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Madre e hija

Madre e hija

Me llamo Martín y esto es el inicio de mi historia.

Vivo en una ciudad de la provincia de México.

Tengo 30 años y soy dueño de un negocio de publicidad. Habito un departamento, que me resulta muy cómodo.

Tengo la suerte de tener una bella novia llamada Nomi.

Mi vida transcurría entre el trabajo y diversos asuntos que atender hasta que una mañana el timbre la puerta me despertó muy temprano.

Pensé que era Nomi a la que se le había olvidado algo, pero grande fue mi sorpresa al encontrar a mi hermano Raúl acompañado de su esposa Clara y su hija Daniela.

– ¡Hola hermano! – me dijo Raúl mientras me abrazaba – cuanto tiempo sin verte. Mira nada más. Estás aún en fachas.

– Como eres desgraciado – le dije -. Avisa tan siquiera para estar presentable. Que pensarán Clara y Daniela de mí.

Entre risas ambas me saludaron con cariño.

Clara es una mujer muy hermosa a pesar de tener más de 40 años. Un poco más baja que yo.

Rubia de ojos azules. Con unas tetas erguidas y un culo muy apetecible.

Mi sobrina Daniela no desmerece en nada a su madre.

El mismo color de cabello y ojos pero con unos senos y nalgas más grandes que los de su madre.

No me pareció posible que aquella chiquilla delgada se convirtiera en el monumento que ahora tenía enfrente. Al pasar al departamento me contaron el motivo de su visita.

Raúl tenía algunos asuntos que atender en otra parte del país y había pensado en que las dos mujeres se hospedaran en un hotel hasta su regreso y yo pudiera estar al pendiente de ellas.

Por supuesto me negué y les dije que sería un honor tenerlas en mi casa.

Les hice ver que la tendrían prácticamente para ellas solas ya que mi trabajo me absorbe mucho tiempo y que Nomi estaría más que encantada de acompañarlas a donde quisieran al igual que yo cuando me lo permitieran mis ocupaciones.

Las dos aceptaron encantadas y esa misma tarde acompañe a Raúl al aeropuerto.

Pase un momento a mi oficina por unos papeles ya que esa noche les prometí llevarlas a cenar.

Cuando entré al departamento mis ojos se abrieron por la impresión.

En la sala, con un pequeño top que apenas podía contener sus grandes senos estaba Daniela retocándose la pintura de las uñas.

Sin fijarse, se puso de pie y se encamino a la cocina. Un pequeño short dejaba a la vista dos suculentas nalgas que se bamboleaban al caminar.

Unas piernas duras y su cabellera completaban en excitante cuadro. Esperé un momento para retomar la compostura y la salude afectuosamente.

– Hay tío, no te escuche llegar – dijo -. Perdona el desorden por favor, ahora recojo todo este tiradero de barnices y pinturas.

– No mi amor. No te preocupes. Puedes continuar con lo que hacías. Dime, ¿tu mamá salió?

– Está en la recamará preparándose. Sabes tío. No había podido agradecerte tu hospitalidad. Gracias por todo.

Al decir esto, Daniela se acerco y abrazándome me planto un beso en la mejilla, muy cerca de la boca.

No pude evitar que mi verga se irguiera al contacto en mi pecho de sus dos poderosos senos y su cuerpo pegado al mío.

Ella debió notarlo, porque se retiro esbozando una pícara sonrisa. Para disimular, entre a la recamara y ahí me esperaba una sorpresa todavía mayor.

Clara estaba en el interior, cubierta tan solo por una minúscula bata bajo la cual se apreciaba su desnudo cuerpo. Yo no podía dejar de mirar sus senos y sobre todo la raja de su vagina que aparecía en todo su esplendor, ya que estaba completamente depilada.

– ¡Cuñado! – gritó mientras reía – que pena. Estoy prácticamente desnuda. Entré a tu recámara buscando un peine.

– No te disculpes Clara. Mira, en el cajón superior de la cómoda hay varios.

Sin dejar de sonreír ella camino por la habitación. Lo hacía lentamente, como dejándome a la vista todo el panorama de su sabroso culo.

Cuando salió me dirigí al baño y casi me arranqué la ropa para meterme en la regadera y bajarme la calentura.

Mi verga estaba en total erección, así que me masturbe como no lo hacía desde adolescente.

