Se apoyó sobre mi espalda y me puso esa estaca dura de nuevo en mi esfínter empujando con delicadez y poco a poco, notando como su sable me atravesaba el culito y aunque pensé que me lo desgarraba, en unos cuantos empujones controlados logró meterme su gran salchicha en mi agujerito.
La escuela estaba en un edificio a las afueras de la ciudad. Tenía aspecto colonial, y unos grandes jardines. En la entrada habían dos mujeres con ropa de montar y aspecto autoritario, nos hicieron pasar a una estancia en donde había un trono y una bella mujer que era la directora de la escuela, su nombre era Ama Patricia
Sus ojos se engrandecieron cuando ella se estiró para hacer que él penetrara por completo en su interior, y gimoteó lastimosamente cuando él a follarla, lenta y gentilmente al principio y con fuerza y ritmo crecientes posteriormente, espoleado por sus gritos.
Sí, estaba seguro, o al menos eso creía porque cuando ella se levanto las falda plisada por encima de los muslos y me los mostró tan túrgidos y sensuales, con la tanguita transparente que deja ver los prominentes labios de su coño, no pude resistir, me abalance sobre ellos y quise quitarle la braga, pero ella no me dejó bajársela y entonces pegué mi cara sobre ellos, los lamí y lamí de arriba abajo
Los otros que se habían corrido aprovechando que mi esposa estaba a cuatro patas y sus pechos colgaban como los de vaca, se situaron cada uno de ellos dos, en cada pecho de mi mujer y comenzaron a ordeñarle literalmente la leche de sus colgantes tetas, cayendo literalmente de sus pezones a sus bocas abiertas.
Sus pechos se pusieron como globos a causa de su producción lechera y no era extraño que en más de una ocasión, por la noche, me vieran mamando sus tetas porque, como ella decía "había tenido una subida de leche y le dolían mucho".
Fue entonces cuando le propuse que nos casáramos. Un día ella viajó a Murcia, nos casamos en el Juzgado, aunque la noche de bodas la celebró ella con un chico muy guapo, con un gigoló que yo le busqué y pagué, y que ella celebró como debía, gozando como una loca, follando toda la noche con él.
Por primera vez en toda la noche no me lo hizo con condón, por lo que podía sentir su estaca caliente dentro de mí. Al sentir su leche derramándose por mi agujero, me corrí de nuevo, redoblando la intensidad del metesaca del pepino.
La otra chica completaba el servicio de la casa ayudándome en todas las tareas y en el servicio especial a mi ama, sobre todo de noche pues dormían juntas y follaban ante mi vista, mientras que yo estaba condenado a la castidad absoluta y lucía un cinturón de castidad que mi ama me había puesto.
Pero nunca tuve otra posibilidad ni siquiera de tocarle una teta sobre el vestido, ya que siempre estábamos acompañados y poco a poco la pasión que teníamos y la confianza, se fue apagando y quedamos como si nada hubiese pasado nunca.
Comenzo a pasar el tiempo la noche se echo encima y nos pusimos a tomar algunos bocadillos de jamom que se habian preparado en casa cada uno.abrimos unas latas de cerveza,reimos y comimos como si nos conociesemos de siempre.
Todo venia confuso, inexplicable, placentero, incierto, decidí seguir adelante, me gustan esas situaciones extrañas, hasta el momento, mis mejores amantes eran las mujeres casadas, veremos que pasa con Sandra, aunque interiormente me sentía extraño, no era una conquista más, de hecho parecía haber sido conquistado por ella una mujer de solo, 18 años.
A ella siempre le gusto echarse un último polvo conmigo, mismo si había pasado toda la noche con otro, me decía que después de acabar con los otros, si bien estaba satisfecha, era como que le faltaba un poquito mas y bueno yo nunca me hice rogar.
Se bajo, comenzó a chuparme el pene, no sabia hacerlo bien, me raspaba mucho con sus dientes, debido a mi ardor, me producía dolor mas que placer. Tuve que frenarla y muy didácticamente enseñarle a hacerlo. así estuvo por largo rato, yo ya no la estimulaba, solo prestaba mi pene erecto que aun no había descargado.
Nuestra mesa estaba en un extremo del salón, cerca de una puerta que daba a un corredor, así que era fácil para los que estábamos ahí, salir para ir al baño o hablar por teléfono, sin que lo notara toda la concurrencia, como en otras mesas.
Yo estaba en el séptimo cielo con los ojos cerrados y temblando con cada caricia suya cuando note un calor en mi polla, no era posible, abrí los ojos y vi y sentí como Meli me estaba chupando la polla, era alucinante, yo me deje hacer saboreando cada una de sus embestidas, ella cada vez mas rozaba su coño en mi pierna mientras me llenaba de saliba la polla y me la meneaba muy despacio
Cuando llegamos al hotel, mi mujer estaba con su camisa desabrochada totalmente, su ceñida pollera estaba totalmente subida, con una mano que paseaba desde su concha chorreante hasta su culo, con otra mano que masajeaba sus tetas, y con una pija en su boca.
Cuando ya mi pene se perdía en su ano, empecé a bombearla, ella gritaba como una loca, yo cada vez lo hacia mas fuerte y ella me decía que más, y yo ya no podía, mis huevos chocaban con sus glúteos dos veces cada segundo.
Mientras la mujer se metía mi pene en la boca ellos se desnudaron, el mas joven tendría un pene de unos 25 ctms, y el otro no era mucho menor pero más grueso, mientras la mujer me la chupaba, los tres hombres empezaron a hablar entre ellos sin que yo pudiera oírlos.
Unas vacaciones en la montaña que sirven de excusa para algunas aventuras sexuales de este alocado matrimonio.