Síguenos ahora en Telegram! y también en Twitter!

Desde mis principios I

Desde mis principios I

Mi nombre es Raúl, tengo 24 años, pelo rizado y más bien claro, mi complexión es atlética ya que siempre he practicado el atletismo (velocidad, salto de altura y longitud).

Tengo un hermano mayor, se llama Pablo tiene 26 años, no nos parecemos mucho, su pelo es menos rizado que el mío y lo lleva algo más largo y su boca es de labios muy prominentes, sus ojos están hundidos en una cara con unos rasgos muy suaves.

Mi padre también se llama Pablo, tiene 49 años físicamente se parece mucho a mí, el también practicaba atletismo cuando estudiaba, incluso actualmente sale 3 veces en semana a correr, esta en forma.

Vivimos en España (no voy a especificar la ciudad por motivos obvios) junto con mi madre y mi hermana pequeña.

Mi madre es una mujer bastante robusta, no tiene sobrepeso, es de caderas marcadas y tiene unas piernas muy bonitas y bien formadas (a menudo ella y mi padre pelean en broma sobre cual de los dos me paso tan buena genética sobre todo por mis piernas, muy bien formadas…), lleva el pelo corto, en un tono rojizo que ella misma se da.

Mi hermana tiene 22 años, es muy bella, no tiene mucho pecho pero luce muy bien… físicamente se parece mucho a mi padre y a mí. Mi hermano Pablo se parece mas a mi madre.

No sabría decir cual fue la primera vez que mi hermano y yo nos rozamos o nos tocamos, si éramos conscientes o no.

Vagamente recuerdo de muy pequeños nuestros juegos en la piscina pequeña del camping donde veraneaba toda la familia, menos mi hermana que no había nacido aun.

Nos rozábamos, nos subíamos a caballito y luchábamos, recuerdo aquello como algo realmente placentero…

También por las noches si hacia mucho calor y mis padres nos dejaban en el bungalow y se marchaban a tomar una copa mi hermano y yo nos íbamos a un chalet cercano saltábamos la valla de la casa y nos metíamos en la piscina desnudos, y allí continuaban nuestras luchas y achuchones acuáticos.

Primero yo montaba a caballito sobre él, y comenzaba a retozar y a moverse de arriba abajo. No sabia que me pasaba en la entrepierna, pero a mí aquello me gustaba a mas no poder.

Después era yo quien lo montaba a él y me movía todo lo que su peso me permitía (que no era poco) ya que a mí también me gustaba mucho notar como apretaba su cintura a mi espalda.

Esta es la primera experiencia que alcanzo a recordar. Los momentos que he descrito los recuerdo a la perfección, pero aunque no lo recuerdo todo nítidamente estoy seguro que no nos llegamos a tocar directamente con las manos en nuestras partes más intimas.

Ninguno de los dos sabíamos exactamente lo que hacíamos solo se trataba de un juego para nosotros que al mismo tiempo se convertía en lo mejor de todas las vacaciones, los dos guardamos el mejor recuerdo de aquello.

También recuerdo la primera casa donde vivíamos, era muy antigua, las puertas, el salón, la pequeña cocina, los suelos de lozas pequeñas y con distintos mosaicos de cuadros de color crema y corinto, y aquel cuarto de baño con el alicatado blanco inmaculado, donde en ocasiones mi hermano y yo hacíamos “peleas de pichas” como le decíamos nosotros.

Nos metíamos en el cuarto de baño que tenia una puerta, no recuerdo de que color, con dos cristales rugosos en vertical en la parte superior de esta, que no dejaban ver mas que la sombra de quien estaba dentro.

Esta pelea consistía en bajarnos los pantalones y los calzoncillos hasta las rodillas, aguantarnos la ropa que lleváramos en la parte de arriba del cuerpo por encima del ombligo, de manera que nuestras “armas de lucha” quedaban al descubierto, una frente a la otra y de esta forma, comenzábamos a mover nuestras caderas de un lado a otro para que nuestras pichas chocaran y se rozaran.

No se decir cuanto duraban aquellas batallitas, ni quien ganaba o perdía. Si recuerdo que poco a poco nuestras pequeñas dagas se iban transformando en duros sables mientras duraba la lucha.

En una ocasión en la que empezamos nuestra pelea matutina, la puerta se abrió y entro mi madre, pillándonos en ese momento ” in fraganti ” no recuerdo que nos dijo, creo que salió a buscar a mi padre y nosotros nos escondimos tras la puerta del cuarto de baño.

No creo que nos reprimieran ni tampoco recuerdo ningún comentario posterior a esto en referencia a lo sucedido. Pero estas luchas dejaron de hacerse entre nosotros.

Siempre hemos compartido cuarto. Recuerdo que Pablo le daba mucho miedo las tormentas, cuando había alguna, corría a la cama de mis padres y claro yo no me iba a quedar solo en el cuarto así que éramos cuatro en la cama.

Esto era un problema para dormir bien, sobre todo cuando fuimos creciendo, ya que esto se repitió durante mucho tiempo.

Al final terminaban marchándose uno de mis padres a una de nuestras camas, de esta forma estábamos todos más cómodos.

Hasta que, como es normal, mi madre se canso de ello y nos prohibió ir a su cama. Cuando volvió a producirse otra tormenta, mi hermano volvió a repetir la operación de costumbre y cuando yo estaba dispuesto a seguir sus pasos apareció mi padre que traía a hombros a mi hermano, que hacia casi tanto bulto como el.

Mi padre le dijo que tenia que acostumbrarse a dormir en su cuarto y nos explico que siendo hermanos podríamos apoyarnos y ayudarnos siempre entre los dos para pasar las cosas buenas y malas.

Después se marcho a la cama, y aunque la tormenta había pasado seguía lloviendo y el viento soplaba fuerte. Mi hermano me pidió si se podía meter en mi cama.

Esa noche dormimos muy pegados y recuerdo que me gusto la sensación de estar tan cerca de mi hermano.

Desde ese día era muy normal que usáramos la misma cama aunque a media noche alguno de los dos se cambiara para seguir durmiendo solos y más cómodos.

Mis padres no prestaron atención a aquello, aunque casi nunca amanecía con los dos en una misma cama. Eso sí, cuando había tormenta amanecíamos en la misma cama pero mis padres no protestaron nunca.

No sé si aquellas palabras de mi padre tuvieron algo que ver, pero mi hermano y yo siempre hemos estado muy unidos, no tenemos tapujos ni nos escondemos nada y nos lo contamos todo. Tenemos mucha confianza el uno en el otro. Y quitando alguna que otra tontería nunca hemos discutido.

Con el paso del tiempo las tormentas siguieron trayendo a mi hermano a mi cama aunque ya mas mayores mi hermano siempre se volvía a su cama antes que mis padres lo vieran en la mía. A mi no me importaba, es mas me gustaba.

La primera vez que me desperté mojado yo ya era algo mayor, aunque no recuerdo la edad que tenia. No sé decir que soñé, o el momento exacto en que me corrí a lo largo de la noche pero cuando me desperté todavía estaba húmedo.

Era un Sábado por la mañana, ese día nos levantábamos tarde ya que no teníamos colegio. Mis padres no estaban en la casa habían salido de compras. Mi hermano se había despertado y estaba viendo la tele con el volumen muy bajo para no molestarme.

Como tenemos mucha confianza le dije:

Mira Pablo, esta noche me he hecho un poquito de pipi en mi cama y no me he dado cuenta… – mi hermano se incorporo de su cama y miro la mía. Observo la mancha por un instante y se acerco para examinarla mejor.

… todavía esta húmeda… – la toco con sus dedos y se la acerco a la nariz.

¿Qué haces?- le pregunte extrañado, ¿acaso mi hermano no sabia como olía el pipi?…

Esto no es pipi hermanito, ¿es la primera vez que te pasa?

Sí.

Veras tienes que masturbarte para que no manches las sabanas. ¿ No te masturbas todavía?

No… ¿A ti también te pasa?

Si, pero yo me masturbo y de esta forma no me mancho por las noches. Cuando la picha se te pone dura y grande debes masajeártela hasta que te salga el semen…

¿Tu lo haces?

Mi hermano se empezó a tocar su picha por encima del calzoncillo que llevaba, y pude ver como el bulto de su interior iba creciendo por momentos.

A mi eso si me había pasado pero no sabia muy bien que hacer.

Me pidió que hiciera lo mismo, pero para cuando quise tocarme mi calzoncillo estaba para reventar debido a la erección que se me produjo al ver a mi hermano tocándose de aquella manera.

Mi hermano vio que yo estaba empalmado y me dijo que le imitara. Yo lo hice sin dudar un momento.

Él empezó a meneársela, podía ver como bajaba y subía aquel trozo de piel sobre la cabeza roja e inflada de su polla.

No salía de mi asombro, pero comencé a hacer lo mismo, aquel roce me producía unas cosquillitas que me molestaban y me gustaban por partes iguales, mi respiración se aceleraba y notaba como me ponía… ¿nervioso?, ¿feliz?… no sabia explicarlo pero el resultado era muy positivo y me gustaba, ¡joder como me gustaba… Transcurridos unos momentos note como me faltaba el aire y sentía una sensación de mareo, pero eso sí, agradable, muy agradable…

Me corrí, y mi hermano también se corrió pero de su polla salió una cantidad de liquido mucho más considerable que de la mía.

Aquello fue algo indescriptible, mi hermano había abierto una puerta de placer a la que yo estaba dispuesto a sacarle mucho partido. Me masturbaba todo lo a menudo que podía, aquello era lo mejor que yo conocía y además podía repetir tanto como quisiera… o pudiera… pero lo mejor estaba por venir.

Recuerdo una noche de sábado en la que mis padres estuvieron cenando en casa de mis vecinos, yo tendría unos 18 y Pablo 20 años.

Mi padre pidió unas pizzas y nos dijeron que estarían arriba.

Nosotros estábamos en nuestro cuarto viendo el video comunitario (todos los viernes y sábados a las 0’30 emitían una película porno) cuando terminamos la pizza acordamos verla aprovechando que mis padres no estaban.

Al empezar yo no podía dar crédito a lo que veía. Era mi primera peli porno, creo que no para mi hermano.

Tras ver la primera secuencia (una chica chupándosela a un chico y después los dos follando como locos de las típicas posturas…) yo estaba muy excitado y me corrí solo con apretar mi mano sobre mi calzoncillo.

¡Jo! Hermanito que rápido eres… -dijo Pablo entre risas…

Él estaba totalmente empalmado y se la saco por el pernil de su calzoncillo. Era enorme, comenzó a meneársela, yo ya no miraba la película no podía apartar los ojos de aquel trozo de carne algo más grande que el mío. Cuando me di cuenta ya estaba otra vez empalmado. Esta vez me quite el calzoncillo y vi que mi hermano me copiaba. Los dos estábamos masturbándonos cada uno en nuestra cama, yo solo miraba a mi hermano y él miraba el video pero en ocasiones me miraba a mí.

En otras tantas ocasiones mi hermano y yo nos masturbamos viendo películas, eso sí, cada uno la suya, hasta que un día paso. Yo tenia muchas ganas de hacerlo pero no me decidía, y fue él quien me dijo en un tono entrecortado:

Oye Raúl… ¿tu no crees que… si tu me la meneas a mí… y yo a ti… disfrutaremos más? Así sabremos que se siente cuando alguien te la toca…

A mí me pareció muy buena idea así que sin mediar palabra me pase a su cama y mi hermano me hizo un lado junto a él.

Nos incorporamos y sentados frente a la tele comenzamos a masturbarnos mutuamente como dos buenos hermanos… me gusto tocar la polla de mi hermano, y el también lo disfruto. Entonces nos corrimos y nuestras leches nos mancharon toda la barriga.

Esa noche lo repetimos varias veces, durante toda la película, aunque una vez que nuestras pollas se ponían duras, no mirábamos la tele sino que nos dedicábamos únicamente a nosotros.

De esta forma, viernes si y viernes no, y casi todos los sábados que podíamos nos hacíamos pajas el uno al otro viendo las pelis del video comunitario, algunas noches con mis padres en la misma casa, creo que entonces no sabían nada…

La próxima vez os contare como mi hermano y yo pasamos a explorar otras posibilidades que nos ofrecían nuestros cuerpos en cuanto al sexo…

Continúa la serie Desde mis principios II >>

¿Qué te ha parecido el relato?


Descubre más desde relatos.cam

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo