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Mi Sobrino VI

Mi Sobrino VI

Después de la fiesta en la cocina mi sobrina y yo nos fuimos a nuestros cuartos, Rosa y Javi se quedaron estirados en el suelo, al rato oí los pasos de Rosa que se dirigían al lavabo, abrió el grifo del agua y yo supuse que era el del bidet pues claro después de la enculada yo sabía de buena tinta lo que sucedía, un escozor considerable. Llevaba un rato con el agua cuando oí pasos y la puerta del servicio, me levanté y salí al pasillo para escuchar mejor y pude oír detrás de la puerta como Ana se disculpaba por haber entrado sin llamar, Rosa le quitaba importancia. Ana entonces le dijo a mi mujer:

– ¿Qué te pasa tía ? .

Yo desde fuera no podía ver y me acordé del pomo de la cerradura se aguantaba sólo por un clip pues estaba estropeado, lo quité con sumo cuidado y a través del orificio podía ver perfectamente toda la estancia.

Rosa que estaba muy nerviosa, le contestó que estaba un poco escocida y que el agua fría le calmaba un poco. Mi mujer hacía toda clase de movimientos extraños con el fin de que Ana no pudiese ver las manchas de semen que tenía por todo el camisón, Ana se subió a un taburete para coger del sobre del armario la pomada milagrosa y al hacerlo dejó al aire su precioso y potente culo ataviado sólo por un pequeño tanga blanco, me di cuenta de que Rosa mientras preguntaba qué hacía ahí subida no dejaba de mirar el culo de Ana. Mi sobrina le explicó entonces que le iba a aplicar una pomada que era fabulosa, Rosa contestaba:

– No hace falta ya estoy bien.

-No de ninguna manera replicó Ana, déjame hacer que soy enfermera.

¡Claro!, pensé yo, cómo va explicar Rosa que lo que tiene destrozado es su culito, al fin tuvo que obedecer y ponerse de pie con el cuerpo un poco inclinado hacia delante, las piernas entreabiertas y el culo un poco en pompa, tal y como le indicaba Ana. Empezó pues mi sobrina como hiciera conmigo a masajear con la crema el ano de Rosa y vi como sus dedos recorrían suavemente toda la zona bajando hasta los labios vaginales de Rosa. A todo esto mi mujer intentaba disimular, pues yo que la conozco me di cuenta de que estaba sintiendo placer aunque también podía ser sólo alivio por el efecto calmante de la pomada, Rosa con voz muy baja que yo casi no podía entender parecía que le quería dar una explicación a Ana de por qué tenía el ano en ese estado, pero en ese momento Ana se incorporó y sin dejar de acariciar la zona, se reclinó sobre la espalda de Rosa y al tiempo que con su mano libre acariciaba el pelo le dijo:

– No te preocupes tía lo que té pasa a ti es de lo más normal después de meterte por ahí el cipote de mi hermanito.

Rosa se quedó de piedra, empezó decir frases inconexa como:

-Estoy loca, ha sido una locura, etc…

Lo estaba pasando mal cuando Ana le dijo:

-Es normal tía mi hermano tiene un aparato fuera de lo normal y cualquier mujer que se precie no debe de dejarlo pasar, yo también me lo he hecho con él.

¿Qué dices? ¿Con tu propio hermano? Exclamó Rosa sorprendida.

-Pues claro respondió Ana, esta buenísimo y tiene un pene enorme y perfecto, por cierto, no me extraña que mi hermano te haya tirado los tejos, tía tienes un cuerpo envidiable y unos pechos que ya los quisiera yo.

Rosa cada vez más sorprendida reparó entonces en que Ana ya no ponía pomada sino que le estaba magreando el sexo con todos sus dedos, se incorporó y se apartó girándose de cara a mi sobrina, su cara era un poema, de extrañeza como preguntando ¿qué pasa aquí? ¿Esto es un sueño?, no entiendo nada. Su cara lo decía todo, yo por supuesto estaba empalmado a tope. Mi sobrina sonriendo se acercó a Rosa y mirando las manchas de semen del camisón estiró de la fina tela con una mano y acercándosela a su nariz inhaló profundamente diciendo:

– Umm, qué bien huele, ¿verdad? – Rosa no sabía qué hacer pero Ana sí y poniendo sus manos sobre las piernas de mi mujer empezó a levantar la fina tela acariciando el trasero de mi mujer y siguió subiendo sus manos por la espalda, Rosa estaba inmóvil con los brazos caídos dejándose hacer sin remedio, las manos de Ana siguieron su recorrido pasando poco a poco hacia los preciados pechos de mi mujer, los cuales cogió con suavidad y levantando completamente el camisón los dejó al aire en todo su esplendor, Ana con cara de vicio y mirándolos con lujuria comentó: -Son perfectos tía, ¿estás cómoda? .

Rosa sorprendida por la pregunta dijo:

– Yo bueno, no sé, yo nunca.

Pero Ana sin dejarla acabar se lanzó a chupar uno de sus tiesos y duros pezones arrancando un suspiro de placer a mi mujer y yo estupefacto de nuevo sin dar crédito a lo que estaba viendo, observé cómo Rosa que tenía apoyada la parte alta de la espalda en la pared con el cuerpo arqueado hacia adelante sacando aún más sus pechos hacia afuera empezó a deslizar tímidamente una mano hacia la pierna de Ana y subiendo muy despacio, como si no se atreviese, mi sobrina que seguía lamiendo, tocando y mordisqueando lascivamente las tetas de Rosa, cogió la mano de ésta y se la subió hasta su coño, Rosa empezó introducir sus dedos entre el tanga y la piel llegando hasta su sexo y al hacerlo tal y como me pasó a mí el primer día, sacó su mano y se miró los dedos completamente mojados por la gran cantidad de jugos que segrega mi sobrinita.

Inmerso en esa visión oí los pasos de Javi que se había quedado dormido en el suelo de la cocina, y caminaba medio sonámbulo y desnudo hacia mí, le hice una señal para que no hiciera ruido y le invité a mirar, las mujeres dentro se habían desnudado completamente y estirada Rosa sobre una toalla en el suelo y Ana encima se empezaban a introducir sus lenguas en sus respectivos coñitos, Rosa sin ningún miramiento lamía y relamía desde el clítoris hasta el ano y se retorcía de placer con lo que le hacía Ana, aquel nuevo juego era de lo más excitante, Javi miraba sorprendido con cara de extrañeza pero su polla empezaba a crecer, aún más, pero aún estaba fláccida y decidí notarla crecer dentro de mi boca, así que empecé a chupar suavemente introduciéndome todo aquel espléndido cipote en boca y notando mil sabores de restos de semen y flujo de mi mujer, aquello aún subió más mi grado de excitación, la polla de Javi se había puesto dura como una roca en pocos segundos y yo lamía desde el glande hasta el ano pasando por sus huevos, decidí dedicarme un poco más su ano y cuando estuvo a punto se la metí hasta los huevos mientras Javi se masturbaba. Dejó de mirar un momento y al apartarse pude ver que Rosa y Ana se habían agenciado unos tubos, de cosmética posiblemente, y al tiempo que lamían se los metían por sus vaginas, y se movían con convulsiones teniendo en ese momento uno de los múltiples orgasmos, yo estaba como una moto con mi polla entrando y saliendo del precioso culo de mi sobrino, el cual en ese momento se fue a apoyar en la pared pero sin querer empujó la puerta, que sin pomo se abrió de par en par dejándonos una visión alucinante a los cuatro, ellas gimiendo agotadas, con el sexo de una en la cara de la otra chorreando líquidos y metiendo y sacando tubos de crema en sus vaginas, ellas al abrirse la puerta vieron a Javi en primer lugar y claro yo justo detrás enculándolo como en loco. La cara de Rosa era para fotografiarla, se me quedó mirando y parecía que me decía, qué estás haciendo, y yo mirándola sin decir ni palabra le contestaba pues mira que tú. Yo seguí dando embestidas al culo de mi sobrino hasta que dije un:

-No puedo más, me corro.

Y la saqué, entonces como si lo hubieran ensayado y siguieran un guión Javi se agachó, Rosa y Ana se levantaron y primero Javi y después ellas dos chuparon mientras me corría en la boca de los tres salpicando sus caras y mientras mi mujer lamía hasta la última gota de leche de mi polla los dos hermanos se relamían mi semen de sus caras.

Javi se incorporó y con sus 28 cm. tiesos empezó a meneársela, enseguida yo me agaché la tomé en mi mano me la introduje en la boca propinándole una mamada espléndida, Ana le mordisqueaba los huevos y Rosa pasaba su lengua por la parte de pene que a mí no me cabía en la boca con lo cual nuestras lenguas se encontraban en el recorrido y nos producía una sensación galáctica, los huevos de Javi se pusieron duros, sus fuertes piernas tensas como el acero, yo me preparé a recibir su semen y con la boca abierta delante de su glande, y un chorro bestial salió de aquella verga llenándome la boca y manchándome la cara y casi sin darme cuenta Rosa me robó la polla de Javi se la metía y sacaba de su boca recibiendo los enormes chorros de leche por toda su cara, Ana mejilla contra mejilla con Rosa recibía así mismo el caliente líquido de su hermano. Así los cuatro exhaustos tendidos en el suelo y relamiéndonos quedamos en no comentar esto con el resto de la familia.

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