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Lios de familia III

Salí al jardín y me tumbé en la hierba a disfrutar de la sombra que nos daban los árboles nos proporcionaban frescor en los tórridos días de ese verano.

La tarde era particularmente calurosa y tenía un sopor tan grande que no lograba reunir fuerzas para hundirme en el agua tibia de la piscina y preferí dejarme llevar por la modorra e intentar una siesta al fresco.

En el portal de la casa estaba sentada Teresa, mi hermana mayor, leyendo una revista de espectáculos. Andaba con una polera que dejaba al descubierto su ombligo y una falda ceñida que le llegaba a la mitad de sus bien torneados muslos. Debido a la posición en que se encontraba, casi de frente a mí, sentada sobre la escala de acceso a la casa, con las piernas ligeramente separadas y levantadas, alcanzaba a vislumbrar parte de sus muslos que se insinuaban entre la semi oscuridad del interior de su falda.

Me acomodé para ver algo más, para lo cual me moví con mucho cuidado hasta lograr quedar frente a frente con mi hermana, que seguía entretenida con su lectura, por lo que supuse que no se percató de mis movimientos, aunque en un momento miró hacia el lugar en que yo estaba. Ahora mi visión alcanzaba gran parte de lo que había bajo su falda, alcanzando con mi vista hasta la parte superior de las medias que cubrían los gruesos y al parecer suaves muslos de mi hermana que se movían de tanto en tanto, aumentando por momentos mis posibilidades de ver más adentro.

Afortunadamente estaba tras unas plantas y no me era difícil disimular mi presencia, la que no percibió Claudia, mi ardiente compañera de mis tardes de sexo filial, que llegó a sentarse junto a su hermana y empezó a charlar con ella animadamente. Aunque Claudia vestía falda también, se sentó con las piernas recogidas, por lo que no era posible obtener de ella ninguna vista de sus intimidades, que por lo demás conocía muy bien.

Al acomodarse para charlar con Claudia, Teresa abrió sus piernas un poco más y ello me permitió verle todo el resto del interior de sus piernas, hasta sus bragas transparentes. Pero la visión duró poco y nuevamente la abertura entre sus piernas se estrechó, impidiéndome el espectáculo que me había dado involuntariamente por unos fugaces instantes.

Teresa dirigió una mirada hacia los arbustos donde me encontraba escondido. Aunque sus ojos se posaron brevemente en el lugar en que estaba, sentí en mí la intensidad de su mirada, lo que me dio la impresión de que me había sorprendido espiándola. Pero volvió a la charla con Claudia y pareció no prestar atención al arbusto en que estaba escondido, lo que me devolvió la confianza y continué en el mismo lugar, sin hacer ningún movimiento que me delatara, a la espera de algún descuido de mi hermana que me permitiera continuar con mi espionaje sexual.

Al cabo de un rato, mientras las hermanas continuaban charlando, me fijé que las piernas de Teresa estaban nuevamente abiertas, mostrando parte de sus piernas hasta casi el final de sus medias. No podía creer en mi suerte: no sólo no me había visto sino que volvía a regalarme el espectáculo de sus muslos blancos enfundados en esas medias blancas que los hacían ver más seductores de lo que eran.

Estaba viendo arrobado el interior de sus piernas cuando me percato que estas continúan abriéndose, poco a poco, sin pausa, mostrando a cada instante nuevos rincones entre los grandes muslos de mi hermana, hasta que quedan completamente abiertas, casi en posición de entrega. Con el esfuerzo por abrir sus piernas la falda de Teresa se le subió a la altura de su cintura, mostrando sus bragas y parte de las nalgas desnudas que su prenda íntima no alcanzaba a cubrir.

¡Mi hermana me estaba regalando la visión de sus piernas, sus muslos, sus nalgas y su sexo cubierto por su braguita!

Repuesto de la impresión, me fijo en el rostro de mi hermana y alcanzo a vislumbrar en ellos una ligera sonrisa y miradas furtivas hacia el lugar en que me encuentro escondido, mientras escucha los comentarios de su hermana, limitándose a asentir de tanto en tanto mientras mueve sus piernas como si estuviera acomodándose, pero con la clara intensión de excitarme.

Presuroso saco mi verga y empiezo a masturbarme lentamente, mientras mi vista devora cada pedazo de los muslos de Teresa, hasta quedarse en sus bragas transparentes que tapan un gran manchón negro que se vislumbra bajo la tela.

La visión del bulto entre las piernas de mi hermana, rodeado por sus medias es más de lo que puedo resistir y apresuro las caricias sobre mi trozo de carne para conseguir el orgasmo que preciso.

