Síguenos ahora en Telegram! y también en Twitter!

Madre de adolescentes I

Madre de adolescentes I

Después de mi primera paja, es como si se hubiera despertado algo en mí, se convirtió en un placentero vicio, llegando a masturbarme más de tres veces en el día, me causaba hasta heridas sacudiendo mi pene, podría decir que todo el periodo del día en que estaba despierto, lo hacía pensando en sexo, llegue a la conclusión que un adolescente piensa más en follar que en comer.

No lograba concentrarme en cosas diferentes sin antes agarrarme el pene a dos manos y masajearlo hasta explotar en un reguero de semen, necesitaba mitigar esa hambre de sexo que mi cuerpo me pedía, mi libido no me daba paz.

Un día volví del colegio más temprano que de costumbre, mi madre se encontraba en casa haciendo sus quehaceres de dueña de casa y yo con mi verga tiesa después de estar viendo esos maravillosos culos y tetas de mis compañeras de colegio, me fui directamente a mi cama a jalarme la polla que estaba a punto de explotar, me baje mis vaqueros hasta los tobillos y comencé a pajearme de lo lindo con los ojos cerrados, no sé en qué momento mi madre entro en mi cuarto, no sentí absolutamente nada, todos mis sentidos estaban obnubilados por el rico placer que estaba sintiendo en mi verga, esas cosquillitas que habían comenzado en mis bolas y esos temblorcillos que empezaban a recorrer mi cuerpo, mi pene empezó a escupir semen sobre mi pecho y mi vientre, algo escurrió en mis manos, abrí mis ojos y ahí estaba mi madre observándome atentamente.

Con mi respiración entrecortada por los jadeos, ni siquiera intente cubrirme, mamá estaba con la vista fija en mi pija de donde brotaba todavía el líquido perlado de mi esperma, luego dijo algo como – lo siento – cerró la puerta y se fue dejándome abrumado por haber sido sorprendido haciendo algo tan íntimo como una paja, con mucha vergüenza terminé de desvestirme y me fui a la ducha.

Mientras almorzábamos mamá no me hizo ningún comentario y luego durante el día tampoco, hasta me hizo dudar si el hecho había realmente acontecido o quizás no, se fue la semana y jamás mamá se refirió al hecho en cuestión, quedo cómo algo que jamás ocurrió.

La semana siguiente sin siquiera recordarme de nada, regresé del colegio, saludé a mamá que estaba ordenando y limpiando, enseguida me fui a mi cuarto a pajearme, mi pene estaba duro a mitad, me saqué los pantalones y encendí mi personal para buscar algún sitio porno que me estimulara algo más, encontré uno con niñas que se masturbaban con consoladores enormes y me pareció lo suficientemente provocante para mi acto sexual íntimo, me coloque los audífonos para escuchar el audio de los videos y con mi verga dura como palo, procedí con la segunda paja del día.

Estaba con la vista fija en la pantalla de mi Laptop viendo como la rubia se contorcía con un dildo enorme dentro de una chuchita rebosante de sus juguitos vaginales, el dildo entraba y salía de su panocha todo mojado, ella había pasado una mano bajo su culo con la cual manejaba el artilugio rosado, mientras con la otra se pellizcaba sus tetas de adolescente, con furia y lujuria comencé a masturbarme con más fuerza y justo cuando la niña dejo caer su cabeza hacía atrás y a comenzó a quejarse y a gemir el goce de su orgasmo, mi pene exploto como un volcán eructando lava perlada sobre mi estómago y pecho, solo entonces me percate que mi madre estaba al lado de mi cama mirando mi pene embadurnado de semen.

Yo continuaba a estrujar las últimas gotas de mi esperma y ella con una mano en su cintura me observaba, me sentía tan caliente siendo contemplado por una tercera persona, no me importaba que fuese mi madre, mi fantasía de que alguien me mirara mientras me pajeaba se había hecho realidad, continué a masturbarme para ella y me corrí con unos chorritos más débiles que aterrizaron cerca de mi ombligo, no pude evitar mis gemidos − ¡ooohhh! mamá – dije mientras observaba su expresión, su cintura, sus piernas, sus pechos y sus ojos claros fijos en mi pene, luego se giró y salió de mi habitación.

