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Mi hermana, mi fulana

Mi hermana, mi fulana

Ella no era en absoluto especial.

Aún ahora la recuerdo tal y como era entonces.

Pelo rubio y suave, teñido por supuesto, inmensos ojos azules y mejillas hinchadas y sonrosadas.

Su piel tenía un tono especial, entre sanguíneo y pálido que contenía una frescura parecida a la de los pétalos de las flores del cerezo.

Tenía algunas pecas y una cara redonda hermosa e inocente, con un toque de picaresca.

No era ninguna niña por entonces, tenía 20 años bien cumplidos, pero tanto su ropa como su actitud reforzaban esa imagen de adolescencia perpetua, por más que su físico desmintiese cualquier fantasía acerca de su madurez física.

Medía alrededor de 1.65 cm, pero tal vez su pecho abundante y bien situado la hiciera parecer más baja de lo que en realidad era.

Tenía caderas redondeadas y el lugar donde terminaba su espalda estaba adornado por nalgas abundantes y firmes, firmes como sus muslos y su piernas, que no bastaban las enormes manos de un hombre honrado como yo para rodear en toda su plenitud.

Era en suma, una chica increíblemente deseable, tanto como yo podía concebir, y en mi terrible pasión ninguna otra podía antojárseme igual de atractiva.

Tenía por entonces a un novio al que yo odiaba profundamente.

Era uno de esos melenudos de aspecto meditadamente desaliñado que tanto abundan en estos tiempos, un individuo sin oficio ni beneficio alguno, sin otra ocupación que sus ocios.

No era muy alto, tal vez un par de centímetros más que ella, pero era al fin y al cabo, su novio.

Y eso me sacaba de quicio, ver como se besaban, como la tocaba, y como sin duda, el copulaba con ella sin descanso.

La querida y deseada Amanda, pués así se llamaba no era por aquel entonces, y supongo que aún hoy, otra cosa que una estudiante de peluqueria, tras un desolador paso por el bachillerato, y formaba con aquel parásito una pareja ideal.

Yo no podía soportar ni su sola visión en compañía de aquella valkyria que poblaba mis sueños más inconfesables.

¿Por que ella no me prefería a mi, que tantísimo la apreciaba, que estaría dispuesto a poner a sus pies cuanto ella pudiera desear?.

Yo, aún siendo de más edad que ella, no era en ningún modo mayor que su novio actual.

Yo, era más alto, mejor formado físicamente, y no me cabía duda de que mucho más amable, educado y culto que el.

Por si fuera poco tenía estudios superiores, y un buen puesto de trabajo que me aseguraba unos ingresos más que respetables.

¿Por qué, entonces, Amanda ni siquiera se había tomado hasta entonces la molestía de mirarme?. ¿ Ustedes lo comprenden?. Bueno, había olvidado un detalle de cierta relevancia que tal vez explique la situación.

Amanda, la dulce, la deseada, la anhelada Amanda, la mujer que poblaba mis sueños y que era toda mi ambición, era también mi hermana pequeña.

Sí, mi hermana, criada a mi lado, hija de mi mismo padre y de mi misma madre, hecha de los mismos elementos que yo, con mi mismo código genético, con mis mismos apellidos.

No me malinterpreten por favor. Mi infernal lujuria por ella no surgió de la nada.

Un día, en una playa del sur, la ví surgiendo del agua con un bikini blanco, cuando ella tenia 19 años, y una brutal y dolorosa erección me sorprendió a mí mismo llenándome de reproches y remordimientos.

Fue algo físico, completamente natural y en absoluto premeditado. Una chica con un físico generoso y desbordante me excitaba y yo deseaba copular con ella.

¿Que podía haber de malo en aquello?. A mis ojos era algo físico y natural, puesto que los mismos animales nos enseñan que copular con los parientes más directos es algo normal y totalmente lógico.

