Pasión prohibida III
Comencé poniéndome en cuatro y pidiéndole a Carla que trabajara mi ano para dilatarlo suavemente sin que me duela. Ella comenzó mojando mi cola con su saliva e introdujo muy despacio un dedo, luego otro y así sucesivamente. Mientras tanto yo con una mano me masturbaba y con la otra me sostenía para no caerme. Relámpago pasó de ser un participante a ser un simple espectador, su miembro seguía erecto esperando por mí.