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¡Enséñame tú, papi! II

¡Enséñame tú, papi! II

La mañana siguiente me levanté minutos antes de las seis, en pijama me fui a la habitación de mi hija, la encontré casi en la misma posición en que la había dejado, pero durante la noche las ropas de cama se habían corrido y estaba dándome la espalda y su cuerpo estaba esplendorosamente descubierto, desnuda totalmente, me quede contemplando en las penumbras del amanecer las suaves líneas de la harmoniosa figura de la Sole, su culo blanquecino perfecto, sus caderas magnificas, me acerqué a su cama y al tener ella una de sus piernas dobladas, se veía su coñito todavía humedecido por sus orgasmos, inmediatamente me fui a mi cuarto a buscar mi celular para sacarle algunas fotografías.

Cuando volví la Sole estaba sentada en la cama, apoyada en sus brazos y con sus piernas abiertas:
—¡Hola, hija! … ¿Cómo dormiste? …
—¡Hola, papi! … bien, papi … ¿De verdad tú me acompañaste a la cama, papi? …
—¡Sí! hijita … así fue …
—¡Oh! papi … ¡Creía que había sido un lindo sueño solamente! …
—También para mí fue algo hermoso, hija …
—¿Qué haces con tu celu, papi? …
—Es que eres tan hermosa, hija … quería sacarte unas fotos … para tener para mí …
—¿Te gusta como soy, papi? …
—¡Sí!, hija … ¡eres hermosa! …
—¡Tú me hiciste, papi … con la mami! …
—¡Sí!, hija … con tu mami … ella es tan linda como tú …
—¡Papi … mi mami es más linda que yo … yo siempre la veo como una princesa … y tú, papi … como un príncipe! …
—¡Oh! … que tierna que eres, hijita … ahora déjame tomarte unas fotos …
—¡Pero, papi! … ¡Así se me ve toda mi cosita! …
—¡Y es lo más hermoso del mundo hijita … no te cohíbas ni te avergüences …!
—¿Son solo para ti, papi? …
—¡Sí, hijita! … son solo para mí … recuerda que esto es un secreto entre tú y yo …
—¡Sí, papi … lo sé! …

Comencé a sacarle fotos y ella con toda naturalidad comenzó a posar para mí, se giró sobre la cama se recostó boca abajo, luego boca arriba y abrió sus muslos dejando ver su intimidad poco a poco provocadoramente, luego plegó sus rodillas y con sus manos abrió su pequeño chocho para que se lo fotografiara.

—¿Te gusta, papi? …

Me preguntaba sonriendo y mirando entre sus piernas, manteniendo sus labiecitos estirados con sus dedos, su rosada conchita se mostraba mojadita y brillante.

—¡Sí, hija! … eres un maravillo angelito, mío …
—¿Soy tuya, papi? …
—¡Sí, amor … y siempre lo serás … yo te engendré!… ¡Duérmete otro poco … yo iré a ducharme y prepararé el desayuno! …
—¡Está bien, papi! … ¡Papi … no vayas a mojar tu pijama … parece que otra vez estás caliente, papi! …

Sonriendo maliciosamente mi hija apuntaba a mi abultada y evidente erección, rápidamente salí de su cuarto y me fui al baño, sentado en el inodoro comencé a masturbarme con las fotografías recién tomadas a mi escultural hija, la calidad de las fotos era estupenda, hasta los acercamiento eran nítidos, sus tetitas en formación eran glamorosas, los labios cerrados de su conchita y después abiertos con sus deditos, estaba en el paraíso disfrutando de las deliciosas tomas de mi hija, mi verga dura estaba a mil.

—¡Papi! …
—¡Oh! … ¡Santo cielo! … ¿Qué haces ahí, hija! …

Mi amada hija estaba desnuda en el vano de la puerta con sus muslos apretados.

