábrica que llevaba tiempo abandonada; prácticamente se encontraba en ruinas; al llegar a su altura, me vinieron ganas de mear, por lo que se me ocurrió entrar en la fábrica abandonada y ponerme a mear. Cuando saqué la polla y hube meado, la polla se me empezó a empalmar; llevaba tiempo sin pajearme, y además no terminaba de atreverme a ir por donde había encuentros homosexuales; lo máximo a lo que me había atrevido, era a ir a algunos aseos públicos, y siempre había salido corriendo sin llegar a ningún encuentro.
Tan solo hacía algo más de un mes que me habían desvirgado en Zaragoza, y aunque me había gustado, el buscar quien te diera por el culo, me aterraba. Así que después de haber meado, me quedé con la polla fuera del pantalón, y a la vez que iba recorriendo la fábrica, llegué a una zona donde estaba en mejores condiciones. Aquel lugar parecía más despejado de escombros, hasta aquella parte todavía tenía la parte del techo. Así que allí me desabroché el pantalón, dejándolo caer hasta los tobillos, y con el slip sobre las rodillas, empecé a pajearme. Mientras con una mano acariciaba mi polla y huevos, con la otra mano, me empecé a acariciar el culo. Cuando empezaba a estar más salido, llevé la mano con la que acariciaba la polla y huevos, y empecé a acariciar los pezones, dándole fuertes pellizcos, y estirar los pezones hasta donde podía aguantar.
De lo que no me había percatado, es que desde que había salido del puerto, un hombre me iba siguiendo, y por supuesto me vio entrar en la fábrica abandonada. El muy cabrón también había entrado sigilosamente a la fábrica, y espiaba lo que yo estaba haciendo.
Cuando se dejó ver, yo me estaba metiendo un dedo en el culo, mientras con la otra mano me pellizcaba y estiraba los pezones. Al yo verlo allí, quedé petrificado; era lo que menos esperaba en aquellos momentos.
Era un hombre que rondaba sobre los 40 años y un fuerte corpachón; era por lo menos 15 o 20 centímetros más alto que yo; si aquel tipo me suelta uno de sus brazos, me deja estampado sobre la pared. El muy cabrón no solo me había seguido desde que había salido del puerto, sino que además llevaba un rato espiando lo que hacía, y en cuanto vio lo que hacía no dudó en dejarse ver, y hacer acto de presencia.
Tranquilo maricón, me soltó a la vez que me enseñaba su polla que ya llevaba de fuera. Hoy es tu día, estás de suerte, vas a probar el rabo de un macho. No vas a necesitar meterte el dedo en el culo, vas a tener este rabo para meterlo en ese culito vicioso que tienes.
No me suelo equivocar; tengo un radar especial para los mariconcitos como tú. Cuando te vi en el puerto, sabía que esta iba ser mi noche de suerte, y veo que no me equivoque.
Yo estaba paralizado y no sabía que hacer. El cuerpo me temblaba y aquel tipo me daba más miedo que otra cosa.
Me agaché para subirme el pantalón, pero él me ordenó que no lo hiciera. Quédate así, maricón, no quiero que te subas los pantalones. Ahora ya estaba a mi lado, y sujetando mis manos me hizo soltar el pantalón, el cual volvió a caer a mis tobillos.
Tranquilo que no te voy hacer nada, solo vamos pasarlo bien, ya verás como vas gozar con esta polla, lo vas disfrutar más que con tus deditos.
Llevó mis manos a su polla, y me dijo, tócala ya verás cómo te gusta, juega con ella que esta noche va ser toda tuya, te va entrar en ese culito toda ella. Mientras yo sujetaba con mis manos aquella polla; era grande y bien proporcionada, aunque todavía no estaba más que morcillona, ya se mostraba un buen falo; él me levantó la camiseta que llevaba, tirando por ella para arriba me la sacó, tirándola a un costado de donde estábamos. Ahora me abrazaba más a él, y acariciando mi espalda, bajó hasta mi culo. Con una de sus manos llevó un dedo a mi ano, y al intentar meterlo en mi culito; tenía unos dedos bastante gruesos; me hizo dar un pequeño quejido, ¡ah!
¡Uy, veo que estás cerradito!
¿No serás virgen, ¿verdad? Porque entonces vamos tener trabajo extra.
No, le contesté, ya me desvirgaron.
Después de escupir en su mano, volvió a intentar meterme un dedo en el culito, y aunque me hizo estremecer, ahora si había entrado una parte del mismo. ¡uy mariconcito, o mientes, o es que todavía no te han follado bien!
Solo lo hice una vez; fue hace algo más de un mes que me desvirgaron, le dije.
Siguió bajando sus manos por mis piernas, haciendo que el slip también cayera a mis tobillos. Luego subió a mi pecho, y con sus dedos me pellizcaba los pezones. Los tienes duritos, ¿debes estar bien caliente, ¿eh?
¿tienes ganas de polla, verdad mariconcito?
Claro que tienes ganas de polla, y hoy estás de suerte, te voy preñar este culito y vas gritar de placer, ya verás que bien lo vamos pasar. Hay que suavizar este culito ahora que ya te lo han desvirgado.
Termina de sacarte el pantalón y slip, mientras yo echo una meada que estoy que reviento.
Terminé por sacarme el pantalón y slip, cuando él ya me sujetaba por un brazo y tiraba por mí. Ven vamos para aquí que es donde eran los vestuarios, y estaremos mucho mejor. Ni tiempo me dio a ponerme los zapatos de nuevo, me tenía aquel tipo en pelotas por completo, en aquella fábrica abandonada, y dispuesto a darme por el culo. Aquello parecía una violación, pero una violación consentida, al fin y al cabo, ya que después de la primera impresión, ahora lo estaba deseando con toda el alma.
Efectivamente, allí parecía que era donde habían estado los vestuarios, y se encontraba en mejores condiciones. Casi me había llevado arrastras sin dejarme coger la ropa ni zapatos.
Anda chupa un poco la polla así la vas preparando para poder metértela en el culito. Con sus manos me hizo agachar, mientras llevaba su polla a mi boca me ordenó, anda abre la boquita y ve lamiendo con cuidado de no morderla.
Me sujeté a sus caderas, y abriendo la boca, fui lamiendo y chupando aquella espléndida polla. El muy hijo de puta, todavía le goteaba la polla después de haber echado la meada.
Anda que no te de asco ya verás cómo te gusta.
¡Dios, aún le cayeron algunas gotas en mi boca, y la polla me sabía a meos! No era un olor muy fuerte, pero sí salado.
Mientras yo le lamía y chupaba la polla, él se fue quitando la ropa, hasta quedar en pelotas igual que estaba yo.
Ahora me agarraba por la cabeza, y mientras me ordenaba abrir bien la boca, él intentaba meter la polla todo lo más profundo que podía; en varias ocasiones me hizo toser, y casi me atraganto. El muy hijo de puta quería llegar con su polla a mi estómago.
Después de un buen rato chupando aquella gran polla, me hizo levantar, me dio un mordisco en los pezones, mordisco que me hizo dar un grito, ya que mordió con ganas, luego fue subiendo por mi cuello, y al mordisquearme el mismo, me hacía temblar. Las piernas se me doblaban y parecía que tenían un baile particular, ¡aaaaahhhhh, aaaaahhh, gritaba mientras él me mordía el cuello!
¿Te gusta maricón, ¿eh?
¿Te gusta como te hago gozar, ¿eh?
¿Estás bien salido y caliente, ya me había fijado cuando te vi en el puerto; no hay mariconcito que se me escape.