Pero naturalmente tenía toda una mente llena de prejuicios y formada por una educación hipócrita y abarrotada de mentiras que me hacía sentir como poco menos que un monstruo.

Pero mi excitación no se detenía, ni las prostitutas me satisfacían ya, ella me había convertido en poco menos que en un eunuco.

Como aquella situación horrible no tenia visos de mejorar, decidí empezar a permitirme pequeños desahogos, totalmente inocentes, que de alguna manera ayudasen a que me relajase y a reducir aquella tensión insoportable.

Naturalmente no fui tan estúpido como para empezar a provocar un contacto físico lubrico con mi hermana bajo la excusa de la casualidad.

Empecé por emplear todos los álbumes de fotos de mi hogar como mi pornografia particular, y comencé a permitirme con una satisfacción que no podía haber concebido antes fantasear con mi hermana.

Después comencé a tomar prestada su lencería, y a pasar largos ratos en su habitación, masturbándome como un mono poseído.

Pero a la larga, aquel fue el principio del fin, puesto que cada vez aquellas pequeñas licencias me satisfacían menos, y me empujaban a buscar experiencias aún más intensas que permitieran calmar, o al menos adormecer aquella obsesión que me devoraba.

¿Podía comportarme de otro modo?. Al fin y al cabo yo tenía que convivir con el objeto de mis deseos, que sintiéndose segura en su propia casa, rodeada de su familia, vestía con total despreocupación, sin darse cuenta de que en su propio hogar había alguién que la observaba con un deseo brutal.

Llegué naturalmente a la espantosa conclusión, de que si surgía la ocasión, estaría dispuesto a tener relaciones sexuales con mi propia hermana.

Permítanme que me exprese con libertad.

Quería apretar las tetas de aquella putita hasta verla llorar, y meterle toda mi polla dentro para joder como perros.

Pero ninguna de las espantosas tretas que imaginé parecían poder darme resultado.

No había modo alguno de conseguir lo que yo deseaba, y por ello me consumía.

Pero estaba dispuesto a aprovechar toda ocasión que surgiese.

Y la ocasión surgió. Del modo más inesperado.

Un día , regresando a casa tras haber retirado del banco una cantidad importante, mi padre fue asaltado por dos hombres que le robaron todo lo que llevaba encima.

Nada más y nada menos que 5.000 euros en metálico. Dentro de lo que cabe no le dimos importancia, por que para nosotros no era una cantidad realmente importante, pero no era tan sencillo como aquello.

Al día siguiente, al realizar mi incursión diaria al tocador de mi hermana, en busca de su ropita interior ( pueden llamarme remilgado, pero prefería su ropa limpia antes que la que acababa de usar) me encontré con un sobre de aspecto sospechoso.

Naturalmente ni se me pasó por la cabeza respetar la tantas veces violada intimidad de mi propia hermana, así que decidí averiguar su contenido.

¿Que creen que encontré dentro?. Nada más ni nada menos que unos 600 euros en billetes y una bolsita llena de un polvito blanco.

Yo tambíen había tenido mis aventuras con las drogas, y aquello solo podía ser cocaína.

Lo probé. Era cocaína. Y muy pura.

Así que a mi hermana le gustaban las cosas fuertes.

Aquel descubrimiento me puso sobre aviso. ¿ De donde sacaba mi hermanita el dinero para la droga?. Acontecimientos inauditos estaban a punto de producirse.

Un par de semanas después mientras leía a Nietzsche en mi cuarto fumando un poco de marihuana, aprovechando una breve ausencia de mis padres, mi hermana llegó con la intención de hablar un poco conmigo.

De un modo atropellado y completamente falto de tranquilidad me expuso su necesidad de una cantidad respetable de dinero, con una excusa totalmente ridícula.

Le dije que necesitaría un par de días para reunir la cantidad, insistió en que necesitaba pronto el dinero, pero le dije que era imperativo ese plazo de espera. Bastante nerviosa salió de mi habitación, y al poco tiempo de la casa.

