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El padre de mi mejor amiga I

El padre de mi mejor amiga I

Esta historia que les voy a contar, en realidad me la contó la mejor amiga de mi hija, que sabe que me dedico a escribir mis aventuras, y quería ser ella esta vez la que lo contara, pero no se animaba.

Como yo la conozco de primera mano, ya que la vivimos juntos, acepté y puedo decirles que es literalmente real.

Mi intervención se ha limitado a darle forma escrita, pero los hechos y descripciones son reales y de su recuerdo, por eso la contaré en primera persona para que realmente ustedes lean los hechos como brotaron de su boquita.

Pero antes déjenme describirles a esta muchachita de solo 16 años (en el momento en que sucedieron las cosas que se relatan). Lisa, tal es su apodo, es la mejor amiga de mi hija, Leti. Tiene una madurez mental propia de una persona de 30 años, y una madurez física propia de una mujer 22 o 23. Es sencillamente hermosa, despampanante. Ahora tiene 18.

Morocha, de ojazos verdes, nariz respingona, pómulos salientes, un mentón con muchísima personalidad; su cabello lacio y abundante cae sobre su espalda como una cascada.

Sus pechos son pequeños, redonditos y bien erguidos, con unas areolas rosadas e hinchadas, que rematan en unos pezones pequeños, duros y desafiantes de un tono ligeramente ocre.

Abdomen plano, ombligo perfectamente redondo y profundo, unas caderas de infarto, que bambolea a su paso, llevada por un par de piernas kilométricas, excelentemente torneadas (Mide) 1,70. Da gusto verla pasearse en bikini por el borde de la piscina cuando viene a nuestra casa en verano y surcar el agua cuando nada o bucea en ella.

Pero lo que más sobresale en ella, o por lo menos lo que más me gusta de su cuerpazo es su trasero.

Es perfecto, redondeado, alzado como si siempre anduviese en puntas de pie, con la piel lisa y sin un gramo de más ni de menos de grasa depositado sobre sus perfectos glúteos, que semejan dos melocotones maduros, solo que con una tersura y una firmeza increíbles si no se han acariciado, como tuve yo el placer de hacerlo.

El sabor de su piel es delicioso como los jugos que manan de su sexo cuando se prueba por primera vez, antes siquiera de calentarla, y es totalmente distinto del no menos delicioso sabor de los jugos que produce ese mismo sexo cuando está caliente como una perra luego de un rato de estimularla sexualmente.

Sin más preámbulos, los dejo con su historia:

Lo que voy a contarles, es o ha sido mi primer contacto sexual con un hombre, a la sazón, mucho mayor que yo. De hecho es el padre de mi mejor amiga.

Sé que dirán de mí que soy una desfachatada por no solo haberlo hecho sino encima atreverme a contarlo.

Pero es que luego de aguantar por bastante tiempo los deseos impuros que incitaba ese hombre en mí, no pude soportarlo más y decidí lanzarme al ataque.

Bendito sea el momento en que tomé esa decisión.

Acá debo aclarar que hasta ese momento yo conservaba mi virginidad, y nunca había pasado más allá de un magreo con algún amigo que se acababa en cuanto sentía que ponían su mano en mis nalgas

Todo empezó la primera vez que fui a casa de Leti, en verano del 2000. En su casa no había nadie, ya que sus padres trabajaban y sus hermanos estaban de viaje por todo el verano, (cosa que yo desconocía hasta ese momento), lo cual me frustraba bastante ya que sobre todo uno de ellos, que tenía en ese momento 18 años estaba como un camión y era la mar de simpático (yo lo conocía por haberlo visto en un par de fiestas del insti.) y me apetecía verlo en bañador e intentar ligar con él.

Por eso me había puesto un bañador de dos piezas, la superior apenas tapaba mis areolas y pezones y el tanga cubría mi vello púbico y poco más por delante (en esa época no me depilaba allí ya que naturalmente tenía solo un triangulito que enmarcaba mi coño, muy suavecito) y por detrás una tirita que se metía entre mis nalgas dejando estas al descubierto totalmente.

Total, no habría nadie más en la piscina ya que era un día de semana. Imaginen mi frustración cuando supe que sus hermanos tampoco estaban en casa.

Bueno el hecho es que pasamos la tarde tomando el sol y retozando con mi amiga en la piscina, cuya agua estaba fresquísima, y por eso cada ratito nos sumergíamos para quitarnos el calor que el sol dejaba en nuestros cuerpos. Así pasaron las horas y sin que nos diéramos cuenta

se hicieron las nueve y llegaron sus padres.

A mi me daba mucha vergüenza que sus padres me vieran vestida de esa forma (o desvestida en realidad) por eso cuando sentimos sus voces me quedé de piedra, y para colmo de males yo en ese momento estaba boca abajo mostrando todo mi culo.

Me moría de vergüenza y no me atrevía a mirar hacia ellos cuando sentí sus pasos sobre la terraza alrededor de la piscina.

Pero cuando al fin tragando saliva me volví a saludarlos, tuve una visión maravillosa, de un hombre de unos 40 años más o menos, (luego supe que eran 45) que era la versión ampliada y super mejorada del hermano de Leti.

No podía articular palabra, y no sabía como hacer para cubrirme. Encima el tío puso una sonrisa que era capaz de derretir a un iceberg.

Por suerte la madre se había quedado adentro de la casa y no pudo ver mi turbación, ya que las mujeres somos especiales para detectar esas reacciones de las demás y conocer de inmediato el peligroso origen de las mismas.

Nos levantamos educadamente a saludar a su padre que dio dos besos a Leti y otros tantos a mí, que no me conocía hasta ese día.

Se hicieron las preguntas de rigor, mientras yo no podía sacar los ojos de los suyos que me atraparon como un hechizo; cuando por vergüenza los bajé me topé con el bulto que se marcaba en su pantalón, que él intentaba disimular con el periódico que traía en su mano.

No supe a donde mirar hasta que se me ocurrió mirar a Leti diciéndole este, porque no entramos ya a ducharnos y vestirnos, que ya me tengo que ir.

Eso hicimos y mientras caminábamos hacia la casa pude sentir la mirada de su padre posada sobre mis glúteos, cosa que corroboré al ver su reflejo en el cristal del ventanal del salón que daba a la piscina.

En ese momento sentía mi cara encendida, al igual que todo mi cuerpo, y deseé no cruzarme con su madre en el camino hacia la habitación de mi amiga y pensé muy lujuriosamente: al diablo con su hermano, quiero para mí a este hombre, tengo que ser suya!!

A partir de ese momento tuve una sola obsesión, seducir a ese hombre que aunque era el padre de mi mejor amiga me quitó el sueño durante muchas noches, en las que me masturbaba con su sola imagen en mi mente.

Desde entonces siempre que iba a su casa, todo ese verano trataba de hablar con él, mostrarme inteligente y seductora al mismo tiempo (si no estaba la mujer delante, por supuesto).

Me vestía provocadoramente, me cambiaba de ropa en el cuarto de invitados dejando la puerta entreabierta por si él pasaba por allí, cuando estaba segura de que Leti no se asomaría por allí por estar ayudando a su madre con la comida o cena.

Y en un par de oportunidades noté que el espiaba mi desnudez desde la oscuridad del pasillo.

Una tarde en que salíamos de tomar sol, y yo no tenía tiempo de ducharme y cambiarme, haciendo que no me di cuenta de la presencia de Don Jorge en la penumbra del salón (Leti había ido hasta la cocina a buscar una coca cola), me puse una camiseta larga que había traído y me llegaba hasta la mitad del culo y me saqué, dando la espalda al salón, la parte inferior del bikini que estaba húmeda y sin ponerme braguitas me calcé mi pantaloncito de lycra; en ese momento escuché un suspiro y un movimiento de piernas en el salón, me giré y vi por el reflejo de la luz del porche a D. Esteban que se acomodaba el paquete mirándome con deseo.

Le sonreí con picardía y volví a girarme a tiempo para recibir a Leti que traía una coca para cada una.

Dijimos adiós en voz alta y nos fuimos a caminar por la urbanización. Yo sentía mis mejillas arreboladas y no cabía en mí de la excitación al pensar que ya lo tenía en el bote.

Unos días después había quedado con mi amiga en encontrarnos en su casa, y me aseguré de que su padre lo supiera llamando varias veces para dejarle un recado y la hora en que llegaría allí.

Para mi gran suerte Leti tuvo que salir ese día de compras con su madre, y cuando llegué a su casa me abrió la puerta el padre.