—¡Nada, papi! … ¡pero necesitaba venir al baño! … ¿Te ayudo, papi? … ¡Cómo ayer, papi! …
—¡Entra y cierra la puerta! … ¡Saca un preservativo de la cajita! …
—¡Ay! papi … no … ayer el sabor tenía un poco de plástico y aceite, papi … mejor así solito …
—Está bien … como tú quieras …

Soledad tomó una gruesa toalla y la arrojo al piso entre mis pies, luego se apoyó en mis muslos y se arrodilló, sus cabellos cubrían su rostro, tomó mi polla en sus manos y comenzó a pajearme incrementado sus movimientos paulatinamente, luego hizo a un lado sus cabellos para mirarme y meterse mi pija en su boca, los cosquilleos a mis bolas no se hicieron esperar, estiré una de mis piernas que ya comenzaba con temblorcillos, luego traté de enderezarme para advertir a mi hija de mi eyaculación inminente, pero mi placer llego antes y los chorros de semen se estrellaron en su paladar.

—¡Argh! … ¡Estoy acabando, hija! … ¡Aaarrrggghhh! … ¡Aaarrrggghhh! … ¡Ssssiiii! …
—¡Cof! … ¡Cof! … ¡Argh! … ¡Que rico, papi! …

Mi hija casi se ahoga succionando mi verga y engullendo mi esperma, con mi pene todavía expeliendo semen, ella lo refregaba en sus senos y me miraba con sus ojitos encendidos, unas gotas de lefa se deslizaban por la comisura de sus labios que su lenguas recorría tratando de recoger todas mis semillas, se alzó y me dio un beso en los labios, luego se sentó a horcajadas en mis muslos, el sonido del celular me hizo sobresaltar y salir un poco del trance, miré la pantalla y era mi mujer, le hice señas a Soledad de que se mantuviera en silencio.

—¡Hola! …
—¡Hola, amor mío! … escucha tesoro … dentro de poco llega mi hermana, ella se quedará a cuidar a mamá por el resto del día … en una hora estaré allí contigo … espérame pronto, amor mío … te echo de menos … te lo demostraré …
—¿De veras, tesoro? …
—¡Sí, mi amor! … sé que te sorprendes, pero estas cosas no se pueden dejar de lado … mi madre ha habido necesidad de mis cuidados y espero lo entiendas …
—¡Lo sé, cariño! … ¡Lo sé! … ¡estoy ansioso de que estes ya junto a mí, tesoro … te espero! …
—¡Chao, cariño! … ¡besitos! …
—¡Sí, amorcito! … ¡besitos también para ti! …

La cara de Soledad era todo un programa, estaba sorprendida y turbada.

—¿La mami? … ¿Era la mami? …
—¡Sí, tesoro! … ¡Era tú mami! … ¡Nos tenemos que vestir! …
—¿Podemos ducharnos juntos, papi? …
—¡Sí, yo creo que no tenemos otra alternativa! …

Nos metimos rápidamente juntos bajo la ducha, comencé a enjabonar el joven cuerpo de la Sole e inevitablemente mi verga se endureció.

—¡Ay! papi … ¡estás caliente otra vez! …
—¡Sí! Sole … ¡sí! …
—¡Yo también papi … me siento mojadita … y mi conchita está con comezón, papi! …
—¡Gírate, Sole! …
—¿Cómo, papi? …
—¡Ponte de cara a la pared! …
—¿Así, papi? … ¿Así? …
—¡Sí, hija! … ¡Ahora echa el culito para atrás! …
—¿Así, papi? … ¿Así? …
—¡Sí! … ¡Así! … ¡Quédate así! …

Tomé sus caderas y agachándome un poco metí mi verga entre sus muslos, comenzando a restregar su conchita a lo largo de mi pene endurecido.

—¡Ay, papi! … ¡Que rico se siente! …

Luego, ella se movía solita, entonces mi mano se fue a su clítoris y comencé a masturbarla rápidamente, tenía que hacer que se corriera rápido, no disponíamos de mucho tiempo.

