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Rozando la prostitución, me ofrecen ejercer de chapero

Rozando la prostitución, me ofrecen ejercer de chapero

Siendo un adolescente sabía que existía la prostitución, pero nunca había sospechado que, en el ambiente gay, había gente que se dedicara a eso. Yo lo descubrí como suele suceder por otra persona, fue un viejo que un día siendo yo todavía un adolescente, me descubrió rondando los aseos públicos y acercándose a mí, me invitó a ir con él, al yo negarme, me ofreció dinero, cosa que además de sorprenderme me dejó pensativo. Al verlo bajar a los aseos públicos mirando a ver si lo seguía, terminó por Excitarme. Curioso por saber de que se trataba, terminé por seguirlo. De esa manera pude enterarme de lo que significaba el termino, “chapero”.

Cuando bajé a los aseos lo primero que me preguntó fue que, cuanto cobraba. Al verme la cara de incrédulo que ponía, me dijo si era chapero. Lo único que se me ocurrió decirle en esos momentos, fue que no.

O sea que no eres chapero, pero… Quieres dinero ¿eh? ¿Por eso bajaste, ¿no?

De esa manera supe lo que quería decir “chapero”. Por supuesto que ese día terminé chupándole la polla al viejo aquel, y recibiendo por primera vez en mi vida dinero, me había dado 500 pesetas por chuparle la polla y dejarle que se corriera en mi cara.

Pero hoy no voy a hablar de esa vez, hoy voy a contar de la vez que fui con unos amigos a Vigo, a la discoteca gay que había. Si mal no recuerdo, se llamaba Rock Hudson, igual que el actor estadounidense.

Yo por aquella época empezaba a andar con Juan (rizos de oro), y aunque realmente no éramos pareja, siempre andábamos juntos, follábamos entre ambos. El vivía con su madre, pero ya hablaba de irse para Madrid, estaba cansado de La Coruña. Aquí no tenía trabajo, decía que en Madrid era todo mucho más fácil. Quería que fuera con él, pero realmente a mí aquello me daba algo de miedo. En La Coruña, yo tenía trabajo, y en Madrid… Allí tendría que empezar de nuevo. Y eso de ir a vivir a una ciudad donde no tienes trabajo ni a nadie que conozcas, no me terminaba de convencer.

Sospechaba que Juan hacía de chapero en ocasiones, y que seguramente en Madrid, esa iba ser su actividad preferentemente, a no ser que tuviese suerte y encontrase algún trabajo nada más llegar.

Lo que sí terminó por convencerme, fue lo de ir un fin de semana a Vigo, a la discoteca gay que había. Entre él y otros amigos gay, Ángel y la fiambres, no digo el nombre porque no lo recuerdo, solo me acuerdo del apodo por el que lo llamaban, terminaron por convencerme.

Habíamos ido los 4 en mi pequeño vehículo de segunda mano, que había terminado de comprar, hacía unos meses.

Al llegar a Vigo el sábado al mediodía, lo primero que hicimos fue aparcar el vehículo en la céntrica calle García Barbón, e ir a reservar habitación para dormir esa noche, y al menos tener un lugar donde poder asearnos y descansar algo.

La habitación de aquel, digamos aparta hotel al que nos había llevado la fiambres, era para 5 o 6 personas, no recuerdo bien, constaba de 3 camas, donde íbamos a dormir los 4. Así que 2 dormirían solos, y Juan y yo, lo haríamos en la misma cama. El precio era lo mismo para 4 que para 6, nos cobraban lo mismo, además que era la única habitación que les quedaba, a no ser que quisiéramos habitaciones individuales, pero eso ya nos resultaba mucho más caro. Lo malo era que, si alguno ligaba y quería traer el ligue para la habitación, tendría que estar con todos los demás.

