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Mi hermana y yo, pareja porno

Mi hermana y yo, pareja porno

Mi vida no tiene nada de particular, ni deja de asemejarse a muchas otras vidas.

Yo también he vivido, yo también me he enamorado.

Pero solo en lo general, cuando llega la hora de tratar los detalles concretos, es cuando mi vida adopta un tono particular y casi único que la hace especial. Y es que solo dos detalles de toda ella la hacen tan singular.

El primero es que soy actor porno y el segundo es que he practicado el sexo con mi hermana menor por dinero.

Dicho así tal vez suene un tanto pedante, jodí con mi hermanita hasta llenarla de mi leche como a un pastelito relleno de crema. Y la imagen, además de evocadora tiene todo de real.

Cuando era joven no era el más tonto de entre mis amigos, pero posiblemente fuese el que menos

devoción tenía por los estudios, así que sin haber terminado siquiera el instituto me puse a trabajar en una tienda como dependiente.

El trabajo era agotador,mal pagado, y como podrán suponer, en absoluto gratificante.

Pero era una tienda de material fotográfico, que servía sobre todo a profesionales del medio, y de allí vendría mi salvación. Yo era un chico guapo, musculado y atractivo bajo cualquier punto de vista.

Con toda inmodestia me permitirán que les comente que

desde los catorce años había tenido una vida sexual activa y satisfactoria.Uno de los clientes más habituales, con el que llegué a entablar una amistad superficial me comentó un día, que aunque el era fotografo artistico, pagaba sus facturas con su sueldo como fotógrafo de porno a sueldo de una pequeña productora de la ciudad.

Como gran aficionado le mostré mi interés en asistir a alguna sesión, siempre que el no tuviese inconveniente, lo que aceptó con toda naturalidad. Fué un mundo fascinante.

Allí estaban chavales poco mayores que yo ganando una pasta por follar con tias guarras que estaban más buenas que el arroz con leche. Ya tenía los dieciocho desde hacía tiempo, y le propuse a mi amigo si podía recomendar para un papel.

Él estaba acostumbrado a chicos con ganas de marcha que hacían un par de trabajos y luego lo dejaban todo por vergüenza y no tuvo ningún problema en hablarle de mí al productor.

Desde aquel día empezó mi carrera como actor porno, no solo de películas y revistas, sino también de locales nocturnos y de streep-stease.

La situación con mis padres se agrió mucho, y decidí abandonar mi casa y mudarme a Barcelona donde el mercado del porno despegaba. Por diversos motivos perdí toda relación con mis padres, y con mi hermanita que entonces apenas tenía cuatro añitos.

Naturalmente, tanto yo como ella vivimos desde entonces completamente al margen, y mis padres hicieron todo lo posible para mantenerla apartada de mi mala influencia. Nunca he sido un tipo familiar, todo aquello me traía sin cuidado.

El tiempo pasó y me hice un nombre entre los locales de espectáculo erótico. Tenía dinero ahorrado, y un plan de pensiones prometedor, no me faltaba la pasta y todavía era relativamente joven. Pero el destino llamó un día a mi puerta.

Me encontré con una chica joven, de unos 20 años, poco más tal vez.

Era delgada, alta y bastante bonita. Llevaba unos pantalones ajustados, de esos donde la cintura empieza justo un cm encima del vello púbico, ceñidos como si fueran de goma a un culo carnoso y redondo. Llevaba una blusa blanca transparente, y un top ajustado, que marcaba unos pechos grandes, erguidos y perfectamente esféricos.

Era morena, bastante maquillada, con labios jugosos y unas gafas de sol gigantescas.

Desde luego era una visión que merecía la pena, y al verla allí supuse automáticamente que era una de esas modelos fracasadas o go-gos con problemas de pasta que recurrían a mí a través de algún amigo común para conseguir algunas sesiones de porno que les proporcionasen algo de dinero para seguir tirando. De todos modos ella parecía demasiado buena para eso.

– Buenos días- dijo en un tono completamente frío, y después dijo mi nombre completo.

– Sí, soy yo, ¿ y tu quien eres?.- Pregunté extrañado.

Ella se quitó las gafas en un gesto calculado, y con los ojos entornados me miró profundamente con un gesto pícaro.

– ¿No me recuerdas?.- Preguntó.

Supuse que tal vez me la hubiese tirado algún día borracho como una cuba, pero esta no era una de las que dejan que te las folles harto de anís.

Era un pedazo de hembra, de los pies calzados con botas de tacón fino hasta su melena negra con raya en medio. Era imposible que yo la conociese.

– Seguro que no te he visto en toda mi vida.-

– Bueno, es que la última vez yo tenía cuatro años. Hola hermanito.-

Y me dió un beso en la mejilla. La sentí cálida y suave, y casi no pude reaccionar. La invité a pasar. A grandes rasgos actualizamos nuestra relación y nos pusimos al día.

Después nos pusimos a charlar tranquilamente, y yo no dejaba de fijarme en que mi hermanita era un pedazo de tía increíble. Hasta me fije en que imperceptiblemente, estaba coqueteando con ella, y si no me equivocaba, ella me seguía el juego. De pronto nos dimos cuenta de que se había hecho de noche, y la invité a cenar en casa.

Después de la cena, y en un ambiente relajado por un par de copas empezó a sincerarse. Hacía un par de años que se había ido de casa.

Llevaba una vida salvaje, y mis padres no lo entendían. Encima la trataban como a una monja para tratar de evitar que siguiese mis pasos.

Estaba harta y una amiga le ofreció trabajo en una agencia de modelos, así que se fué de casa sin despedirse.

El trabajo no estaba mal, pero era ocasional y no daba para vivir.

Un día se lo comentó a la directora de la agencia y le dijo que las chicas solían hacer trabajos extra para ganar dinero a la espera de la gran oportunidad.

Trabajos como chicas de compañia. En su caso, una forma suave de decir prostitución de lujo.

Era increíble, mi hermanita una putita. Aquello me estaba poniendo.

De acuerdo, era mi hermana, pero yo no la había visto en más de dieciséis años, y encima estaba buenísima la muy puta ( nunca mejor dicho). Entonces se atrevió a decirme lo que había venido a preguntar.

– Mira, no quiero andarme con rodeos, tengo un negocio entre manos, y tu puedes ayudarme.-

– ¿ De que se trata?.-

– Verás, tengo un cliente que no quiere morirse sin haber visto follando a dos parientes. Padres con hijos, o hermanos entre ellos. Son 20 millones en crudo, pero hay que demostrarselo con pruebas, registro civil y eso. Y de casualidad me enteré de que tu te dedicabas a esto, asi que ni me lo pensé…-

Yo ya estaba algo turbio por el anís, pero aquello se me escapaba.

– Es que no te entiendo.-

– Pues eres un poco tonto hermanito, te estoy diciendo que por un polvo de nada te puedes sacar 5 millones en mano, sin más ni más.-

– ¿ Cinco?.-

– Joder, no pretenderás llevartelo todo, yo lo he organizado y es lógico que me lleve un poco más.-

– Oye, yo no puedo, oye, joder tía, eres mi hermana, debes estar muy loca para decirme esto.-

Ella se rio con fuerza.

– No seas gilipollas. Son cinco millones. Mira, tu ni me has reconocido, y yo te recuerdo lleno de nubes. Somos hermanos por que lo dice un papel, de verdad no sabemos ni quien es el otro. Pero al verme te has puesto como una moto, no has dejado de mirarme babeando y la tienes dura desde que te he dicho que soy puta.-

Joder, me di cuenta de que era verdad, pero es que yo no podía aceptar aquello.

– Oye, en serio, lo siento pero no.-

Ella sonrió pícaramente. Sin más ni más se quitó la blusa y se sacó el top. Tenía unos pechos perfectos, redondos, como dos grandes naranjas, con unos pezones oscuros y con forma de conos. Increíbles.

– Vamos a verlo.-

Y antes de lo que tardo en contarlo tenía aquellas tetas increíbles delante de mi boca.

No pude resistirme, no se si fué por lo buena que estaba, por el alcohol o que coño se, pero me puse a chupar como un animal.

La tiré encima del sofá y le saqué el pantalón.

No llevaba bragas, y eso siempre me ha excitado un montón.

Tenía la polla dura como el cemento, y solo pedía hembra. Joder, hacía años que no se me ponía dura fuera del trabajo. Antes de lo que tardo en contarlo se la había metido, en su vagina cálida y jugosa, por qué la muy guarra no llevaba bragas. Era un coño suave y húmedo, y no me costaba nada en absoluto empujar dentro.

Ella gemía como una loca, y antes de darme cuenta sentí como se me ponía aún mas dura por la leche que empezaba a fluir.

Seguí empujando mientras su interior se volvía aun más húmedo y pegajosos, y la polla se me iba bajando.

Caí derrumbado a su lado, y empecé inmediatamente a reprocharme lo que había hecho. Ella reía escandalosamente.

– Joder, pensaría que me costaría más. ¿Sabes?, ha estado mejor de lo que pensaba, pensé que me daria asco pero no he sentido nada más de lo normal.-

– Eres una puta tía, no deberíamos haberlo hecho, ahora me siento fatal.-

– Bah, se te pasará enseguida. – Se levantó y se vistió rápidamente. – Mira- Y me dejó una tarjeta encima sin que yo abriese los ojos- Este es mi numero de movil, mañana me voy en el puente aéreo con una plaza libre a mi lado. Si quieres el dinero vente. Si no, lastima.- Y se dirigió hacia la puerta, pero antes de salir hoy su voz excitante y juvenil desde ella- O puede que no te importe el dinero y quieras volver a pegarle un polvo a tu hermanita. Quien sabe.-

Me quedé allí, sin saber qué hacer. Me sentía como una mierda, pero a la vez había sido el mejor polvo que había pegado en años.

Hacía tiempo que ya no disfrutaba nada haciéndolo, pero ahora había sido como volver a perder la virginidad. Se la había metido, sin pensar en otra cosa que en correrme, no en hacer posturitas ni en retardarlo, yo encima, ella debajo, y mi ritmo. Pegué culadas hasta correrme, y había sido bestial.

Al día siguiente mientras me duchaba me dí cuenta de que necesitaba volver a probarlo para estar seguro. Me vestí rápidamente y llegué al aeropuerto por los pelos. Allí estaba ella, preciosa, altiva y deseable.

– Vaya, has llegado pronto- Dijo sonriendo feliz por su triunfo.

– ¿ Cuanto falta?.-

– Sin retrasos una media hora.-

– De acuerdo, ven.- Dije cogiéndola de la mano. Ella reía divertida y extrañada. La llevé a la zona en obras de la terminal y la metí en el primer baño que vi. Ella no paraba de reír con aquella risa histérica.

– Por favor hermanito, ¿ Que vas ha hacerme?.- Puso cara de pucheritos- Recuerda que soy tu hermanita pequeña, tienes que cuidarme. No está bien hacer cosas sucias con tu hermana.- Y bajó la mirada, muy en su papel.

No se si fué aquello, o tenerla allí a mi disposición, pero no me contuve. La coloqué con la espalda hacia mi, apoyadas las manos en el lavabo.

– Joder, ¿ por el culo?.- Preguntó, con más curiosidad que otra cosa.

Aquello fué demasiado, ni siquiera pude bajarme los pantalones, solo me apreté contra ella, con mi pantalón y los suyos entre mi polla y su jugoso culo. Pero es que no podía aguantarme. Empecé a frotarme contra ella, zarandeándola por mi fuerza, y sintiendo un placer bestial. Tenía que correrme ya, o explotaría. Ella respiraba fuertemente, pero no tanto como yo. Seguía frotándome contra ella, y su culo duro y prieto lo hacía tremendamente sencillo.

De pronto sentí una cálida y pegajosa humedad en mis pantalones ,y me derrumbé sobre ella, asfixiandome por el perfume de su pelo.

– Joder, tendrás que controlar más cuando estemos actuando. Cada vez tardas menos.- Y riéndose salió del baño. Yo me sentía aún peor que la primera vez, por que ahora no tenía excusa alguna, y a la vez me sentía muchisimo mejor, por que esta vez había sido más intenso aún.

No dije nada en todo el vuelo, y ella no intentó hacerme hablar. Algo se me retorcía dentro.

En Madrid me llevó a su casa. Era un pisito de lo más mono. Me quedé viendo la tele mientras ella se duchaba. Salió del baño super-sexy, con solo una camiseta amplia y unos calcetines. Su cuerpo mojado se traslucía bajo la tela. Se sentó en el suelo frente a mí, y sin más preámbulo se tumbó abriéndose de piernas. No llevaba nada debajo, y podía ver perfectamente su coño. Depilado, con labios gruesos e incitantes. Casi podía olerla, o tal vez lo imaginaba. Ella no decía nada, solo se mantenía allí, esperando…

– Ahhhhhhggggggg¡¡¡¡- Gritó ella, cuando se la introduje hasta la empuñadura de un solo golpe.

Esta vez le había dolido, aunque solo un poco, por que enseguida se puso a mirarme con aquellos ojos entre irónicos y divertidos.

– Follas,mmmmmmmmm, de maravilla,mmmmmmmmmmmmmm, hermanito.-

Era un cuerpo cálido y suave, generoso y firme. Abrazarme a ella me daba una fuerza salvaje, y ella no dejaba de gemir.

– Mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm.- Gemía.

Era imposible no correrse jodiendo con aquella diosa, y antes de empujar tres o cuatro veces ya me había corrido.

Yo estaba agotado, y le pregunté por que me había provocado de esa forma. La primera vez era para provocarme, la segunda por mi culpa, pero ¿ahora?.

rio

– Por que el cliente estará aquí en medio hora, y no quiero que te corras antes de que el pueda hacerse una paja.- Y sin más salió del salón.

Poco más de media hora después sonó el timbre. Apareció un hombre de mediana edad, que empezaba a canear. Tenía aspecto distinguido, y mi hermana lo trató con la naturalidad de un amante.

– ¿ Es el?.- Preguntó sin haber dejado de mirarme desde que entro en la habitación.

– Si, mi hermanito, no fué difícil encontrarle.-

Se dirigió a mí y me ofreció su mano. No vi ningún motivo para no aceptarla. Yo me ganaba la vida gracias a gente como el.

– Espero que no le moleste, pero necesito ver su carnet de identidad.-

Se lo entregué, y sacó de su abrigo lo que parecía una copia de nuestro libro de familia. Se mostró de acuerdo con lo que había visto, y sonrió.

– De verdad es usted su hermano. Bien, supongo que Amalia ya le habrá puesto al corriente de todo.-

– Así es.-

– Bien, ¿necesita alguna preparación?.-

Amalia regresó en ese momento a la habitación con ropa de calle de lo más normal y contestó por mi.

– El siempre está preparado cariño, es un profesional.-

El hombre aceptó con un rostro risueño, y pasó a sentarse.

Tuvimos que interpretar una pequeña comedia, los dos éramos unos hermanos que veíamos la tele y empezamos a excitarnos mutuamente por primera vez.

Ella se desnudaba y me dejaba comerle las tetas. Pero ya no funcionaba. Yo no podía hacer aquello.

No cuando ya me la había tirado tres veces en las últimas doce horas y con un tío delante. Joder, era demasiado. Era mi hermana. Ella lo notó al ver que la polla no se me ponía dura, y empezó con su parte de la comedia.

– Jo, no seas malo hermanito. ¿ No te excito?. ¿No vas a metersela a tu hermanita pequeña ni un poquito?. Aunque solo sea la puntita. ¿No te gustan mis tetitas?. ¿No te gusta el sabor de las tetas de tu hermana?.- Aquello me saco de quicio, y se me empinó de golpe. Joder, era mi hermana, era mi puta hermana pequeña y me la había tirado tres veces. Aquello me la puso de madera.

Ella volvio a reir y me beso.- Gracias cariño, sabía yo que no ibas a hacerle ese feo a tu hermanita.

Total, si puedes follar con cualquier actriz de tres al cuarto,¿ por que no ibas a follarte a tu hermanita?. -Joder, aquella guarra viciosa sabia como ponerme a mil, y dándome exactamente lo mismo lo que pensase aquel tío la tiré al suelo y empecé a comerle el coño. mmmmmmmmm.

Era delicioso. Era el coño de mi hermana.

¿Cómo no iba a excitarme si me había saltado la única barrera que creía poder respetar?. Era caliente, húmedo, suave y carnoso.

Era una delicia, y por primera vez ella temblaba de auténtico goce. La sentía vibrar bajo mis labios, agitarse como mis polvos a la velocidad de la luz no la habían dejado gozar.

Ahora era ella la que se lo pasaba de muerte, y con mi lengua de profesional le estaba haciendo algo a lo que la pobre no estaba acostumbrado, por que era evidente que temblaba como una hoja. ¡Joder, prácticamente estaba descubriendo el sexo a mi hermana pequeña!.

En cuanto la sentí correrse en mi boca me levanté y me metí dentro de ella con cuidado y mimo.

Sus ojos brillaban húmedos, no se si de placer o de vergüenza por haberse corrido brutalmente gracias a su hermano.

Tal vez hasta ese momento pensó que podía controlar la situación como hacía con todos los viejos que debían tirarsela.

No sentir nada. Pero lo había sentido. Ahora temblaba, vibraba bajo mis embates de semental, y yo espaciaba y hacía lenta la penetración. No por el espectador, por ella, para hacerla gozar todo lo posible. Ella ya lloraba, y yo le susurraba al oído.

– Tranquilízate, tranquilízate. Ahora nos correremos los dos a la vez. Será maravilloso.-

Ella comenzó a llorar incansable, pero me dí cuenta de que no lloraba de humillación, si no de felicidad, de sorpresa.

Seguí con mis embates hasta sentir la humedad que ahogaba mi polla dentro de su vagina, y entonces rompí la tensión y me permití eyacular añadiendo mis zumos a aquel cóctel maravilloso.

Me retiré agotado, y nuestro espectador tomó mi lugar con rapidez.

Con su panza blanca y blanda derramándose sobre mi niña empujaba en el sobre-lubricado coño con todas sus fuerzas, mientras ella me miraba y nos cogíamos de la mano.

Nuestras miradas se cruzaban y nada más importaba.

Con los ojos llorosos ella parecía decirme.

“El no importa, ninguno de los que han pasado y de los que vendrán importa nada. Tu eres el único hombre para mi. Tu eres mi hombre.”

Y yo le miraba con los mismos ojos húmedos asombrado por nuestro mutuo descubrimiento del amor.

Había estado toda mi vida rodeado de mujeres, y había tenido que llegar ella para descubrir lo que era el verdadero amor.

Yo tb le hablaba con los ojos mientras aquel viejo baboso se la follaba como un cerdo.” Te quiero, te quiero mi dulce hermana.

Nadie más importa, no importa con quien volvamos a joder.

Esto solo lo sentiremos juntos, y se que ninguna mujer puede darme lo que tu. Mi amor, mi mujer, mi hermana, mi esposa”.

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