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La versión de ella

La versión de ella

Después de pedirle por mucho tiempo que me permitiera narrar sus sentimientos, logré que aceptara, y en los siguientes renglones cediera la pluma a ella, para que nos cuente como vivimos nuestra sexualidad.

Nunca tuve deseos de acostarme con mi hijo, que ahora me dice es conocido como incestum, nuestra educación de provincia, es muy rígida y apegada a tradiciones formadas desde el siglo ante pasado, pues nuestro pueblo esta formado con descendientes de españoles, todo el tiempo las caricias y abrazos tenían la inocencia y sabor del amor de madre a hijo.

Un día descubrí que estaba despertando a la sexualidad, nunca le había dicho, pero descubrí que tenia una revista pornográfica, tocaba mi ropa interior y espiaba a una de las sirvientas, al principio me enoje, pues iba contra nuestras ideas y educación religiosas, estaba en pecado y tenia que hablarle, además como se iba a coger a la sirvienta que vaya dios a saber, que le metían en su casa.

Un día, no se como, pero me dieron ganas de tener sexo, estaba sola en casa y mi marido tenia meses sin tocarme, mis pezones se erectaron y mi vagina lubrico, mojando la patalera, mi respiración era agitada y descubrí que me acariciaba los pies, no se justifica, pero el único hombre cerca era mi hijo, pensé en el como en un hombre mas, y medite sobre el asunto, llore en silencia, por que estaba pecando de pensamiento, mi confesor, me dio severo regaño y durante algún tiempo no me atreví a mirar a mi hijo, lo evadía.

Mi principal problema era como provocarlo sin ser vulgar o muy obvia, tenia que hacerlo muy bien, y sobre todo sin que supiera nadie.

En una ocasión que se estaba bañando, y después de una noche de calentura, sin alguien que la apagara, me arme de valor, y como estábamos solos en casa, cerré bien por dentro, y me espere a que corriera el agua, para luego entrar con el a la ducha, recuerdo su cara, primero de miedo y luego de gusto.

Las caricias se acompañaron del jabón, que delicioso, nos ayudaba a que nuestros cuerpos resbalosos, se dieran gusto, con torpeza me acariciaba y besaba, pensé que tenia mucho que enseñarle; ese día cuando me penetro, y vaya que hubo un momento que quise detenerlo, justo cuando su glande empezó a entrar, me asalto la duda y trate de empujarlo, pero me sostuvo bien entre sus brazos y ya solamente me abandone, que parara los que pasara, entonces sentí un placer como nunca, se combinaba la sensación psicológica de lo prohibido con las sensaciones físicas de ser penetrada, poco a poco entro en mi vagina y yo cooperaba para que entrara mas, llego hasta el fondo de mi, en ese momento olvide con quien estaba, solamente me entregue a la corriente que me llevaba, tuve dos orgasmos grandes, mis contracciones abrazaban el pene de mi chamaco y lo hacían arquearse de placer, cuando termino, sentí como si su verga estuviera viva, escupiendo cálidamente dentro de mi, en mi profundidad dejo su semen, con la fuerza que solo un adolescente tiene. rápido se recupero y otra vez entro pero esta vez de un solo golpe, que me hizo ver luces de colores, ya no me importaba nada, mi vientre recibía de regreso a mi hijo pero ahora en lugar de dolor, me daba un placer que no había tenido en años.

Por la noche, no podía dormir, pensaba en lo que habíamos hecho, mis pensamientos viajaban de que era algo malo y pecaminoso, hasta el temor de ser descubiertos, y al mismo tiempo imaginaba como volver a hacerlo sin que nadie se enterase, nuevamente llore por lo bajo, eso era algo que no debería repetirse.

Pero nuevamente volvimos a la cama, ahora sus caricias eran desmedidas tuve que guiarlo, enseñarle a excitar a una mujer, a darle lo que quiere, como ella lo quiere, quien mejor que una mujer para saber sus necesidades.

Durante varios días no le permití que me tocara o se acercase, le evitaba y no podía contarle a nadie para pedirle consejo, ¿Cuánta gente lo ha hecho?, ¿qué pasaba si tenia un hijo de el?, ¿qué hacemos si nos descubren?, me sentía sucia y asquerosa. todo eso fue superado, tuvimos sexo casi a todas horas, todos los días, la mayor parte del tiempo la iniciativa fue mía, me metía a su cama, a la ducha, dormíamos juntos, todo momento de estar a solas era para tener sexo, ese ritmo fue por años, si por años, buscábamos el mas mínimo motivo para ir de viaje o de quedarnos solos en casa y gozar de nuestros cuerpos .

Acordamos varias cosas, no contar a nadie sobre todo, fue lo principal y como lo tenia enganchado, lo obligue a comportarse como buen estudiante, lo cual dio frutos ahora es un hombre de bien.

De el me gusto que cuando eyaculaba, se quedaba quieto por unos segundos, escuchaba su respiración y enseguida se sentían los movimientos del pene que empujaba el semen, como siempre me tenia bien penetrada, la sensación de riego era maravillosa, nunca lo sentí con mi marido, pero si con mi hijo, además de otras sensaciones nuevas.

Mi hijo me convenció de relatarles lo que siento, y lo amo mas que a nada, no solo por que es el único amante que me he permitido tener, también por que es mi hijo.

Escribo esto por que me lo pidió y, también me pidió unas fotos, eso no pues alguien nos puede reconocer.

Espero que mi experiencia sea útil para quienes compartan la sexualidad con sus hijos.

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