Después de descansar un poco y asearnos, nos fuimos a comer algo, fue a base de hamburguesas, el presupuesto no daba para mucho más. Allí en aquella hamburguesería que quedaba cerca de la discoteca, encontramos a otro gay de nuestra ciudad, La Coruña, Tanto Ángel como La fiambres ya lo conocían, por lo que después de presentarnos a Juan y a mí, se nos unió. La verdad es que el chico además de joven como nosotros, era guapo pero guapo de verdad, de buena estatura, y medio rubito. A mí, me caía la baba por estar con él, cosa que a Juan y la fiambres no le pasó desapercibido, por lo que en cuanto tuvieron ocasión, me preguntaron si me gustaba.

Les dije la verdad, que me encantaba y moría de ganas por estar con él. A Juan no le importó, pero la fiambres, enseguida me dijo que creía que yo no era del tipo de los que le iban a él; no digo el nombre porque no lo recuerdo, pero en el relato le llamaré rubito, hoy creo saber de quien se trataba, me dio la pista un lector que me escribió desde Suecia, hablando de su padre, que era de La Coruña, que le gustaban los viejos y las pollas gordas, era al parecer el hijo de una importante empresaria de La Coruña, tiene una famosa charcutería, no digo el nombre pero era una empresa muy famosa y conocida; me dijo que al rubito le iban los viejos y de pollas bien gordas. Por lo que aquello me dejaba descartado. Y efectivamente al rubito le gustaban maduros o viejos, y que tuvieran una polla bien pero que bien gorda.

Después de comer y andar dando vueltas por Vigo, cuando llegó la noche, fuimos a la discoteca, que como dije, creo que se llamaba Rock Hudson. Nada más entrar yo ya quedé alucinado, era la primera vez que entraba a una discoteca gay exclusivamente. Allí solo había hombres, los había de todas las edades y para todo tipo de gustos. Unos bailaban amarrados a otros, otros iban por libre, y alguno que otro morreándose descaradamente sin importarles quien los viera.

La fiambres, al verme la cara de alucine que yo tenía, lo primero que hizo, fue sacarme a bailar, y darme un espectacular morreo delante de todo el mundo.

Dios que hijo de puta, me había metido la lengua hasta las amígdalas, dejándome caliente y empalmado como un burro. Joder si hasta veía que todo el mundo me miraba. Además de ser nuevo en la plaza, era joven y bien parecido, y ver como me morreaban y metían mano en medio de la pista, me había puesto en medio del punto de mira de la mayoría de la gente. Durante toda la noche que estuvimos en la discoteca, no pararon de rondarme todo el tiempo.

En un momento de la noche, tanto Juan como el rubito desaparecieron durante un buen rato, luego el rubito hablando con la fiambres, no se que le pudo decir, pero lo que sí sé, es que la fiambres, terminó por llevarme a los aseos, y allí metido en uno de los habitáculos, sin cerrar la puerta, me bajaron los pantalones, y mientras un viejo me chupaba la polla otro me estuvo dedeando el culo, hasta hacerme correr en la boca del viejo. Luego quisieron llevarme con ellos para follarme durante el resto de la noche, pero yo me negué en redondo.

Aquello me pareció algo planificado, y no iba desencaminado. Tanto el rubito como la fiambres, lo habían preparado. Al rubito, que era al que conocían, le dijeron que yo les gustaba, si podía presentarme a ver si podían quedar conmigo. Este como no tenía apenas trato conmigo, solo nos habíamos visto un par de veces a parte de esa noche, se lo contó a la fiambres, y este que era un vivo, no solo me presentó, sino que podemos decir que me entregó a ellos, a cambio de unas consumiciones y si conseguían llevarme con ellos y follarme, algo de dinero. El lo negó, pero yo estoy prácticamente seguro de que así fue.

Ese día después de salir de la discoteca, fuimos todos a dormir, bueno dormir dormir, no, más bien descansar un poco, asearnos, y a las 12 de la mañana, dejamos aquel aparta hotel, donde habíamos dormido los 5, yo con Juan, y la fiambres con el rubito, el que durmió solo fue Ángel que tuvo la cama toda para él.

Sobre las 3 de la tarde, salimos de Vigo para La Coruña, ahora en lugar de 4, éramos 5 ya que el rubito se nos había unido.