Esta vez tampoco ella hizo ninguna alusión a lo sucedido, era como algo ajeno a nuestras personas, algo que acaecía en una dimensión paralela, mamá se comportaba y me trataba como siempre lo hacía, nada me hacía suponer que ella tuviese algo que decirme, quizás amonestarme, llamarme la atención por ser tan caliente, pero a mí la situación me tenía sin cuidado, mi libido no decrecía para nada.

Esa noche mi hermana menor nos saludó y se fue a su cuarto, mamá se quedó en la cocina lavando y ordenando la vajilla, yo con mi pene semi erecto me fui a mi cuarto, me desnudé por completo y me puse a jugar un video juego, tratando de ignorar mi verga que hacía como una tienda de campaña bajo mis sabanas, me salí del juego y me conecté a mi sitio web preferido, chicas adolescentes follando con sus consoladores gigantescos, me estaba acomodando en mi cama para gustarme la nena que cabalgaba un dildo largo y grueso, cuando sentí golpecitos en mi puerta – está abierto, pasa – dije a alta voz, entro mi madre, se había sacado su delantal de cocina, vestía una falda corta y blusa blanca que parecía demasiado chica para sus pechos exuberantes, me sorprendió ver que traía sus zapatos de tacones en sus manos.

− ¿lo haces muy seguido? Pregunto apuntando con sus zapatos a la protuberancia que se erguía bajo mis sabanas – mamá en el colegio me dicen que es normal a mi edad – dije sin aludir a nada y cómo justificando mis continuas pajas – lo sé … ¿pero tú lo haces a menudo? – me pregunto mirando el bulto bajo mis sabanas y la pantalla de mi Pc – te gusta mirar las chicas que hacen lo que hace tú … ¿verdad? – agregó a su pregunta mirando la pantallas del portátil – mamá … todos los chicos y las chicas lo hacen a esta edad – respondí − continua a hacerlo … hazlo para mí – me dijo con una voz aterciopelada, luego se acercó a mi cama y me tironeo la sabana hasta dejar mi verga durísima al descubierto − ¡mamá! … pero cómo … − dije balbuceante – no te preocupes que yo se lo hacía a tu padre … − me dijo sin quitar sus ojitos de mi pene erecto, casi como un autómata comencé a pajearme delante de mamá, no sentía ninguna vergüenza, no me sentía abrumado ni nada, me parecía excitante mirando los pechos de mi madre y verla a ella cómo mordía su labio inferior.

Imaginando que sus pezones estaban a punto de reventar su pulcra blusa, mamá recorría sus labios con su lengua y no pestañeaba ni un instante, de repente comenzaron mis espasmos y mi semen comenzó a brotar a borbotones desde mi pene y el magma caliente de mi esperma voló por los aires, cayendo finalmente sobre mi cuerpo, las manos de mamá sin poder contenerse masajearon sus tetas, así como estirando su blusa, luego se calzó sus tacones y salió de mi pieza sin decir nada, sus caderas se movían exageradamente y su culo era todo un espectáculo.

Al día siguiente mamá estaba sirviendo el desayuno a mi hermanita, saludé a las dos, mamá ni siquiera me miró, pero no pude dejar de notar que vestía una mini falda que enseñaban sus torneados muslos y una remera que evidenciaba sus mamas plenas, túrgidas y sus pezones se dibujaban en la tela de la prenda, evidentemente no portaba sujetador, mi pene empezó a endurecerse al instante, me senté y ella me sirvió el desayuno metiendo sus tetas casi en mi cara, me parecía estar viviendo una escena de alguna película porno, miles de imágenes pasaban por mi cabeza y tuve que arreglarme mi pene que me dolía en mis apretados jeans, la imaginaba tendida sobre la mesa con sus piernas en el aire mientras yo la follaba fogosamente.

Me fui al colegio con la imagen de las hermosas tetas de mamá, fue duro concentrarme en clases con mi pene que palpitaba por la calentura que me habían procurado los senos de mi madre, finalmente nos despacharon y me fui a casa, en mi cabeza se erguían enhiestas dos colinas blancas y redondas, con los penachos adornados de turgentes pezones, pensaba en llegar a casa e irme a mi cuarto y pajearme por enésima vez, mamá estaba en el jardín arreglando una flores, me saludo como de costumbre y yo arranque a mi pieza.

