Desde época muy lejanas los seres humanos han usado juguetes sexuales para gozar más del sexo. El dildo y los vibradores son un buen ejemplo.
El que la culeaba comenzó a morderle el cuello desde atrás mientras le hincaba duro y el pelirrojo, quiso rematar lo que casi ya no podía imaginarse. Le pidió a mi esposa que comenzara a decirme cochinadas porque quería ver mi polla de nuevo dura y echando la leche por segunda vez.
Los otros que se habían corrido aprovechando que mi esposa estaba a cuatro patas y sus pechos colgaban como los de vaca, se situaron cada uno de ellos dos, en cada pecho de mi mujer y comenzaron a ordeñarle literalmente la leche de sus colgantes tetas, cayendo literalmente de sus pezones a sus bocas abiertas.
Sus pechos se pusieron como globos a causa de su producción lechera y no era extraño que en más de una ocasión, por la noche, me vieran mamando sus tetas porque, como ella decía "había tenido una subida de leche y le dolían mucho".
Esa noche la cena era soja, como en días anteriores, un clic en la mente de Silvia le llevo a ver su realidad, tan fuera del día que había pasado, verdaderamente se encontraban pobres, sus padres le habían escondido que sus estudios y estadía en Buenos Aires lo pagaron con los últimos pesos de la indemnización, las lagrimas de su madre, la trajeron al mundo real, la luz enganchada, el teléfono cortado hacía ver que esto le pasaba a ella.
Terminaba de salir de mi trabajo... eran las tres de la mañana, como de costumbre, fui a dar un paseo antes de acostarme a dormir, no imaginaba la experiencia que viviría aquella noche...
Palpé con mis manos su sexo e introduje una de mis dedos en el solo para darme cuenta que sus jugos orgásmicos aumentaban, eso me animó mucho más, pues incluso su respiración ya acelerada aumentaba mucho más, cuidadosamente introduje mi lengua para beber del néctar de su sexo, era una exquisitez, un jugo de reyes, no dejé escapar nada todo lo bebí.
Un nudo en la boca del estómago parece borrar de mi mente toda referencia a lo que ocurrió anoche. Mi conciencia, tan maltrecha como mi cuerpo, masculla en voz baja que quizás en mis entrañas se esta desarrollando ya, el problema mas grande de mi vida.
La fricción de semejante pedazo en las paredes de mi vagina... forzada por mis rotaciones para apurar la penetración... queman por dentro la suave piel de mi sexo como el chorro de un lanzallamas.
La generosidad casi no alcanzaba a esconderse, cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos: ¿que si un lago cristalino? ¡hay ideal para la belleza!; ¿que si la rendija de un árbol? ¡perfecto para la timidez!; ¿que si el vuelo de una mariposa? ¡ o mejor para la voluptuosidad!; ¿que si una ráfaga de viento? ¡magnífico para la libertad! Así que terminó por ocultarse en un rayito de sol, el egoísmo, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo... eso sí, sólo para él.
Sus dedos a penas perceptibles deambulaban por mi pelo, al igual que los míos por su brazo; la película era el pretexto para quedarme allí a su lado, aunque mis pensamientos fantaseaban en cómo sería gozar a ese hombre.
El clásico (pero no olvidado) abrazo con palmaditas en la espalda que se dan sobre todo los amigos varones que quieren llevar su demostración de afecto hacia algo material (ya que por lo general somos poco demostrativos).
Finalmente llego el día cuando el muchacho no perdió la calma para nada y se lo dijo a su padre y entonces el papa le sugirió que por cada día que controlara su carácter debería sacar un clavo de la cerca.
Sentada de nuevo en el sillón puedo ver como Caro, después de unos veinte minutos de tener a Marcos dentro suyo, en silencio y quietud, va separando su pubis para ir sacando el gigante de dentro suyo. Hay tanto semen y flujos cubriendo el sexo que ya no se ven rastros de la sangre de la desfloración.
Aprovechando la confusión y la cortina de humo subí rápidamente al vehículo y me introduje en él por la escotilla, dentro se encontraban tres soldados de artillería, me informaron de que la ciudad estaba prácticamente asegurada y que los núcleos de resistencia habían sido asfixiados, la victoria estaba solo a unos pocos minutos de distancia.
Virginia disfruto de lo lindo viendo como el ser se alimentaba de mis gruesos pezones, bromeando acerca de las caras raras que yo ponía cuando sus tentáculos encontraban la manera de meterse dentro de mis bragas, alcanzando así mis castos orificios indefensos.
Bebieron hasta la última gota de su venida y entonces vio que salió de entre las sábanas una chica muy guapa vestida de enfermera, que solamente le sonrió y le mostró sus labios llenos aún de su esperma.
A pesar de que ella hasta ahora no le había dejado pasar más allá de unas caricias por encima de la ropa, la mirada de sus ojos cuando la besaba, el brillo de su mirada y su encantadora sonrisa cuando se encontraban y, sobre todo, sus protestas de cariño, le hacían confiar en ello.
Esa noche lo gozo y no le dijo nada , sabia que la dominaba y no quería perderlo , sus veinte años y la actitud ganadora presentaban un macho en plenitud y ella creía importante seguir esa relación, fue una amiga del turno de la mañana que le dijo que vio a su hermana con el "novio" en su auto, no le extraño que le dijera que entro a la casa de el.
Parado en la cornisa tuve dos segundos de una tranquilidad infinita, la que se siente cuando algo definitivamente se resuelve, pero al instante volvió el dolor, esta vez no del cuerpo sino del alma, de sentir realmente que duele la vida.