El recuerdo de las nalgas de las dos y la vagina de mi cuñada fueron una inspiración más que suficiente.

Esa noche, los tres fuimos a un restaurante con música viva en la zona turística de la ciudad.

Comimos y bailamos hasta la madrugada. Yo no podía dejar de sonreír ante las miradas llenas de celos de varios comensales.

El tener para mí solo aquellas dos monumentales bellezas era cosa de envidia. Ya en el auto, se enfrascaron en una conversación bastante candente.

Clara hacia bromas a su hija de que por lo corto de su falda todo el mundo le estaba mirando los muslos y el panty. Ella le contestó entre risas que no se lo podían ver, ya que no llevaba puesto.

Esa última frase alertó de inmediato mi verga que comenzó a revolverse dentro de mi pantalón, cosa que no paso inadvertida para mi cuñada.

Como ella estaba en el asiento delantero, se inclinaba bastante para hablar con Daniela y yo, disimuladamente, dirigía los ojos hacia sus piernas que abría maliciosamente. La vista de ese par de blancos muslos era algo único.

Ya en el departamento, nos tomamos una última copa y recordamos algunas anécdotas.

Ellas se despidieron y yo entre a la oficina que tengo ahí para revisar mi correo en la computadora.

No me percaté del tiempo transcurrido, pero al hacer una pausa, me pareció escuchar algo como un quejido. Me levante y en el centro de la sala traté de prestar atención.

De nuevo se escuchó el quejido y pude darme cuenta que provenía de la habitación en donde Clara dormía. Me acerqué muy lentamente. La puerta estaba un poco abierta, así que mire al interior.

Una pequeña lámpara iluminaba la imagen más erótica que pude haber imaginado.

Clara estaba totalmente desnuda sobre la cama. Una de sus manos apretaba poco a poco sus pechos.

A intervalos, inclinaba la cabeza y con los ojos cerrados lamía los pezones que ella empujaba hacia su boca, alternándolos.

Un dedo de la otra mano acariciaba lentamente los labios de su vagina.

Desde la puerta, podía ver como sus jugos brotaban ya de su rajada y empapaban el interior de sus muslos que ella aprisionaba de vez en cuando.

De pronto, ese dedo resbaló en su encharcado coño y penetró al interior.

El gruñido que salió de su garganta fue electrizante.

Yo no pude contenerme más y abriendo el ziper de mi pantalón me saque la verga y comencé a masturbarme despacio.

Clara, con las piernas totalmente abiertas, usaba ahora las dos manos sobre su vagina.

El dedo de una se introducía afanosamente en su coño mientras con los de la otra mano pellizcaba su clítoris, que para ese momento estaba muy erguido.

No sé que me sucedió, pero en el momento en que ella llegaba al orgasmo, un sentimiento de culpa hizo que dejara de masturbarme y guardara de nuevo la verga en el pantalón.

Retrocediendo, me dirigí al interior de mi recámara. Los remordimientos afloraban en mi mente.

No estaba bien lo que hacía. Era la esposa de mi hermano y merecía respeto. Me desnudé y me acosté en la cama, pero no cerré los ojos.

Continuaba dándole vueltas en mi cabeza a esta situación cuando de repente, la puerta de la habitación se abrió y en el marco de ella apareció Clara en toda su magnífica desnudez.

No pude hablar ni moverme ante la sorpresa. Ella se fue acercando y al llegar junto a la cama se inclinó, quedando su boca muy cerca de la mía. Un brillo muy especial emanaba de sus bellos ojos.

Aún se apreciaba como el jugo de su vagina humedecía su entrepierna. Reaccioné y trate de cubrirme con la sabana para que ella no viera como había puesto de nuevo mi verga.

– C-Clara. Discúlpame. Fui un idiota al mirar. Debí tocar la puerta y…

Con un ardiente beso en la boca silencio mis palabras. Su lengua buscó de inmediato la mía mientras sus dedos se enroscaban alrededor del tronco de mi verga y comenzaban un lento sube y baja. Ahí perdí totalmente la razón.

La tome de los hombros y la deje caer en el lecho, al tiempo que ella sonreía.

Ahhh. Martin – dijo ella casi en un susurro -, cuñado. Siempre te he deseado. No sabes las veces que he soñado con tu hermosa verga taladrando mi coño y mi culo. Me estaba masturbando pensando en ti. Anda. Cógeme. Cógeme muy rico….

