Con una tía
No hubo necesidad de decir más; la abrace, le apoye la espalda en la muralla, tome sus piernas las puse en mi cintura y puse sus pies en el borde de la tina, y empezamos de nuevo, yo le metía mi pene con toda mi fuerza, era un animal en ese momento, y a ella le gustaba, se apretó a mi cuello y me pedía más, me pedía que se lo enterrara con mucha más fuerza, entre sus gemidos y mis empujes terminamos nuevamente.