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Mi Suegrita

Mi Suegrita

Mi historia es la siguiente, estoy casado con Ana mi mujer desde hace 2 años ella es una bella mujer de 24 años, muy sensual y bonita, aunque un poco fría en la cama, yo fui su primer hombre sexualmente hablando así que todo lo que sabe se lo he ido enseñando yo, mas sin embargo la falta de experiencia en la cama hace que a veces yo quede aún muy caliente después de algunas de nuestras sesiones de sexo. Yo en lo personal soy un hombre de 26 años, practico mucho deporte así que me mantengo en muy buena forma, mi pene mide 18 cm y según me han dicho es bastante grueso. La historia que me interesa contarles se da como resultado de mis frías relaciones sexuales con mi mujer.

Mi suegra es una mujer de 53 años, es una mujer más bien normal un poco recatada diría yo, pero que a pesar de su forma de vestir muy decente y recatada no puede ocultar unos senos impresionantes que se destacan de su anatomía, un culo redondo y firme que se balancea con cada movimiento que hace al andar, pues esta es la mujer de la cual trata mi historia, el hecho es que mi querida suegrita enviudó hace ya más de 9 años, pues hace como cuatro años atrás mi mujer insistió en que viniera a vivir con nosotros, a mi la idea no me pareció la más adecuada pero por consentir a mi mujer, acepté.

Nuestra relación transcurría de lo más normal, más bien un poco fría, con poca comunicación entre mi suegrita y yo. Yo en algunas ocasiones acostumbraba jugar una partida de billar con los amigos, fue así como en una ocasión cuando llegaba a casa después de los acostumbrados juegos, abrí suavemente la puerta principal de mi casa no queriendo hacer ruido para no despertar a mi esposa que ya dormía y despertaba temprano para ir a su trabajo, me dirigí a mi habitación teniendo que pasar frente a la de mi suegra que duerme en la habitación de la entrada del pasillo, justo cuando iba pasando silenciosamente frente a su habitación vi la puerta un poco entreabierta y la luz de su lámpara encendida, como todo el pasillo estaba a oscuras me quedé justo ahí mirando por la abertura de la puerta y lo que vi y escuché me dejó pasmado donde estaba.

Mi suegra yacía en su cama con su camisón de dormir levantado hasta la cintura con los ojos cerrados y una de sus manos acariciando una de sus grandes tetas mientras que la otra la pasaba fuertemente sobre su raja grande y peluda tapada únicamente con un calzón grande y poco sensual, mientras realizaba esta labor de su garganta escapaban ahogados gemidos de placer, ahí estaba la mujer que consideraba una de las más recatadas masturbándose sobre el calzón y acariciando sus grandes tetas, el ver esta escena puso mi verga a mil haciendo que se me pusiera muy dura y grande. Resistí las ganas de entrar y meterle mi verga lo más adentro de su vagina, pero no así las ganas de masturbarme ante tal escena, por lo que despacio bajé el cierre de mi pantalón y liberé mi palpitante verga que estaba a punto de estallar de tanto excitación. Empecé a acariciarla al compás que mi suegra frotaba su vagina con su mano sobre el calzón, no tardé mucho en expulsar un potente chorro de leche sobre la alfombra de la entrada de su habitación, mientras ella gemía de placer con su mano sobre su raja, mi verga a pesar de haber arrojado tanta leche seguía aún muy dura y firme, por lo que seguí observando, de pronto mi suegra paró de acariciar su raja, bajó su camisón, se cubrió con la sabana y apagó la luz de su lámpara. Yo en el estado en que me encontraba me dirigí a mi cuarto silenciosamente, entré, me desnudé y procedí a besar a mi mujer en la mejilla y me recosté pensando en lo que había visto minutos antes.

A la mañana siguiente me desperté y mi esposa ya se había ido a trabajar yo me encontraba de vacaciones durante eso días, así que me levanté me puse un pantaloncillo de algodón corto y ajustado y me dirigí a la cocina a prepararme algo para desayunar, la escena de la noche anterior me mantenía aun muy caliente, cuando llegué a la cocina me encontré con mi suegrita recatada quien preparaba el desayuno la saludé – Buenos Días Doña Marta-, Buenos Días Javier – respondió mi querida suegrita, traía puesto un vestido largo y holgado nada sensual, se ve usted un poco cansado, ¿no durmió bien anoche? – preguntó, – Claro que dormí bien suegra, lo que me pasa es que tuve un sueño muy placentero anoche y eso me dejo exhausto – añadí

Ella guardó silencio ante mi respuesta. – Aquí está tu desayuno – me sirvió y se retiró a hacer el aseo de su habitación. En ese preciso momento recordé que la noche anterior cuando me masturbe mirándola toda mi descarga de semen fue a parar a su alfombra. Sólo espero que después de tanto tiempo no reconociera una mancha de semen de otra mancha cualquiera.

Me fui a mi habitación y me dediqué a reparar un mueble de la habitación, mi suegra me dijo que iba a hacer unas compras al supermercado por lo que me quedé solo en la casa. No pude resistir la tentación el estado de excitación en el que me encontraba era tal que me dirigí a su habitación, busqué en sus gavetas y encontré su ropa interior, bajando mis pantaloncillos tomé su calzón y con él envolví mi verga masturbándome con ellos, en el momento en que mi semen salió tomé el calzón y limpié toda mi leche con él. En ese momento escuché la puerta principal abrirse y pensé que era ella por lo que de la prisa no hice más que poner el calzón manchado con mi semen en la gaveta y salir de ahí.

Desde ese momento en adelante no tuve más cosa en mi cabeza que la forma de hacer que mi suegrita se me entregara y pudiera yo poseer a aquella mujer que por la desesperación con que se había masturbado la noche anterior, se notaba que hace mucho no probaba una verga.

Fue así como transcurrió el tiempo y mis deseos de poseer a mi suegra iban en aumento, unas semanas después mi mujer tuvo que salir de viaje por cuestiones de la oficina. Quedando solos en mi casa mi deseada suegra y yo.

Era la oportunidad que necesitaba y no la iba a desperdiciar. El día siguiente era domingo por lo que mi suegra se levanta puntualmente a las 8 a.m. para ir a su iglesia, pues la mujer es muy religiosa. Sabiendo esto el domingo me desperté más temprano de lo acostumbrado, con mi verga muy dura y caliente y poniéndome únicamente una pequeña tanga blanca me dirigí al baño, me quedé ahí esperando escuchar la puerta del cuarto de mi suegra abrirse y dirigirse hacía donde yo estaba, cuando escuché la puerta de su cuarto abrirse bajé mi tanga y agarré mi verga con la mano poniéndome en posición de que iba a orinar frente al servicio, en eso entra mi suegra y me ve ahí parado con mi gran verga en la mano dura y gruesa, ella se asombra y sale deprisa de ahí, pidiéndome disculpas.

Yo por mi parte guardo mi verga en mi tanga de nuevo y salgo del baño a mi habitación muy excitado de saber que mi suegra había visto mi verga parada. Unos minutos después escuché la puerta de su habitación abrirse y dirigirse al baño. Yo por mi parte regreso a mi cama y me acuesto de nuevo. Esa tarde aproveché para salir con unos amigos a tomar algo, regresando a mi casa tarde por la noche, un poco pasado de tragos, estaba lloviendo fuertemente y los relámpagos eran fuertes, por lo que la energía eléctrica había fallado. Cuando llegué encontré a mi suegra en la sala de mi casa recostaba sobre el sofá de la sala, envuelta en una sabana – ¿Qué hace aquí suegra? – Pregunté -, – Estaba esperándolo Javier es que tenía miedo de estar sola aquí y sin electricidad, usted sabe que temo mucho a la oscuridad – respondió.

– Ya no tiene nada que temer mi señora ya estoy aquí –

Como había llovido cuando llegué llevaba la ropa un poco mojada por la lluvia.

– – Pero ¡¡¡mire cómo esta usted todo empapado Javier!!!- Dijo mi suegra – No se preocupe ahorita se me seca – añadí. – Lo mejor es que suba y se cambie, se puede resfriar, – – No se preocupe ya le dije ahorita me seco- Esta bien pero mejor tome mi sabana y cobíjese con ella para que se caliente- añadió.

– Esta bien suegrita, présteme su sabana, – Y ella procedió a darme su sabana. Quedando ella en su camisón poco sensual de dormir. En ese momento la excitación se apoderó de mí de nuevo, e ingenié la forma de poder poseer a aquella mujer que se encontraba junto a mi. Entonces empecé a quitarme la camisa y cuando iba a desabrochar mi pantalón mi suegra un poco asustada preguntó: – ¿Qué hace Javier, por qué se quita la ropa?,- – Lo hago porque si me quedo con ella podría resfriarme, y mejor me la quito y me envuelvo en la sabana – respondí. Ella guardó silencio. Entonces continué quitándome el pantalón, justo frente a ella, entonces quedé únicamente en bóxer frente a ella, y procedí a envolverme en la sabana dando tiempo de que ella contemplara el bulto que se formaba dentro de mi bóxer. Ella agachó su cabeza e hizo como que no veía. La lluvia continuaba cayendo así que le dije a mi suegra que era mejor que nos recostáramos un rato, ya que la energía eléctrica no volvería pronto. Así fue como se recostó sobre el sofá cubriéndose con su camisón. Yo me acomodé en el sofá pequeño frente a ella. Mi verga estaba muy dura y caliente pensando en cómo cogerme a mi suegra que yacía frente a mí. No sé si por los efectos del alcohol o el cansancio pero me quedé dormido sentado en el sofá. De pronto cuando desperté en la madrugada con una sensación de frío miré que la sabana que cubría mi cuerpo había caído y que la erección que tenía era muy evidente dentro de mis bóxer, volví de inmediato a mirar hacia donde estaba mi suegra recostaba y vi como su camisón se había abierto mostrando parte de sus piernas. Mi verga se puso aún más dura y grande. No pude aguantar más y empecé a acariciar mi verga sobre mi bóxer, fue entonces cuando mi suegra abrió los ojos y sorprendida miró el bulto entre mis piernas, su cara se ruborizó y cubrió sus piernas con el camisón.

– ¿Qué hace Javier? – Preguntó en tono nervioso. Ya no pude contenerme más y le respondí: – Acaricio mi verga mirando sus piernas suegra, sabe, tiene usted unas piernas preciosas y apetecibles, capaces de trastornar a cualquier hombre suegrita y yo no soy la excepción, ¡mire cómo ha puesto mi verga!, – Ella se sonrojo aún más, pero no supo qué decir. Entonces animándome aún más continué – Sabe suegrita mis relaciones sexuales con su hija son muy frías y un hombre como yo necesito algo más que eso, sabe me encantaría poder acariciar esas piernas tan deliciosas que tiene usted y poder sentir la suavidad de sus pechos en mi boca, ver cómo se estremece de placer una mujer tan bella y deseable como usted. – – Pero qué dice Javier, no ve que soy la mamá de su esposa, ¿qué le pasa acaso se ha vuelto loco?, No ve que yo soy una mujer mayor y decente y que nunca en la vida podría prestarme para una cosa de esas. Entonces le dije: – Suegra lo único que sé en este momento es que la deseo con todas mis fuerzas, ¡mire cómo tengo la verga!, – Y procedí a sacar mi verga de mi bóxer. Ella se asombró de ver mi gran verga grande y dura. En ese momento ella dijo: Javier, estás loco, mira soy tu suegra no está bien que hagas esto, eres el marido de mi hija, sabes lo que pasaría si se entera de esto, te odiaría y me odiaría a mí, por prestarme a esto – Entonces en un arranque de excitación me levanté del sofá y me aproximé a donde estaba mi suegra, con mi verga firme apuntando hacía ella. Ella retrocedió y dijo: – Espera no me hagas nada por favor, soy una mujer decente, desde la muerte de mi esposo hace nueve años no he tenido ningún contacto sexual con nadie, sabes que le soy fiel a su memoria, por favor no lo hagas….-

La sujeté por los hombros fuertemente, ella trató de soltarse pero la sujetaba aún más fuerte, empecé a besarla en el cuello mientras ella luchaba por escapar, -¡Déjame, déjame, No lo hagas! – Entonces fuertemente sujeté el frente de su camisón y lo jalé haciendo que quedara prácticamente desnuda frente a mí, ella cubrió sus pechos con las manos, mientras yo terminaba de quitarle el camisón a la fuerza. Ella entre sollozos trató de cubrirse su cuerpo desnudo, pero yo empecé a acariciarle sus grandes tetas mientras ella trataba de quitarme de encima, entonces la empujé fuertemente contra el sofá y sin dejar de sujetar sus manos empecé a chuparle sus ricas tetas, esas tetas grandes y firmes a pesar de su edad, que poseían un pezón oscuro y grande, los empecé a chupar fuertemente, mientras ella pataleaba y trataba de soltarse, entonces prensé sus piernas entre las mías y acomodé mi verga entre sus piernas, el sentir cómo se movía tratando de soltarse me excitó aún más mi verga estaba muy dura, yo seguía chupando sus pezones de pronto me puse de pie y le dije: – Esta bien señora si no quiere no vamos a hacer nada, la verdad la deseo mucho pero no quiero obligarla a nada, perdóneme por lo que he hecho, y me retiré al sofá del frente. Me senté frente a ella que permanecía callada y recogida sobre sus piernas. Ella me observó callada dejando de sollozar, su respiración era agitada pero estaba más tranquila. Yo permanecía sentado frente a ella con mi verga erecta, desnudo frente a ella también. De pronto estiró sus piernas quitó las manos de sus pechos que cubría y despacio abrió sus piernas, estaba seria y callada sólo se escuchaba su respiración agitada, me miró directamente a los ojos con una mirada seria y de reto. Abrió sus piernas lentamente y sus manos fueron a posarse en los labios vaginales y poco a poco empezó a acariciarlos mientras hablaba: – ¿Esto es lo que querías?, Esto es lo que deseabas ver, a una mujer mayor, ¡a tu suegra!, Gozando del sexo, ¡entonces mira!, mira cómo acaricio mi vagina y mi clítoris frente a ti, mi yerno, el esposo de mi hija, dime ¿te gusta lo que ves?, Te gusta ver cómo acaricio mi raja frente a ti – Mientras decía esto sus dedos jugueteaban con su vagina entraban y salían despacio su de raja, su vagina era enorme grande y peluda, con unos labios apetitosos. – Sí me gusta, me gusta ver cómo acaricias tu raja querida suegrita, igual que lo hacías la otra noche en tu habitación, me gusta ver cómo tu raja se abre para sentir tus dedos dentro de ella -. Y mientras decía esto empecé a acariciar mi verga, ahí frente a ella, ella miraba mi verga con ojos de deseo, su mirada asustada había cambiado por una mirada de deseo y calentura. – Sabes hace mucho que no tengo dentro de mí una verga que me haga sentir mujer, que me haga recordar lo rico que es sentir un trozo grande y grueso de carne dentro de mi raja, sabes y creo que el tuyo me dará mucho placer yernito, creo que me va a hacer recordar placeres olvidados – . Mientras decía esto yo me levanté y caminé hacia ella, me acerqué y me agaché besándola directamente en la boca, ella respondió abriendo sus labios y besándome también apasionadamente, comencé a acariciar sus pechos con mis manos mientras ella tomó mi verga con una mano y la sujetó fuertemente mientras con la otra acariciaba mis bolas que estaban llenitas de leche, cuando sujetó mi verga con su mano lanzó un gemido de placer mientras respiraba fuertemente, yo estaba muy excitado la idea de estar chupándole las tetas a la mama de mi esposa a esa mujer recatada que hasta hace unas horas jamas hubiera imaginado tener desnuda a mi disposición, esa mujer que gemía con mis caricias y acariciaba mi verga con grandes ansias, dejé de chuparle sus ricas tetas, para ver cómo ella se arrodillaba y tomaba mi verga con sus manos, después de acariciarla con sus manos la tomó con sus labios y la metió en su boca, me mamaba la verga como una verdadera experta, con las ansias acumuladas que dan muchos años sin haber tenido una verga a su disposición, la chupaba de arriba abajo, me pasaba la lengua desde el tronco hasta la punta,- Ah sí mi suegrita rica mamela así, bien rico, chúpeme la verga que es toda suya, disfrute de lo que por años no ha tenido – le decía mientras ella mamaba mi gran verga. Entonces mientras ella me mamaba mi verga la puse en posición para chuparle yo también su vagina la tomé y abrí sus piernas mientras hundía mi cara entre sus piernas, metí mi lengua dentro de su raja, y empecé a chupar su clítoris que estaba hinchado de tanta excitación. – Ahhh sí, Javiercito chúpame así, uuuh qué rico sentir tu lengua en mi rajita, así chúpame, chupa la rajita de tu suegrita amor, siente lo caliente que está, mientras yo te chupo esta rica verga que tienes y que me hace tan feliz – .

Entonces la volteé y alce sus piernas agarré mi verga con la mano y la apunté en dirección de su raja caliente, esa raja que estaba ardiendo por sentir dentro de sí una verga que le diera placer.- Métemela métemela Javier, haz gozar a tu suegrita como hace mucho no lo hace- . Y de un solo movimiento metí mi verga en su raja, mi verga se deslizó fácilmente dentro de ella. Ella gemía: Ahhh , qué rico me vas a partir en dos ,métemela así amor, uhhh, cógeme amor, qué rica tu gran verga en mí, me haces muy feliz. Yo movía mi verga dentro de ella , la metía y la sacaba despacio disfrutando cómo mi suegra gozaba con ella dentro, su raja estaba caliente y me apretaba la verga muy rico, en un momento empezó a gemir más fuerte, su respiración aumento y me dijo : Ahhhhh qué rico yernito me vengo siente cómo me vengo con tu verga dentro de mí ¡¡¡ahhhh!!!, Mientras decía esto sus jugos empezaron a salir de su encharcada raja, yo seguía con el mete y saca, ella se sujetaba las tetas con sus manos mientras yo le besaba el cuello, y todo su cuerpo temblaba producto del orgasmo que acababa de tener. Entonces saqué mi verga de su raja, y la coloqué entre sus tetas, ella me la apretó con sus tetas y chupaba la punta de mi verga cuando subía los movimientos, dame tu lechita amor, dame esa lechita rica que tienes en esas deliciosas bolas me decía mientras yo sentía mi leche subir por la verga buscando salir, entonces le dije : – Toma mi suegra rica tome mi lechita caliente- Ella puso su boca en la punta de mi verga y la metió a la boca mientras mi semen salía disparado hacia la boca de mi suegra. – ¡¡¡Ahhhh qué rico suegra tome mi lechita!!!!- Sí mi amor démela toda quiero toda tu lechita, dásela a tu suegrecita que la necesita amor. – Cuando terminé de vaciar mi leche en la boca de mi suegra me recosté a su lado y le di un beso en los labios, ella respondió abriendo su boca y besándome ardientemente.

– Sabe Javiercito, hace mucho que no me hacían tan feliz, de verdad que necesitaba esto, ahora vuelvo a sentir que soy una mujer de verdad – dijo mi suegra recostada a mi lado mientras besaba mi verga aún dura y firme. – Pues cuando quiera yo la hago feliz suegrita, si su esposo murió y la dejó sin una verga para gozar, aquí tiene la mía, para hacerla feliz.-

Ella me besó y se quedó dormida mientras yo acariciaba sus ricas tetas que a partir de ese día serían mías cuando yo quisiera.

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