Estaba como poseído. Le chupé como desesperado cada centímetro de sus tetas.

Sus quejidos y grititos se incrementaron cuando le mordí ambos pezones. Mis manos no se estuvieron quietas.

Fui explorando su ardiente cuerpo. Acaricie sus piernas y sus muslos buscando el tesoro de su depilado coño.

Ella abrió las piernas a todo lo que daban para facilitar mi maniobra. Con el índice de una mano fui sobándole y acariciándole el clítoris.

– Agggg…!!!! eso…!!!! así….así….!!!!! mételo hasta el fondo….

Baje poco a poco la cabeza mientras recorría con la lengua su vientre.

El calor de su vagina abierta y el sabor de su jugo casi me hicieron venirme en seco. Pequeños golpecitos de mi lengua sobre el clítoris provocaron su primer orgasmo.

Nunca había estado con una mujer que se vaciara de tal forma. Tome y tome toda su riquísima venida. Su cuerpo se arqueaba una y otra vez y sus manos apretaban mi cabeza contra su coño.

– AHHHH….ME MATAS…!!!!! VE VENGO OTRA VEZ MARTIN…!!!!!…OHH…..!!!!!

Estuve un rato más comiéndole toda la vagina. Mientras mi boca disfrutaba de la crema que Clara me regalaba una y otra vez, fui mojando un dedo y, con cuidado, deje que resbalara por el interior de su culo.

Estaba como un horno.

Mi dedo entraba y salía de su ano haciéndola gritar de placer.

Yo no podía aguantar más. Los huevos me dolían y mi verga estaba a punto de estallar por lo dura que se había puesto.

Me separé de ella y tomándola de las manos la incorporé y la acomodé en cuatro sobre la cama. La vista de ese suculento culo abierto a mi disposición y su vagina escurriendo jugos por el interior de sus muslos me encendieron aún más.

Tome mi verga con una mano y la pasé lentamente entre los labios de su coño.

Quería darle a esta mujer una cogida como nadie se la había dado. Ella no dejaba de suspirar y enterrar la cara entre las sabanas de la cama.

Sus manos apretaban sus nalgas exponiendo el pequeño agujero de su ano.

Estaba tan concentrado en lo que hacía cuando una mano me acarició por detrás.

Mi sorpresa fue total y me helo la sangre en las venas al tiempo que giraba la cabeza.

Ahí, junto a mi rostro, estaba el de Daniela que me sonreía mientras continuaba acariciándome la espalda.

En un instante, me di cuenta que ella también estaba desnuda.

Sus grandes senos tenían totalmente erguidos los pezones y su respiración se entrecortaba por la excitación.

Su vagina, al igual que la de su mamá, estaba completamente depilada, dejando a la vista el pequeño clítoris que comenzaba a aparecer.

– MMM…..caray tío – dijo mientras se inclinaba y ponía la cara entre la vagina de Clara y mi verga -. Déjame probar los jugos de mamá. Así empapando tu miembro, han de saber más ricos….

Yo no podía creer lo que escuchaba, pero cuando los labios de mi sobrina se abrieron y engulleron todo mi palo supe que no estaba soñando.

Esa chiquilla mamaba lentamente y de una manera fenomenal. Con la lengua acarició la bolsa de mis huevos y el amoratado glande mientras sus ojos no dejaban de mirar los míos.

Chupaba y chupaba el tronco de arriba abajo. Fue Clara la que interrumpió a su hija.

– Daniela mi amor, no te olvides de tu madre. Ya sabes como me gusta. Anda cariño, déjame sentirte. Que tu tío sepa cuanto disfrutamos del sexo….

Al momento, Daniela dejo de chupar mi verga y comenzó a pasar la lengua por toda la vagina de su mamá esparciendo sus jugos por sus nalgas.

Me quede sin hacer otra cosa que mirar lo que estas dos deliciosas hembras hacían.

Daniela, mientras tanto, chupaba y enterraba su lengua en el ano de Clara haciendo que esta gritara y mordiera con fuerza la almohada.

Fueron minutos que me parecieron eternos en el que solo se escuchaban en la habitación los suspiros de las dos hembras.

Cuando mi sobrina consideró que su madre ya estaba lo suficientemente lubricada, se levantó y, dándome antes un beso en la boca que me permitió paladear de nuevo los jugos de Clara, se acostó con las piernas abiertas sobre la cama dejando su vagina, ya mojada, al alcance de la boca de su mamá.