Nada más entrar me quité mis vaqueros y me acosté aferrando mi pene casi duro, mamá entro a mi pieza sin golpear, no me asombre de verla, es más ni siquiera hice el intento de cubrirme, me encantaba que mi madre me viera como me masturbaba, ella llego al lado de mi cama y me miraba a los ojos y a mi pija, ella se abrió un botón de su blusa – en que piensas cuando lo haces – me preguntó con una suave voz, había mil respuestas a esa pregunta pues siempre pensaba e cosas diferentes – en ti mamá … pienso a lo linda que eres … eres hermosa madre mía – me salió como casi de corrido, inmediatamente me arrepentí de haber dicho una bobería de esa envergadura, pensé que de todas, esa era la respuesta más estúpida que podría haber dicho, sentí que me ruborizaba.

Ella pareció sorprendida, se mordió su labio inferior − ¿porque yo?… ¿Por qué piensas en mí? – me preguntó, yo la miré de pies a cabeza, me detuve en sus senos esplendidos − ¿no te has mirado al espejo, madre mía? … eres una mujer muy hermosa, mamá – le dije moviendo mi mano a lo largo de mi pene que se endurecía cada vez más, ella me sonrió – ¿tienes alguna novia? – dijo, yo la estaba mirando en forma obscena, ya no me importaba que éramos madre e hijo, yo a esta mujer me la debía follar, pero no quería aspaventarla, necesitaba reforzar este lazo mágico que se había formado entre ella y yo – no, mamá … no tengo novia – le dije fijando mis ojos en su cuerpo esplendido.

La hinchazón de sus pezones era evidente, su respiro se había hecho más pesado, ella se sentó en la silla de mi escritorio sin quitar la vista de mi miembro – hazlo hijo … hazla para mí una vez más … me gusta ver cuando lo haces – sus piernas estaban ligeramente abiertas y creo que ella también se hallaba en un estado de excitación – mamá … necesito que me estimules para hacerlo con más ganas … podrías mostrarme un poco de tu seno – mamá me miró un poco confundida, luego desabotonó por completo su blusa y me mostró su sujetador blanco, mi pene vibraba a la vista de esas tetas escondidas en esas copas del sostén de mamá.

El solo ver el sujetador de mamá hizo que mi verga se endureciera aún más y estuve a punto de vaciar mis pelotas − Oh, Dios mío … te puedo hacer eso – dijo mamá acercándose a la cama, tire la sabana para el lado y ella aferró mi pene − ¿está bien así? – pregunto ella moviendo su mano arriba y abajo suavemente – sí, mamá … está bien – le dije poniendo mi mano sobre la suya y animándola a seguir, pero ella repentinamente me soltó la verga, su cara reflejaba confusión y de seguro la situación la conflictuaba con si misma − ¡no! … no es justo … no puedo hacerlo … eres mi hijo – dijo ella tratando de alejar su mano de mi pene, yo se la aferré con fuerza y me corrí salpicando de semen mi mano y la suya, cuando mamá vio mi lechita saliendo a borbotones de la punta de mi polla, mantuvo su mano que se cubría con el líquido seminal y me acompañó los últimos movimientos.

Ella estaba como hipnotizada e inmóvil, mi mano se posó en su muslo al borde de su falda, acariciaba por primera vez a mi madre con intenciones carnales, poco a poco comencé a hacer subir su falda, hasta que la yema de mis dedos tocó sus calzoncitos blancos de algodón, no era una tanga ni tampoco las bombachas de la abuela, era como la parte inferior de un bikini, ella no hacía nada, pero sus ojos estaban brillantes y podía ver sus blancos dientes en su boca semi abierta, mis dedos dibujaron la hendidura de su chocho y mamá soltó un gemido, estaba tan caliente con mamá que mi pene estaba otra vez totalmente erecto, mamá de repente se ajustó su falda y se dirigió a la puerta de mi habitación sin decir una palabra.

Me sentí desconcertado – mamá quiero solo devolverte el favor – le dije casi en tono de súplica, ella se volvió y me escudriñó con sus ojos como buscando algo, se llevó su mano cubierta con mi semen a sus labios – prefiero que no lo hagas … no hoy – dijo sonriéndome con una cierta malicia en su voz y salió de mi cuarto, pero me quede con mi pene tieso y duro como un palo, así que continué a masturbarme soñando que la mano de mi madre estaba pajeándome con delicia, enseguida fui invadido por los cosquilleos de placer y mi cuerpo saltó hacía arriba junto con los chorros de esperma que volaban hacía mi vientre.

Todos los días anduve buscando tener un reencuentro con mamá, pero ella seguía con su sistema, hacía como si nada hubiese pasado entre ella y yo, su trato hacía mí era el acostumbrado de madre a hijo, conociéndola, yo no quería apurar nada, sabía que esto tenía que ser una cosa de tiempo y paciencia, ella decidiría cuando y como, yo debía solo estar cercano a ella y ser parte de su elección, no de su decisión, así que lo único que nos permitíamos eran algunas lánguidas e inconducentes miradas, ella tenía una férrea lucha interna con sí misma, yo solo la quería mía, hacerla mía, pero entendía su conflicto interior y no quería hacer nada que pudiese arruinar lo que hasta ahora habíamos tenido ella y yo.

Al cabo de casi dos semanas, yo como de costumbre me había ido a mi pieza temprano, me estaba desvistiendo para acostarme, cuando mamá entro a mi habitación, venía envuelta en una toalla con su pelo suelto y húmedo, al parecer venía saliendo de la ducha, yo me acerqué a ella y delante de ella me saqué mis boxers y mi pene salto adelante como un resorte, mamá abrió sus labios como sorprendida y emitió un gemido, luego extendió su mano y aferro mi polla dura, su tibia mano me procuro escalofríos − ¿de verdad te gusto como mujer? – me pregunto casi en un susurro − ¡oh! mamá … eres la mujer más linda que conozco … no hay nadie como tú – respondí acercándome más a ella, mamá dejo caer la toalla y quedo desnuda ante mí, puse una mano en sus nalgas y la atraje hacía mí sintiendo sus esplendidos pechos contra mi torso desnudo.

Puse la otra mano en su pelo y la apreté contra mi cuerpo haciéndole sentir mi erección en su vientre, ella como un autómata levantó su rostro y la besé, al principio fue solo un beso de labios, ella con su lengua invadió mi boca y nos besamos como amantes, estábamos cruzando el umbral de lo prohibido, de lo pecaminoso, de lo ilegal, mi mano se desplazó desde sus nalgas a su cintura, mientras mi otra mano pellizcaba su pezón izquierdo y mi pene se refregaba en su pancita, sus senos suaves y redondos se aplastaban contra de mí, su respiración fatigada y su boca dibujaba una sonrisa llena de promesas.

− ¿Te gusta? – me preguntó – por supuesto que si … mamá, eres magnifica – respondí estrechándola más a mí, ella se refugiaba en mis brazos y entendí que se entregaba a mí completamente, ella no tenía reservas, me sentí depositario no solo de su amor de madre, también de su amor de hembra, estábamos a punto de consumar el acto que nos rendiría amantes, me sentía deseado por ella, mi mano bajó a su ingle y tome su sexo con toda mi mano, ella se estremeció y dejo sentir un gemido lascivo que me excitó, podía sentir la humedad de sus gruesos labios vaginales y sentí que su sexo era mío.

Mamá gemía y se acurrucaba en mis brazos, me parecía una niña desvalida en busca de un refugio seguro – hijo es mucho tiempo que no lo hago con nadie … hazlo con cuidado … no me hagas daño … − todo esto me lo decía mirándome a mis ojos, yo la acariciaba y la envolvía entre mis brazos, nada al mundo podría dañar a este ser que me trajo al mundo y ahora se entregaba a mi sin pudor ni recato, dando pasitos hacía atrás me la lleve a mi cama, me dejé caer con ella encima de mí, mi pene se encajó entre sus muslos y la sentí gemir con pasión sintiendo que mí glande se hacía espacio entre los labios de su vulva − ¡ooohhh! … mi dios – gimió ella, la hice rodar sobre la cama y mis manos apresaron las blancas y suaves redondeces de mamá, ella volvió a gemir, la bese entre los senos, mordisquee sus pezones y enseguida me deslicé hacía su vientre.

Ella agarro mis cabellos cuando sintió que besaba la tersa piel de sus muslos, con mi barbilla los empujes para abrirlos y acceder a la fuente de la esencia que emanaba su vagina exquisita, antes de hacer contacto con esa carne rosada y ardiente, inhale el halo perfumado de su concha, mi pene vibró en consonancia con los rápidos latidos de mi corazón, mi lengua se deslizó entre mis labios e hizo contacto con la tibia vulva de mamá, sus gemidos hicieron erizar los bellos de mi cuerpo, porque fue un sonido algo agónico, como si mi lengua le hubiese ocasionado un shock.