Fue de esta manera como pude conocer más al rubito, del que yo estaba totalmente enamorado, el cabroncete era guapo de verdad, y que tipo tenía, se me quedó grabado en la memoria. Cuando llegamos a La Coruña, nos despedimos, quedando en vernos por la semana, no recuerdo el día, lo que sí recuerdo, era que íbamos a ir a casa de unos amigos del rubito, que este quería presentarnos.

La casa quedaba en la ronda de Outeiro, justo a la altura de la divina pastora y los cines Chaplin. Allí fue a donde nos llevó, a Juan, la fiambres y a mí. El que no había venido, fue Ángel, que dijo que no podía.

Cuando entramos en la casa y nos presento al dueño, era un hombre maduro, los 50 ya los había cumplido, y al parecer era marino mercante, o eso creo recordar, o era marino mercante o trabajaba en las plataformas petrolíferas, que no recuerdo bien si era una cosa o la otra. Al parecer este era la pareja del rubito, bueno digo pareja por decir que era el que se beneficiaba al rubito, vamos que era el que le daba por el culo, y del que el rubito se beneficiaba económicamente, o al menos así lo creí yo, y no creo haberme equivocado, El rubito sabía aprovecharse de su cuerpo, cosa que yo nunca fui capaz. Una por faltarme valor, y otra porque me daba mucha vergüenza, y era incapaz de pedirles dinero, si me lo daban ellos sin yo pedir, bueno, lo cogía, pero pedir yo, era y soy incapaz. Se que, si me voy a dejar follar, me den dinero o no, voy a terminar desnudo o con el pantalón en los tobillos, poniendo el culo y dejar que me abran de piernas y me follen.

El caso es que el cabroncete del rubito, nos había llevado allí, no solo para presentarnos al maduro que lo follaba, era para que nos dejáramos follar por el anfitrión de la casa que era el que lo follaba a él, y por sus amigos, amigos que eran todos de su edad, sobre unos 50 años, pero eso sí, a cambio de dinero o de regalos. Vamos que íbamos a hacer de chaperos, cosa que yo desconocía.

Después de presentarnos, nos llevó a la sala donde había una televisión inmensa, varios sofás y una amplia mesa comedor con al menos 12 sillas, vamos que aquella sala era de lujo además de bastante grande. Nos fueron trayendo de beber, mientras íbamos hablando, el rubito no se separaba del dueño del piso, andaba como perico por su casa, prácticamente era él el que nos atendía procurando que tuviésemos de beber. Por el contrario, tanto Juan como yo, apenas nos movíamos del sofá, solo hablábamos con el rubito y con el dueño del piso, sin embargo, la viva de la fiambres, ya se había enrollado con uno de los maduros que ya estaba allí cuando llegamos, el muy cabrón, no tardó en desaparecer de allí, junto al maduro aquel, no volviéndolo a ver en toda la tarde que habíamos estado allí.

Al poco rato vinieron 3 hombres más, todos ellos de más o menos la misma edad que el anfitrión, todos rondaban los 50 años para arriba. Después de presentarnos y estar charlando un rato, la fiesta se fue animando. El que comenzó, como no, fue el rubito, que empezó a morrearse con el anfitrión. Sin cortarse un pelo, empezó a comerle la boca y mientras le comía la boca, lo iba desnudando a la vez que le metía mano.

¡Bufff! Resoplé para mí, cuando pude ver la verga del anfitrión, no es que fuese muy grande, unos 15 o 16 centímetros, lo que asustaba, era el grosor que tenía la maldita polla, joder era como un bote de Coca-Cola o baso de tubo, al menos así me lo parecía a mí. Vamos que era gruesa pero gruesa de verdad, aquella verga a mí, no me cabía en la boca, menudo culo debería tener el rubito para que le entrara aquel pistón de polla.

Al ver como se ponía el panorama, poco a poco empezaron los otros 3 maduros a meternos mano tanto a Juan, como a mí.

El maduro que vino a por mí, tendría unos 52 o 55 años, recuerdo que tenía unas manos grandísimas, y sin apenas pelo en la cabeza, la verdad es que no me gustaba nada, joder siempre me tocaba bailar con la más fea. Se sentó a mi lado en el sofá, empezando a meter la mano por dentro de la camisa. Yo llevaba la camisa sin abrochar los últimos botones ya que hacía un día de calor, pero él desabrochando el botón que quedaba a la altura de mi pecho, dejó abierta más mi camisa, metiendo la mano por allí, empezando a acariciarme las tetillas.

Dios, me estremecí al notar su mano acariciándome el pecho. Tenía unas manos grandes y algo ásperas que me hacían cosquillas al contacto con la piel de mi pecho. Recorría mi torso con delicadeza, parándose sobre mis pezones, a los que apretó suavemente con sus dedos, haciendo que estos reaccionaran y se empezasen a excitar poniéndose duros.

Yo no decía nada, lo dejaba hacer mientras me estremecía mirándole a la cara viendo como él acariciaba mi torso mirándome a los ojos con cara de lascivia.

Siguió desabrochando mi camisa, hasta dejarme con el torso totalmente al descubierto. Pasaba su mano por todo mi pecho y abdomen, parándose sobre uno de mis pezones, al que empezó a pellizcar y retorcer mientras llevaba su boca a mí hombro mordiéndome junto a la base del cuello.

¡Ohhh! Gemí a la vez que me estremecía poniendo mis manos sobre sus hombros.

Él al notar como me estremecía, llevó su otra mano a mi cintura, a la vez que apartaba mi camisa y incrementaba sus mordiscos en mi cuello y hombro, haciéndome retorcer de gusto. Siguió bajando con su boca hasta alcanzar mi pezón derecho, El cual empezó a morder y chupar, mmm, que bueno estás, susurraba mientras mordía y chupaba mi pezón derecho y jugaba con sus dedos retorciéndome el otro pezón.

Yo que cada vez estaba más excitado, me retorcía abrazándome a él, notando como mi polla empezaba a ponerse dura, calentándome cada vez más. Aquel cabrón me estaba poniendo a mil, y por encima lo que podía ver era como a Juan ya lo tenían con el pantalón y slip bajado, y le estaban chupando la polla. Lo mismo que estaba haciendo el rubito al anfitrión de la casa, el cabronazo del rubito, le estaba comiendo los huevos estando totalmente desnudo.

Joder, ver aquella orgía y como aquel maduro me acariciaba y mordía el pezón, me estaba excitando. Hasta que noto al otro maduro que hasta entonces solo se había limitado a observar, como se sienta a mi lado, lleva sus manos a mis zapatos, me los quita, y mientras el otro maduro sigue torturándome con su boca y acariciándome con sus manos, este otro empieza a aflojarme el cinturón. Una vez consiguió aflojarlo, empezó a desabrocharme el pantalón, hasta conseguir quitármelo junto al slip.

Dios, no podía creerlo, tenía a un maduro que no dejaba de mordisquearme con su boca y acariciarme con sus grandes y ásperas manos, mientras otro madurito, iba desnudándome, teniéndome ambos allí recostado sobre el sofá.

Una vez ambos me tuvieron desnudo por completo, mientras el maduro que me había desvestido por completo, se sacó su pantalón y calzoncillo, haciendo lo mismo con su camisa, y una vez desnudo, se volvió a sentar a mi costado, llevando mi mano a su verga para que se la agarrara.

Ufff, tremenda polla que tenía el hijo de puta, era una polla bastante gruesa, no era muy grande, pero la cabrona era de muy buen calibre. Aquella verga me iba a destrozar el culo.

Mientras yo acariciaba aquella gruesa polla jugando con mi mano, el maduro que había empezado a meterme mano con aquellas grandes y ásperas manos, empezó a desnudarse, mientras Juan, rizos de oro, el tío que estaba con él, así como el anfitrión y el rubito, se levantaban marchando ambos 4 para una habitación, quedándome yo allí solo con aquellos 2 maduros.

