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El artista

El artista

Papá decía que era la oveja negra de la familia, el bohemio, el pervertido.

Una vez que estaba muy enojado con él, agregó que quizás era hasta maricón.

Mio tío Ignacio, con sus cabellos lacios, largos y desordenados, ese bigote mal afeitado, perennemente con una barba de días, fumaba cigarros habanos que decían eran los mejores y los conseguía con una amiga de la embajada de Cuba, una chica que conoció en la Isla cundo fue a estudiar Artes y Letras, sí, mi tío es un artista.

No es un desconocido, ya ha hecho algunas exposiciones privadas que han tenido buena acogida por los medios culturales.

Por eso no me sorprendió mucho cuando un día me llamo a mi celu y me pidió que lo pasara ver que estaba exhibiendo algunas obras suyas en una sucursal de un renombrado banco.

Efectivamente lo encontré ahí rodeado de personas que charlaban con él, algunos estudiantes de la universidad y otras personas que ciertamente se interesaban a sus obras, me acerqué a él y me dio un beso en la mejilla.

—¿Querías verme tío? …

—¡Oh!, Ámbar … que bueno que viniste … necesitaba verte …

—¿Cómo es eso, tío?… ¿De qué se trata?…

—¡Hija, necesito tu cuerpo!…

—¿Ah?… ¿Cosa?…

—¡Sí!, mi niña… eres perfecta …

—¡Pero tío… tu conoces tantas otras chicas… quizás ya han modelado para ti… ¿Por qué yo?…

—¡Porque tú eres única!… ¡No existe al mundo otra cómo tú!… ¡Y yo necesito exponerte al mundo!…

Mis resquemores iniciales comenzaban a trasmutar en una sensación diferente, me sentía halagada y una incipiente humedad se manifestaba en mis bragas, mostrarme desnuda al hermano de mi padre, estar frente a él solo con mi traje de Eva, al natural como Dios me echó al mundo, me excitaba tener esta atención por parte de él, era una excitación diversa, además, era un desafío.

—¿Y para cuando quieres que pose para ti, tío? …

—Sé que trabajas… ¿Qué te parece este fin de semana? …

—¡Está bien!… pero con una condición …

—¡Sí!… dime… ¿Qué es lo que quieres? …

—¡Que no lo llegue a saber papá! …

—¡Oh!, no temas… te entiendo perfectamente… no lo sabrá… pierde cuidado… ¡Ah!, una cosa…

—Dime, tío…

—¡No te hagas nada!… ¡debes ser natural… no te vayas a rasurar ni depilar nada! …

—¡Está bien, tío!…

Me fui a casa con mi ego por allá por los cielos, mi autoestima estaba en su máximo nivel, mi tío me quería inmortalizar en una de sus obras, me parecía increíble.

Esa noche me desnudé completamente y no pude evitar de masturbarme con figuras en mi mente imaginando poses artísticas, alucinaba con pinceles que se deslizaban por todo mi cuerpo estimulando mis partes íntimas, me metí un dedo en mi culito mientras restregaba mi clítoris, sentía mi sudor que escurría entre mis tetas y pensaba fuese la acuarela de mi tío que se vertía en mi con mil colores, así fue mi orgasmo un baño de estrellas coloridas que volaban en mi cerebro obnubilado por la fantasía sensual del arte impregnando mi piel.

El sábado después de almuerzo estaba frente a la puerta de entrada de la casa de mi tío Ignacio, toqué el timbre con un cierto nerviosismo, jamás había posado ni siquiera para una fotografía, lo único que deseaba era estar a la altura.

—¿Ámbar? …

—¡Sí!, tío … soy yo …

Mi tío accionó la cerradura eléctrica y la puerta se desbloqueó dejándome entrar a su propiedad, él salió a mi encuentro y nos saludamos con sendos besos en la mejilla, nos fuimos charlando a su estudio donde ya habían varios atriles con lienzos iniciados en un mundo abstracto y aparte, otro lienzo en blanco como esperando que la inspiración de mi tío se expresara sobre su virginal extensión, sentí cómo mi piel se activaba y se creaba una conexión invisible con la tela, se estaba creando una especial atmosfera en su estudio.

Mi tío es una persona solitaria, no socializa con otros pintores por celos de ellos debido al elevado nivel artístico de la obras de mi tío, para mi era un halago y una responsabilidad haber sido elegida por él que conoce quizás cientos de modelos profesionales que podrían desempeñarse mucho mejor que yo.

Cuando me dijo que me desvistiera no sentí ningún pudor ni vergüenza, si sentí su escrutadora mirada estudiando todas mis sinuosidades, mis ángulos y redondeces, jamás nadie me había mirado y admirado así tan profundamente, el veía mi yo interior, no veía solo mi cuerpo, se adentraba en mi alma, veía bajo mi piel, no sé si se rendía cuenta de lo excitada que estaba.

Cuando su mano tocó mi seno, mi pezón se endureció instantáneamente y mis muslos se juntaron por simpatía, casi se me escapa un gemido de placer, su mano sobre mi piel ardía y me transmitía deseos y lascivia, me dijo que no le tomaría mucho tiempo, ya que le bastaba hacer unos bocetos de carboncillo que luego usaría mientras pintaba el lienzo.

Me tuvo de pie un largo rato mientras él giraba a mi alrededor dibujando en una especie de cuaderno, luego me hizo sentar y siguió dibujando, después me acompaño a un diván donde me hizo recostar de lado, me dijo de abrir mis piernas, mientras sus ojos iban y venían recorriendo mi hendedura vaginal, no se si habrá visto la humedad de mis labios hinchados de deseos, nunca me había sentido tan caliente en mi vida, y el no me tocaba, solo me miraba, me recordé que papá había puesto en entredicho la masculinidad de su hermano y también yo me lo empecé a preguntar.

Mi tío me tenía recostada con las piernas ligeramente entreabiertas y el estaba arrodillado en una rodilla y me miraba el coño atentamente, estaba absorto observando cada detalle de mi cuerpo, pues luego tendría que recrearme en su lienzo, mi conchita exudaba líquidos a toda fuerza, cómo me hubiese gustado que se inclinara, me abriera mi chochito y saboreara el zuma que mi concha generaba para él.

—¡Puedes vestirte, Ámbar! …

Me dijo sonriendo con una mirada de haber gozado mi natural desnudez, al parecer la había gozado de verdad, pues una ligera protuberancia se veía en su pantalón, yo no quería vestirme algo me faltaba, debía ser satisfecha, tratando de alargar el tiempo le hice una pregunta.

—¿Entonces… mañana comenzaras a pintarme?…

—¡Pues sí… probablemente mañana!…

—¡Que hermoso!… ¡Me siento honrada y me gusta que me hayas elegido a mí!…

—¡Ay! Por Dios… no es tan simple como eso… ¡Jesús!…

—¡Perdóname, tío!… pero no soy una erudita en arte, esta es la primera vez que tengo una experiencia sobre el tema … quizás no entienda nada…

—¡Niña!… la chica que he dibujado en mis bocetos ya no eres tú… esa chica eras tú, pero ya no lo eres… yo he capturado ese instante fugaz de ti… un presente que ya es tú pasado y que yo llevaré a un futuro… yo pintare lo que eras, algo que jamás volverá… yo lo traeré de regreso inmortalizado en un lienzo y eso será tú futuro…

Me pareció recibir una clase de algo, sentí estar ante un genio, alguien que yo no entendería pero que era capaz de expresar cosas que estaban fuera de mi comprensión, ni siquiera pensé mucho al respecto, pero había un dejo de solemnidad en toda esta escena que me sobrecogía y me excitaba el estar ante una genialidad, un ser superior que era capaz de ver más allá de lo simple, no sé en qué momento mi mano tomó la suya y la puse en mi entrepierna.

—¡Cógeme, tío!… ¡Cógete a la yo de este presente y llévame a tu futuro!…

Sin darme cuenta, lo vi cambiar de expresión y me pareció un inmenso lobo a punto de abalanzarse sobre el tierno y sabroso borrego.

Me acarició la mejilla rozando mis pezones y me beso intensamente.

El tiempo pareció detenerse, ya no había pasado ni futuro, estábamos en una especie de burbuja de otra dimensión, solos él y yo, estábamos a punto de consumar un pecado incestuoso antiguo y atávico como los tiempos, solo nos mirábamos encantados el uno del otro, no pronunciábamos palabras y por nada al mundo queríamos interrumpir este delicioso momento que nos pertenecía solo a nosotros, porque nosotros lo estábamos creando.

Sentí que bajaba sus pantalones, me sentó al borde del diván y me penetró sin preámbulos, mi vagina estaba empapada y pronta, su pene se hundió profundamente en mi causándome un mini orgasmo que no se detuvo más, arañe su pecho y le quité de fuerza su camisa, sus aterciopelados vellos estimularon mis pezones, me apreté a él haciéndole sentir el poderío de mis tetas, él me daba fuertes embistes sin piedad, abrí mis piernas al máximo y oriné su vientre y sus cojones mientras me corría con inaudita fuerza, había algo de crudo, tosco y rudo, pero la sensación era muy intensa, su pene era un ariete que horadaba mis paredes vaginales sin misericordia, había genialidad hasta en su peculiar manera de cogerme, parecía transformar todo en arte.

Fueron muchos maravillosos orgasmos, luego lo saco repentinamente y vertió su esencia sobre mi barriga, líneas perladas y blancas como pinceladas de artista.

Pero no se había acabado todo, la yo de ese instante presente estaba satisfecha, pero mi otra yo de futuro estaba magreando ese pene todavía duro y que no disminuía su ardor, su verga estaba ahí incólume, como un grueso pincel pronto a dibujar nuevos orgasmos en mi conchita, me hizo girar y después de colocarme en cuatro, volvió a meterme todo su arte amatorio, me llevo al séptimo cielo.

Este hombre si es un artista.

Nunca había disfrutado tanto en vida mía, estaba tan mojada que me ruboricé al ver sus pantalones empapados en mis líquidos y flujos, rogaba porque este fuera nuestro presente, pasado y futuro, desgraciadamente solo el arte tiene la posibilidad de lograr eso inmortalizando los momentos y llevándolos por siempre a un futuro, sin siquiera darme cuenta comencé a convulsionar en otro exquisito y espasmódico orgasmo, luego él utilizó mi espalda, cómo lienzo donde verter su acuarela de colores albinos.


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