El diálogo entre mis hermanas continúa, sin que al parecer Claudia se percate del jueguito de Teresa. Se conversan al oído entre risitas como compartiendo un secreto.

Claudia se levanta, apoyando su mano en el muslo de teresa para afirmarse, le da un largo beso en la mejilla y entra a la casa, al parecer sin percatarse de los movimientos de su hermana, dejando a Teresa sola, con sus piernas completamente abiertas, mientras retoma su revista como si quisiera continuar la lectura. Al cabo de un rato una de sus manos se dirige al bulto que hay al final de sus piernas y empieza a acariciarlo lentamente.

No puedo creer mi fortuna.

Siento que estoy por acabar ante la vista de la mano de Teresa acariciando su sexo y acelero el movimiento de mi mano. Y en ese instante, cuando estoy por eyacular, me doy cuenta que mi hermana me está mirando directamente, con una sonrisa en los labios, mientras continúa el masaje del bulto que oculta su diminuta braguita transparente. Esto es demasiado para mi ardiente carácter y termino de masturbarme sin control, con la vista fija en el rostro de mi hermana, que continúa sonriendo.

El semen salta a borbotones, sin recato. Me levanto a medias para que Teresa pueda ver el resultado de su juego y dejo a su vista mi verga latiendo y expeliendo los últimos jugos. Con este gesto doy por superada cualquier traba que pudiera dificultar un acercamiento entre ambos y aprovecho de mostrar mis atributos a mi hermanita por si se interesa en usar de mis servicios sexuales.

Ella cierra las piernas, se levanta y entra a la casa, no sin antes mirar con una gran sonrisa hacia donde estoy vaciando mi herramienta que continúa con sus últimos estertores.

Después de algunos minutos entro a la casa y me encuentro a Teresa saliendo del baño, con el pelo aún mojado y enfundada en una toalla que la cubre desde el pecho hasta la parte superior de sus muslos.

La empujo al interior del baño pidiéndole que guarde silencio, a lo que ella accede sin replicar. Ya dentro, cierro la puerta tras mío, la abrazo y le prodigo un beso apasionado hundiendo mi lengua en su boca mientras tomo la toalla que la cubre y la tiro al suelo.

Y ahí está mi hermana, completamente desnuda frente a mí, mirándome en silencio y esperando lo que haga a continuación.

No la hago esperar y me hundo entre sus senos, que beso alternadamente, pasando mi lengua por sus pezones que se ponen duros por la excitación que su dueña tiene. Y mientras beso y chupo sus grandes senos, una de mis manos se pone sobre su vulva, aprisionando su mata de pelo con mi palma que se curva sobre el monte de venus.

Teresa se deja hacer y hecha su cabeza atrás entre suspiros mientras toma mi cabeza y la aprieta a su pecho.

“Mmmhmm, huuuy”

Me desnudo rápidamente y me siento en la taza del baño previamente tapada, con mi verga orgullosamente al aire. Le hago señas y ella se acerca y se sienta sobre mi herramienta mientras me abraza y me cubre de besos.

El pedazo de carne se hunde en su interior hasta desaparecer entre los pelos de su sexo, mientras sus senos se apegan a mi pecho y su pelo cubre mi rostro entre suspiros y besos con lengua.

Tomo sus nalgas entre mis manos y las subo y bajo mientras mi instrumento entra y sale del interior de mi hermana, que empieza a acelerar el ritmo hasta convertirse en un vertiginoso sube y baja que termina de pronto con mi hermana dando apagados gritos en mi oído mientras se hunde mi instrumento totalmente en su vulva, sin que queda nada fuera de esta.

“Más, dame más. Más, más”

Acaba en silencio, en medio de apasionados besos y con nuestros pechos sudorosos unidos en un fuerte abrazo.

Viendo que yo aún no tengo mi orgasmo, se levanta y se hecha hacia atrás de manera de quedar de rodilla frente a mí y con mi verga a la altura de su rostro, la toma y se la traga completamente, para después empezar un sube y baja sobre mi instrumento que en pocos segundos logra el ansiado clímax, en medio de un borbotón de semen que la pilla sorprendida y le cae en el rostro y entre los senos.

Mientras me visto, ella vuelve a cubrirse con la toalla y después de verificar que nadie la pueda ver, sale en silencio y me lanza una sonrisa de complicidad antes de cerrar la puerta, similar a aquella que me diera en la puerta de la casa.

A estas alturas me he enredado con las tres mujeres de la casa y no sé que cosa me depara el destino. Lo mejor será dejar que las cosas sucedan naturalmente. Total, mañana es otro día.

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