¡Ufff! El cuerpo se me había estremecido al ver que me quedaba yo allí solo con aquellos 2 machos. Cada vez estaba más excitado, pero verme allí solo con aquellos 2 maduros, me daba algo de miedo, temía que me destrozaran el culito con aquellos vergones. No es que fuesen grandes, pero al menos la que tenía en mi mano, era bastante gruesa y me daba algo de miedo. Cuando por fin pude ver la polla de el que había empezado a meterme mano, aún quedé más preocupado, no era tan gruesa, pero yo la veía más grande y de buen calibre. Vamos que iba a terminar con el culito reventado.

Mientras este se desvestía, el maduro que me tenía abrazado mientras yo acariciaba y jugaba con su polla, empezó a comerme la boca. Joder, mordía y lamía mis labios poniéndomelos cada vez más hinchados y enrojecidos. Metió su lengua en mi boca, saboreando y recorriendo toda mi cavidad bucal, haciéndome saborear y chupar su lengua. Dios, no me daba tregua, ya me tenía los labios hinchados de tanto morderlos y chuparlos a la vez que con una mano me iba acariciando los huevos, susurrándome como me iban a reventar el culito.

Así maricón, así, relájate y deja que abramos tu chochito. Mira que caliente y salido estás, ya verás cómo vas a disfrutar cuando te metamos la polla en él, me iba susurrando mientras acariciaba mis huevos e iba buscando con sus dedos mi huequito.

Tan pronto encontró con sus dedos mi agujerito, presionando mi esfínter, me introdujo un dedo dentro, haciéndome dar un gemido a la vez que mi esfínter se abría dejando paso a aquel dedo que presionaba por entrar.

¡Ohhh! ¡ooohhh! Gemí notando como su dedo se introducía en mí, haciendo que mi esfínter se fuese dilatando a la vez que se abría dejando paso a aquel dedo.

¡Oh putita! Te gusta ¿eh? Mira como disfrutas, me decía empezando a mordisquearme el cuello haciendo que me abrazara a él a la vez que me retorcía de gusto.

Que hijo de puta, sabía como hacerme gozar el muy cabrón, cada vez yo estaba más caliente y excitado. Ahora no paraba de gemir y retorcerme abrazándome a él. Necesitaba rozar mi polla y genitales a aquel cuerpo al que me abrazaba mientras temblaba sintiendo como su dedo hurgaba mi culito, y su boca mordisqueaba y chupaba mi cuello.

Dios, me estaba volviendo loco de placer cuando de repente siento unas grandes y ásperas manos deslizarse por mi espalda, y como estas me aferran por la cintura, haciendo que me levante, quedándome abrazado por el maduro que me estaba torturando de placer.

Me había quedado abrazado por el cuello, mientras el maduro que me sujetaba por la cintura, me había incorporado, quedándome de pie con el torso recostado sobre el otro maduro.

Tenía delante de mi cara aquella pequeña pero gruesa polla delante de mi cara, mientras el hombre de las manos grandes y ásperas, me sujetaba por la cintura, haciendo que me abriera de piernas quedándole totalmente expuesto la entrada a mi culito.

Con la cara sobre los genitales del maduro que estaba sentado en el sofá, noté como el hombre de las manos grandes y ásperas, con sus pulgares abría los cachetes de mi culito, dejándole expuesto la entrada de mi ano. Noté como se agachaba metiendo su cara entre los pliegues de mi culo, y este empezaba a pasar su lengua por mi rajita, parándose en mi esfínter y presionaba con la punta de su lengua, intentando entrar.

¡Ohhh! ¡ooohhh ohhh! Empecé a gritar notando como pasaba su lengua por la entrada a mi ano, y esta presionaba intentando introducirse por mi caliente agujerito.

Dios que gusto me estaba dando aquella lengua que intentaba entrar por mi caliente agujerito. El cabrón abría mis cachetes con sus dedos cada vez más, haciendo que la punta de su lengua fuese lubricando y dilatando cada vez más mi esfínter.

Aquello me estaba haciendo temblar cada vez más las piernas, teniéndome que abrazar más sobre el maduro que estaba sentado sobre el sofá, empezando a lamerle la gruesa verga que tenía delante de mi cara. Este al ver como gritaba de placer y como me abrazaba a él, lamiéndole la punta de su polla, sujetó mi cabeza con sus manos, a la vez que me decía que abriera la boca.

Así maricón así, abre esa boquita y chúpala, que ahora vamos a hacer de ti toda una hembrita. Te vamos a abrir ese chochito y hacer que goces hasta que te corras de gusto. Te vamos a dar polla y dejar bien preñadito.

Después de un buen rato donde me estuvieron lubricando y lengüeteando el ojete, mientras le chupaba la verga al otro maduro, el que me había lamido y lengüeteado el agujerito, poniéndose de pie detrás mía, llevó su verga a la entrada a mi huequito, colocó la punta de su polla sobre mi esfínter, y mientras me sujetaba por las caderas, empezó a introducirme su verga.

¡Ohhh! ¡ohhh ooohhh! Gritaba notando como mi esfínter se iba abriendo a la vez que la polla de aquel macho se iba introduciendo en mí.

Así maricón, así, mira cómo gritas y gimes ahora de placer.

¡Te gusta maricón!

Te gusta la polla ¿eh?

Te gusta que te den por el culo y sentir una buena polla dentro tuya, ¿eh maricón? Decía el que me estaba sodomizando.

¡Bufff que apretadito estás, maricón! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba sin parar de culearme, introduciéndome una y otra vez aquella gruesa polla por el culo.

Dios, yo abría los ojos como platos notando como aquella verga me abría el culo cada vez más, notando como la pelvis de aquel macho, golpeaba mi culo una y otra vez cada vez que me introducía su polla.

Ya tenía bien abierto el agujerito de mi culo con aquellos envistes que me estaba dando aquel macho. Su polla entraba y salía sodomizándome una y otra vez, haciéndome soltar gemidos cada vez que sus pelotas golpeaban junto a su pelvis mi culito, notando como su verga rozaba mi próstata, dejándome ensartado en ella.

Yo abrazado al maduro que estaba sentado sobre el Sofá, gemía y abría la boca todo lo que podía tragando y chupando la gruesa verga de aquel otro maduro, notando como mi polla no paraba de gotear líquido preseminal, mientras me daban por el culo en aquella sala de aquel piso al que habíamos ido invitados por el rubito.

De pronto noté como aquellas grandes y ásperas manos que me sujetaban por las caderas, se aferraban más a mí, las envestidas eran más rápidas y profundas, y los jadeos eran cada vez más fuertes.

¡Ohhh! ¡ohhh ooohhh! Ya, ya me corro, ya me corro, gritaba el que me estaba dando por el culo, ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba empezando a correrse dentro de mí.,

Dios, noté como su verga empezaba a palpitar dentro mía, y esta empezaba a soltar varios chorros de leche, dejándome el culo preñado con su esperma.

Cuando terminó de eyacular dentro mía, mientras me acariciaba los cachetes de mi culito con aquellas grandes y ásperas manos, su polla iba poco a poco saliendo de mi culito, a la vez que decía lo bueno que estaba y lo que le había gustado mi culo.

Oh maricón que culito, que culito más rico tienes cabrón, como me ha gustado follártelo.

Mientras este se iba reponiendo de la follada que terminaba de darme, Yo que seguía tragando y chupando la gruesa verga del otro maduro, notaba como mi pobre polla no paraba de gotearme liquido preseminal, y por mi agujerito empezaba a escurrirse el semen que me había inyectado dentro mía, dejándome preñado.

Sin perder tiempo el maduro al que le estaba chupando la polla, me hizo dar la vuelta, y quedándose así sentado como estaba sobre el sofá, me hizo sentarme sobre él, mientras me iba introduciendo su verga por el culo.

Dios, abrí los ojos y boca a la vez que gritaba como si estuviera poseído, al notar como aquella pequeña pero gruesa verga, se iba introduciendo en mí, abriéndome el culo en canal, ¡ohhh ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gritaba notando como mi esfínter se abría dejando paso a aquella gorda verga.

Al escucharme gritar de aquella manera el que terminaba de sodomizarme, pegándose a mí, me decía mientras me acariciaba la cara, tranquilo maricón, tranquilo, relájate y disfruta que ya verás como vas a gozar, me decía mientras llevaba su verga a mi boca intentando meterla dentro para que se la chupara y dejara limpia de los restos de semen.