Hola Lisa, como estás, dándome dos besos muy cerca de la boca y rosándome el culo con su mano como al descuido. Olía tan bien!!!! Y estaba tan guapo con su equipo de tenis inmaculado. Muy bien y Usted D Esteban. Por favor no me digas don y trátame de tú.

Pues acá estoy sin haber podido jugar al tenis ya que Leti y su madre se fueron de compras y todavía no han vuelto.

Ahh, además me acaban de llamar diciendo que hasta la 9 de la tarde no llegarán porque tienen que esperar que les arreglen unas prendas que compraron y que quieren estrenar mañana en la cena de gala de la empresa donde trabajo.

Pero pasa y ponte cómoda, o prefieres volver más tarde, me dijo con una sonrisa tierna y pícara, que me invitaba a quedarme. (eran solo las cuatro de la tarde. teníamos toda la tarde para que yo lograra mi objetivo, aunque no imaginaba que fuera a ser ese día). Pasa y sube a cambiarte, nos vemos en la piscina, si quieres.

Por supuesto que quería, además me había traído exprofeso el tanga del primer día.

Cuando bajé el ya estaba en una tumbona con unas bebidas frías preparadas. Se lo veía tan bronceado, y marcaba un paquetón en su bañador tipo competición!!

Se quedó boquiabierto cuando me vio aparecer con mi tanga y sujetador mínimos, que al ser de color blanco resaltaban mi bronceado.

Sin decir nada me tumbé en una toalla sobre el césped, boca abajo. Sentía el calor d su mirada sobre todo mi cuerpo. Cuando volteaba a verlo el intentaba disimular con una sonrisa cautivadora.

Cuando me giré para tomar el sol de frente, dejé mis piernas flexionadas y separadas pudiendo el apreciar la humedad de mi entrepierna y las gotitas de sudor entre mis pechos.

Disimuladamente lo mire con los ojos entrecerrados y pude ver como no me quitaba los ojos de encima y su paquete iba en aumento. Pensé que era hoy o nunca. Solo había pasado media hora, Todavía me quedaban 4 horas y media.

Me levanté y me arrojé a la piscina. Luego de nadar un par de largos, me acerqué al borde y cuando subí la vista me encontré con sus ojos que me invitaban a salir y su mano que se estiraba para ayudarme.

Sin ningún esfuerzo me levantó en vilo con su mano y me depositó junto a él en el borde de la piscina. Yo me mareé con su cercanía y trastabillé cayendo contra su pecho, a lo que él rápidamente me sostuvo con sus fuertes brazos.

Esto fue el súmmum, me encontraba alojada entre los poderosos brazos del hombre de mis sueños, con mi cara a escasos centímetros de la suya, su perfume me embriagaba y para postre incliné mi pelvis hacia adelante (juro que fue accidental) y sentí la dureza entre sus piernas.

Lo miré a los ojos y me acerqué a su boca pegando mis labios a los suyos, que se abrieron para recibirme sin titubeo ni falso pudor.

Unimos nuestras lenguas, lo abracé del cuello para prolongar ese extraordinario beso que me estaba dando con la pasión que nunca me habían transmitido unos labios, mientras sentía sus manos jugar con mi espalda y bajar hasta mis nalgas.

Dios, no me lo podía creer, al fin lo había logrado, iba a ser mío y yo suya, iba a convertirme en mujer.

Con hábiles movimientos de sus manos, desprendió mi sujetador y acarició mis pechos, bajó su cabeza y me los chupó!! No podía ser cierto, me estaban chupando las tetas por primera vez y era un hombre de 45 años, el padre de mi mejor amiga, y yo estaba en el cielo.

Sentía cosas indescriptibles.

El contacto de su lengua sobre mis pezones recorría todo mi cuerpo, erizaba mi piel, hacía que mi vagina chorreara de placer, me faltaba el aire, apretaba más mi pelvis contra la suya, frotando su dureza contra mi humedad.

Entonces se arrodilló y colocó sus manos en los bordes de mi tanga.

Me miró esperando mi consentimiento, que por supuesto le di con mis ojos, y procedió a bajármela hasta mis pies, y yo la arrojé lejos con una patadita.

Se levantó luego de olisquear como un perrito mi pubis y alzándome sobre su pecho me llevó al interior de la casa.

De lo que sigue les contaré en el próximo relato”

Continúa la serie El padre de mi mejor amiga II >>

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