Después de comerme el cuello y pezones, se apoderó de mi boca, y además de morderme los labios con su lengua exploró toda mi boca. Chupó, succionó por todas partes, y mientras me mordisqueaba los lóbulos de la oreja, me susurraba, ¡que bueno estás maricón, tiemblas de lo caliente y salido que andas! Pues no te preocupes que esta noche has tenido suerte, te voy follar este culito que tienes maricón. ¡Joder mariconcito, sí que tienes un culito bien bonito! Redondito, pequeño y algo respingón, y parece que te arde por recibir una buena polla. Me iba susurrando mientras con sus manos exploraba todo mi cuerpo. ¡Joder como lo vamos pasar, te voy dejar bien preñado de leche este culito. Llevo una semana sin follar, y hoy tengo los cojones bien repletos de leche, ¡uuuuummm, que cosita rica encontramos esta noche!
Me estuvo magreando, mordiendo y lamiendo por todo el cuerpo. Yo ya no paraba de temblar y gemir por todas las caricias que aquel tipo me estaba dando. Me tenía tan caliente y salido, que ya estaba ansioso porque me metiera aquella polla en mi caliente y desesperado culito.
¡Dios, yo no paraba de gemir como si fuera una gatita en celo, aaaaaaaahhh, mmmmmm, aaaaaahhhhh!
Te gusta maricón, estás deseando que te meta la polla en ese culito vicioso, ¿eh? No te preocupes, que yo también lo estoy deseando.
¡Joder como me gustas maricón! ¡ummmmmmm, que bueno estás!
Seguía con sus manos magreándome por todas partes. Con sus dedos pellizcaba mis pezones, luego recorrió la polla y huevos, a la vez que con un dedo exploraba mi ano y susurraba, ¡estás calentito maricón! ¿estás deseando que te rompa este culito, ¿eh? ¿tienes ganas de polla verdad?
Pues no te preocupes, que esta noche la vas tener toda dentro de tu culito.
Yo no paraba de jadear y gemir, mientras acariciaba con mis manos aquella gran polla que estaba a punto de follarme y llenarme el culito de leche calentita y espesa, ¡aaaaaaahhh, aaaaaahhh, gemía mientras no paraba de temblarme todo el cuerpo! Deseaba ser empalado por aquel falo majestuoso, quería que me llenara el culo de leche, y me hiciera gozar como lo habían hecho hacía ya algo más de un mes, el día que me desvirgaron.
Luego de llevar un buen rato siendo magreado, sobado y explorado por todas partes, me hizo dar la vuelta haciéndome agachar hasta tener mi culito a su entera disposición, pasó su mano por la raja de mi culo, para luego de escupir en su mano, me fue metiendo un dedo en el ano.
Vamos abrir un poquito este culito para que no te duela tanto.
Fue metiendo un dedo, luego metía otro con cierta dificultad, cosa que me hizo dar un pequeño grito, ¡Ay!
Tranquilo maricón, que ya verás cómo te va a gustar, y vas a gozar y querer que no te la saque, vas a disfrutar más que con tus deditos.
Después de haber conseguido meter el segundo dedo, e ir abriéndome un poco el culo, yo no paraba de soltar quejidos, ¡ah! ¡ah! ¡ah!
¡Estás bien cerradito, maricón! Pero tu tranquilo, que luego ya verás cómo me vas a pedir más. Te vas a aparecer a la gata Flora, que cuando se la meten grita, y cuando se la sacan, llora.
Cuando creyó tenerme bien preparado y caliente, Arrimó su polla a la entrada de mi culo, y poco a poco fue metiendo la cabeza de esta.
Yo daba pequeños gritos, y le pedía que despacio, por favor, ve despacio.
En cuanto dio entrado la cabeza de la polla, dando un movimiento de cadera, de una sola estocada me enterró toda su polla en lo más profundo de mi culo.
¡Dios, ya me había ensartado la polla! ¡uuuufff! Aquello me estaba haciendo sudar.
Así, así, ya la tienes toda dentro. Vamos esperar un momento a que tu culito se a costumbre a mi polla, y luego ya no te dolerá.
Me tenía bien empalado el muy hijo de puta. Me sujetaba por las caderas mientras me mordisqueaba la espalda, y con una de sus manos me acariciaba la polla y huevos.
¿así maricón, así, ya verás como tu culito se acostumbra y le da permiso a mi polla! Deja que se vayan conociendo.
¡Joder que estás bien cerradito y caliente, tienes un culito divino, mariconazo!
Poco a poco empezaba aquel pedazo de macho a moverse. Así, así, mariconcito, ¿ves como ya no te duele?
Grita y gime maricón, que te voy dejar bien preñado el culito. Ya verás como gozas de esta polla.
Yo no paraba de dar pequeños gritos y gemidos, al notar como aquella polla me taladraba el culo, ¡oooooohhhh, oooooohhhhh, oooooohhhh, parecía una gatita gimiendo! ¡aaaaaaay, aaaayy, suspiraba de placer cada vez que notaba rozar aquella polla mi próstata!
Cada vez me daba más fuerte y rápido, ¡toma polla maricón, toma polla, te voy dejar preñado este culito que tienes!
Los 2 estábamos sudando a más no poder, y allí en aquella fábrica abandonada, solo se escuchaban los gritos de placer de aquella follada, y el plas plas plas, cada vez que sus pelotas y pelvis chocaban con mi culo.
Empezaba ahora a dar gritos más fuertes cada vez que me culeaba, hasta que empezó a correrse dentro de mi culo.
¡Así, así, te voy preñar maricón, aaaaahhhh, aaaaaahhhhh! Y empezó a llenarme el culo de semen.
¿Dios que bueno estás maricón! Tienes un culito para estarlo follando toda la noche, ¡que gusto maricón, como me ha gustado follarte este culito!
Cuando terminó de descargar todo su semen dentro de mi culito, agarró mi polla y empezando a meneármela, me hizo correr como hacía mucho tiempo que no lo hacía, ¡oooooooohhhhh, oooooohhhh, me corro, me corro gritaba yo!
Una vez que me hizo eyacular, sacó su polla de mi culo, me hizo girar, me agacho hasta su polla metiéndola en mi boca, haciéndome chuparla hasta que se la dejé reluciente.
¿Te gusta mi lechita maricón, verdad que te gusta, está rica, ¿eh?
A tu culito también le gusta, mira como lo tienes. Lo tienes coloradito y ahora un poquito más abierto y suavizado.
Mira como le entra ahora mis dedos, ¡Joder maricón, ahora sí que traga el cabrón, parece que tiene más hambre! ¿le ha gustado la polla eh?
Una vez terminó de darme por el culo y follarme bien follado, empezamos a vestirnos. Para eso tuve que ir a recoger la ropa donde me había quedado.
Luego de vestirnos, me preguntó que hacía en el puerto, ya que yo le parecía que estaba haciendo el servicio militar.
Le dije que estaba buscando trabajo, ya que estaba con un mes de permiso, y necesitaba algo de dinero.
Si buscas algo temporal, puedes venir mañana, y te presento a un chabolista que te puede dar algún que otro trabajo. Eso sí, pero vas tener que compensar por el trabajo, estoy seguro de que con ese culito que tienes no vas tener problema, estoy seguro de que le vas gustar un montón.
¡Dios, lo mismo que me gusta a mí me soltó, a la vez que me magreaba el culo con sus manos!
¡Joder, tienes un culito que está para comer, me iba diciendo a la vez que me restregaba su paquete! Me están entrando ganas de arrancarte los pantalones, y volverte a follar ese culito que tienes mariconcito.
Después de un buen magreo y comida de boca, en el que estuvo a puntito de volverme a quitar los pantalones y volverme follar, nos despedimos quedando en vernos en el bar del puerto cuando quisiera ir, a él lo podía encontrar allí todos los días, solo tendría que preguntar por Fernando si no se encontraba en esos momentos, y me dirían donde encontrarlo.
Me fui aquella noche feliz, contento y con el culo super abierto, lleno de semen y bien preñado.