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El casi incesto o la mujer de mi padre, ¿es mi madre?

El casi incesto o la mujer de mi padre, ¿es mi madre?

¿Por qué contar esta Historia?

Porque es muy extraña y abarca un descubrimiento tardío de una nueva sexualidad.

Tengo 48 años, soy casado desde hace treinta, con una mujer muy linda, tengo cuatro hijos de entre los 29 y 23 años.

He sido fiel a mi mujer por los últimos 30 años.

Mi único desliz fue cuando éramos novios y lo termine ante de casarme.

No me han faltado oportunidades, pero conscientemente no las he aceptado

Corría junio del año 2002. Una llamada telefónica impensada inicia un cambio en mi vida que creo se va a extender hacia mi futuro, porque los descubrimientos que realice, son difíciles de aceptar y más difícil aun de explicar.

Creo que estoy escribiendo esta historia como una forma de exorcizar los mal llamados demonios que me han atrapado.

Vuelvo al hilo del relato para ver si entienden lo ocurrido.

La llamada era de la mujer de mi padre, que me decía que él estaba internado en una clínica de la Capital Federal y que me informaba por si lo quería ir a ver.

Debo aclarar que mi padre abandono nuestro hogar cuando yo tenia 14 años, dejándonos a mi madre y a mí para que hiciéramos lo que pudiéramos con nuestras vidas.

Lo hicimos y no volví a saber de el por muchos años y sinceramente no me interesaba para nada.

Quise hacer un acercamiento y hace unos años, intente llevarle sus nietos para que lo conocieran, pero a la segunda vez que quise visitarlo con ellos, me encontré con la negativa de mis hijos que ya eran adolescentes, así que suspendí ese intento y luego deje de verlo.

Antes de irme por un tiempo a vivir a Brasil, lo visite y lo encontré muy desmejorado por los desarreglos que había hecho con la bebida.

Su mujer era unos diez o doce años menor que él y se encontraba muy preocupada por su salud, así que lo convencí de ir al medico y hacerse una revisión general.

Me hizo caso y comenzó a cuidarse un poco más.

Yo viaje y la noticia mas reciente que tengo de el es la llamada telefónica del comienzo de este relato.

Me acerco a la Clínica, lo veo desvariando bastante, con un descuido generalizado de su persona y casi 80 años de edad.

No me agrada lo que veo, estoy un rato y con una excusa cualquiera me alejo y trato de olvidarme de lo que vi.

Me obligaba a replantearme algunas cosas de mi vida y no estaba interesado en volver a ser hijo.

A la semana llamo al lugar donde estaba internado y me dicen que lo habían dado de alta y había sido derivado a su casa.

Me dirijo a ella en afueras de Córdoba y me encontré con un cuadro para nada agradable, mi padre seguía en un estado bastante malo y se negaba a tomar remedios, mantenía un alto grado de agresividad y la dirigía especialmente a su mujer.

Esa mujer que había ocupado el lugar de mi madre en su vida, a la cual yo no conocía, pero entendía la situación pues también he vivido algún tiempo separado motivado en una convivencia algo tormentosa con mi mujer

No tenia hacia ella ningún tipo de animosidad, sino más vale una indiferencia. La trataba gentilmente, con la idea de que no se iniciaran las agresiones y recriminaciones entre ella y mi padre.

Parecía hacerme caso.

Al poco tiempo logre que se mudara a otra habitación de la casa, dejando la cama matrimonial, a la que con mucho esfuerzo pude convencer a mi padre de cambiar por una cama especial de las que se utilizan en los hospitales, con la cual movilizar su torso y piernas para las distintas atenciones que requería.

Mi trato con ella era cada vez más ameno.

Conversábamos mucho, mejor dicho le prestaba la oreja, como decimos en Argentina, cuando alguien necesita que lo escuchen.

Ella venia de un estado parecido a la depresión, con miedo a salir de su casa, imaginando algunas confabulaciones en su contra por parte de vecinos y otras situaciones por el estilo que yo trataba de hacer correr de su mente, sacándola a caminar por el jardín, que me ayudara en algunas actividades de la casa, haciéndola cambiar de ropa (yo la recordaba como una mujer elegante) pues había adoptado un camisón verde y un deshabillé (especie de salto de cama) marrón con pantuflas de abrigo como uniforme diario.

Esa terapia aparentemente mejoró su relación con mi padre, ya que al no estar tanto juntos, discutían menos y ella estaba mas ocupada.

Ya salía a hacer las compras sola, visitaba antiguos amigos y comenzó a mejorar su arreglo personal.

Los vecinos que por mucho tiempo no la vieron, la encontraban mejor de semblante y en forma general.

Yo normalmente iba el sábado o el domingo, conforme me lo permitía mi trabajo de supervisión y algunos días en que salía mas temprano, me acercaba a verlos un rato. Tomábamos algo y hablábamos mucho.

Papa generalmente se encontraba dormido o en un estado de letargo.

Hablaba diez o quince minutos y luego se dormía.

Su memoria estaba afincada en el pasado y no recordaba nada que hubiera pasado en el día.

Mantenía su capacidad de observación, pero al rato estaba adormecido.

Un martes de septiembre, que llegue a las cinco de la tarde, Marina (que es como se llama la mujer de mi padre) me recibió casi llorando, muy apesadumbrada, ya que mi padre la había tratado muy mal, no había querido comer y no la ayudaba

cuando ella trataba de higienizarlo, ya que el esta postrado y no tiene movilidad propia.

Trate de calmarla, diciéndole que era muy difícil de sobrellevar esta situación, que a los dos nos había caído y debíamos hacer lo mejor posible para tratar de superarla.

En un momento ella estaba abrazada a mí y yo también la abrazo, tratando de influirle animo y confortarla.

Pensé en ese momento, si mi madre me viera confortando a la mujer que le había sacado su marido y no sé si me hubiera perdonado a pesar de lo mucho que me quería.

Yo soy alto y de contextura física fuerte. Ella debe medir un metro 68 o un metro 70. Sentía sus pechos apretando el mío y sus manos en mi espalda.

Comencé a secar sus lagrimas, ya que había comenzado a llorar y necesitaba desahogarse de alguna manera.

Yo sabia por experiencia propia, que es muy difícil atender a mi padre y llevarse bien con él en su época de normalidad y esta mujer lo estaba haciendo en la peor parte de su vida.

Ella me miraba fijamente y sentía su cuerpo cada vez mas pegado al mío.

Yo la miraba y veía las arrugas de su cara, sentía la flojedad de sus carnes y sabia que no me disgustaba lo que estaba creciendo en mi interior.

Un deseo por oleadas, que luchaban contra mi conciencia que me decía que eso no era lógico, me invadía. En ese momento mi padre desde su pieza pedía que lo ayudaran a ponerse de costado.

Fue el gong que salvaba al campeón del seguro KO. Aproveche la llamada salvadora y me fui separando lentamente de ella.

Si muy lentamente y sentía como sus pechos no estaban contra mí estomago y ahora notaba que mi pelvis sentía un frío al ser abandonada también por el calor de su cuerpo.

Atendí a mi padre y mi mente empezó a funcionar a máxima velocidad, se preguntaba, se contestaba, analizaba sensaciones, comprobaba experiencias, y todo lo que una mente afiebrada por un deseo impensado, desconocido, creciente y extraño puede elucubrar.

Marina me pregunto si iba a quedarme a cenar como lo había hecho en otras oportunidades y mi mente ya estaba pensando en acostarme con ella.

Era una cosa de locos. En ese momento me acorde de una noticia de un hecho acontecido hace un tiempo atrás cuando el noticiero de la noche pasaba el caso de una mujer de 70 años que había sido violada por un asaltante de treinta y pico.

Recuerdo haberme preguntado en ese momento, que le podía haber visto un hombre joven a una mujer que tenia la edad de su abuela y pensé que estaba enfermo.

Ahora me encontraba yo sin poder contestar a una pregunta de lo más sencilla, si me quedaba o no a comer con Marina y mi deseo.

Me doy cuenta que una erección me hormiguea entre las piernas. Y no cede. Le agarro la mano suavemente y le digo que si que prepare algo sencillo.

Cuando ella va para la cocina, yo paso para el cuarto de baño, donde debo bajarme íntegros los pantalones para poder sacar mi miembro y ponerlo bajo el agua fría.

El espejo me devuelve una imagen desconocida de mí.

No soy el tipo seguro que siempre creí ser.

Un mazazo en mis sentidos y este descubrimiento de sentir un deseo descomunal, sin medida, abrupto, por una mujer que no es bella, que no es voluptuosa, que esta arrugada, que tiene casi 20 años mas que yo y que además de todo eso, ha sido la mujer de mi padre por los últimos 40

Guardo mi miembro ahora flácido, meto la cabeza bajo la ducha, me la mojo completamente, tratando de no pensar mas y comienzo a peinarme. Golpean la puerta.

Es Marina que me pregunta si me pasa algo porque hace unos 20 minutos que estoy en el baño. Sorprendido, miro mi reloj y parece ser cierto. Le digo que tengo un pequeño malestar estomacal y que salgo enseguida.

La mesa esta lista. Una ensalada, algo de fiambre y una cerveza quizás me hagan olvidar momentáneamente de mi confusión de sentidos y sentimientos.

Todo parece normal, pero cuando Marina apoya su mano sobre la mía, un rayo con 100.000 voltios me atraviesa desde la cabeza a los pies.

Una potente erección que golpea contra mis slips y pantalones es mi respuesta física inmediata.

Nos miramos a los ojos y no veo la mujer que es. Veo la mujer que mi mente quiere que vea y encuentro belleza en esas arrugas. , esas canas me parecen lo mejor, su flacidez es para mi un enfervorizante que recorre todo mi cuerpo.

Devuelvo su caricia lentamente, como la primera vez que salí con una chica a los trece años y mil sensaciones me envolvían. Siento exactamente lo mismo y creo que ella también.

Dejamos nuestra comida y nos miramos en silencio, ahora con las dos manos tomadas. Me siento bien y estoy aceptando lo que siento.

Creo que permanecemos así por un tiempo infinito y sin otro acercamiento que esas manos tomadas y nuestras miradas puestas el uno en el otro.

Decido en ese momento que debo irme pues sino perderé él ultimo colectivo. Un beso en la frente de mi padre. Uno en la mejilla de Marina, mas cerca de su boca que los que le he dado hasta ahora y salgo a caminar hasta la estación terminal.

Llego a mi casa pasada la medianoche, le explico a mi mujer un agravamiento temporal del estado de mi padre, que ella no comprobara, pues no lo ha visitado nunca y toda una noche de pensar en Marina y a la mañana siguiente una relación no acostumbrada con mi mujer que se extraña de mi deseo sexual tan urgente.

Si supiera a quien están dirigidos mis anhelos, me despreciaría ya que ella odia envejecer y hace todo lo posible por evitarlo y continua usando el mismo talle que mis hijas, que en algunos casos envidian su figura.

Hoy miércoles entro en Internet, reviso todo lo que me parece relacionado para encontrar una explicación a mi “anormal ” deseo por esta mujer mayor que yo.

¿Es incesto? Creería que no, porque no es mi madre, no la conozco para nada, no he trasladado la figura de ella a Marina. Nunca tuve pensamientos sexuales con mi madre.

¿Es un castigo para mi padre? También me contesto que no porque desde hace 4 meses he tratado de volver a tener una relación mejor con mi padre, en sus momentos de lucidez hemos aclarado algunos puntos de los cuales se acordaba y siento por el una piedad basada en su edad y estado.

No lo quiero como a un padre, pero cumplo con mi obligación de hijo de ayudarlo en estos momentos difíciles para él y en todo lo que pueda.

¿Ella vera en mi un resabio de los años felices que paso con mi padre? Todos dicen que somos bastante parecidos, aunque yo soy un poco mas alto y quizás como una forma de escapismo ella trate de repetir conmigo un juego de seducción que le dio resultado una vez.

No sé de que se trata y no me importa.

Así de sencillo. Este sábado la besare y si puedo poseerla lo haré.

Miércoles jueves y viernes son un hervidero de situaciones, mi mente no sale del circulo vicioso Marina, su habitación, su desnudez, la mía, penetrarla y besarla.

Que le diré, que hará ella, que haremos los dos, que hará mi padre, son todos interrogantes, a veces con respuesta, otras sin ella, pero este pensamiento me atraviesa por 72 horas, en el viaje de ida y de regreso al trabajo, durante la comida, en mi trabajo, mientras veo televisión.

No me abandona y una erección permanente, acompañada por una sensación de dolor en los conductos seminales me retrotraen a similares dolores de años juveniles cuando luego de haber ido al cine con una chica y haber logrado algún beso o eventualmente poder atrapar un seno se traducían en estas sensaciones de que algo bullía bajo nuestros pantalones.

Llego el sábado y a las siete de la mañana, casi una hora antes que el horario de entrada al trabajo me estoy bañando y cambiando para ir a ver a Marina y fíjense que digo Marina y no mi padre.

El ya ha pasado a un segundo plano.

A las nueve de la mañana estoy tocando el timbre de la sencilla casa del suburbano cordobés. Ella me esta esperando se ha puesto un pañuelo de seda, una blusa roja y un pantalón azul acompañado con zapatos negros. Decididamente ha abandonado su camisón verde y deshabillé marrón, acompañados con pantuflas de tela abrigada.

En un total silencio nos tomamos de las manos y nos vamos acercando lentamente, ella no deja de mirarme. Soltamos nuestras manos, ella me abraza por la cintura y yo tomo su cara entre mis manos y la beso. Siento sus labios en los míos y un cosquilleo me atraviesa el cuerpo.

Ella esta temblando pero su lengua se desliza dentro de mi boca y es un beso tremendo, como hace años no experimentaba.

Ninguna palabra sale de nuestras bocas, solo besarnos, cada vez con mas violencia. Para ella son muchos años de soledad. Para mí lo nuevo de la experiencia y esta nueva e impensada sexualidad que encuentro cuando he vivido mas de medio siglo.

La suelto muy despacio y me dirijo a la habitación de mi padre que se encuentra en un estado de semi sueño. Me saluda y sigue aletargado.

Con el rabillo del ojo veo que Marina se dirige a su habitación. Acomodo las sabanas de la cama de papa y salgo de la pieza.

Marina esta parada en me dio de la suya en una semipenumbra, nos buscamos y volvemos a besarnos. Comienzo a desabrochar su blusa y a sacar su pañuelo.

Me pide que por favor le ponga llave a la puerta de entrada y que cierre con media vuelta, para no ser interrumpidos, ya que hay dos vecinos que poseen llave. Lo hago y vuelvo.

Papa parece dormido, sigo de largo y ya Marina se ha sacado el pantalón y esta con su corpiño y una trusa, recostada en la cama.

Mis manos me parecen lentas para desabrochar mi camisa, sacarme los pantalones, los zapatos y las medias. Cierro la puerta de la habitación

Es peor que mi primera vez. En ese momento no sabia lo que iba a pasar y ahora si, he imaginado este momento por toda una semana.

Me recuesto a su lado, ella esta temblando pese al calor, paso mi brazo izquierdo debajo de su cabeza y nos besamos apasionadamente.

No parece una mujer de 72 años. Sus ansias me contagian. Mi miembro esta totalmente erecto.

Mi mano derecha esta soltando los broches de su corpiño y al instante estoy teniendo entre mi mano un seno pequeño y arrugado y luego su pezón en mi boca.

Siento una leve turgencia en el mismo. Su físico responde a mí estimulo.

Mientras sigo besándolo, mi mano derecha comienza a bajar su trusa que tiene la función de modelar y ajustar, se halla sobre otra prenda intima, su bombacha, con tamaño de bombacha de señora mayor y no esos mínimos pedazos de tela que mi mujer e hijas suelen colgar en la bañera.

Las bajo y las saco entre sus piernas con la ayuda de ella. Me pide que sea muy suave, Hace mas de diez años que no tiene relaciones y siempre fue estrecha.

Mi miembro esta a plena carrera, no baja un milímetro en su erección y creo que va a estallar. Ella suavemente lo toca con su mano izquierda y me dice que es enorme y que no va a entrar. La beso mientras mi mano derecha esta buscando la hendidura mayor de su vagina. Tiene una increíble mata de pelos negros a pesar de la blancura de su cabellera y la piel de la zona es tersa.

Su mano se extiende y me alcanza un pote con vaselina. Me dice, “….con tu papa siempre lo usábamos….”. Lo abro y con mi dedo índice retiro una porción importante y la deposito sobre el centro de sus labios comienzo a introducirla, primero por el canal vaginal.

Siento que ella abre sus piernas y cierra sus ojos. Continuo explorando por el mismo y los pliegues se va amoldando a mi dedo. Mi dedo pulgar esta humedecido con la vaselina sobrante y una pequeña lubricación que la empieza a mojar. Encuentra un pequeño promontorio entre los labios superiores que a los pocos segundos ha crecido y que cada vez que los rozo, ella emite un quejido de placer.

Sigue con los ojos cerrados y sin decirme nada.

Le digo que sé esta dilatando su vagina y si quiere que la comience a penetrar suavemente.

No me contesta y abre sus piernas y me ayuda a que me ponga sobre ella. Ella no es capaz de ayudarme a colocarla en posición, así que debo hacer todo el trabajo, bien, suavemente.

Tomo un almohadón, para subir su cadera, ya que ella es bastante delgada, un poco mas de vaselina que unto sobre el glande y apoyado en mi brazo izquierdo, con mi mano derecha voy abriendo paso con el glande entre sus labios que se abren para dejarlo entrar.

Yo pensaba que iba a ser algo muy lento, como la primera vez que tuve relaciones anales con mi mujer, pero de golpe sentí que había entrado todo y que Marina estaba moviéndose muy a gusto con mi miembro adentro, sin haber exhalado un solo ay, por lo tanto no era tan estrecha como me había dicho que era. Sorpresas te da la vida.

Marina comenzó a hablar y a darme indicaciones , “ahora mi amor”, ..” un poquito mas adentro”, ” ” te siento muy bien”, y varias mas que me daban la idea de que ella debe haber sufrido mucho por tantos años sin sexo. ¡y la duda ¿fueron realmente tantos? O ella tenia muy buena memoria.

Comienzo a subir sus piernas sobre las mías y la penetración es aun más profunda. Inicio un pone y saca a fondo primero lentamente y voy incrementando la velocidad.

Ella me acompaña y su rostro empieza a crisparse y a decir ” ahora” “ahora”, “ahora”, ya no pienso que estoy con una viejita de 72 años y la penetro a lo bestia, mis huevos están golpeando su ano y no noto en ella ningún síntoma de dolor o similar. Sus manos están atenazadas en mi cintura y me aprieta para penetrarse todavía más.

Un golpe de semen parece rebotar en todas sus paredes interiores y ella que comienza a gemir, como una especie de llanto y risa y yo que sigo sintiendo que mi miembro continua dando estertores y expulsando los últimos vestigios de leche de mi interior. Hace años que no tenía una acabada así.

Marina abre sus ojos y una sonrisa ilumina su cara. Sus manos pasan a la mía y la bajan y me besa suavemente. Me dice” esto valió la pena y ahora no me importa ir al infierno”.

Nunca en los años que cogimos con tu padre tuve un orgasmo tan genial” y ” ahora no sé si tuve orgasmos con él, solo sensaciones agradables, pero nunca un placer así”… La escucho mientras me vuelco hacia el costado y sacando mi miembro ya flácido de su interior y le contesto ” esto fue muy suave y tradicional, porque era nuestra primera vez”, “te prometo que las próximas si serán inolvidables.” Y nos volvimos a besar.

Papa se estaba despertando de su sueño y pedía que Marina lo ayudara a orinar.

Ella se levantó, se puso sobre su desnudez el antiguo uniforme de camisón, deshabillé y pantuflas y fue a tenderlo.

Yo permanecí desnudo en su cama, esperando su regreso y comenzar un nuevo acto con otras variantes. Papa no se acordaba que yo estaba en la casa.

Marina lo atenido, lo higienizó, le dio el desayuno, le prendió la radio y le dijo que iba a dormir un rato que había tenido una mala noche.

Se sentó junto a mí y con una toalla humedecida me limpio el miembro que ya estaba erecto como la primera vez. Me pidió que me sentara en el borde de la cama y ella se sentó sobre mí.

Mi miembro ya estaba apoyado sobre su hendidura y ella tenia la vaselina en sus manos, pero lo que ocurrió es motivo de otro capitulo.

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