– mmmm…..anda tío. Ya puedes cogértela. Métele toda tu verga…..no dejes nada afuera por favor….

Haciéndole caso, tome de nuevo mi erguido miembro y de un solo movimiento, lo incruste en la rajada de Clara. Su grito fue brutal.

Daniela se empujó aún más cerca y la boca de Clara abarcó todo su coño.

Yo embestía sacando y metiendo alternativamente la verga en su encharcada vagina y ella hacía gozar a su hija chupándole los labios y el clítoris. Era la locura.

Un deleite increíble que me hacía recular y ensartarla a cada momento. Los gritos y gemidos de Clara y su hija eran como música para mis oídos.

– Oohhh….!!!!!….mmmm….!!!!….Martín. Martín mi cielo…..sigue….sigue….si..si…..no pares…..dame más duro….ensartame….matame con tu verga cuñado ….!!!!!!

– mamá….aghhh…..!!!!!! como chupas…..mffff…..!!!!! …..eso mamita…..asi, comete mi vagina…chupame…..comete mi clítoris…..!!!!!!

Podía sentir como mis huevos se ponían cada vez más duros por la leche que se acumulaba en ellos y se apresuraba en salir.

En un segundo logré contenerme. No quería terminar tan pronto. No, tenía que clavarme por horas a estos dos manjares.

Apreté con una mano la base del miembro para evitar mi venida. Lo saque y espere un poco a recuperar la lucidez.

Clara dejó de chupar el coño de Daniela y me miró sorprendida, pero en un momento su rostro se iluminó.

Con cuidado, coloque la punta de mi verga en su culo y como un cuchillo en mantequilla, se deslizó hasta que mis huevos golpearon sus nalgas.

Parecía de fuego el interior de su ano. Las contracciones del mismo aprisionaban mi verga haciéndome bramar de placer.

Clara no se quedaba atrás y sintiendo como la taladraba gritó al sentir retacado su culo con mi miembro.

– Aghhhhh…!!!!!!!…..que rico…!!!!!!…..que rico se siente toda tu verga en mi culo Mártin……ohhhh…..si…si…..!!!!!!!…más….!!!!!

Daniela no resistió la curiosidad y se levantó para acercar de nuevo su cara junto a mi verga, que penetraba con repetidos embates el culo de su mamá.

No pude aguantar mucho tiempo el placer de ser ordeñado por tan apretado orificio.

Dando un grito salvaje, deje correr toda mi leche, que salió a borbotones en el interior del ano de Clara.

Al igual que mío, otro gigantesco orgasmo hizo presa de su cuerpo impulsando su trasero hacia atrás, clavándose el miembro hasta el fondo. Mis jadeos y los suyos fueron poco a poco calmándose.

De improviso, Daniela tomó mi verga con una mano y la fue retirando del culo de su madre. Con amor, limpió todo el tronco con su lengua para luego pasarla por el ano de Clara y paladar la leche que escurría hacia sus muslos abiertos.

– mmmm……está hirviendo tu leche tío…..si….que rica esta……

Casi sin fuerzas caí en la cama. Cerré los ojos y por momentos el silencio me envolvió. Fueron dos lenguas que comenzaron a recorrer el tronco de mi verga y mis huevos lo que hicieron que reaccionara.

Al mirarlas, la madre y la hija intercambiaban el trabajo de sus bocas.

Ahora era Clara la que introducía y mamaba deliciosamente el miembro, mientras Daniela hacia lo propio con la bolsa de mis huevos, para luego intercambiarse de lugar.

De cuando en cuando, las bocas de las dos se encontraban y sus labios y lenguas se entrelazaban, ofreciéndose mutuamente el sabor de mi verga.

Con este tratamiento tan especial, en cuestión de minutos estuve de nuevo listo para la acción.

Esta vez, me tocaría disfrutar de Daniela y ella, anticipándose, se acostó boca arriba, mientras yo me dejaba conducir por Clara, quien, al igual que su hija, primero se inclinó y chupó mi verga hasta que la tuvo lubricada.

La vagina de Daniela se habría ansiosa y húmeda, ya que sus jugos no dejaban de brotar como si fuera un manantial de rica miel.