Su chocho era una maraña de bellos rubios y rizados, enredados entre sí, el coño de mamá era el primer coño que veía así de cerca, siempre había visto esas chuchitas afeitadas de los videos porno, encontrarme frente a esta maravilla de la naturaleza en su estado habitual y común de toda mujer era algo ancestral y primordial que me hacía excitar más aún, su chocho estaba inflamado de excitación, el sabor de mamá era inigualable, entre dulce y salino, abundantes fluidos eran recolectados por mi lengua e iban directamente a mis papilas gustativas que se solazaban con tan exquisito néctar.

Sentía los temblorcillos de mamá y sus quejidos iban en aumento, cuando mi lengua desnudó su clítoris de los pliegues que lo envolvían, mamá casi enloqueció, sus ojos estaban cerrados y su boca estaba en una mueva de sufrimiento con su ceño fruncido, mojaba en continuación sus labios resecos − ¿estás bien mamá? … ¿quieres que me detenga? – pregunté, sabiendo por su actitud cuál sería su respuesta, mamá me dio una mirada casi salvaje mientras apretaba mis cabellos y hundía mi rostro en su sexo − ¡ooohhh! mi dios … no, no te detengas … − luego una chorrera de sonidos guturales e ininteligibles salieron de su boca cuando su cuerpo se estremeció en un orgasmo intenso, mamá casi me ahogaba refregando su concha en mi rostro.

− ¡aaahhh! … ¡ssiii! … sigue, sigue … así … comete mi concha, hijo … cómetela toda … ¡ooohhh! mi dios – mi boca trataba de beber todo su zumo, era mi primera vez con una mujer de verdad y esta mujer era mi madre, me sentía tan feliz y excitado que quería hacerlo lo mejor posible, quería complacerla, quería que sintiera lo que ella significaba para mí, poco a poco sus espasmos fueron disminuyendo, pero yo no quería perderme ni una sola gota de su preciado néctar, su vagina estaba empapada de fluidos, metí dos de mis dedos en su panocha y mamá me tomo la mano y comenzó a empujarla hacía dentro de su chocho – culéame con tus dedos hijo … así, más fuerte … hazlo con más fuerza y rapidez – dijo mamá abriendo más sus muslos y echándose hacía atrás con sus senos entre sus propias manos.

Mamá movía su zona pélvica furiosamente buscando el segundo orgasmo, yo había agregado un dedo más y era tres deditos entrando y saliendo de la chuchita de mamá, ella estaba con su espalda arqueada, las venas de su cuello se habían hinchado, su piel estaba cubierta de un ligero sudor brillando a la luz de la lampara, como un animal herido mamá emitía guturales sonidos como gruñidos y otros agudos grititos de niña, corriéndose en otro orgasmo fabuloso, yo me sentía super bien brindándole a mamá todo ese placer, me incliné a beber más juguitos sabrosos de su concha que sorprendentemente trepidaba con vida propia.

Sostuve el cuerpo de mamá que se estremecía todavía, poco a poco se enderezó sentándose en la cama, su respiración era agitada, con un soplido hacía arriba despejo los rubios cabellos que cubrían su rostro, luego se levantó y se arrebujo en su toalla blanca, se dirigió con paso vacilante hacía la puerta, cogió el pomo de la puerta y con su cara desencajada por el placer obtenido, me dijo – me quieres coger … ¿verdad? – me levanté de la cama para hacerle notar mi pene erecto y moví mi cabeza afirmativamente, ella emitió una leve sonrisa, abrió la puerta y se fue.

Me recosté esperando que ella regresara, pero no lo hizo, mi pene restaba flácido y ya no sentía todo ese fuego en mi ingle, ni siquiera pensé en masturbarme, estaba un poco descolocado, no sabía qué hacer, me adormecí pensando a ella y a las dulces sensaciones vividas.

Mamá siguió ignorando lo que hacíamos, no hablábamos nada al respecto, continuábamos con nuestras vidas como si nada, yo me sentía un poco ofuscado, confundido y frustrado, pero esperaba mi tiempo para que se dieran las cosas y sucediera lo que tenía que suceder, mamá vino otras dos noches en diferentes semanas y después de haberse corrido con orgasmos cada vez más intensos, se levantaba y escapaba de mi habitación, dejándome completamente caliente y con miles de interrogantes.

Una noche ella vino con su túnica pijama, bastante a la antigua mi estupenda mamá, se sentó en la cama a mi lado − ¿sabes lo que estamos haciendo? … tienes claro que no es normal ni natural que sucedan estas cosas entre madre e hijo ¿verdad? – me pregunto fijando su mirada en mis ojos − ¡sí! Mamá … lo sé – le dije fijándola a mi vez con mis ojos − todavía me quieres follar … ¿verdad? – me pregunto, sabiendo cuál sería mi respuesta − ¡sí! mamá – respondí con una cierta premura.

Bueno, dijo mamá y comenzó a contarme de su vida con papá, me conto que ellos se habían casado jóvenes y tenían un temperamento y libido similares, se pasaban follando todos los días y por eso yo y mi hermana teníamos poco menos de un año de diferencia, porque después de que me tuvo a mí, quedo embarazada de mi hermana, luego mí padre se hizo una vasectomía y ellos siguieron follando como conejos, cuando yo tenía siete años papá sufrió un ataque cerebral y murió en sus brazos, en ese mismo momento algo paso en ella que su libido murió con él, nunca más quiso tener ningún hombre … hasta cuando me vio masturbándome, se despertó en ella esa libido, esa calentura que ella no podía reprimir, que ella me deseaba, pero el hecho de ser madre e hijo la frenaba en sus deseos lascivos, sabía que no podía seguir haciéndolo y no quería seguir haciéndolo −sabes que si lo hacemos esto será nuestro secreto de por vida ¿verdad? – me pregunto como buscando algo para hacerme desistir −lo sé, mamá … te prometo que jamás nadie lo sabrá … te deseo con todo mi ser mamá … tengo tú temperamento y libido … no puedo pensar a nada más que hacerte el amor, mamá – respondí muy seguro de mí y queriendo hacerla comprender de mis deseos y necesidad de tenerla.

Mamá se quedo en silencio, luego como si se hubiese recordado de algo, puso su mano en mi muslo – hijo, tienes una hermosa verga … en eso te pareces a tú padre … me di cuenta que ya no eras un niño … despertaste en mi algo que estaba dormido … la tarde que dijiste que me querías follar, no pude dormir, esa noche me masturbe cuatro veces pensando en tu verga – mamá hizo un largo paréntesis, luego continuó – las noches que me permitiste masturbarte, casi me hicieron enloquecer de placer … después me follaste con tus dedos y yo luego en mi cuarto me masturbé dos veces más – no podía creer que mi madre me estuviese hablando con esa sinceridad y espontaneidad, pero no dije nada.

Mi pene se mantenía erecto que casi me dolía – dime hijo mío que es lo que quieres – dijo mi madre y yo la miraba religiosamente como a una diosa, yo sabía muy bien lo que quería, su panocha que llevaba diez años sin que nadie la tocara, me parecía estar delante a una mujer virgen, la debía gozar y tratar con cuidado – mamá … quiero que me hagas correrme con tu boca – le dije como desafiando su autoridad de madre, pensando que quizás no lo haría − ¡oh! mi bebe … quieres que te lo chupe – dijo mientras se arrodillaba entre mis piernas, una mano envolvió mis huevos y la otra aferró mi verga, enseguida su lengua empezó a viajar por toda la longitud de mi polla enhiesta, lo hizo repetidas veces, cerré mis ojos gozando de los delicados toques de mamá, deliciosamente ella me miró sobajeando mi verga con las dos manos y luego como en un trance, su boca se cerró sobre mi glande, su lengua dibujo círculos alrededor, después mi miembro desapareció completamente en su boca, sentí un dedo insinuándose en mi ano.

Me estremecí cuando ella insertó su dedo en mi ano y comenzó a hacer algunas arcadas que mi pene le ocasionaba al hundirse en su garganta, mamá se estaba tragando veinte centímetros de pija y luchaba por mantenerlo en su garganta, sus ojos llenos de lujuria estaban sobre mí, comencé a sentir ese cosquilleo conocido cuando siento que mis bolas están por explotar, mamá como una ramera experta apretó la base de mi pene e hizo con el dedo índice de su mano libre una señal de “No”, estaba estrangulando mi polla con su mano negándome el desahogo, mis bolas hervían y el semen abortado fue devuelto a mis bolas.

Quise hablar y suplicar que me hiciera acabar, que me permitiera explotar en chorros de esperma, pero no me salió nada más que un lastimero gemido mientras ella continuaba a bombear mi pene con su mano y con su boca, insertó otro dedo más en mi ano, me dolía un poco pero el placer era mayor, mamá era una experta, comenzó a follar mi ano con fuerza mientras mi pene estimulaba su garganta, no lograba ver su rostro, ahora solo veía una cabeza rubia que subía y bajaba sobre mi pene y me fue imposible retener la erupción de esperma caliente que sentía explotar desde mis bolas, recorría la longitud de mi verga y venía expelida por mi pene directamente en la garganta de mamá, esta era mi primera mamada y era algo magistral, jamás había salido tanto semen desde mis huevos, la rubia cabellera se detuvo y poco a poco apareció el rostro lascivo de mi madre que se saboreaba con su lengua recorriendo sus labios y una sonrisa de satisfacción y alegría, la expresión en su rostro era de sexo y lujuria.

Mamá se levanto y arremangó su túnica hacia arriba sacándola por sobre su cabeza y quedando completamente desnuda, mamá era la belleza hecha mujer, su cuerpo perfecto, con amplias caderas, piernas largas y torneadas, pechos generosos, un rostro de niña maleducada, con cabellos rubios y ojos claros como de gata, su chocho cubierto por una maraña de rizos dorados, su labios vaginales no muy gruesos y cerrados ocultando el ingreso a su concha, sus formas de perfección femenina me subyugaban, como contemplar una obra de arte pintada en el renacimiento.

Ella se sentó a horcajadas en mis piernas, acerco sus labios a los míos y me hizo saborear mi propio semen – eres delicioso hijo mío … que rico lo que me has dado – dijo ella abrazándome y apretando sus tetas a mi pecho, sentí los ricitos de su chocho acariciar mi pene semi erecto, gracias a mi juventud mi pene no se había ablandado del todo, mamá lo hizo escurrir bajo su ingle y la hendedura de su chocho acariciaba mi verga que reaccionó endureciéndose, esta no era la madre firme y severa que conocí, ahora era solo mujer, linda, maravillosa.

Nunca la había visto bajo esta óptica, una mujer viva, sana, vibrante, esta era la mujer que había enamorado a papá, me entristecí un poco pensando a mi fallecido padre, ella se percató y con un movimiento mágico hizo que mi pene se encontrara en su boquete vaginal, borrando de un golpe todo pensamiento que no fuera el de disfrutar de la sexy criatura sentada en mi regazo y rozando su vagina húmeda con la cabeza brillante de mi pene, ahora me pertenecía, esta mujer ya no era mi madre, era mi hembra.

Mi pene sin siquiera darme cuenta, fue envuelto por sus cálidas paredes vaginales, estaba cogiendo con mi madre, finalmente estaba dentro de su chocho abrasador, follamos como recién casados en su viaje nupcial, de ahí en adelante nos volvimos locos, yo por ella y ella por mí, la cogía en todas las oportunidades que podía, en la ducha, en la cocina, en su dormitorio o en el mío, en la sala de estar, el único lugar respetado era el dormitorio de mi hermana, que a dios gracias no se había percatado de nada, mamá no quería involucrarla y yo respetaba su decisión.

Mamá había terminado con diez años de abstinencia y quería recuperar ese tiempo pasado, se concedía conmigo todas las veces que yo se lo solicitaba y otras veces ella comenzaba a excitarme con sus senos túrgidos o lisa y llanamente me llevaba a su dormitorio y yacíamos a amarnos por horas, yo me siento enamorado de ella y no existe otra hembra que pudiese estar a la altura de ella, ella dice que debemos tener cuidado y frena un poco mi ímpetu, pero termina cediendo, además, ella me dio su culito y está siempre a enseñarme cosas nuevas que me sorprenden, yo respondo con las energías de mi juventud y somo felices, ella dice que no hay nada eterno en este mundo y que debemos aprovechar lo que nos ofrece la vida, es lo que hacemos y continuaremos a hacer.

Continuará…

Continúa la serie Madre de adolescentes II >>

¿Qué te ha parecido el relato?


Descubre más desde relatos.cam

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo