A habíamos tenido sexo a roletes, en la mesa, en la cocina, en la ducha, en el living mientras mi cuñada dormía (o sé hacia la dormida, nunca se lo he preguntado, calculo que alguna masturbación se habrá hecho mientras nos sentía), en el auto, etc.
Soltero sin compromisos y con un buen sueldo, invertía parte de él en multiplicar mis eyaculaciones y ponerme al día con el atraso que traía de la casta Buenos Aires.
Venerables señoras que cumplían la importantísima función de iniciar a los hombres en el sexo y luego solucionarles todos los problemas de insatisfacción que les producía el matrimonio.
Si la cosa no se cortaba no se en que podíamos terminar. Ya habíamos hecho muchos intentos, encuentros matrimoniales, terapia de pareja, tarotismo, numerología, y no se cuantas cosas más.
Unas anchas y lujosas escaleras cuya alfombra atenuaba sus pasos. No se soltaban de su brazo, por lo cual no podía buscar a la fotógrafa que tenía en su poder la instantánea en la que besaba a otra mujer.
El chico al que estaba lamiendo la polla, la agarró de la cabeza y comenzó a tensar sus músculos, vi saltar un chorro de esperma hacia la cara de mi mujer y en la de nuestra amiga y cómo ambas relamían los restos de leche que emanaba de aquella polla.
Yo no tenía otra cosa que hacer que meter mi mano por debajo del bikini y masturbarme como siempre lo hago, frotándome el clítoris.
No tarde en enterarme. Esa misma noche estaba tratando de dormir, cansado y excitado por el viaje no lo lograba, cuando escuché unos gritos de mujer que oía como si estuviera ahí mismo.
Primera parte de un relato de amor filial entre una madre efectuosa y muy consentidora y su hijo, un menor en los inicios de su pubertad.
Ella insistió en que mientras yo la amara y la quisiera a mi lado, ahí estaría. Reiteración que yo necesitaba desesperadamente, pero también reconoció, que no se había esperado que Lalo fuera tan buen amante.
Un Rodríguez es aquel marido que debido, a su trabajo o a sus obligaciones (o simplemente se inventa algo), debe permanecer solo en su casa durante una temporada, mientras su familia se marcha a disfrutar de las vacaciones en otro lugar.
Fué durante nuestro décimo aniversario y le regalé dos noches que no se nos van a olvidar nunca. Y todo esto fué con el apoyo de un americano llamado Allan que me ayudo a complacer a mi mujer.
Por circunstancias que no recuerdo tuve que ir sólo, transportar el equipo ya fue una complicación. Además no me gustaba trabajar sin compañero porque, si bien la mayoría de los clientes eran recomendados, uno nunca sabe con que loco se puede encontrar.
Una mujer casada tiene una fantasía y con la ayuda de su esposo la lleva a la realidad, lo que le permite descubrir su verdadera vocación.
Necesitaba leche para el desayuno de su familia y aprovechó para ir a casa de unos vecinos a pedirla.
No me suele gustar mucho parar a gente extraña y menos a esas horas, pero mi mujer me convenció haciendo alarde de su buen corazón, y detuve nuestro vehículo detrás de la furgoneta.
Su físico, era bastante gordita, no coincidía con el tipo de físico estereotipado que el puesto requería pero cuando la entreviste, antepuse las condiciones y el talento al aspecto y no me había equivocado al tomar esa decisión.
Una relación de pareja que va mal, una nueva compañera de trabajo, y la falta de sexo hacen que nuestro protagonista pierda los papeles con su hijo, o su hijo con el...
Es curioso como puedes pasar conviviendo con compañeros de trabajo durante años y de pronto descubrir un buen día que te sientes atraída por ellos, o que te han sabido seducir.
Chateando con mi mujer conocimos a un hombre de raza negra; luego convencí a mi esposa para que se lo hiciera con él.