Aproveché ese instante para revisar de nuevo el sobre.

Ya no estaba allí. Lo que me hacía temer, con fundamento de causa, que mi pequeña drogadicta necesitaba rápidamente su dosis.

Sin saber muy bien lo que hacía en aquel momento, decidí coger el toro por los cuernos y llamar a su novio.

El tipo se sorprendió pero aceptó verme con naturalidad. Quedamos en una cervecería del centro. Rápidamente le expuse la propuesta de mi hermana, y puse encima de la mesa un montoncito de billetes que ascendía a la suma en cuestión.

– Mira, el dinero no es un problema, pero quiero que me digas para qué coño necesita ella un cuarto de millón en crudo.-

Naturalmente él respondió al señuelo sin poder ver otra cosa que aquella cantidad delante de sus ojos. Primero intentó engañarme y darme otra excusa ridícula, pero como yo ya sabía lo que quería oír, solo tuve que esperar tranquilamente a que el dinero hiciera su efecto y el confesase la verdad.

– Joder tío, necesitamos la pasta. La necesitamos de verdad. Yo me meto mucho tío, pero tu hermana es una pasada. Es una puta aspiradora. Y esto cuesta mucha pasta tío. Y no tenemos tanto. Hasta hemos tenido que dar algún palo por ahí, pero es que ni así. Esto se lo debemos a un negro y si no se lo pagamos enseguida… joder, ya sabes como es esa gente, o nos mata o pone a tu hermana en la calle a ganarlo follando por cuatro duros. –

Naturalmente adopté el papel de hermanito compungido y digno, y le entregué el dinero con su promesa de que satisfaría la deuda.

Naturalmente que lo haría , aunque solo fuese por que de mi hermana podía sacar algo viva, pero a el seguro que le hubiese matado por mucho menos. Aquella información habría todo un nuevo mundo de posibilidades, y regresé a casa con una idea muy clara de lo que quería hacer. De lo que iba ha hacer.

Ella aún tardó un poco en llegar, y nada más cerrar la puerta a sus espaldas se encontró con su hermano completamente desnudo que se abalanzó sobre ella tocándola y besándola por todo el cuerpo. Naturalmente comenzó a chillar .

– ¡¿ Que coño haces cabrón, aparta joder, que te has fumado?.¡- Mientras me golpeaba y me empujaba. – ¡QUITA, QUE TE QUITES JODER, QUITA CABRÓN, SOY TU HERMANA JODER, QUITA.¡-

Así que decidí poner las cartas sobre la mesa y me tumbé en el suelo, sobre la moqueta tal y como estaba. Ella al verse libre hizo ademán de huir por la puerta, pero la detuve con solo decir.

– He estado con tu novio. Le he dado el dinero.-

Ella se volvió sorprendida a mirarme.

– ¿Y porque se lo has dado a el?.- Preguntó con enfado.

– Por que me dijo que si ese negro que os pasa la coca no lo tenía hoy te daría dos hostias y te pondría en la casa de campo para que te ganases lo que le debías jodiendo con cualquier cerdo por un par de talegos.-

Y solo con eso me di la vuelta y me volví a mi habitación.

De momento ya no diría nada por miedo, aún tendría que pudrirse un poco antes de cobrarme yo mi deuda.

Esperé solo un par de segundos tumbado sobre mi cama, desnudo, fumando, y con el pene en completa erección.

Sorprendentemente casi no tuve que esperar, el cigarrillo iba por la mitad cuando ella entró, apartando la vista instintivamente de mi polla hinchada.

– ¿Cómo te enteraste?.-

– En cuanto vió la pasta encima de la mesa me lo dijo todo.- Y solo en ese momento reparé en que estaba llorando.

– ¿Vas a decirle algo a los papás?.- Preguntó ella sollozando, estaba clarísimo que era lo único que le preocupaba.