Clara se levantó y con su mano, apuntó la cabeza del pene hacia el coño de su hija.

Si la vagina de Clara ardía como un horno, la de Daniela era el mismísimo infierno. Apenas deje ir la mitad de mi verga y ella ya gritaba al ser presa de un orgasmo.

Con sus piernas detrás mío, me empujo y se la clave totalmente, para luego comenzar a meterla y sacarla casi toda, golpeando su clítoris una y otra vez con el glande.

– Ooghhhh…!!!!! ……si…..si…..si….que verga tio Martin…!!!!!…..que verga tienes….!!!!!!….eres único……clavala……..!!!!!!…clavala….!!!!!….dejame sentir tus huevos…..!!!!!!!

Clara, de inmediato, se puso con las piernas abiertas sobre la cara de su hija y bajándose, puso su vagina en su boca. Como un dardo, la lengua de Daniela se incrustó en el coño de su madre haciéndola gritar y gemir con ardor.

Ella, entre suspiros, tomo mi cara con sus manos y con pasión pegó su boca con la mía.

Su lengua se enredaba con mi lengua. La sacaba y la pasaba por mis labios para luego introducirla nuevamente mientras mi verga no dejaba de introducirse en la encharcada y calcinante vagina de su hija. Era un cuadro increíble y estuvimos así por varios minutos.

Yo quería disfrutar igualmente del culo de mi sobrina y como pude, saqué mi miembro de su coño. Logré que las dos se separaran y, haciendo que Clara se acostara en la cama, puse a Daniela en cuatro patas, formando un 69 con su madre.

De inmediato, las lenguas de ambas mujeres buscaron y encontraron sus mojadísimos coños y la danza en sus clítoris empezó. Deje que mi cuñada mojara de nuevo mi verga.

Me levanté un poco más al subir un pie al colchón para luego poner la cabeza del miembro en la entrada del trasero de mi sobrina.

Esta, al sentir la presión sobre su rico ano, puso sus manos sobre sus nalgas y abriéndolas me señaló el camino de su culo. Centímetro a centímetro se fue deslizando por su ano.

Sin verle el rostro, pude apreciar como su excitación se disparó al máximo ya que intensificó de manera desenfrenada la chupada que estaba dando a la rajada de su mamá, haciendo que Clara se excitara igualmente, comiéndose toda la vagina de su hija con verdadero deleite.

Cuando mi verga entró en su totalidad en su ano, me quede quieto, para que ella se acostumbrara.

Poco a poco fue Daniela la que inició el movimiento de su trasero para que al cabo de poco tiempo, mi verga entrara y saliera fuertemente del mismo.

Mi venida fue quizá más intensa que con Clara. Mi leche salió disparada con todo. Por momentos perdí el sentido ante la fuerza con la que inundaba el ano de mi sobrina.

No quise privar a Clara de saborearla y sacando mi verga del culo de Daniela, deje que ella también se deleitara limpiando todo el tronco con su boca, para luego saborear la que escurría del abierto culo de su hija.

Ya complacidos los tres, nos bañamos y nos acostamos en mi cama. Creo que en mi rostro perduraba aún algo de mis dudas, pero fueron ellas las que le aclararon todo

– Mira cuñado – dijo Clara dulcemente -. No tienes porqué sentirte mal. Raúl es un buen hombre y no me quejo de él. Trabaja mucho para que a las dos nada nos falte. Como te dije, siempre me gustaste y te deseaba. Daniela ha compartido conmigo su sexualidad. Ella me confesó antes de venir a tu casa que también le gustabas mucho. Tu solamente has disfrutado y nos has hecho disfrutar y gozar de tu riquísima verga en nuestros culos y vaginas.

– Ah, te anticipo que no será solo una vez tío Martín – dijo Daniela fingiendo seriedad -. Tu nos prometiste que nos consentirás. ¿Ya se te olvido?

La ocurrencia de mi sobrina nos hizo reír a todos y entre besos fuimos quedando poco a poco dormidos, descansando para otro excitante encuentro

Como les dije al principio, este fue el inicio de mi historia.

Más adelante les relataré como por casualidad mi novia Nomi también fue parte de la misma y la gran aventura que pasamos nosotros al visitarlas en su casa.

Quizá parezca esto un cuento, pero fue 100 % real.

Continúa la serie Madre e hija II: Aumentando el placer >>

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