—¡Ay, papi! … ¡Ay, papi! … ¡Papi … que me viene eso, papi! … ¡Argh, papi! … ¡Sí, papi! … ¡Sí papi! … ¡papito! … ¡umpf! … ¡umpf! … ¡Ay! … ¡aaahhh! … ¡Ssssiiii! … ¡Aaarrrggghhh! …

Tuve que sostenerla de la cintura pues sus piernas ya no la sostenían, se estremecía en mis brazos sin voluntad, luego se mantuvo tranquila, volvió a apoyar sus pies en el tapete de goma, se volteó y me dio un beso, que se transformó en un beso de amantes, nuestras lenguas se buscaban y trataban de enroscarse la una con la otra.

—¡Ya, Sole! … ¡Ya! …
—¡Ay, papi! … ¡Que rico! …
—¡Sí! … pero tú mami está viniendo hacia acá … tenemos que vestirnos …
—¡Sí, papi! … ¡Sí! … ¡Está bien! …

Nos vestimos cada uno en su cuarto, Carolina, mi mujer llegó justo cuando yo estaba colocando a calentar agua para el desayuno, vino por detrás y me abrazó, sus manos restregaron mi polla por sobre la tela de mi pantalón.

—¡Déjame a mí, cariño! … ¡Siéntate y espera! …

Me volví y abracé a mi esposa, le di un beso tratando de que fuese como el beso entre la Sole y yo, pero me sentí perturbado sintiendo de que era como el beso de Judas Iscariote, un beso de traición, la aparición de mi hija en la cocina me dio la oportunidad de disimular mi desasosiego.

—¡Mami! …
—¡Hija! … que bien te ves … te has estado ejercitando, a cuanto veo … ¡te ves fantástica! …
—¡Gracias, mami! … ¿Cómo está la abuela? …

Me desentendí del dialogo entre madre e hija, me fui al baño y dejé a las dos mujeres que se desahogaran y comunicaran sus emociones, siempre la relación entre mi esposa y mi hija ha sido muy de piel, ellas son muy unidas, cuando regresé a la cocina, todavía estaban cotorreando.

—¡No sé, Sole! … ¡Pídele permiso a tú padre! …
—¿Qué pasa, Soledad! … ¿Permiso para qué? …
—¡Ay, papi! … mi amiga … la Luisa … me invitó a casa suya y la mamá, dice que está peligroso por la pandemia … ¿Me das permiso para ir, papi? … ¡Por favor! …
—Bueno … tantos días encerrados tampoco es muy saludable … ¿Le has preguntado sobre la salud de los suyos? …
—¡Sí, papi! … ¡No hay nadie enfermo en su núcleo familiar! … ¡Me invitó por qué ella sabe que en nuestra familia no hay ningún contagiado! … ¡Por eso me invitó, papi! …
—¡Está bien! … ¡anda, pero guantes, mascarilla y alcohol gel a todo rato! … ¡No te detengas a conversar con nadie! … ¿Entendido?
—¡Sí, papi! … ¡no te preocupes! … volveré a almorzar, voy solo un ratito …
—¡Mami! … entonces voy donde la Luisa … está bien, hija … cuídate, piensa a la abuela … todos debemos cuidarnos …
—¡Sí, mami! … lo sé …

La Sole se fue sin siquiera tomar desayuno; bueno así son los jóvenes, pensé, pero lo importante es que yo y mi esposa estábamos solos y con la casa solo para nosotros dos, siempre ella y yo habíamos sido cómplices en todo, incluso antes de casarnos tuvimos un trio, algo totalmente casual con una querida amiga de ella y lo pasamos sensacional, quiero decir que Carolina tiene una mente abierta y si nos involucra a nos dos, jamás se ha tirado atrás, pero este nuevo hecho que involucra a nuestra hija, no me atrevo a revelárselo porque hasta a mí me parece algo descabellado, pero no puedo decir que me sienta arrepentido, no es eso, pero un incesto no es una cosa de tomar a la ligera.

Una vez a solas con mi esposa, nos dedicamos a amarnos y gozar carnalmente, ella estaba tan animosa y fogosa como siempre, pero cuando la cogí, me pareció estar follando a la Sole, pero si son iguales me repetía mientras afondaba mi verga en su chocho ardoroso, Carolina gemía y hasta me anduvo arañando y mordiendo, cosa que hacía tiempo no hacía, fueron dos apasionadas cogidas, luego nos duchamos, Carolina preparó un almuerzo y nos sentamos a la mesa mirándonos como dos enamorados, conversamos de todo y estábamos riéndonos cuando sentimos a Soledad, nuestra hija que regresaba, desde el umbral de la puerta de cocina nos quedó mirando.

—¡Hola! … padre y madre … ¡Ya estoy de regreso! …
—¡Que bien hijita … ¿Has comido algo? …
—¡Sí!, mami … tome una leche con sabor y una merienda en casa de Luisa …
—¡Siéntate para que almuerces! …
—Mami, no tengo nada de hambre … tengo que estudiar … si me dejas algo en el refrigerador, más tarde yo lo calentaré y comeré lo que me hayas dejado …
—Te dejaré un arroz con choritos en un contenedor, después tú lo calientas en el microondas …
—Sí mami, no te preocupes …
—Caro … voy a reposarme un rato … quedé muy satisfecho … estaba todo muy rico …
—Anda, yo te sigo luego …
—¡Que reposes bien, papi! …
—Gracias, hija …

Así, me fui a dormir una siesta, Soledad se fue a estudiar y mi mujer se quedó en la cocina a limpiar la vajilla, luego se reunió conmigo en nuestro cuarto y nos gozamos una vez más, esta mujer me complementa perfectamente, antes de irse donde su madre me pego una buena mamada y yo le comí su panocha que estaba pasada a semen, pero no por esto dejaba de ser exquisita, luego me adormecí por un rato y me despertó el ruido de la tele, Soledad estaba viendo a la Mont Laferte en un video musical, me levanté somnoliento y me fui a la saleta.

—¡Hola!, papi …
—¡Hola!, Sole … ¿No estabas estudiando? …
—¡Sí, papi! … estuve conectada toda la tarde con la facu … mientras tú y mamá … umh … estaban recuperando … ¿eh? …

Me miraba con esos ojos picaros y sonriendo maliciosamente, Soledad se había vestido con sus leggins blancos, su blusa blanca anudada sobre su ombligo y abotonada con un solo botón, lo que permitía apreciar sus senos juveniles, su apariencia virginal me atraía inexorablemente.

—Bueno, hija … este último tiempo tu madre ha tenido que hacerse cargo de su propia madre y eso ha hecho que hemos perdido el contacto que por años hemos tenido… esto lógicamente hace que, si ella tiene un poco de tiempo, tratamos de volver a nuestra vida de pareja … ¿no te parece normal? …
—¿Te follaste a la mami, papi? …
—¡Ay, hija! … ¡no seas vulgar! … ¡Tú madre es mi esposa y pareja! …
—¡Entonces la follaste! … ¿Cuántas veces, papi? … ¿Le comiste su conchita, papi? …
—¡Pero Sole! … ¡Basta! … ¡No puedes preguntarme sobre eso! …

Me senté en un extremo del sofá donde estaba sentada ella y trataba de razonar con ella sin llegar a alterarme, pero me estaba atormentando con sus preguntas.

—¡Pero papi … nosotros tenemos un secreto! … ¡Y yo no hablare con nadie de las cosas que tú y yo hablamos o hacemos! … ¡Es solo curiosidad … quiero saber! …
—Bueno … si lo pones así … Sí, hicimos el amor tú madre y yo …
—¿Cuántas veces, papi? …

La Sole se había acercado y había puesto uno de sus pies sobre mi muslo derecho y lo insinuaba hacía mi verga que, mirando yo la hendedura que formaba el sexo de ella, paulatinamente comenzada a endurecerse.

—¡Emh! … tres … tres veces …
—¿Y le comiste su conchita, papi? …
—¡Sí … y ella me mamó al mismo tiempo! …
—¡Oh! … ¡hicieron un “pa´arriba y pa´abajo”, los cochinones! …
—¡Hija! … ¡Es tú madre! …
—¡Lo sé, papi! … ¡Pero es caliente como yo, papi! … ¿verdad? …
—¡Sí, hija! … ¡Tú madre siempre ha sido siempre fogosa! …
—¿Y tú también, papi? … ¡Mira que esta cosita se está poniendo durita, papi! …
—¡Pero si tú me estas restregando con tú pie … es normal que se ponga así! ….
—Papi … ¿Quieres dejarme verlo otra vez? … ¡Solo para ver qué tan durito está! … ¡Sí, papi! …
—¡Estoy cansado, hija! …
—¡Papi! … ¡Pero tú cosita, no lo está! … ¡déjame verlo, papi! … por favor …

Me acerqué un poco donde ella y ella rápidamente se arrodilló sobre el sofá y comenzó a bajarme mis shorts y boxers, duro como un mástil de velero, salto mi asta blandiendo el aire de lado a lado, la Sole abrió sus ojos en forma codiciosa, casi religiosa, como reverenciando mi verga enhiesta, de rodillas ante mi miembro parecía una sacerdotisa del falo y lo veneraba con beatas miradas de adoración, devoción e idolatría.

—¡Papi! … ¡Está lindo! … ¡Pero más rojito! … ¿Será por qué follaste con la mami? …
—¡Sí! … puede ser …
—¿Te duele, papi? … ¿Está delicado? … ¡Se ve brillosito, papi! …
—¡No! … ¡no me duele para nada! …
—¿Quieres que te toque, papi? … ¡Solo un poquito! …
—¡Hija! … ¡Sí ya estamos así … has todo lo que tú quieras! …
—¡Uy!, papi! … ¡Gracias! … ¡Se ve tan rico! …

Así diciendo, mi hija aferró mi verga con sus manos y comenzó a acercar su carita, su respiración se comenzó a agitar, luego su lengua comenzó a dibujar círculos en mi glande.

—¡Ay! papi … ¡Como se siente calientito! … ¡El sabor es diferente, papi! … ¿Será el sabor de la conchita de mi mami, papi? …
—¡Umh! … ¡oooohhhh! … ¡Sí! … ¡umh! … ¡puede ser! … ¡sí! … ¡puede ser! …

La Sole incrementó su succión y su lengua comenzó a revolotear en el orificio de mi glande, causándome un hormigueo en mis pelotas, mi vientre se hundió y mi respiración comenzó a hacerse afanosa y jadeante, en minutos puse mis manos en su cabeza y comencé a presionarla contra mi ingle, ella comenzaba a hacer algunas arcadas, pero se mantenía firme a chupar mi polla y a pajearme con sus dos manos, esta vez ni siquiera pensé en advertirle, mi eyaculación inició potente a disparar un manantial de esperma directamente en su boca, la Sole cerro sus labios en forma hermética alrededor de mi pene y tragaba y tragaba, algo de semen resbaló al largo de mi miembro, lo que ella prontamente recogió con sus deditos que luego se llevo a sus labios, chupándoselos acuciosamente.

—¿Te gustó, papi? …
—¡Uuuummmmhhhhh! … ¡Sí! … ¡Sí que estuvo rico! … ¡Me gustó mucho! …
—¿La mami lo hace como yo, papi! …
—¡Tú mami tiene más experiencia, hija! … ¡Ella tiene su modo de hacerlo! …
—¡Entonces no te gustó como yo lo hice, papi! … ¿Por qué? …
—¡No! … ¡No es eso, hija! … ¡Tú lo haces muy bien … pero es diferente … no lo haces igual! …
—¡Dime la verdad! … ¿Por qué no te gusto, papi? …
—¡Es que cuando lo hacemos … normalmente ella está desnuda! … ¡Es diferente! …
—¡Quieres que me desnude, papi! …

La Sole no esperó mi respuesta, se enderezó y desabrochó el único botón que mantenía cerrada su blusa, sus esplendidos senos saltaron afuera como dos meloncitos Galia, con unos puntiagudos pezones semejantes a pitorros que invitaban a succionar, luego de pie sobre el sofá, procedió a bajar sus leggins con movimiento femeninos y felinos, su vulva apenas visible bajo su ingle, lucía eróticamente conminatorio.

—¿Te gusta así, papi? …
—¡Hija, tú eres muy hermosa! … ¡Al igual que tú madre! … ¡Ambas son muy hermosas mujeres! …
—¡Pero no te gusta como te lo chupo, papi! …
—¡Ay! hija … ¡No seas odiosa! … ¡Tú lo haces muy rico! … ¡Exquisitamente bien! … ¡Pero lo haces diferente! …
—¿Y te comerías mi conchita, papi? …
—¡Creo que la respuesta la sabes, cariño! …
—¡Quiero que tú me lo digas, papi! … ¡Quiero escuchar que te gusta lo mío, papi! … ¡Cómo te gusta lo de mi mami! …
—¡Cariño! … ¡No debe ser una competición! … ¡Lo nuestro es secreto! …
—¡Sí! … pero no me responde, papi … ¿Te quieres comer mi conchita? …
—¡Sí!, mi amorcito … ¡Sí! que me gusta …

La Sole pasó su pierna sobre mí y acerco su diminuto sexo a mi boca, sus incipientes bellos cosquillearon mi nariz, agarré sus glúteos y comencé a comerme esa panocha estrechita y mojada, mi hija estaba otra vez caliente y restregaba su sexo en mi boca, frotando en círculos su clítoris casi en mi nariz.

—¡Uy! … paaapiii … ¡Tú si que lo haces rriiiicooo! …
—¡Uummggghhhh! … ¡Gulp! … ¡Umgh! … ¡Y tú sabes muy rico, hija! …
—¡Ay! … ¡paapiitoo rico! … ¡Cómeme toda, papi! … ¡Cómeme, papito … cómeme! …

Muy luego la Sole comenzó a desvariar y a fantasear con los ojos cerrados como embrujada, en un trance intenso, un lance que la hacía respirar con dificultad, su pierna derecha temblequeaba sin control, ella trataba de controlarla con una de sus manos, pero sus manos tampoco le respondían, sus dedos se estiraban y se encogían, al igual que sus pies se les encorvaban con los dedos descontrolados, toda ella se estremecía en su arrollador orgasmo.

—¡Aaarrrggghhh! … ¡Aaarrrggghhh! … ¡Aaarrrggghhh! … ¡Paaapiii! …

Sujeté a mi hija mientras se derrumbaba sobre el sofá y continuaba a convulsionar, sus ojos estaban cerrados al igual que sus muslos, tenía un brazo sobre su frente y su mano estaba todavía crispada en una especie de agonía post orgásmica, la contemplé por largo rato mientras sus tetas se cimbraban y temblaban, finalmente se recompuso un poco.

—¡Uy! papi … ¡Uuuummmmhhhhh! … ¡Ay, mi Dios! … ¡Que rico, papi! …

Se sentó sobre el sofá y me miraba con admiración y cariño, luego con un rápido movimiento me la encontré sentada en mi regazo, me tiro los brazos al cuello.

—¡Papi! … ¿Una hija se puede enamorar de su padre? …
—¡Ay, Sole! … ¡Cómo se te ocurre! … ¡Eso no puede ser! …
—¿Y, una hija puede coger con su padre? …
—¡Tampoco, pues niña! …
—¡Yo quiero coger contigo, papi! …
—¡Pero que estas diciendo! … ¡Hija, eso no puede ser! …
—¡Papi! … ¡Tú dijiste que me enseñarías! … ¡Enséñame a coger, papi! … ¡Enséñame tú, papi! …


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