– ¿Ibas a dejar tu que ese negro te obligase a hacer de puta?.-

Rompió a llorar, y decidí acercarme a ella. La abracé y empecé a sobarle las tetas y a frotarme suavemente contra su culo. Ella trataba de rechazarme sin fuerza, trataba de huir y yo la mantenía sujeta.

– Dejame joder, no seas cabrón, soy tu hermana.-

– Y también te has gastado medio millón en cocaína. La mitad mía y la otra mitad de papa.-

Entonces su llorera se desbordó. Era cierto,había sido ella. Joder, era mi puto día de suerte.

– Joder, tio, dejame en paz, no se lo cuentes y déjame por favor, soy tu hermana.-

– Eres solo una putita drogadicta y ladrona, pero estas muy buena, y solo por eso te vas a salvar.-

– Joder tío, por favor, déjame en paz.-

– Podemos hacer dos cosas. O te dejo en paz, y no les digo nada o me dejas que te la meta.-

– ¿De verdad crees que si me dejas elegir voy a pedirte que me folles, tio, somos hermanos, como puedes estar tan loco?.-

– Por que se lo que eres, antes de una semana ese negro te estará fiando otra vez, por que siempre pagas, y aunque no lo hicieses como puta no tienes precio. Y antes de tres le deberás otra vez lo mismo, por que eres una drogadicta y no podrás parar.-

– Eso no te lo crees ni tú cabrón.- Volvió a empujar y la dejé irse. Esta vez no merecía la pena sujetarla. Antes de un par de semanas la tendría de rodillas, y además tenía el recuerdo de su cuerpo suave y blando para masturbarme hasta entonces.

Estaba hecho. Paso como yo predije. Pero mucho antes de lo esperado, al parecer el negro ya no se fiaba de ella, o tal vez su novio se hubiese gastado mi dinero. Daba lo mismo. Apareció en mi cuarto con la cara congestionada de llorar y a la vez terriblemente nerviosa. ¿ Síndrome de abstinencia o conciencia de la monstruosidad que iba aceptar?. Por qué, no nos engañemos, a ella todo aquello le resultaba completamente repugnante.

– Necesito pasta tío, necesito pasta por favor.-

– Ya sabes lo que tienes que hacer.- Y tranquilamente me bajé la bragueta y extraje mi polla, que como si pudiera verla, se puso tiesa enseguida.

– No, joder, eso no, soy tu hermana, por favor, déjame la pasta, te la devuelvo seguro.-

– No. Ahora haz lo que quiero o vete.-

Y salió por la puerta llorando, pero era obvio que volvería, y lo hizo enseguida. De verdad necesitaba la pasta.

– Joder, esta bien, tio, esta bien, ojala te mueras por esto, pero dejame la pasta.-

Me lancé sobre ella y empecé a besarla y a sobarla, pero ella se resistía.

– ¿ Que coño te pasa puta?.-

– Eres un hijo de perra, no te voy a hacer nada hasta que me des la pasta.-

Cogí su mano y la puse sobre mi polla. Creí que me moría. Era suave y fresca, y era la manita de mi hermana sobre mi punta. Era para morir de gusto. Creí que me corría solo con que me tocase.

– Hazme una paja, como si fuese un adelanto.-

Ella me miró con asco, con mas asco del que podais siquiera imaginar, y bajó la cabeza llorando. Pero llorando y todo, su manita se cerró sobre mi polla y empezó a pajearmela. Ohhhh. Fui todo lo escandaloso que pude. La volví a sobar, pero apenas un segundo. Antes de darme cuenta ya me estaba corriendo como una jodida fuente sobre su mano. Se notaba que sabía hacerlo, por que no paró ni siquiera cuando mi leche dejó de fluir sobre ella.

Literalmente me caí en el suelo, mientras ella se acurrucaba en posición fetal y gimoteaba.

En cuanto me recupere un tanto, me acerqué a mi mesilla de noche, y saqué un sobre con el dinero. Lo tenía preparado desde el primer día. Lo arrojé en su regazo. Saliendo de su estado de shock lo tomó y lo contó con avidez.

– Prepárate para un polvo bestial hermanita, y puedes estar orgullosa, no creo que haya otra puta en España que cobre más por dejar que la follen.-

Ella seguía completamente pasiva e inexpresiva, pero eso si cabe, me excitaba aún más.

La tomé por las piernas y la acerqué a mi, ella se dejaba hacer, como una muñeca.

Llevaba una falda y se la levanté, le quité las braguitas, y sin pensar en nada más, se la metí de un golpe hasta la empuñadura.

No quería verla, no quería sobarla, no quería prepararme.

Solo quería meterla, y nada más meterla, empezar a bombear.

Lo hice como un auténtico animal, y solo podía ver aquella carita, con los ojitos cerrados y llorando, sometida a la peor humillación imaginable.

Estaba seca y áspera, pero bueno, no iba a esperar que lubricase.

Empuje como una animal unos segundos maravillosos, y enseguida noté como la polla se me hinchaba por efecto de la leche que empezaba a fluir desde mis huevos hasta el interior de ella, solo cuando empecé a correrme dentro de ella inició una leve resistencia, que yo impedía sujetándola bien.

Supongo que aquello ya era demasiado, o que no tomaba la píldora, yo que se.

Y allí me quedé, saciado e increíblemente feliz sobre ella.

Ella respiraba trabajosamente, pero ya no lloraba. Me levante, la tomé en brazos y la coloqué sobre la cama.

Allí con cuidado fui desnudándola, por supuesto, sin ningún tipo de ayuda por su parte.

Sus pechos eran enormes, redondos y grandes, con unos pezones gigantescos, marrones y erguidos justo en su centro.

Su piel era suave y depilada, como seda. Empecé a chupetear aquellos pezones y a meterle mano por todo el cuerpo.

No se cuanto tiempo lo hice, lo único que sé es que al final ya estaba otra vez preparado. Asi que me acomodé a su lado y junté mis labios con los suyos. Eso la hizo reaccionar.

– NO, eso no, en la boca no me toques.Por favor, en la boca no.-

– Escucha cariño, por el coño y beso en la boca, o te la meto por el culo y te beso en la nuca.- Eso, naturalmente la hizo cambiar de opinión, y por supuesto no colaboró lo más mínimo, pero eso a su manera, tb lo hacía muy excitante. Apretar mi boca contra aquellos labios carnosos y recorrer con mi lengua toda su boca sin estorbos de su lengua.

Me coloqué sobre ella y apunté con mi polla a su coño, para después hundirme sin más preámbulo.

Me quedé un rato allí con la polla clavada dentro de mi hermana apreciando la ironía de estar tirandomela.

Estuve un buen rato hasta que sentí que llegaba el orgasmo y empecé a empujar un poco contra ella para acelerarlo. Fue igual de bestial.

Para entonces ya me encontraba muy cansado, así que me abracé a ella, me acomodé sobre sus tetas y me dormí.

No sé cuánto tiempo dormiría, pero a ella debió parecerle suficiente y trató de irse. Eso naturalmente me despertó, y con ganas de guerra.

– Espera preciosa, falta la guinda final. Chupamela, y deja que se te llene la boca, ¿ vale?.-

– Pero sera lo ultimo.-

Y sin más preámbulos se inclinó sobre mi polla y empezó a chuparla como una profesional.

No creo que le gustase pero supongo que la idea de acabar por fin con todo aquello la animó bastante.

Antes de darme cuenta ya me estaba corriendo otra vez dentro del cuerpo de mi dulce hermana pequeña.

Cuando acabó escupió sin pensarlo leche y saliva sobre mi colcha, y después salió de la habitación sin decir una sola palabra.

Desde ese día no ha vuelto a hablarme una sola vez, pero ya han pasado casi dos semanas, y se que pronto necesitará dinero de nuevo.

Y tendrá que ganárselo.

Hasta el último euro.

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