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Primera vez con un negro

Primera vez con un negro

Días atrás os contaba mi infidelidad a mi marido cuando él estaba de viaje, pues desde hacia más o menos cinco años que había comenzado a serle infiel pues antes sólo lo había sido cuando éramos novios.

Al principio mi marido se cabreo, pero ahora, y creo que no tiene otro remedio, se aguanta y además le gusta que le cuente con detalle mis infidelidades, cosa que hago (aunque no todas) para su disfrute morboso.

Yo había cometido el error de dar el móvil a Luis y todavía ahora no tengo muy claro si hice bien o no, pues no podía imaginar lo que sucedió ni en la más calenturienta de mis fantasías.

Lo que paso fue que tras el error de dar mi móvil a Luis este no tardo en llamar, al principio no le contestaba pero tanto insistió que al final respondí al teléfono.

Él quería volver a verme yo intente darle largas, pero sin mucho éxito, puesto que acabe concertando una cita con él.

Puesto que mi esposo no estaba de viaje le dije que volvíamos a tener una cena pero en lugar de departamento era con un reducido número, a él no le extraño pues estas cenas de ‘petit comité’ eran habituales y lo único que hizo fue decirme que no volviera tarde pues al día siguiente debía madrugar.

Luis me recogió un par de calles más abajo de donde yo vivo, nada más verme nos besamos, nuestras lenguas se enroscaron, subí al coche y nos fuimos a cenar a una pizzería, le pregunte por su amigo y me dijo que a lo mejor luego nos encontrábamos.

Durante la cena, en la mesa Luis me pidió mis bragas, yo con disimulo me las quite y se las di.

Me fije que cerca de nosotros había una pareja, un chico negro y una chica blanca, no sé muy bien como fue la cosa pero lo cierto fue que le comente a Luis

– La chica esta se lo debe pasar de puta madre

– ¿Por qué?

– Pues porque dicen que los negros la tienen grande, y algunos muy grande

– No sé que decirte

– A mi ya me gustaría probarlo

No caí en la cuenta que con esa conversación le había dado a Luis una idea que nunca me habría esperado.

Cuando terminamos de cenar nos fuimos a un bar que él conocía, saludo a uno de los camareros, que era de color, y nos sentamos.

En el sofá estuvimos largo rato besándonos y metiéndonos mano discretamente, Luis me tocaba mi coño pues llevaba faldas y yo le tocaba su polla por encima de los pantalones.

En aquel momento no me di cuenta, pero el camarero no paraba de traer copas y yo comenzaba a estar alegre y desinhibida, con lo que Luis aprovecha para decirme

– EL camarero la tiene enorme

– Venga, ya será menos

– No de verdad que yo se la he visto

– Ya, ahora te gustan los hombres

– No, pero es colega y me la enseño ¿Si quieres te la enseña?

– No, gracias

– ¿Quieres que vayamos a un sitio más discreto – me pregunto Luis

Yo le respondí que si, nos levantamos y él se dirigió a su amigo que le dio una llave que era la de una habitación que se encontraba en el almacén del local.

Se componía de un sofá cama con un sillón y una mesa con un televisor.

Una vez en el interior, nos desnudamos rápidamente, como si nos fuera la vida en ello, me quede solo con las medias y las ligas negras.

Luis me tomo en vilo, con mis piernas rodee su torso y su polla entro en mi.

Mientras subía y bajaba, su polla entraba y salía con fuerza mientras yo le besaba apasionadamente.

Fue hasta el sofá y se sentó, entonces los dos ya más cómodos, me puse a cabalgar, eche mi cuerpo hacia atrás dejando a la vista de Luis mis pechos, se los acerco a su boca y comenzó a succionármelos, cuando yo me corrí me baje, Luis me dijo

– ¿Qué haces?

– Ahora lo veras

Me puse de rodillas, con una mano tome su polla y me la metí en la boca, él cerro los ojos, se la masturbe con mi boca hasta que se corrió en ella, luego con mi lengua se la deje limpia de semen.

Nos echamos en el sofá a descansar cuando entro Nelson, que así se llamaba el camarero negro, yo sorprendida me tape con mi camiseta pero a Luis no pareció sorprenderle la irrupción de Nelson

– Oh, perdona creía que ya no estabais – dijo Nelson

– Nada, tranquilo – respondió Luis

– Por cierto, enséñale tu aparato a María

Yo estaba atónita, sin venir a cuento de nada el tío entra, y como quien no quiere la cosa se desabrocha los pantalones y se saca una monumental tranca medio empalmada.

Nelson se acerco a nosotros, Luis se sentó a un lado para que yo pudiera ver mejor el aparato y me dijo

Anda tócalo

Yo siempre había deseado tener en mi mano una ‘cosa’ así, rodee con mi mano la polla de Nelson, mi mano casi no cerraba la circunferencia.

El aparato comenzó a ponerse duro con lo que Luis dijo

– Anda chúpala que lo estas deseando.

Me metí en la boca aquella inmensa tranca, yo antes nunca había visto una así al natural, sí en alguna película porno.

Pronto la polla de Nelson se volvió dura y enorme, y comencé a pensar que aquella cosa dentro de mí debía resultar impresionante.

Luis me dijo que me pusiera de espaldas a ellos, de rodillas encima del sofá, me separo las piernas y Nelson se puso a lamer mi clítoris mientras Luis y yo nos besábamos.

De repente note como la enorme polla del negro me penetraba hasta el fondo de mi coño, di un respingo, Nelson la retiro y la volvió a meter de un solo empujón, grite de placer.

A cada embestida de él yo gritaba, gemía, me convulsionaba, jamas había sentido nada igual.

Yo me había corrido varias veces, casi a cada embestida, cuando Nelson también se corrió, como no quería que aquello se terminase les grite

– ¡Atadme!, ¡Violadme!, pero no paréis

Luis sorprendido por aquellas palabras tomo una cuerda y me ato las manos a la espalda, yo seguía excitándolos

– ¡Si, si, atadme, soy vuestra esclava, vuestra puta, haced conmigo lo que queráis!

Mis palabras los estaba poniendo a mil, tanto, que Luis, que hasta entonces siempre había estado correcto me agarro por los pelos y me bajo de golpe del sofá poniéndome de rodillas en el suelo.

– Chúpanos las pollas, ¡Puta! – me grito

Se acercaron y me pusieron sus pollas a la altura de la boca.

Me puse a mamárselas un poco a cada uno, hubiera querido cogerlas con mis manos pero estas estaban atadas.

Nelson me cogió y me puso apoyada en el sofá, de rodillas en el suelo y con el culo hacia fuera.

Note su lengua pasar por mi clítoris y luego mi ano.

Lance un grito de dolor y terror cuando la enorme verga de Nelson comenzó a penetrarme por el culo.

La metía despacio pero sin pausa, quise escapar pero él y Luis me sujetaban con fuerza.

La note hasta mis intestinos.

Nelson la saco y volvió a repetir la penetración así varias veces, pero cada vez mas deprisa hasta que termino en un mete saca rápido y violento.

Recuerdo que cerré los ojos y me puse a gritar pero no sirvió de nada pues Nelson no paro hasta que su potente chorro de semen caliente descarga en mi interior.

Me desataron y me dijeron que al lado había una ducha, después Luis se disculpo y me llevo a donde me recogió.

Al día siguiente, en mi casa, repasando lo que había sucedido el día anterior me di cuenta que aquello había sido una encerrona de Luis para que su amigo negro me follase, y he de decir, que me gusto, puesto que nunca antes, excepto mi marido, nadie me había atado, pues es algo que me gusta y que hasta entonces reservaba solo para él.

En otra ocasión os contare como fue la primera vez, ya casada, que le puse los cuernos a mi marido con mi amor platónico.

¿Qué te ha parecido el relato?