Apenas podía chuparle la polla ya que el que ahora me estaba dando por el culo, no paraba de hacerme subir y bajar insertándome una y otra vez la polla en el culo. Tuve que abrazarme a la cintura del que había terminado de follarme, para poder chuparle la polla mientras era sodomizado por el otro macho que me estaba dando por el culo.

Dios, era una verga pequeña en comparación a la que me acababa de sodomizar, pero la cabrona era tan pero que tan gorda, que era como si estuviera empalado en ella. Me notaba el culo super abierto, era como si me estuviesen abriendo en canal cada vez que su polla se introducía en mí.

Menos mal que este maduro no tardó tanto en empezar a correrse, enseguida noté como empezaba a gruñir, y anunciaba que se corría.

Ya maricón, ya me vengo, ya me vengo, gritaba clavando sus dedos en mi cintura haciendo que subiera y bajara con mayor rapidez, mientras este empezaba a eyacular dentro de mi culito.

¡Ohhh! Me corro, me corro, ¡ooohhh me corro! Gritaba derramando su esperma dentro mía.

Una vez terminó de eyacular dentro mía, mientras su polla iba soltando las últimas gotas, agarrando mi polla con su mano a la vez que me mordía el hombro y cuello, empezó a menearme la polla, hasta que esta explotó en un orgasmo, empezando a soltar el semen que mis huevos contenían.

¡Ohhh! ¡ooohhh ohhh! Me corro, me corro, gritaba yo empezando a eyacular sobre su mano.

Así maricón, así, suelta tu lechita me decía sin dejar de menearme la polla mientras su verga iba escurriéndose de mi culito, y este mordía mi hombro y cuello.

Una vez terminé de correrme sobre su mano, este llevando la misma a mi boca, me decía:

Anda maricón, bebe tu lechita, bébela toda y deja limpia mi mano.

Haciendo lo que me decía, empecé a tragarme toda mi corrida, dejándole la mano limpia sin restos de mi semen.

Una vez ya repuestos y recuperados de aquella cogida que terminaban de darme aquellos 2 hombres maduros, me llevaron hasta el baño donde nos aseamos y limpiamos un poco, para luego empezarnos a vestir.

Después de vestirnos fue uno de ellos a buscar de beber, mientras esperábamos a que salieran los otros de la habitación a la que habían ido, y cuando estos aparecieron, mientras Juan el ricitos de oro y el rubito se vestían, los maduros fueron a hablar entre ellos, quedando nosotros 3 en la sala, donde el rubito fue cuando nos dijo, al menos a mí era la primera noticia que me daba directamente, que si nos interesaba volver otro día, que cada vez que nos follaran, nos iban a dar dinero. Yo sorprendido por la noticia, lo único que pude decirle es que no lo sabía, que ya lo pensaría. Juan el ricitos de oro, por el contrario, ya le dijo que sí, que a él sí le interesaba.

Cuando volvimos a ver al anfitrión, este nos largó 3 mil pesetas a cada uno, 3 mil a Juan y otras tantas a mí.

Luego de esto Juan y yo nos marchamos, quedando de vernos con el rubito, y una vez ya en la calle, fuimos a tomar algo juntos como solíamos hacer todos los días. Yo le pregunté a Juan si él sabía algo de esto, diciéndome que sí, que le había dicho la fiambres, que seguramente nos iban a pagar, cosa que, por supuesto yo desconocía, y que no volví a quedar.

No me gustaba aquello, yo prefería al menos saber o ver con quien podría follar.

No me gustaba ir a una casa, y allí de sopetón encontrarme a quien me iba a dar por el culo, no se trataba de gustarme o no gustarme la persona, ya que en multitud de ocasiones iba con gente mucho más fea o de peor tipo.

Lo que no quería era encontrarme con algún conocido, además de sentirme como una prostituta que está esperando al cliente para ser follada.

Aquello para mí, no valía, era y soy incapaz de hacerlo. Seré todo lo puta o maricón que quieran, pero soy como soy.

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